MOTOCICLISMO

Marc Márquez, protagonista en el documental de Giacomo Agostini: "El mejor de todos. Me habría gustado saber qué rival habría sido"

Italia estrena la cinta que narra la vida del mito del motociclismo: 'Ago', dirigida por Giangiacomo De Stefano. En él intervienen Marc Márquez o Carmelo Ezpeleta.

Marc Márquez, protagonista en el documental de Giacomo Agostini: «El mejor de todos. Me habría gustado saber qué rival habría sido»
Julio Ocampo

Julio Ocampo

Hacía pocos meses que había abandonado MV Agusta para pasar a Yamaha. Una decisión controvertida, ya que parte del país, condicionado por la prensa, le acusaba de traidor. Además, había un cierto escepticismo por ver cómo Giacomo Agostini (Brescia, 1942) —siempre con esa conducción limpia y linear— casaba con el motor de dos tiempos, mucho más competitivo, por otra parte.

La primera gran prueba llegó en las 200 millas de Daytona, delante del gran favorito: el campeón americano (y compañero de team) Kenny Roberts, quien días atrás en una entrevista llegó a manifestar que el mundo era América, y por lo tanto se autoproclamaba rey. "Estaba a punto de desmayarse. Pensó incluso en la retirada. Se chupaba su sudor para hidratarse, como si fuera agua. Lo que me contó de esa cita fue tremendo". Con estas palabras describe su mujer, María Ayuso, lo vivido por Ago en el tórrido ambiente de Florida, donde tuvo que ser atendido por el doctor Claudio Costa justo después de la carrera, cuando le hicieron una terapia intravenosa. La premiación se demoró por este motivo.

Porque sí. El italiano obtuvo, agonía mediante, la prestigiosa victoria en un feudo hasta entonces made in USA. Entonces el país que le había recibido con epítetos de todo tipo, tuvo que arrodillarse a sus pies: "Le dije: querido Kenny, ahora has comprendido quién es el campeón del mundo". Ese año logró el título mundial en 350 cc (la primera vez con una máquina a dos tiempos), aunque por una serie de lesiones y problemas mecánicos no hizo doblete en la cilindrada reina.

Son algunos de los pasajes más significativos que aparecen en el documental Ago, dirigido por Giangiacomo De Stefano, y en el que aparecen personalidades relevantes del motor con dos ruedas, como Freddie Spencer, Carlos Lavado, Nadia Padovani, Carmelo Ezpeleta o el mismísimo Marc Márquez, quien le describe así. "Es el mejor de todos los tiempos. Ha dejado huella en la historia, y también como persona. Me habría gustado saber cómo era de rival. Seguro que muy competitivo, mirando siempre por sus propios intereses". No repara tampoco en elogios el CEO de Dorna. "Un gran trabajador y un talento total. Inteligente, sobre todo para saber escoger momentos y escuderías. Su carisma le hizo triunfar".

El Papa de las motos

Hay varios episodios emocionantes en la película Ago. Il Fenómeno comenzó a pilotar motos —contra la voluntad de su padre— en las gincanas organizadas por las parroquias de la provincia de Bergamo. De ahí hasta la cima mundial, con un currículum pesado cuando un menhir: quince mundiales, dieciocho veces campeón de Italia, 123 grandes premios, diez Tourist Trophy… En total, 313 carreras en lo más alto de un podio. Un auténtico serial winner, capaz de ganar todas las carreras de 500 y 350 entre 1968 y 1970. Una dinastía larga, dos años donde aniquilaba, doblegaba oponentes por doquier.

EFE
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Entre medias… Momentos, personas, historias y contextos. Alegría, música (íntimo amigo del cantautor Gianni Morandi) y dolor. Están todos los ingredientes en la vida de Giacomo Agostini, el Alain Delon italiano. Un sex symbol de una época dorada, la Italia de La Dolce Vita que aún no había llegado -del todo- a los pérfidos años de plomo. Durante esos lustros, el genio rivalizó con los más grandes (Roberts, Phil Read o Mike Hailwood) y rebasó confines -hasta entonces inexpugnables para los italianos- como América o la Isla de Man. Sí, efectivamente hubo un periodo en que sólo el Papa era más popular que él. De hecho, rechazó un papel cinematográfico con el director Pietro Germi y declinó la posibilidad de fichar por Enzo Ferrari. En ambos casos el motivo siempre fue el mismo: no quería ni podía dejar las motos, su gran pasión. "Es que quien nace motociclista, muere motociclista. Giacomo no consigue jamás bajar del sillín", afirma su mujer, nacida en Andalucía. Acaban de ser abuelos.

La tragedia de Imola

Hay un último capítulo, triste, en un documental en el que no aparece Valentino Rossi, el otro piloto italiano capaz de construir solamente epopeyas. Era 1973, en el circuito de Monza, cuando tuvo lugar la tragedia. En la primera curva, apenas iniciada la carrera de 250, perdieron la vida dos de los oponentes deportivos que más difícil se lo pusieron a Agostini: Renzo Pasolini, conocido como el Dartañán de las motos o el Gary Hocking italiano, y Jarno Saarinen, un Villeneuve de las dos ruedas. Entonces la épica y la heroicidad tornó en tragedia, en lirismo griego. Ambos osaron, como Héctor, en retar el indómito Aquiles, un Ago que lo recuerda así: "Eran amigos. Podía haberme tocado a mí". La palabra es la de un hombre que vivió entre dos mundos, que ejerció de bisagra de un deporte que se asomaba a la profesionalidad moderna, dejando atrás la crudeza, el peligro que sacudía vidas y esperanzas.

A finales de los setenta pudo, por fin, probar suerte en carreras automovilísticas y mostrar también dotes de manager, siendo el primer piloto a fundar una escuadra. Un pionero, un mito, un divo. "Mi padre, cuando era pequeño, dijo que no quería firmar la muerte, la sentencia de su hijo. El problema es que yo nací con la gasolina en las venas".