COPA DEL REY 2023

Y 29 años después el corazón de Unicaja se impuso a la lógica

Los cajistas vencieron al Barça, su "bestia negra" en eliminatorias de la competición doméstica, tras casi tres décadas sin lograrlo.

Dario Brizuela, durante el partido ante el Barça, con Mirotic al fondo. /ACB MEDIA
Dario Brizuela, durante el partido ante el Barça, con Mirotic al fondo. ACB MEDIA
Noelia Gómez Mira

Noelia Gómez Mira

Hace 29 años. Casi tres décadas. Todo eso hace desde la última vez. Hace 29 años, Nelson Mandela ganaba aquellas famosas elecciones en Sudáfrica, en las que se puso fin a aquel periodo conocido como el apartheid. Hace 29 años, la voz de Kurt Cobain, cantante de Nirvana, se apagaba para siempre. Hace 29 quien escribe estas líneas apenas tenía unos meses y a Dario Brizuela aún le quedaban algunos para nacer. Hace 29 años que Unicaja y Barça se veían la cara por primera vez en una eliminatoria de competición doméstica.

En resumen, hacía mucho tiempo desde la primera vez que se cruzaron. Y por tanto hacía, ahora sí, en pasado, 29 años que Unicaja no lograba batir en una eliminatoria nacional a la que se había convertido en su bestia negra… hasta este jueves. El día que ha marcado un antes y un después. El día que el corazón se impuso a la lógica y las lágrimas regresaron pero de forma totalmente distinta a la de las siete veces anteriores. Unicaja estará este sábado en la semifinal de la Copa del Rey de la ACB tras imponerse al Barça en una reñida prórroga por 87-89.

Hace 29 años, Ibon Navarro estaba en vísperas de cumplir la mayoría de edad. Fue entonces cuando en 1994 Unicaja se cruzó por primera vez con el Barça en cuartos de final de la Copa del Rey. Esa vez fue al otro lado de país, en Ciudad Jardín, y el partido se fue para el conjunto culé (74-71). Y a partir de ahí, el conjunto cajista cosechó siete derrotas en las siete eliminatorias posteriores en las que se tuvo que enfrentar al equipo más temido de su historia. Quién le iba a decir a aquel chaval que rozaba los 18 y que, de seguro, siguió aquel partido -como los otros siete- que él, dirigiendo desde el banquillo, junto a ese otro que aún no había nacido, iban a cambiar la historia. Dicen que "aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla" y eso fue contra lo que luchó Unicaja este jueves.

"Creo que lo más importante es que antes del partido pensaba que podíamos ganar. Los primeros que lo pensábamos éramos nosotros, pero no éramos los únicos, también vosotros y la afición. Si estuviéramos pensando en lo que pasó o en la prórroga que perdimos ante Baskonia el pasado domingo, seguramente no hubiéramos ganado. Se habla mucho de la madurez del grupo y del espíritu. Hemos hablado de la técnica y de aprender de las cosas que van pasando", dijo Ibon Navarro en rueda de prensa. Un resumen que recoge a la perfección el hecho de que el corazón se impusiera a la lógica. 

Como esa imagen de los jugadores haciendo un corro en torno a su entrenador para calmarlo, después de que, con el partido más que ajustado, a este le pitaran una técnica. Como las lágrimas tras el partido de Brizuela, con una situación compleja de salud en casa que "a punto estuvo de hacer que se perdiera la Copa", como reconoció él mismo, pero que fue quien tiró del carro y dejó claro, una vez más, lo que ya había demostrado. Que es un jugador diferente y diferencial, un escolta que bien podría ser -tirando el símil por la época de hace 29 años- uno de esos Pokemon legendarios nada fácil de encontrar porque escasean al ser únicos.

Brizuela asumió las riendas ofensivas de los suyos con 27 puntos y, aún así, le quitó hierro al asunto para reafirmar, aún más, la teoría de su singularidad. "No sé si es mi mejor partido, no pienso en esas cosas. Me he sentido muy cómodo desde el principio, pero es cosa de todos, no solo es mi partido. Estoy contento porque se ha ganado y todo el mundo ha jugado bien", aseguró. Y aquello casa a la perfección con esa nueva esencia que rodea este año al equipo de Ciudad Jardín.

"Ha cambiado nueve jugadores y obviamente el equipo ha cambiado", reconocía Ibon Navarro, pero enfatizaba en que la clave de todo "es la calidad humana que hay en el vestuario". Por eso quizá no extrañaron las múltiples rotaciones en la prórroga, casi como si pareciera que se personificaba en ello los múltiples cambios vividos a lo largo de los años, a lo largo de esos 29 años a los que ya se le ha puesto fin. Ahora, Unicaja ha demostrado que sabe jugar a lo que quiere, "seguir el plan de Ibon y estar sólidos en el momento clave", reconocía Brizuela. Y eso les hace ser, por qué no, aspirantes a todo. ¿Volverá a imponerse el corazón a la lógica este sábado?