La Bandera de la Concha o el orgullo de ser la trainera más veloz del Cantábrico
El primer domingo de septiembre la playa donostiarra acogerá la prueba clásica de remo, en la que Urdaibai ya parte con ventaja.
Si alguien ajeno al mundo del remo se presenta este domingo pocos minutos antes del mediodía en la playa de La Concha para darse un chapuzón, siempre y cuando el tiempo acompañe, se quedará alucinado al comprobar la marea de gente allí congregada exhibiendo camisetas y banderas amarillas, moradas, rojas, verdes y de otros muchos colores como señal identitaria del pueblo al que pertenecen. Si ese mismo recién llegado aparta su mirada del mar, y gira su cabeza indistintamente a derecha o izquierda, verá cómo se repite la misma escena en los montes Igueldo y Urgull, o en otros lugares tan emblemáticos de San Sebastián como el muelle o el Paseo Nuevo. Por si acaso, tal vez lo primero que haga el visitante es inmortalizar su presencia con algún selfie. No vaya a ser que esté a punto de ocurrir algo importante.
Lo que está a punto de presenciar sucede de manera ininterrumpida desde hace más de un siglo los dos primeros domingos de septiembre. Esos son los días señalados en rojo en el calendario por todos los aficionados a las traineras porque se disputa la Bandera de La Concha. Lo que algunos denominan como "la olimpiada del remo" es una auténtica fiesta del deporte donde reina un extraordinario ambiente, no exento de una eterna rivalidad, en algunos casos centenaria, entre algunas embarcaciones. Al que le guste apostar tiene también su oportunidad de ganar algún dinero en una competición donde apenas caben las sorpresas.
Los días 28 y 29 de agosto se disputaron las regatas clasificatorias donde 23 tripulaciones masculinas y 20 femeninas bogaron para estar presentes en aguas de la bahía de La Concha. El pasado domingo se celebró la primera de las dos jornadas para decidir qué trainera es este año la más rápida del Cantábrico. De momento, los vizcaínos de Urdabai ya cuentan para el día 8 con una ventaja de 14 segundos respecto a su máximo rival, Zierbana. Fueron trece remeros y un patrón a bordo de una embarcación, que enfundados en camisetas con los colores de las localidades a las que representan, los que tuvieron que hacer un recorrido de ida y vuelta en el menor tiempo posible de tres millas náuticas, 5.556 metros en el caso de los hombres, bordeando una ciaboga que hay a mitad del trayecto a una velocidad media de unos 16 ó 17 km/hora. En el caso de las mujeres el recorrido se acorta a 2.778 metros (1,5 milla náutica).
Al término de las jornadas clasificatorias de agosto se celebró también el sorteo para determinar qué cuatro embarcaciones competían en cada una de las dos tandas del domingo. Desde tierra, ese sorteo parece más bien un acto protocolario, sin embargo, puede resultar algo fundamental para las mujeres y hombres que tienen que remar porque en tan solo media hora, que es la diferencia horaria entre cada tanda, puede haber cambios de viento o de marea que resulten determinantes. No es nada extraño que a las doce del mediodía sople un viento del nordeste de 6 km/hora y que a los pocos minutos pueda aumentar a los 10 km/hora. Ese tipo de cambios influyen y mucho en el remo moderno donde a veces las diferencias son mínimas. De ahí que ahora todos los favoritos quieran remar siempre juntos. Los buenos aficionados recuerdan que hace solo tres años la Sotera de Santurtzi se impuso a la Ama Guadalupekoa de Hondarribia por tan solo 48 centésimas de segundo
Finalmente, solo las siete tripulaciones que lograron ser las más rápidas en la jornada clasificatorias tendrán la oportunidad de alcanzar la gloria. A ellas, al igual que en el caso de la competición femenina, se une una octava en discordia. Es la Donostiarra de San Sebastián, a la que siempre le corresponde el honor de estar presente en calidad de anfitrión. Este año se celebra en categoría masculina la 129 edición con un favorito claro como es la embarcación vizcaína de Urdaibai. En la edición femenina, la historia de la Bandera de la Concha se reduce a tan solo 17 episodios. Los apostantes se decantan otro año más por la victoria de las donostiarras de Arraun Lagunak, que esta temporada han arrasado. En la primera jornada ya dejaron clara su condición de favoritas al sacar nueve segundos de ventaja a la trainera de Orio.
Ya conocidas las cuatro tripulaciones que bogarán en cada una de las dos tandas, antes de la salida se sortean también las calles por donde debe remar cada embarcación. Las que obtengan los cuatro mejores tiempos saldrán juntas el próximo día 8. Cada trainera arranca desde su baliza y comienza a bogar por la calle que le ha tocado en suerte. Solo puede saltar de una a otra cuando haya sacado la ventaja suficiente al propietario de la misma. Si incumple el reglamento, queda descalificada. El viento y las olas también tienen su importancia. No es lo mismo remar por las dos calles exteriores (la una y la cuatro), que por las interiores. Por ejemplo, si sopla viento del nordeste, la trainera que va por la calle uno (la más próxima al muelle) tiene más abrigo. Todo lo contrario ocurre si el viento viene del noreste, puesto que en ese caso la más favorecida es la que boga más cerca de la isla de Santa Clara.
En cualquier caso, interpretar las señales del mar, los vientos y las mareas resulta bastante complejo. Las variaciones de esos tres componentes dan infinidad de combinaciones a la hora de hacer cábalas. Los pescadores vascos más veteranos suelen decir: "Itsasoan gehien dakienak ez daki ezer" (el que más sabe del mar no sabe nada). Finalmente, las cuatro traineras más rápidas pasan a disputar juntas el siguiente domingo la tanda de honor. Para conocer a los ganadores hay que echar mano de la calculadora porque hay que sumar los tiempos de las dos jornadas. La embarcación que menos tiempo haya empleado se lleva la gloria. Al resto le toca esperar otro año más.
El premio es una bandera que durante años se encargaba de bordar Itziar Aldutzin en un telar durante alrededor de 400 horas y que estaba puesta de 7,5 metros de tela, 6.000 metros de hilo azul, 2.500 metros de hilo color oro viejo y 2.000 metros de otros tonos. En lo que respecta a la dotación económica el ganador se lleva 25.000 euros tanto en categoría masculina como femenina. El segundo se queda con algo más de la mitad del primer premio (15.500 euros) y el tercero con otros 12.250 euros.
La versión más extendida sobre el origen de las regatas de traineras se refiere a la época en que cuando desde alto del monte Ulía alguien avistaba una ballena, se daba el aviso para ir a cazarla. De inmediato se disparaba la adrenalina de los más valientes que se dirigían a toda prisa al puerto para montarse en su trainera y remar en una especie de carrera contra reloj para subir a su barco. Todo por obtener el codiciado premio de ser los primeros en llegar donde estaba el cetáceo para capturarlo y exhibir en tierra el preciado trofeo. Los segundos se quedaban con la miel en los labios y sin recompensa. Ya no se ven ballenas en el Cantábrico. La última fue capturada por los remeros de Orio (Guipúzcoa) el 14 de mayo de 1901.
La primera competición entre traineras de la que se tiene constancia data de 1854 cuando en plenas fiestas de San Juan tres embarcaciones guipuzcoanas de Pasaia compitieron para demostrar cuál era la más veloz. Ganaron los de San Pedro. De allí surgió la idea de celebrar una especie de "Olimpiada del remo" que tomó cuerpo más tarde cuando hace 145 años el consistorio donostiarra cursó una invitación a "las gentes del mar" para tomar parte en un nuevo evento deportivo. Así, el 8 de septiembre 1879 nació la Bandera de La Concha, una competición que se incluyó por primera vez ese mismo año en el programa de fiestas de la ciudad.
La idea original era que la competición tuviera una periodicidad anual. Por distintos motivos, sin embargo, hubo periodos de tiempo a finales del siglo XIX y principios del XX, además de los tres años que duró la guerra civil, en los que no se pudieron celebrar. Por tanto, en 145 años de historia se han disputado 128 ediciones con 17 ganadores diferentes. La provincia de Guipúzcoa se lleva la palma, puesto que son diez embarcaciones diferentes las que han conseguido ondear la Bandera de La Concha. Le siguen Vizcaya con cuatro y Cantabria con tres. A los vizcaínos les queda el consuelo de que al menos la trainera de Bermeo (Urdaibai) tenga en la actualidad el récord de la prueba con 18:53.52.
Hasta 1912 la tripulación se componía de trece remeros que pertenecían a la misma cofradía. El grupo era guiado por un patrón que solía ser el propietario de la embarcación y de todo tipo de enseres necesarios para la pesca. Originariamente, para las regatas se usaban las mismas embarcaciones que empleaban para su actividad pesquera. Pesaban más de 300 kilos y tenían una longitud (eslora) de doce metros y un ancho máximo (manga) de 172 centímetros. La trainera más rápida, que en aquella primera ocasión fue la de San Sebastián guiada por el patrón Juan Cruz Carril, tras acabar la regata en algo más de veinte minutos.
Durante el siglo XIX las traineras guipuzcoanas fueron las claras dominadoras con la única excepción de los vizcaínos de Ondárroa, que consiguieron llevarse la bandera a casa en 1898. Los remeros de San Sebastián obtuvieron nueve entorchados, seguidos de Getaria (3), Pasajes San Pedro (2) y Hondarribia (1). La llegada del nuevo siglo trajo como primer ganador a la trainera que mejor currículum presenta a lo largo de los años en esta mítica competición: Orio. Hablar de la Bandera de la Concha sin aludir de forma especial a la trainera guipuzcoana sería una falta de respeto. El club presume en su página web de haber celebrado 903 victorias en sus más de cien años de vida y de haber ganado 761 banderas, 32 de ellas en la bahía de La Concha, un récord muy difícil de superar a corto o medio plazo por las otras embarcaciones guipuzcoana que le siguen en el pódium de vencedores Pasajes San Pedro (15) y San Sebastián y Hondarribia (14).