PELOTA

Cuando el machismo se dejaba oír en los frontones: "Un padre empezó a gritarle al niño, que lloraba, cómo era posible que les hubieran ganado dos chicas"

Olatz Arrizabalaga es una de las pelotaris más reconocidas en nuestro país.

Olatz Arrizabalaga, pelotari. /
Olatz Arrizabalaga, pelotari.
Íñigo Corral

Íñigo Corral

En Gautegiz Arteaga, una pequeña localidad de unos mil habitantes situada muy próxima a Gernika y camino de las playas de Laida y Laga, emerge un enorme castillo de origen medieval que fue rehabilitado en el siglo XIX por expreso deseo de la emperatriz francesa Eugenia de Montijo. Es el castillo de Arteaga. No muy lejos está el frontón donde Olatz Arrizabalaga forjó desde los siete años sus sueños de convertirse en pelotari. Al salir del colegio, o los fines de semana, iba allí con sus compañeros de clase a dar unos cuantos pelotazos. Era la única chica. "Fui a probar, y me gustó", recuerda. De toda esa cuadrilla de chicos, ninguno llegó a ser profesional. Ahora, Olatz está entre las mejores manistas, aunque eso no le da para emanciparse. "¡Ojalá!", suspira. Y es que con lo que gana no le da todavía para comprarse una casa. "Los pisos están muy caros y sólo estamos empezando en esto de que las mujeres podamos ser profesionales. Lo que sí puedo decir es que la situación es bastante más buena que la de años atrás".

El caso de Olatz Arrizabalaga no deja de ser curioso. No por ser mujer y pelotari, sino por practicar la pelota a mano en una zona donde esta modalidad no es precisamente la que cuenta con más adeptos. No en vano, en pleno centro de Gernika se encuentra el frontón Jai Alai, que pasa por ser la catedral mundial de la cesta punta. A la vizcaína aquello no le importó mucho. Empezó a competir en los campeonatos manistas de Vizcaya "donde ya empecé a darme cuenta de que había muy pocas chicas y a sentirme un poco rara". Lo más duro vino cuando cumplió los 14 años. De repente, ya no había campeonatos para ella. Se había quedado prácticamente sola al no poder disputar partidos con los chicos "a una edad donde empiezan a tener más fuerza y resulta imposible competir con ellos". ¿Resultado? "Fue una pena porque me obligaron a dejar la pelota que es el deporte de mi vida".

"Llenamos un frontón de Zornotza con 700 personas y aquello fue algo impresionante porque estábamos acostumbradas a jugar prácticamente solas"

Olatz Arrizabalaga Pelotari

Había que tomar una decisión, aunque fuera drástica, así que, tras hablar con su padre, llegaron a la conclusión de que no merecía la pena seguir. Tan solo tenía otra pelotari de Mallabia para competir, Amaia Araiztegi. "Veía que mis compañeros no eran técnicamente mejores que yo, pero es que me sacaban dos cabeza y tenían demasiada fuerza para competir de igual a igual en un deporte tan cruel como es la pelota", se lamenta. Se sintió "frustrada". Para matar el gusanillo de la pelota, se juntó con un grupo de chicas de Munitibar (Vizcaya) que jugaban a pala. "No era el deporte en el que empecé, pero por lo menos seguía en el frontón". Un tanto desanimada en su faceta deportiva, como estudiante, no le fue nada mal. Aprobó el grado Administración y Dirección de Empresas en Sarriko y este mismo año ha terminado un grado superior de Acondicionamiento Físico, lo que le permite trabajar como entrenadora y dar clases de gimnasia funcional en el club Lea Ibarra Motrollo.

Cuando en 2017 arrancó el torneo para mujeres Emakume Master Cup, los organizadores le pidieron que regresara a la pelota a mano. "Al principio les dije que no", espeta. Sin embargo, en el último momento dio su brazo a torcer para tomar parte en una competición "en la que no tenía muchas expectativas". Logró ganarlo en compañía de Leire Etxaniz. Y no solo eso. "Llenamos un frontón de Zornotza con 700 personas y aquello fue algo impresionante porque estábamos acostumbradas a jugar prácticamente solas". Un año más tarde volvió a conseguir la txapela de campeona. "Es cierto que el primer año apenas entrenábamos porque pensé que era un torneo pasajero, pero a medida que empezamos a llenar frontones y a aparecer en televisión ya empecé a exigirme más de mí misma y a mejorar".

El ambiente machista

Mucho han cambiado las cosas desde que Olatz Arrizabalaga comenzara a dar pelotazos contra la pared del frontón de su pueblo, incluido el ambiente machista que imperaba en el mundo pelotazale. Recuerda que siendo muy cría disputó en Leoia (Vizcaya) un partido junto a otra chica contra dos chicos. "Les ganamos porque éramos mejores, perouno de los padres empezó a gritarle al niño que estaba llorando y a preguntarle cómo era posible que les hubieran ganado dos chicas". Todo aquello ya ha pasado. Ahora bien, en su memoria todavía guarda alguna que otra frase despectiva que tuvo que oír en sus comienzos como "¿dónde habéis dejado las faldas?" o "las chicas solo tendrían que jugar a pala".

Como pelotari la vizcaína se define como "bastante técnica" y "agresiva", esto es, sería como la versión femenina de su ídolo, el navarro ya retirado Juan Martínez de Irujo. También se considera "algo maniática". El saque es el aspecto del juego donde se muestra más picajosa. No hay ocasión en que no bote la pelota tres veces antes de estamparla de forma violenta contra el frontis. "Eso no me lo quita nadie porque, además, así me ha ido bien". También confiesa que juega los partidos "a mil por hora". No le gusta perder ni en los entrenamientos, dado su carácter competitivo, una cuestión que con el paso de los años ha aprendido a relativizar porque "el objetivo es siempre mejorar". Y lo ha conseguido, sobre todo, en su técnica con la diestra, si bien lo que más le gusta es finalizar el tanto con su gancho de izquierda.

"Tuvimos que escuchar frases como '¿dónde habéis dejado las faldas?' o 'las chicas solo tendrían que jugar a pala'"

Olatz Arrizabalaga Pelotari

La pregunta que más se hace la gente que entiende poco del mundo de la pelota, es cómo se protegen sus manos. Olatz Arrizabalaga, por ejemplo, explica que cuando tiene muchos partidos seguidos se las masajea bastante y las mete en hielo. Eso no evita las lesiones. "Vengo de tener mal de manos porque tuve un tendón un poco inflamado", indica. Sin embargo, lo mejor es prevenir. Por eso se protege con tacos y con varias clases de cremas: Thrombocid, para mejorar la circulación; Voltaren para bajar la inflamación o con cremas hidratantes "porque para jugar nos echamos otras para que no suden las manos y magnesio para que se peguen bien los tacos".

Goiuri Zabaleta, una promesa de 15 años

La que viene pegando fuerte en la pelota es una niña de tan solo 15 años de nombre Goiuri Zabaleta. Natural de Leitza, una localidad navarra que ha visto nacer a campeones del manomanista como Abel Barriola, y Oinatz Bengoetxea, su afición por el frontón surgió casi de casualidad siendo una cría. "Al principio no me fijaba mucho en la pelota, pero con ocho o nueve años empecé a jugar con mis amigos en los recreos y me gustó muchísimo". Se apuntó a la escuela de pelota del pueblo (Aurrera), y allí sigue junto a sus amigos de la cuadrilla. La pena es que la presencia de chicas ha ido decreciendo. "Nos apuntamos unas doce, y este año estamos tres o cuatro", se lamenta. Ella es de las que no se rinde. "Si te gusta la pelota sigues y luchas hasta el final para conseguir los objetivos que te has marcado".

Goiuri Zabaleta, la pelotari de 15 años.
Goiuri Zabaleta, la pelotari de 15 años.

Goiuri, también delantera y diestra como Olatz, se toma muy en serio la pelota. Entrena hora y media, dos días por semana, en el frontón. A eso hay que añadir la preparación física que es aparte. Su entrenador es Asier Olaizola, "que es genial porque intenta que mejoremos todos los días para ser más competitivos". También suele pelotear con Oinatz Bengoetxea, "es que soy muy amiga de él", o recibe ánimos de Abel Barriola cuando se lo encuentra por la calle. "La verdad es que los dos nos apoyan muchísimo". Durante el verano puede llegar a jugar entre dos y tres partidos por semana. "Es una locura y, simplemente, tienes que adaptarte a ello", dice. Suele ir acompañada de sus padres, de sus tíos y de sus abuelos. A veces también viaja con ella su hermano Oier, "aunque ya le suele dar más pereza". Con tanta actividad, a la navarra los partidos le quitan mucho tiempo para estudiar. "Por suerte, hasta ahora, lo llevo bien", espeta. Va por la vida paso a paso. Y es que todavía no tiene del todo claro hacia dónde va a orientar su futuro profesional. De momento tiene un par de opciones que le rondan la cabeza: fisioterapia o profesora de educación física. Luego, ya se verá.

A su edad le ha dado poco tiempo para viajar fuera de su zona de confort para demostrar sus habilidades. La mayoría de sus desplazamientos han sido a Valladolid para disputar los campeonatos de España. Si algo le sorprende es la cantidad de gente que va a verles en Castilla y León y el ambiente en el frontón. "Joder que sí, suele estar lleno y las catalanas apoyan a las suyas con un bombo que mete un ruido tremendo y cada vez que hacen un tanto las aplauden a rabiar". Lo cierto es que hay muchas diferencias entre las pelotaris vascas y navarras del resto. "El nivel es más bajo porque solo juegan entre ellas y cuando compiten contra nosotras se nota que tenemos mucha más experiencia y cultura sobre lo que es el deporte de la pelota".

Para quien no haya tenido la oportunidad de ver en acción a Goiuri Zabaleta, ahí van unas cuentas pinceladas de su juego. Le gusta hacer dejadas en plan Carlos Alcaraz. "Me salen bastante bien", afirma. Es de las que le gusta "enredar el juego", y por eso es consciente de que aún debe mejorar "entrando de aire" (sin dejar que la pelota bote). También es "supersticiosa". Tan es así, que siempre se calza primero la zapatilla izquierda y nunca pasa de los dos botes contra el suelo a la pelota antes de sacar. De sus rivales destaca a la propia Olatz Arrizabalaga "porque tengo una espina calvada con ellas para jugar un mano a mano" y a Aintzane Ibarrola. "No me preguntes por qué, porque cada vez que juego con ella me pongo muy nerviosa y eso que es muy amiga mía".