VELA

Gustavo Doreste, campeón europeo ¡42 años! después de su diploma olímpico

La última hazaña de la mítica saga de los Doreste tiene como protagonista a uno de sus miembros menos conocidos.

Gustavo Doreste, con su trofeo. /gruppypix
Gustavo Doreste, con su trofeo. gruppypix
Nacho Gómez

Nacho Gómez

La saga de los Doreste es una de las más conocidas y prolíficas del deporte español. Gracias sus innumerables éxitos en el mundo de la vela, la enorme mayoría de los españoles, aficionados al deporte o no, hacen la asociación mental con los barcos cuando escuchan este apellido canario. Y uno de los menos conocidos de la familia a nivel popular, Gustavo Doreste, acaba de lograr una hazaña que sigue agrandando la leyenda de la saga. Gustavo acaba de ser campeón de Europa de la clase A… 42 años después de haber logrado un diploma olímpico al ser sexto en los Juegos de Moscú de 1980.

Los más conocidos de los Doreste son Josele y Luis por sus oros olímpicos, pero hay hasta ocho navegantes de elite en la familia pertenecientes a dos ramas familiares. La primera la forman cuatro hermanos: José Luis, Gustavo, Manuel (más conocido como Noluco) y Luis Doreste; la segunda, cuyos miembros son hijos de una prima de esta primera rama, está compuesta por Luis, Gustavo, Cristina y Jorge Martínez Doreste.

Le pedimos que nos explique el origen de todo a Luis Doreste, considerado por muchos como el mejor regatista español de la historia tras ganar dos oros olímpicos (Los Ángeles 84 y Barcelona 92), ser uno de los grandes líderes de los desafíos españoles a la Copa América y acumular cientos de victorias en la vela de crucero. "Pues todo empezó cuando nuestros padres nos mandaron a un campamento de optimist ahí en Canarias, que además lo montaba un tío nuestro, Joaquín Blanco, que también empezó una saga en la vela que han seguido su hijo y su nieto. Allí fuimos los cuatro hermanos, Josele era el mayor y el que mejor iba, por lo que abrió el camino. Logró una beca para navegar y estudiar en Barcelona y después fuimos todos haciendo lo mismo, estudiábamos en la Blume entre semana y los fines de semana a navegar a Palamós", rememora.

"El primero que fue a los Juegos fue Josele, que ya estuvo en Montreal en el 76, y el siguiente en ir a las Olimpiadas ya fue Gustavo, que estuvo en Moscú navegando en 470", relata Luis, haciendo entrar en escena al protagonista de nuestro relato. Toma la palabra Gustavo. "Me acuerdo perfectamente que el último día acabamos 'rascados'. Éramos terceros, con posibilidad de ser segundos, pero el último día todo salió mal. Lo peor que podíamos quedar era sextos y sextos quedamos. En la previa me acuerdo de que el favorito de la Federación para ir a Moscú era un tal Gutiérrez, pero yo me metí en la pelea y le gané la selección. La siguiente para los Juegos de Los Ángeles ya fue otra cosa, me la ganó mi hermano Luis. Competimos mucho uno contra otro, pero nunca nos hemos peleado…", recuerda con una inevitable sonrisa.

Gustavo, 15 años sin navegar

Pese a ello, Luis atribuye parte de su oro olímpico al trabajo de Gustavo. "Mi medalla de Los Ángeles es también de mi hermano porque en la selección competimos muy bien, y eso me hizo llegar a tope a los Juegos. Gustavo estudió medicina, montó su consulta de dentista y es el que más se ha dedicado a su profesión y navega más por placer, quizás por eso se le ha conocido menos a nivel popular".

Gustavo recuerda las razones de su retirada de la vela. "Luego de los Juegos empecé a trompicones, cada vez había que dedicarle mas tiempo y yo ya no podía, era imposible. Lo dejé en el año 91, justo antes de Barcelona, y he estado quince años sin navegar. Hasta que un día salimos a cenar con nuestro amigo Santi Monjo. Él navegaba ya en clase A, me decía que tenia que comprarme uno, que nos lo íbamos a pasar de coña. Ese mismo lunes me llamó que tenía que pagarle a un hombre porque ya me habían comprado el barco", dice entre risas.

Y tan bien le fue que a mediados de septiembre se proclamó campeón de Europa de clase A… 42 años después de haber logrado el diploma de Moscú, una hazaña muy poco habitual en el mundo del deporte. "Enseguida fui 'pim-pam', porque cuando empiezo una cosa la empiezo fuerte y me encantó. Ahora la meta es el Mundial, que que es en Francia el año que viene. De todos modos si no es por este grupo de amigos no hubiese vuelto a navegar, ni de coña. La cervecita de después, las tertulias... es diferente a la vela profesional", concluye.