NATACIÓN

La obsesión medida de un padre llevó a Mckeon a sentarse con Phelps, Spitz y Biondi: "Su nado era casi perfecto"

La australiana, ganadora de 14 medallas olímpicas (seis de oro), anuncia su retirada tras ocho años de éxitos en la velocidad.

Emma McKeon, en una de sus últimas competiciones en Australia antes de los Juegos de París. /GETTY
Emma McKeon, en una de sus últimas competiciones en Australia antes de los Juegos de París. GETTY
Alberto Martínez

Alberto Martínez

A sus 30 años y con 14 medallas olímpicas -seis oros-, la natación se quema las manos de aplaudir a Emma Mckeon, una de las últimas reinas de la velocidad, símbolo del prominente modelo australiano que ha conseguido lo que no lograron otros compatrioitas con más fama como Grant Hackett, Shane Gould, Dawn Fraser o el mismísimo Ian Thorpe. Mckeon ha decidio retirarse y lo hace como la única mujer capaz de entrar en el famoso 'club de los siete', donde comen Michel Phelps -incluso él está un escalón por encima tras su exhibición en Pekín 2008 con ocho oros-, Mark Spitz y Matt Biondi. Mckeon logró en los Juegos de Tokio siete medallas, que sumadas a las cuatro de Río 2016 y a las tres de París 2024 la convierten en la nadadora más laureada de la historia. Con menos oros que Katie Ledecky, pero con más presencia en los podios.

"Si miro hacia atrás y veo a esa joven (creo que tenía 17 años cuando me perdí Londres), nadie podría haberle dicho que iba a seguir adelante y hacer esto. Solo hay que persistir, hay altibajos. Uno sigue adelante y sigue cumpliendo. No puedo creer dónde estoy ahora y cómo llegué aquí", cuenta la nadadora en sus redes y a través de Swimming Australia. Un adiós cantado tras París y una vida predestinada a conseguir éxitos, donde la obsesión medida de su padre fue clave en su desarrollo.

Ron Mckeon nació en 1961 y a los pocos años empezó a destacar en categorías menores. Si practicar la natación es como ir al colegio en Australia, triungfar entre tanta competencia es más complicado. Ron mostró habilidades en las pruebas medias como los 200 y 400 libre. De hecho, fue olímpico en Moscú-80 y Los Ángeles-84, nadó hasta cinco finales pero se fue de vacío: cuarto, quinto, octavo... Y después se casó con Susie, que había sido mariposista a menos nivel. Y juntos tuvieron una escuela de natación donde Emma empezó a dar las primeras brazadas.

Lejos de ser un padre exigente y obsesivo, Ron fue poco a poco con su hija, priorizando la técnica a los resultados, lo que provocó que a esas edades donde acostumbran a epxlotar los talentos -entre los 16 y los 19 años- Mckeon se quedara, por ejemplo, sin ir a los Juegos de Londres. Un palo que ella misma destacó en su despedida. Pero ella no sabía que la cosecha era a largo plazo. Michael Bohl, el prestigioso entrenador que le acompañó una década, lo explicó así en State Swimming: "Debo reconocer el excelente trabajo que hizo su padre al desarrollar su técnica al principio de su carrera... no la exigió demasiado ni durante demasiado tiempo y esto significó que pudo seguir nadando hasta los 30 años".

Aquel instituto donde se compartían sueños y nació el amor

La historia entre Mckeon padre, Bohl y Susie se remonta a los años 80, cuando los padres de Emma se enamoraron y Bohl era el compañero de habitación en el instituto del propio Ron. Uno de sus hijos, David, fue olímpico y finalista en Río 2016, y su tío Rob ha llevado a estrellas como Adam Peaty y ahora es directivo de Swimming Australia... La sensibilidad por el agua, la fuerza mental y los mejores consejos. Todo lo tenía en casa la australiana.

A diferencia de otros padres, como es el caso del estadounidense Michael Andrew, Ron supo inculcarle a su hija la técnica y la mentalidad adecuadas y, posteriormente, dejar que se profesionalizara en un sistema de entrenamiento único junto a Bohl. En España hay casos así de éxito, como el de Aschwin Wildeboer, finalista olímpico en Pekín 2008 y bronce mundial en 2009, entrenado por su padre Paulus en el CN Sabadell en las etapas de formación.

La española que más destreza mostraba en las pruebas de velocidad -plusmarquista en los 50 y 100- en los años de Mckeon es la castellonense Lidón Muñoz, quien explicó a Relevo las virtudes de la australiana: "Es una gran competidora, me he fijado mucho en ella durante estos años pero no he podido hablar nunca. Pero especialmente destacado que sabe nadar las finales, y que es muy buena a nivel técnico, tiene un nado casi perfecto y una gran longitud de brazada".

"Odiaba cualquier alboroto, no quería ninguna notoriedad, pero se enorgullecía de representar a Australia..."

Michael Bohl Entrenador de Australia Swimming

"Es una triunfadora silenciosa, odiaba cualquier alboroto, no quería ninguna notoriedad, pero se enorgullecía mucho de representar a su país y apoyar a sus compañeras de equipo", cuenta su entrenador, Bohl. Quizás por ese silencio los Juegos de Mckeon fueron los de Tokio, los de la pandemia, los de las mascarillas, las gradas vacías, los del silencio seplucral no solo en la salida sino también en la llegada, sin el habitual rugido en las gradas. Solo su mano a la boca, alucinada, su cara de emoción, que le hizo ganar hasta siete medallas. "Siempre levantó la mano para hacer las cosas difíciles. Y en París, verla saltar a la piscina con sus buenas amigas y compañeras de entrenamiento fue un momento especial… Emma tiene un alto nivel de cariño hacia sus compañeras de equipo que se echará de menos", explicó Rohan Taylor, entrenador jefe.

Aunque en Tokio le ayudó la lesión de Sarah Sjöstrom, quien era la gran favorita en sus mismas pruebas, Mckeon se adjudicó el oro en los 50 y 100 libre, los 100 mariposa, y los relevos 4x100 y 4x200 libre, 4x100 estilos y 4x100 estilos mixtos. Su pulcritud técnica, su salida y el trabajo clave de gimnasio para ganar más fuerza fueron clave. Y su mentalidad, como refleja una de las tardes que nunca olvidan en Australia. Cómo no, en Tokio. "Nadó los 50 libre en semifinales y luego, ocho minutos después, se unió para el relevo de estilos mixto. Emma eligió hacer eso... dijo 'lo tengo todo', pero quería ayudar al equipo de relevos y ganaron el bronce. Fue una actuación decisiva y no había duda de que quería guardarse para la final de 50 libre del día siguiente... que, por supuesto, ganó", relata Taylor.