El último baile de Suzuki
El equipo se enfrenta a su último gran premio en el Mundial en el escenario en el que en 2020 selló su único título en MotoGP.
Suzuki ha vivido dos etapas en el Mundial de Motociclismo. La primera terminó en 2011. Ese año, la marca japonesa corrió con una única moto, en manos de Álvaro Bautista, casi más como un equipo privado y con un claro aroma a decadencia. Al final de ese año abandonaron el campeonato, aunque terminó siendo más con un estilo 'un paso para atrás para dar dos hacia adelante'. Porque en 2015 retomaron el proyecto.
Y con éxito, poco a poco, con muy buen trabajo y con un momento culminante: el título de Joan Mir de 2020, el primero para la marca en MotoGP (los anteriores fueron en 500cc). Aleix Espargaró y Maverick Viñales en 2015 y 2016, Alex Rins con Andrea Iannone de compañero en 2017 y 2018, y desde 2019 Rins haciendo pareja con Mir. Y será este domingo en Valencia cuando se viva el último baile de Suzuki, en el escenario donde este último cerró su título hace apenas dos temporadas.
"Esto se acaba. Por eso tengo ganas de poder cerrar esta etapa con un buen resultado, porque creo que diríamos adiós de otra manera. Así que ahora mismo eso es lo que tengo en la cabeza, intentar quitarme esa espinita que tengo clavada desde hace unas cuantas carreras", confesaba Mir, que como Rins quiere que su última carrera deje un buen sabor de boca no sólo a ellos, sino a todos los que trabajan en uno de los boxes más profesionales del paddock.
"Da pena, da lástima, porque creo que todavía tienen una buena moto, lo hacen bien, están ahí delante, ganaron en Phillip Island, hace dos carreras. No sé, es extraño. A mí todo esto me resulta extraño. Pero es así", comentaba menos efusivo Viñales, el primero que ganó con la remozada moto que regresó en 2015. De hecho, el de Aprilia va a pescar en su antiguo box, una vez que tendrá a su lado en 2023 a Manu Cazeaux, el jefe técnico de Rins y con el que él contó en sus años en la casa japonesa.
El que sí que se reconoció emocionado este jueves fue Espargaró, cuya carrera dio un giro con su fichaje por Suzuki, una vez que estaba pilotando con MotoGP de segunda categoría. "Es una putada, es súper triste, es una de las marcas más míticas del mundo de las motos, es la marca que me dio la oportunidad de estar donde estoy, porque es la primera marca que me dio la oportunidad de ser piloto oficial. Y yo lo he dicho siempre: uno de mis mejores días en un paddock en más de 15 años fue un lunes en Valencia, cuando debuté con la Suzuki. Guardo prácticamente el mismo recuerdo e ilusión que el día que gané en Argentina, o que mi primer podio con la Forward…".
La noticia del adiós de Suzuki llegó de manera abrupta. De hecho, antes de que se hiciese oficial se filtró desde su box después de que los máximos responsables del equipo de MotoGP informasen a sus trabajadores, el lunes 2 de mayo, al terminar el test oficial posterior a la carrera de Jerez. "Habíamos hecho un trabajo fuera del circuito para este año increíble y sí es cierto de que, después de la noticia, la motivación se pierde un poco", reconocía Rins desde Valencia. "Ha sido un año extraordinario, porque no nos esperábamos nada de esto, y al menos a mí me ha costado encajar la noticia y luego también gestionar las emociones dentro del equipo", coincidía Mir.
"La última vez fue una cosa más de dejar MotoGP y ya está, pero ahora implica a todo el mundo de la moto de competición. Esta es una salida mucho más desoladora", sentencia para Relevo John Hopkins, que vivió seis de sus ocho años en MotoGP sobre la moto azul celeste, y que ha visto de cerca los dos adioses de Suzuki: el temporal de 2011, y este definitivo que se va a concretar este domingo, el de una moto que aún es ganadora.