El guiñol francés que llevó a un conflicto diplomático por Nadal: "¡Si hasta llamó el rey a Canal+!"
En 2012 'Les guignols de l'info' hicieron un par de sketches sobre España y el dopaje. Hubo quejas y mucha indignación.
Que Rafael Nadal ha sido, en ocasiones, cuestión de Estado se puede demostrar con una sola anécdota, la de los guiñoles franceses. Febrero del año 2012, el programa de Canal+, toda una institución en la televisión francesa, sitúa al hipermusculado muñeco del español en una gasolinera. Suena música de Enrique Iglesias, el tenista de látex entra en la tienda, se compra una botella de agua, sale de nuevo al coche, un todoterreno, y orina en el depósito de gasolina. Cuando entra en el automóvil de nuevo arranca y se pone rápidamente a toda velocidad. Se corta la escena y aparece una frase rodeada de los logotipos de las principales federaciones deportivas: "Los deportistas españoles no ganan por casualidad".
Y ahí se armó el Belén. Quejas del CSD, incluso queja formal del ministerio de Asuntos Exteriores. Es decir, todo un conflicto diplomático. La respuesta de los guiñoles tampoco tardó demasiado en llegar, redoblando la apuesta. No muchos días más tarde unos cuantos deportistas (Casillas, Gasol y Nadal) aparecen firmando contratos... con una jeringuilla. "Parece que lo único que no se dopa en España es la economía", termina el presentador de Les Guignols de l'info, que así se llamaba la versión gala del show, la original de la que luego también salió la española.
Lionel Dutemple, guionista del programa, y por lo tanto uno de los responsables de todo aquello, contesta a un cuestionario de Relevo sobre lo que pasó. "Todo vino realmente del sketch donde Nadal orina en el depósito de su coche en lugar de poner gasolina y su coche va a 1.000 km por hora. Hicimos muchos sketches sobre el dopaje, pero con el giro de los escándalos en España nos centramos en Nadal, para resumir a los deportistas españoles, por derecho propio".
Un detalle sobre esto que dice Dutemple. España tuvo en estas fechas problemas con el laboratorio antidopaje que en teoría tenía que vigilar esos temas en el país y, además, se acababa de saber el positivo de Alberto Contador por clembuterol por el que perdería un Tour y se pasaría sancionado dos años. No quedaba tan lejos en el tiempo la infausta Operación Puerto y su impune resultado. No eran, en definitiva, los momentos de más sólida imagen internacional del deporte español.
Todo esto Dutemple lo resume con humor, que para eso es guionista cómico: "¡¡Hubo el escándalo de Puerto y luego el de Eufemiano Fuentes que afectó al fútbol, al ciclismo, al tenis y hasta al tiro con arco y a los dardos!!".
Pero su recuerdo va más allá de esto, porque también está en su memoria, y con razón, lo que pasó unos meses más tarde. "Además, tras este escándalo España cambió sus normas sobre el dopaje con la ayuda de la AMA", remarca. Y es verdad, el país decidió cambiar su normativa poco después, más porque era evidente que no estaba a la altura en este tema que por el caso concreto de los guiñoles, pero nada sobra en estos casos.
Volvamos al terremoto que ha dado pie a este artículo. Dutemple explica que fueron días de bastante agitación: "Lo recuerdo muy bien. ¡Si hasta llamó el rey de España a Canal+!". Después de la frase pone varios emoticonos, caras partiéndose de risa. Es broma, pero no tan broma, quizá a la corona no llegó, pero todo lo que quedaba por debajo de la institución se incomodó con aquellas escenas.
Empezando, por descontado, por el propio Rafael Nadal: "Un día, bien. Cuando ya es repetidamente no tan bien, porque es cruzar la línea, es una campaña contra España, contra el deporte español, y no solo de Canal+, creo que hay bastantes otros medios que lo están potenciando. Es algo denunciable, porque los deportistas en España que no están limpios están sancionados sin competir. Con muchísimos menos recursos hemos conseguido muchísimo más, algo estaremos haciendo bien y no es un tema ni de pastillas, ni de jeringas…"
Sorprende, aunque sea relativamente, que la respuesta a una acusación de dopaje sea decir que hay envidia, pero ni mucho menos fue solo cosa de Nadal. Las piezas de los informativos y también algunos otros deportistas achacaron a la mediocridad francesa en Roland Garros y el Tour unos celos que, según esa teoría, les empujaban a hacer este tipo de bromas.
En el caso de los guiñoles es cierto que esa queja espoleaba a los guionistas a seguir por esa vía. Que, además, estaban más que bregados en aquello de enfrentarse a críticas, porque en otros muchos temas también jugaban con fuego. "Sí, siempre ha habido reacciones de este tipo, pero es cierto que nos sorprendió la magnitud que tomó en España. Y sobre todo nos hizo reír. Este es el tipo de cosas que te impulsa a hacer aún más, porque era claro que habíamos apuntado bien".
El lado español
Han pasado muchos años de todo aquello, los guiñoles franceses ya no existen y Nadal se encamina a los últimos días de su carrera deportiva. Algunos dirigentes españoles de la época han perdido un poco el recuerdo, pero cuando se les refresca explican cómo vivieron todo aquello.
"Fue la típica cosa que se saca de quicio", empieza su frase José Ignacio Wert, exministro de Educación, Cultura y Deporte en aquellos días "aunque es verdad que había un ambiente rarito con todo el tema del dopaje". Recuerda alguna conversación con el propio Nadal, una batería de controles, superior a lo habitual, a la que se enfrentan los deportistas españoles en aquellos tiempos. Las consecuencias habituales de que un país haya entrado en la lista de sospechosos para la Asociación Mundial Antidopaje.
Wert fue a varias finales de Roland Garros, la intersección más clara entre Nadal y Francia, y entiende que lo de los guiñoles era una historia televisiva. "Yo he estado con él en tres finales allí y le trataban con mucho cariño, le adoraban, también porque ellos no tenían en ese momento grandes tenistas. Ni tenían ni tienen", cuenta a Relevo el exministro.
Wert asume que la cosa se fue de madre, quizá incluso por los dos lados. Como la queja se vehiculó desde la embajada, y por lo tanto por medio del ministerio de Asunto de Exteriores, que dirigía José Manuel García-Margallo, no sabe si alguna vez hubo respuesta. En todo caso, la cosa no fue a mayores, el cabreo español se quedó suspendido en el tiempo y ahora, tanto tiempo después, no queda más que la anécdota.