María Schlegel, la estrella del voleibol en TikTok: "No quiero decir cuántas horas paso al día con el móvil"
La asturiana, internacional con la Selección española, acumulaba récords en salto de altura, pero dio un giro a su carrera y ahora lo cuenta en sus redes sociales.
Dar con María Schlegel en su tierra no es algo habitual. Acompañada siempre por Jackson, su gato, y por un móvil con el que graba constantemente, la asturiana siempre se ha definido como un culo inquieto. "Me gusta lo desconocido", admite desde Piedras Blancas, a las afueras de Avilés. No por nada con 22 años dijo adiós al atletismo, donde acumulaba récords en salto de altura, y se lanzó de cabeza al voleibol, un deporte técnica y emocionalmente opuesto en el que muy pronto vistió la camiseta de la Selección española. Ahora, en un insólito impás que le permite descansar en la tierrina, se prepara para otra locura. Viajará en unos días hasta Phoenix, Arizona, donde a partir de octubre formará parte de algo pionero.
"Jugaré en la primera liga profesional de voleibol en Estados Unidos", asegura. Serán seis semanas en las que, junto a otras 43 jugadoras de todo el mundo, estará en una burbuja repleta de drafts, rankings individuales y demás inventos. "¡Es como una Kings League de volley!", celebra. Nada raro para alguien que siempre ha buscado rizar el rizo y que, todo sea dicho, acaba de disputar el Europeo con la Selección española sin dejar de generar contenido para su perfil de TikTok, donde acumula millones de 'me gustas' y más de 145.000 fieles.
"Empecé en las redes sociales porque me gustaba, sí, pero también para dar a conocer mi deporte", explica al otro lado de la pantalla. "Todo se remonta a 2020, cuando fiché por un equipo de la República Checa para jugar la Champions League de voleibol. Al poco de llegar estalló la pandemia y todo ese tiempo en casa me hizo pensar. Creé un proyecto personal y empecé a hacer vídeos para reflexionar sobre mi deporte, sus dinámicas y todo lo que lo rodeaba".
Lo que no esperaba, ni ella ni nadie, es que todo explotara poco después. "Fue con un vídeo que era una tontería", admite entre risas. Era, claro, con su inseparable Jackson. "Decía algo así como 'todo el mundo cree que lo que más me gusta del mundo es el volley, pero en realidad es… Y salía mi gato con un filtro gracioso'", recuerda.
Ese vídeo, que apenas duraba unos segundos, hizo que las interacciones subieran como la espuma. "Dio pie a que mucha gente se metiera en mi perfil, viera mi contenido y se sumara a todo lo que compartía sobre el voleibol". El contenido del perfil, claro, incluye mucho de su deporte, ese que le permite generar contenido de lo que otros llaman rutina: "Explico cómo hacer caídas u otras jugadas muy técnicas. Al final, que una jugadora de la Selección española te cuente eso… A la gente le gusta".
Eso sí, la lucecita roja no siempre fue bien vista. "Ahora es fácil, cuando el número de seguidores avala lo que haces, pero los principios costaron en según qué sitios. Hasta hace poco, en muchas instituciones deportivas seguía habiendo cosas muy privadas", declara. "Siempre tengo que ser consciente de dónde estoy y saber qué publicar y qué no, obvio, pero hay cosas que no son tan importantes y que a la gente le generan mucha curiosidad: los hoteles, los viajes, el autobús, no sé, cosas que son tonterías y que no deberían generar ningún recelo.
Ella siempre intenta que quienes no quieren salir en sus vídeos no salgan, sean compañeras, miembros del staff o periodistas. "Ayuda que tengo dos dedos de frente", dice. "Por ejemplo, tengo mucho cuidado con el audio de lo que publico. Reviso una y mil veces lo que se escucha para que no se publique nada que no debería publicarse".
La chispa ante la cámara y, por qué no, la maestría para editar los vídeos con cierta gracia, han llevado a Schlegel a ser un caramelo para muchas marcas. "He tenido ofertas, sí, y ya he trabajado con algunas, pero es que todo radica en el poder de las redes", sentencia. "Son una oportunidad muy bonita. A mí por ejemplo, que me encanta la educación y me parece un altavoz muy grande para ofrecer contenidos acordes a mis gustos, no solo una herramienta para vender, vender y vender, que es como muchos lo ven".
Todo disfrute, claro, tiene sus peajes. "Uf, ¡mejor que no te lo enseñe!", responde con una sonrisa apurada a la pregunta del millón: cuántas horas pasa al día delante de una pantalla. "Es que son demasiadas. Mejor que mi padre no se entere", bromea. "Es que además son muchas más de las que me gustarían, porque siempre digo, va, esto me lleva cinco minutos, y es mentira, me tiro ahí 45 minutos para editarlo todo a mi gusto".
El 'salto' de una vida: del atletismo, al voleibol
Ella, que acaba de cumplir la treintena, se entretiene con cuentas que a su vez le inspiran, como las de Natalia y Carliyo o Esperansa Grasia, ambas de humor y fuera del deporte; pero también con deportistas como Maitane López, María Martín-Granizo, Saúl Craviotto o Ana Peleteiro que, si bien de forma muy diferente, comparten contenido del día a día en sus redes sociales.
Como ellos, y lejos de lo que pudiera parecer tras un simple scroll en TikTok, Schlegel es, por encima de todo, deportista de élite. "Nunca he priorizado las redes a mi profesión, que sigue y seguirá siendo el voleibol", reflexiona, ahora más seria. Lo es desde 2015, cuando, con 22, cogió el balón tras dedicar años, sudor y alguna que otra lágrima al salto de altura.
"Hablamos de dos deportes que son como la noche y el día", apunta. "El salto de altura es una prueba individual muy técnica. Tu capacidad de error es muy bajo y estás sola. Incluso en tu mejor día, te despides con un nulo. Siempre acabas en fracaso. En cambio en el volley, que es un juego colectivo y mucho más creativo, los errores son constantes. Es un juego de equipo y la euforia de cada punto es descomunal. ¡Son dos horas sin parar de gritar! La primera vez que lo viví, dije: ¡No llego al final! En el atletismo, en cambio, las marcas personales llegan, si llegan, cada muchísimo tiempo, no hay esa constante. El cambio es brutal".
Por la pasión que irradia y su labor divulgativa con el voleibol, Schlegel recibió una llamada muy especial este mismo año. "Me hace muy feliz saber que he currado con la Fundación Gasol", cuenta. "Esto es, Marc Gasol creyó conveniente que fuera yo quien participara en su Fundación para enseñar voleibol y, desde entonces, me sigue en redes sociales. Es que volvemos a lo de antes, el poder de las redes es fascinante".
Por cosas así, Schlegel se ve a sí misma como una privilegiada. "Sigo flipando con que lo que hago pueda cambiar la vida de alguien", asevera. Sabe lo que dice. Cada día recibe mensajes de niños, niñas, madres y padres agradeciendo su labor. "Si el voleibol se vendiera y tuviera, qué se yo, suficientes eventos, actividades, merchandising… Sería increíble. ¡Hay mucho volley ahí fuera! El único problema es que no está bien vendido".