"¿Cómo te puede ganar una chica?" Daniela Guillén y la otra cara de reinar en el motocross con 17 años
La piloto catalana se ha convertido en la primera española en ser subcampeona del mundo de motocross y la más joven de siempre en lograrlo.
A ella no le dijeron que tendría que escoger los juguetes rosas o las muñecas, ni tampoco que no podía mancharse las rodillas y las manos de barro al caerse de aquella pequeña moto que entró en casa cuando apenas tenía tres años. Daniela Guillén (3/02/2006, Blanes, Girona) creció entre motores, tubos de escape, pistas de arena, de tierra y los aires del Mediterráneo, a caballo entre Blanes y Lloret de Mar. Los sueños que acompañaban sus noches de la infancia están empezando a cumplirse. En la primera cita de la temporada 2023 del Mundial de Motocross femenino se impuso a sus 37 rivales y se convirtió en la primera española en liderar el campeonato. Y seis meses después logró convertirse en la primera subcampeona del mundo de motocross española y en la más joven de la historia en conseguirlo.
Su historia es la de una niña que solo sabía irse a dormir con motos en la cabeza, un talento como pocos otros dentro de un circuito y una adolescente que sabe que se pierde experiencias cada día de entrenamiento, cada fin de semana de carreras, pero que está dispuesta a hacer sacrificios por seguir abriéndose paso en el motocross internacional.
Desde que empezó a competir con solo seis años fue "una más" en parrillas repletas de chicos, pero a sus oídos llegaban comentarios que ninguna niña debería volver a escuchar nunca y que siguen haciendo mella, aunque a veces sirvan también como combustible que prende la llama.
"La verdad es que como siempre he competido con los chicos desde bien pequeña, siempre me sentía una más. Tenía mucho respeto hacia ellos y ellos hacia mí, era como algo natural. Pero lo que más recuerdo es sobre todo a los padres, que les decían '¿Cómo te puede ganar una chica?' y cosas así. Comentarios que sí que he tenido que escuchar, pero la verdad es que yo hacía poco caso a eso y cuando entraba al circuito daba mi 100%", cuenta a Relevo mientras atardece en el circuito Búnker Moto Area de Brunete (Madrid).
Guillén habla de su yo de hace tres años utilizando la palabra "pequeña", aunque su cara todavía tiene rasgos de la niñez que ha dejado atrás midiéndose de tú a tú en parrillas de más de 30 pilotos y en las que, en la mayor parte de las ocasiones, ha sido la única chica en un deporte en el que la fuerza es una aptitud clave para exprimir al máximo las monturas. Esto no le ha impedido marcarse objetivos ambiciosos, ni conformarse con rondar las posiciones medias de las clasificaciones.
Su 2020, el año de la maldita pandemia, terminó de confirmar la definición como talento y promesa de futuro que ya le sobrevolaba desde unos años antes. En el Campeonato de España de Motocross de 85cc no se bajó del podio en ninguna de las cinco citas de la temporada y acabó con doble victoria en un trazado embarrado que exigió aún más a nivel físico a los participantes, todos chicos, menos ella.
Su entrenador, Xevi Colomer, la referencia de las jóvenes promesas y que logró podios en el Mundial de Motocross en su época como piloto, siempre ha hablado de un "diamante" con un "talento innato". Algunos la comparan con Jorge Prado, bicampeón del mundo de MX2 y referencia del motocross español desde hace años, tanto en el pilotaje, fino y decisivo, como por la temprana explosión de su calidad al ponerse el casco y girar el puño derecho.
Los sacrificios para alcanzar la cima
La joven piloto catalana no es una adolescente más. Cuando se pone el casco y se baja las gafas, se transforma. La timidez y la sonrisa de niña quedan atrás y solo conjuga el verbo competir. Verla entrenar entre saltos complicados por el viento, curvas cerradas y rectas de tierra seca con marcas de neumáticos es contemplar a una mujer que tiene claro lo que quiere y que sabe lo que necesita para plantar cara a pilotos con unos cuantos años más de experiencia en el Mundial y cientos de batallas más a sus espaldas.
"El primer año que empecé en el Mundial (2021) tenía 15 años, era muy joven y me daba respeto. Porque correr con chicas de 20-23 años era como '¿Qué hago aquí?'. Ese año fue de coger experiencia y conocer a las pilotos", recuerda Guillén. "Ahora, después del triunfo del otro día en Cerdeña, la verdad es que al estar ahí arriba ya me creo que soy piloto profesional. La sensación que tenía algunos días de 'no quiero ir a entrenar', ahora ya no está. Cada día pongo el 100% de mí y lo doy todo".
Es consciente de que se está perdiendo planes y experiencias que no volverán, pero no admite distracciones de su objetivo de ser campeona del mundo y para ello trabaja cada día. Desde hace unos meses se trasladó a un pueblo a 40 km de Madrid, donde vive con Gabriela Seisdedos, multicampeona de España, y compañera en el equipo LastLap GasGas apoyado por la Real Federación Española de Motociclismo. Ella es su sombra en los entrenamientos y también un espejo de experiencia en el que mirarse.
"Tenemos muy buena relación, me ha ayudado mucho estos años en el Mundial porque ella ya llevaba años compitiendo allí y me ha dado muchos consejos. Tiene mucha más experiencia y todos los detalles de cómo son las rivales me los da ella", dice.
"Yo sé que no soy una adolescente igual que los demás porque me estoy dedicando 100% en la moto. Al final tengo amigos, por supuesto, pero a lo mejor yo estoy en un finde de carreras y ellos están de fiesta o han salido a cenar. Me gustaría estar con ellos, por supuesto, pero estoy haciendo motocross que es lo que me gusta y a lo que me quiero dedicar", reconoce Guillén.
"Sé que me estoy perdiendo cosas porque estoy madurando más rápido, no puedo hacer cosas que otros hacen, pero mis amigos y mi familia me apoyan mucho y al final no me siento sola. El echar de menos a la familia se lleva un poco mal, pero hacemos llamadas todos los días. Estoy haciendo lo que me gusta, por esa parte me toca sufrir un poco, pero sé que a largo plazo habrá recompensa y que estoy haciendo lo que me gusta. Estoy contenta por eso".
En los últimos años había estado viviendo en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat (Barcelona), donde conseguía compaginar sus entrenamientos y sus competiciones con los estudios. Pero este 2023 puso todas las cartas sobre la mesa para intentar pelear por el Mundial y en 2024 volverá con energías renovadas y una buena dosis de experiencias y vivencias que le harán estar entre las favoritas desde el minuto cero.
Ella solo tiene entre ceja y ceja un objetivo, un sueño, y cada mañana se levanta con ganas de trabajar por conseguirlo, ya toque un duro entrenamiento físico, salir con la bicicleta o desplazarse a algún circuito cercano donde el frío, el viento o la lluvia no serán obstáculos, sino compañeros de viaje.
"La verdad es que el motocross es mi vida. Es algo mío, que forma parte de mí. Cuando me subo en una moto, siento que es como algo mío. Si llevo mucho tiempo sin montar, me falta algo y lo noto. Sin ella no sé qué haría", reconoce.
Los retos no le asustan y si mira hacia el futuro, además de verse con varios Mundiales de Motocross bajo el brazo, sueña con experimentar la experiencia de disputar un Rally Dakar entre dunas y tormentas de arena, como Laia Sanz. "Creo que me gustaría mucho. Es muy duro, pero es que hacerlo se dice fácil, pero tiene que ser...", asegura.
A Daniela Guillén no le enseñaron la palabra 'límite', ni tampoco a escuchar a quien sí se los pusiera. Hubo momentos en los que estuvo a punto de tirar la toalla y renunciar a lo que aparecía en sus sueños aquellas noches en las que la brisa del Mediterráneo se colaba por su ventana para aromatizar de sal su almohada. Pero ahora, vestida de rojo, esas ilusiones están cada vez más cerca y en 2024 buscará su primera corona. Seguirá disfrutando mientras hace historia.