Trindade y Évora, la pareja se mudó a Ponferrada para vivir del kickboxing: "En Portugal era imposible tener oportunidades"
Miguel Trindade y Débora Évora abandonaron Lisboa para establecerse en Ponferrada y poder vivir del kickboxing. Él es campeón de Europa y ella intentará serlo este sábado.
"Cuando volvimos a Lisboa, después de tres meses de 'prueba', nuestra cabeza y corazón se quedaban en Ponferrada", así de claro hablan Miguel Trindade y Débora Évora. Los portugueses, de 22 y 25 años, viven el mejor momento de sus cortas carreras. Él se proclamó campeón de Europa Wako Pro de K1 (64,5 kg) el mes pasado y ella busca el mismo cinturón (-55 kg) este sábado en las instalaciones del Mamba Bierzo Fitness Center de la capital berciana. Los dos viven un momento dulce, pero no olvidan cómo les cambió la vida en 2021.
El muaythai y el kickboxing forma parte de ellos desde pequeños. Évora se inició con 13 años por 'culpa' de su tío, quien empezó a entrenar en estas disciplinas y "metió a toda la familia". "Disfrutaba mucho viéndole entrenar y también a mis primos. Tanto miraba que incluso podía corregir fallos sólo de observar. En ese momento tocaba el piano y no había muchas mujeres haciendo estos deportes en Portugal. Pensaban que no era para mí, pero al día siguiente de pedírselo a mi tío empecé y hasta hoy", recuerda la portuguesa.
Por su parte, Trindade se inició con 12 años. En su caso fue por imposición. "Mi padre me obligó a ir a una clase. A mí me gustaba el fútbol. Quería ser futbolista y Cristiano Ronaldo era, y es, mi ídolo, pero ese día todo cambió. Este deporte me enamoró", afirma el lisboeta. Ambos comparten historia, ya que por influjo familiar empezaron y antes de un año ya estaban compitiendo. La continuidad era difícil en su país, pero lo intentaban.
Desde el primer momento Trindade tuvo claro que iba a ser su futuro. "En mi primera pelea amateur sentí lo mismo que siento hoy. No sé muy bien cómo explicarlo. Hay una ansiedad muy grande antes de pelear. Antes de salir piensas, '¿qué hago aquí?'… pero en cuanto termina quieres repetir", explica. Évora no tenía los mismos planes, pero Miguel se cruzó en su vida y su cabeza hizo un clic. "Lo tenía más como un hobby, porque sabía que era muy difícil vivir de ello. Descubrir cómo Miguel vive este deporte me hizo querer centrarme en él y enfocarme", reconoce la luchadora.
En 2019 ambos empezaron a conocerse, y en 2020, afianzaron su relación 'gracias a la pandemia'. "Compartimos entrenamientos durante el confinamiento. Él venía a mi casa unos días, yo iba a la suya… y nuestra relación cambió", recuerdan. Ya en un mundo pospandemia, Trindade acudió en dos ocasiones a pelear a Ponferrada. "Era otro mundo. Las cosas funcionaban muy bien, eran serios y había continuidad en las peleas", recuerda Évora. Los portugueses se quedaron prendados de la promotora Mamba Fight Club y su dueño, Diego Vázquez, lo hizo de ellos.
"Diego nos ofreció venir tres meses a Ponferrada para probar. En ese momento estaba en tercero de carrera (estaba estudiando para ser 'solicitadora', una figura similar a un procurador en España), pero no dudé. O lo hacía con esta edad o no lo hacía nunca", recuerda Évora. Ese tiempo fue fructífero y al regresar a Lisboa, "la diferencia era mucha". Poco tardaron en regresar para establecerse en Ponferrada de manera definitiva. Apostaron por su futuro. "Poder hacerlo con alguien que comparte tu pasión y entiende todos los sacrificios de este deporte es muy importante. Eso y que aquí nos hemos sentido en casa desde el primer momento", añade Trindade.
La diferencia en sus carreras era grande. En diez años de carrera, Évora había podido disputar tan sólo 24 peleas (20 amateur y 4 profesionales). "Cada vez que iba a una competición y tenía rival me ponía muy feliz", reconoce entre risas. Desde su llegada a la capital del Bierzo (septiembre 2021) ha disputado once pleitos. El caso de Trindade fue un poco diferente, había mas gente en su peso y pudo hacer 47 peleas amateur y siete profesionales. En este tiempo, debido a una lesión de rodilla que le tuvo muchos meses parado, 'sólo' ha disputado seis combates con su nuevo manager y entrenador, aunque esos pleitos le han catapultado debido a su importancia.
Fuera del plano estrictamente deportivo, ambos se dedican a "entrenar, descansar y dar clases en el gimnasio". "En Portugal eso es imposible", reconocen. Paso a paso, Débora y Miguel han descubierto que su apuesta fue la correcta. Ella se enfrenta este sábado a la checa Michaela Kerlehova. "Tiene mucha experiencia. Ha sido campeona de Europa y del mundo, pero estoy preparada para ganar. En dos años me veo en una gran liga", afirma confiada la lisboeta.
Trindade, por su parte, ha tenido un verano mucho más movido. El 8 de julio peleó por primera vez en Lisboa y pudo proclamarse campeón de Europa de K1. Esa misma semana salió la opción de ir a Camboya para pelear sólo siete días después. "Me lo pasé muy bien peleando, pero la experiencia fue mala por muchos factores. Soy peleador, vivo de las peleas y no podía dejar pasar esa bolsa. Perdí, pero sabemos que la localía pesa mucho. Al final es experiencia, hay que mirar el lado positivo", afirma el luchador.
El lisboeta se dejó el invicto (12-1) en Asia, pero eso no le impidió estar listo para disputar el 13 de agosto, en Escocia, el Mundial ISKA en la modalidad de muay thai. Su oponente se lesionó a falta de una semana, lo que provocó la suspensión. La oportunidad se alargará, pero el portugués lo tiene claro: "Estoy preparado para ganar cuando llegue el momento", espeta tranquilo.
Sus victorias en Abu Dabi y México, su presencia en Asia y su Europeo hace que su nombre esté más asentado que el de Évora, pero eso no le hace perder el foco. "En dos años estaré en una gran liga y no sé si podré tener un título ya, pero seguro que soy relevante. Las grandes empresas ya nos han contactado, pero hay que elegir bien el momento y no precipitarse. Lo primero es ganar la próxima semana y después veremos", concluye Trindade. Miguel y Débora comparten entrenamientos, sueños y vida. Juntos queman objetivos y se apoyan. El amor por el muaythai y el kickboxing les unió y el sueño de crecer en su disciplina les ha hecho inseparables.