MOTOGP | GP DE LA COMUNITAT VALENCIANA

El sueño de Martín se desvanece en dos vueltas; Bagnaia cierra su día perfecto

El español cometió dos errores en la carrera de Valencia que le dejaron sin la opción de llevarse el título de MotoGP.

Pecco Bagnaia celebra su segundo Mundial de MotoGP en Valencia. /Reuters
Pecco Bagnaia celebra su segundo Mundial de MotoGP en Valencia. Reuters
Borja González

Borja González

Circuito Ricardo Tormo (Valencia)-. El sueño de Jorge Martín duró muy poco. Bueno, en realidad se podría decir que duró mucho, porque llevar la resolución de la temporada de MotoGP hasta el último domingo del año con una moto satélite frente al poderío de una oficial, la del que había ganado el título en 2022, ni más ni menos, no era una tarea fácil. Aunque hay que reconocer que Ducati no dejó muchas sombras en su gestión, en una contienda que pareció siempre de tú a tú.

Pecco Bagnaia recibió a mediodía la buena noticia de que una sanción a Maverick Viñales, el autor de la pole, le iba a colocar en la primera casilla en la salida (pérdida de tres posiciones por no hacer caso a una bandera durante el Warm Up que le obligaba a salir de pista). Un beneficio que al final no necesitó.

El italiano aprovechó la salida, y como el sábado, se colocó en nada primero. En el sprint empezó a desinflarse porque el neumático medio era incapaz de aguantar la presión de los que montaron el blando. Esta vez, en igualdad de condiciones, se quedó con el puesto de honor, en pocas curvas con Martín a su rueda. Parecía que la pelea del domingo estaba servida, la de los dos primeros, aunque el español iba a necesitar aliados para poder pensar en el milagro. Y bazas esta vez había.

Las dos KTM oficiales, Viñales, Marc Márquez y su compañero Johann Zarco, todos potenciales desinteresados para meterse entre medias de los dos contendientes. Pero en la curva 1 de la tercera vuelta, Martín se comió el rebufo de la moto de Bagnaia, perdió el punto de frenada, se fue largo y empezó a entender que, el milagro, no iba a ser posible. Plan al traste, regreso a pista octavo e inicio de una remontada imposible en la búsqueda de una victoria con la que coronar su gran año.

El madrileño se colocó en nada sexto, con una refriega entre medias con Viñales, algo que reconoció después no haber entendido, porque contaba con que el de Aprilia fuese un elemento neutro, o incluso un aliado. Quizás eso le desconcentró, o desconcertó, porque en el ataque a Marc Márquez en la vuelta 6 erró, le tocó por detrás, y los dos terminaron por los suelos: Márquez de una manera violenta, Martín tras un recto sobre la grava que no pudo controlar y que le hizo quedarse en fuera de juego.

Un fuera de juego que coronaba sin la necesidad de terminar la carrera a un campeón que ha sido capaz de repetir éxito, y de hacerlo defendiendo su número 1, algo que nunca es fácil. Un momento que puso el punto y final a dos de los focos de atención de este último gran premio de la temporada 2023: por supuesto, el que iba a decidir quién iba a ser el campeón; pero también el del final de la aventura de Márquez en el Repsol Honda, una de las más exitosas de la historia de este deporte, aunque los últimos años hayan sido un desastre en todos los sentidos.

Con todo decidido, Bagnaia solo tuvo que navegar hasta la meta, aunque ese paseo terminó siendo exitoso, como su temporada. No sólo por él, sino porque todo se alineó para que así fuese. Porque parecía el día de las KTM. El determinado y a veces agresivo Brad Binder liderando, su compañero Jack Miller tras él, en el que olía a festival naranja, lo que habría sido un gran colofón para los austriacos en un año con altibajos, y con demasiada dependencia de la maestría del sudafricano. 

Y Binder falló, se fue largo y perdió su liderato (ya con la ansiedad de la remontada la lió con Alex Márquez). Y después fue Miller el que la pifió, con una caída que le dejó sin lo que parecía una victoria o, como mínimo, un podio. La apertura de las aguas del Mar Rojo, a lo bíblico.

Rojo Ducati. Bagnaia se quedó solo delante, sabiendo que ya era campeón. Por detrás, Zarco, a menos de medio segundo, aunque sin poder o saber acercarse en ningún momento. Y luego el hombre del fin del curso, Fabio Di Giannantonio, que se ha ganado y cómo su continuidad en la categoría (con la Desmosedici que deja libre Luca Marini en el VR46 para poner rumbo al Repsol Honda). Diggia empezó a apretar, pasó a Zarco y a punto estuvo de repetir lo de Catar, aunque a la postre no pudo superar a Bagnaia. De hecho, terminó penalizado por no cumplir con la presión mínima del neumático delantero; tres segundos que le terminaron relegando al cuarto puesto, y que hicieron que Binder terminase con un podio (sin celebración). Algo que dejó el mejor final posible para la fiesta del campeón del mundo, la que es la fiesta de una marca, Ducati, que ha arrasado este año en MotoGP. Y que amenaza con seguir haciéndolo, ahora con Marc Márquez como su nueva herramienta.