El club de lucha canaria que integra inmigrantes llegados en patera en una crisis humanitaria sin precedentes: "Entrenan pensando que se juegan la vida"
Su ejemplar labor en El Hierro carece del respaldo económico de las instituciones públicas para poder competir y corre el riesgo de desaparecer.

El Hierro es la isla del meridiano 0, la más joven, pequeña y occidental de Canarias. En ella se vislumbran volcanes submarinos indómitos, se comen sus gustosas y ancestrales quesadillas, incluso cuenta con una notable notoriedad audiovisual, gracias a su serie de Movistar+ homónima. Pero la trama que cruza sus casi 270 kilómetros cuadrados de superficie es desbordante. Más que cualquier ficción. Solo viven 12.000 almas herreñas, quienes habitualmente son testigo de una de las crisis migratorias más desgarradoras de la historia contemporánea de España. Sus costas sostienen día a día a miles de personas que lo arriesgan todo en su travesía hacia una promesa de vida.
En una tremenda misión por la supervivencia, las cifras estremecen el corazón: entre enero y mediados de octubre de 2024, de las 32.878 personas que han llegado a Canarias tras durísimas travesías marítimas -un 39,7% más que en el mismo período del año anterior- El Hierro, con su geografía modesta y acogedora, ha sido el punto de desembarco más frecuente. En concreto, 13.088 personas han desembarcado en sus costas en 164 cayucos, representando un 50,79% de los rescates en todo el archipiélago. La mayoría viene de Senegal y Mauritania.
Más de 5.000 personas han perdido la vida intentando alcanzar las costas de Canarias solo en los primeros cinco meses de este año, una tragedia que se traduce en un promedio desolador de 33 muertes diarias. Pero detrás de cada número, hay vidas truncadas, rostros, nombres, miedos inconfesables y sueños que se han desmoronado en alta mar. Los que sobreviven, muchos de ellos apenas adolescentes, arriban a tierra extenuados, con cuerpos marcados por la furia del océano, con la mirada aún encendida de esperanza, aferrándose a la posibilidad de un nuevo comienzo. Y de un nuevo agarre.
El refugio en tiempos de crudeza
Dispuestos a señalar nombres propios, el Club de Lucha Concepción, el único vigente de El Hierro, es también único en su especie. La modesta institución, situada en Valverde, la capital de la isla, ha abierto generosamente sus puertas a jóvenes inmigrantes. Acción, reacción solidaria. Desde la entidad confían en que el deporte es un refugio para quienes lo han perdido todo. Lorenzo Sánchez (El Hierro, 1974), presidente de la entidad y técnico de emergencias titulado, lo demuestra. "Llevo más de una década en el club. Desde 2023, mis compañeros y yo, decidimos ponernos las pilas y ayudar a estos chicos. Lloras con sus historias. Es una iniciativa que no tiene nombre, ni financiación. Nace de nosotros. Creemos en que podemos transformar vidas, y ellos las nuestras", describe emocionado a Relevo. Su humilde equipo, sin títulos y con escasos recursos, se ha adentrado "en una proyecto que, con los chavales, ha elevado el nivel competitivo y ha ofrecido una verdadera oportunidad a jóvenes migrantes".
La lucha canaria, para quienes no sepan de la materia, es el deporte vernáculo más practicado de Canarias. Desde su apogeo fue cultivado por destacados luchadores como Ramón Méndez y Francis Pérez, oriundos de El Hierro y este último conocido como "Pollito de la Frontera", además de Juan Espino, excompetidor de la UFC. "Dos adversarios buscan derribarse, haciéndolo sin tocar el suelo con cualquier parte del cuerpo, salvo con la planta del pie. Las contiendas se desarrollan en un terrero -este club lo hace en el Terrero de Guarazoca-, un espacio circular de arena o tierra batida, que cuenta con dos círculos concéntricos de 15 y 17 metros de diámetro. La brega comienza con los luchadores en posición de agarre, utilizando una variedad de técnicas conocidas como mañas, destinadas a desestabilizar al rival, sin recurrir a golpes ni llaves", explica Lorenzo.
"Actualmente estamos desbordados, pero profundamente agradecidos. La demanda ha sido abrumadora desde que pusimos todo en marcha. Muchos de los chicos, todos menores, vienen de Senegal, y varios ya habían practicado la lucha senegalesa, o al menos lo aparentaban. Son verdaderos luchadores", comenta. Actualmente, el club cuenta con 12 jóvenes migrantes repartidos entre las categorías cadete y juvenil. "Nosotros necesitábamos luchadores, hicimos hasta un campus de verano y por ahí les hemos conocido. Al final, hemos encontrado talento donde menos lo esperábamos, porque de verdad son muy buenos". Los entrenamientos, que se llevan a cabo lunes, miércoles y viernes durante una hora y media, se han convertido en una vía de escape vital para estos jóvenes, muchos de los cuales enfrentan una realidad cargada de incertidumbre.
Porque al cumplir los 18 años, la mayoría se ven obligados a abandonar la isla en busca de un futuro incierto en otras partes de España, y ese momento llega a menudo de manera brusca e inesperada. "Aquellos que llegan sin documentación son sometidos a pruebas óseas para determinar su edad, y muchos jóvenes, ya integrados en la comunidad, ven cómo sus primeros estudios son interrumpidos cuando son enviados a otras islas tras recibir los resultados", admite el presidente con resignación. Afortunadamente, cada vez más familias en El Hierro se ofrecen como hogares de acogida, creando un entorno solidario y afectuoso para estos jóvenes. "La sociedad de aquí es muy solidaria, está dispuesta a ayudar y cada vez hay más casas de acogida".
De Senegal a Canarias, los desafíos culturales y sociales
La barrera del idioma ha sido uno de los principales obstáculos que han enfrentado con los jóvenes luchadores. "El idioma es complicado, pero nos entendemos. Algunos chicos hablan bien español, y eso nos ayuda a traducir las historias que nos cuentan, historias que nos rompen el corazón", comparte. "A pesar de la dificultad lingüística, los jóvenes se han integrado al club con un espíritu luchador y noble".
"Una de las particularidades que han traído consigo es su tradición de la lucha senegalesa, que tiene similitudes con la lucha canaria, pero que incluye un ritual previo a cada combate: un baile que desconcertó a los árbitros canarios en competición oficial. Algunos pensaban que era provocativo, pero es simplemente su forma de honrar el deporte", detalla.
"Lo único que hemos aprendido del idioma en Senegal ha sido Nanga Nanga, lo demás no hay por donde entenderlo. Ellos, cuando entrenan, se lo toman como si se estuviesen jugando la vida. Y les decíamos que despacio, que tranquilos. Nos explicaron que Nanga Nanga apaciguaba a su espíritu luchador. Son bastantes competitivos, pero muy nobles…". El mencionado Juan Espino, nacido en Gran Canaria, fue el único extranjero y blanco reconocido por la federación de Senegal y campeón de lucha senegalesa con siete victorias y cero derrotas. Allí se le conocía como "el león blanco".
Un gesto de nobleza que sobrepasa el deporte
Entre los episodios más memorables, destaca el de Check, un joven luchador del Concepción, procedente de Senegal y de solo 13 años, que ya ha competido en campeonatos oficiales de Canarias. Al recibir su premio, que se le entregó en forma de monedas una vez ganó a su oponente, sorprendió a todos al decidir compartirlo con sus compañeros en lugar de quedárselo. "Le insistimos en que era para él, pero se empeñó en repartirlo. Fue un gesto increíble. Es un fenómeno", se vuelve a emocionar Lorenzo.

Más allá de su fuerza física y mental, cualidades que han dejado asombrados a todos en el club, Lorenzo subraya el impresionante potencial de estos jóvenes: "Son pura potencia. Nosotros alucinamos. Entrenan poco, pero ya están súper fibrados. Es su genética, son diferentes". El club, sin embargo, no se limita solo a lo deportivo. Conscientes de las dificultades laborales en la isla, están desarrollando un proyecto para que los jóvenes migrantes puedan formarse en oficios como fontanería o electricidad, áreas con gran demanda de mano de obra en El Hierro. "Queremos que estos chicos no solo luchen en la arena, sino que también estudien, se capaciten y puedan quedarse en la isla".
El deporte es una vía de escape para ellos, pero la verdadera integración radica en brindarles herramientas para su futuro. "El deporte les ayuda a canalizar su energía y, al mismo tiempo, los prepara para la vida. Aunque honestamente, después de haber vivido algo tan terrible como es llegar aquí en patera, dudo que haya enseñanzas más duras".
A la espera de un apoyo económico que aún no se materializa
A pesar de la destacada solidaridad que el club ha mostrado hacia estos jóvenes, se enfrenta, actualmente, a serios desafíos económicos. La falta de subvenciones por parte del Cabildo Insular de El Hierro y del Gobierno de Canarias ha hecho que competir fuera de la isla sea imposible. "Nosotros competimos en la segunda categoría, en Tenerife... o al menos, se supone. Viajar con todo el equipo cuesta alrededor de 30.000 euros, y pese a que nos han prometido apoyo, todavía no hemos recibido ninguna ayuda", asegura Lorenzo, visiblemente preocupado, pero reconocido como uno de los referentes de la solidaridad en 2024.
La Federación tinerfeña ha retrasado el inicio de la competición de Segunda categoría durante casi dos semanas, esperando la incorporación del club herreño. Y en el Club de Lucha Concepción, más que nunca, prevalece la incertidumbre. "Podríamos incluso desaparecer, dejando a esta isla solidaria sin ningún club de lucha", lamenta Lorenzo para Relevo con una amargura que resulta injusta para un proyecto tan lleno de ilusión y compromiso con la integración, mientras solicita ayuda para seguir haciendo realidad los sueños de jóvenes que han perdido absolutamente todo.