ENTREVISTA

Armide Soliveres, el primer español campeón mundial de bodyboard que también salva vidas: "Mi mayor ola fueron las 12 horas diarias en el hospital"

El joven canario, que compagina su pasión por las olas con su labor en quirófano, asegura que seguirá desafiando límites dentro y fuera del agua.

Armide y el mar, inseparables/RELEVO
Armide y el mar, inseparables RELEVO
Andrés Arencibia Almeida

Andrés Arencibia Almeida

Lo imposible de Bayona es una realidad en la vida profesional de Armide Soliveres Acuyo (Gran Canaria, 2002). A sus 22 años, mientras culmina sus estudios de Enfermería, sostiene con orgullo la tabla dorada del bodyboard internacional. Su historia comenzó cuando su hermano Miguel, con la complicidad de su padre, le sumergió en el CD Oleaje. Desde entonces, el mar dejó de ser solo una pasión para convertirse en el primer escalón hacia la élite. "Es un deporte que, cada vez, va a más. Pero evidentemente necesitamos apoyo, sobre todo de sponsors privados", declara para Relevo.

El rider grancanario, un enamorado de la Playa de la Cícer, sí es profeta en su tierra. A finales de octubre, conquistó el título mundial absoluto en casa, en el emblemático "Frontón King", última prueba del "IBC World Tour", celebrada en el municipio norteño de Gáldar. Se impuso al francés Pierre-Louis Costes, bicampeón del mundo, y escribió definitivamente su nombre en el olimpo del mar. No lo celebró solo, porque en la categoría junior, su compatriota Alexander Montes también se coronó campeón, firmando un doblete legendario para Canarias. "En las islas hay mucho, mucho talento. Esto solo es el principio. Nuestro trabajo no quedará en vano. Sé que este año voy a por más", admite Soliveres.

La travesía mundialística del campeón -quien ya se había proclamado número uno en categoría junior allá por 2018- arrancó con un segundo puesto en Marruecos, seguido de un noveno en Iquique y un quinto en Antofagasta, las dos pruebas celebradas en Chile. Después, alcanzó la cima con dos victorias estelares en Brasil (Itacoatiara) y Maldivas, aunque un 17º puesto en Sintra, Portugal, le dejó con la última misión de jugárselo todo en casa. Y le salió redondo, un desenlace que espera replicar en la defensa de su trabajo de fin de grado.

Han pasado tres meses de tu hazaña de magnitud mundial en el bodyboard. ¿Cómo has digerido este campeonato del mundo y qué objetivos buscas para 2025?

Sigo en un sueño. Es verdad que ahora recibo muchos más mensajes que antes, incluso me han llegado a preguntar si quiero revalidar el título, que si vuelvo a estar a tope. Eso me mantiene un poco con el agua bajo el cuello, nunca mejor dicho, pero estoy tranquilo. Tengo muchas ganas de competir y voy a echarle más ganas que el año pasado. Este año iré con más. Espero que salga tan, tan bien. Estaré así, a este ritmo y con esta mentalidad, hasta que el cuerpo me deje.

Pero ya a los 22 años cuentas con un mánager, y lo mejor es que forma parte de tu círculo cercano, alguien de toda la vida.

Sí. Estoy intentando profesionalizar varios aspectos, a ver si consigo vivir bien del bodyboard el máximo tiempo posible. Las carreras deportivas, como sabes, tienen un final, son lo que son. Aunque sea campeón del mundo, no es como en el fútbol, que cuentas con más facilidades monetarias. Aquí no puedes bajar la guardia, económicamente no vives tan cómodo. Junto a la gestión de Javier Macias -el mánager-, llevar bien las redes sociales es otro punto a tener muy en cuenta.

¿Está tan mal pagado?

A ver. Las instituciones públicas son agradecidas con respecto a las subvenciones. Ya acceder a sponsors privados es mucho más complicado. Las redes son prácticamente todo en este asunto. No me va mal, la verdad, pero sí es cierto que hay que darle mucha caña para que se fijen completamente en ti.

Deportivamente, siempre te has fijado, y mucho, en Pierre-Louis Costes.

Sí. Es mi ídolo de toda la vida, es una leyenda. Desde pequeñito me veía vídeos, su técnica me flipaba. Es mi inspiración y gracias a él, en buena parte, estoy aquí. Hoy por hoy, puedo decir que es mi amigo. A veces nos escribimos, nos mandados cualquier bobería por Instagram. El trato es muy, muy sano.

¿La comunidad de bodyboard, en general, es sana?

Sí, sí. Es muy raro que haya piques, con mala intención o ganas de hacer daño. Puede ayudar el hecho de que sigue siendo un deporte pequeño a diferencia de los típicos fútbol o baloncesto. Los competidores hacemos viajes juntos, nos reunimos, nos quedamos juntos a dormir. Ese feeling marca la diferencia.

¿Qué es lo que hace Armide antes de entrar al agua?

Pues visualizar las olas e imaginarme a un monigote, de mi mismo, surcando cada tipo de ola, o intentar saber el tiempo que hay entre las olas, o dónde cae la mejor parte de la ola. Son técnicas personales que me han servido. Y el día anterior de la competición, acostarme pronto, claro. El descanso es fundamental.

¿Qué circuito te ha dado más respeto en lo que llevas como profesional del bodyboard?

El frontón, en Gáldar. Tenemos una joya en Canarias, pero da respeto. También, en 2023 cuando fui a Arica, Chile. Había que tener un control y una tranquilidad importante. Recuerdo que el ambiente estaba nublado, había focas en el agua… Pese a ello, quiero volver. Me da curiosidad esa zona.

Si te surge cualquier urgencia, eres prácticamente enfermero.

Sí, sí. Acabo de terminar las prácticas y ya solo me falta el trabajo de fin de grado, pero sí. Estar en una carrera me ha llevado mucho tiempo, pero sabía que, primero, hay que crear una base, que es estudiar y formarte. Dentro de la enfermería, el año pasado tuve que hacer un mes intenso, de lunes a viernes, 12 horas por día en el hospital, para poder irme a competir a Brasil y a Chile. Fue un desgaste tremendo, fue mi obstáculo más grande. Relacionado también con mi carrera, estoy mirando un curso sobre psicología deportiva, aplicado a la enfermería. Me animaré más adelante, si todo sale bien.

Armide, en el quirófano
Armide, en el quirófano

He leído que, mucho antes de convertirte en campeón del mundo, ya impartías charlas. ¿Cuál es el mensaje que buscas transmitir y qué es lo que más te motiva a inspirar a los demás?

Sí. A ver, a mí me encantaría seguir dando charlas, sobre todo en institutos. Quiero hacerle saber al alumnado que no hay nada imposible, que el deporte puede ayudarles en los estudios, en su salud y a nivel mental. Porque estar constantemente con la cabeza en el estudio puede llegar a aburrir y/o frustrar. Yo les entiendo.

¿Ese mensaje es el legado que te gustaría dejar al mundo del bodyboard?

Exacto. Que, cuando escuchasen mi nombre, visualizasen un chico que nunca ha tirado la toalla por algo que sabe que le va ayudar, que es la enfermería y el deporte. Quiero que los jóvenes que se fijen en mí, vean eso como lo primero que deben tener en cuenta. Que no se rindan, que luchen, que de verdad le pongan ganas a sus objetivos.

Eres joven, pero eres un referente, al igual que Alexander Montes, Alexandra Rinder, Marina Taylor y Jorge Hernández, todos orgullosos representantes de las Islas Canarias.

Sin duda. El nivel en Canarias es muy, muy alto. Juntos, hemos hecho historia y hay tiempo para llevar, aún más alto, este gran deporte.

Por cierto, equilibrar la amistad con el profesionalismo no siempre debe haber sido fácil. ¿Cómo has manejado esa dualidad en tu carrera?

Bueno, el bodyboard es muy agradecido en el ámbito social, nos mantiene conectados. Estamos en el mar y siempre necesitas a alguien que te acompañe. Ahí están mis amigos. Si fuese un deporte más individual, sería mucho más complicado mantener mis amistades. Nosotros, como te digo, hablamos dentro y fuera del agua, incluso cuando terminamos en el mar, nos quedamos un rato comentando cualquier cosa. Son momentos de amistad que no he llegado a perder, por fortuna, pero sí que me he separado de otros grupos que sí me hubiese gustado estar más con ellos.

Tu pasión por el bodyboard, gracias a la influencia de tu hermano Miguel.

Sí, el gran impulsor. Él, de hecho, fue apuntado por mi padre en el Club Oleaje, y fue el que nos animó a mí y a mi propio padre a hacer bodyboard. Entre Miguel y mi entrenador, he conseguido llegar a este nivel. De vez en cuando cojo olas con mi hermano, no me gusta olvidarme de los inicios.

El selfie del campeón ARMIDE SOLIVERES
El selfie del campeón ARMIDE SOLIVERES

Mantener una alimentación saludable también es clave, ¿verdad?

Si te soy sincero, tengo el metabolismo demasiado acelerado. Es decir, que todo lo que como, lo quemo rápido. Mientras no sea súper procesado, en mi casa todo me lo meto para dentro (se ríe).

¿Nada de control?

El adecuado. Pero yo soy un glotón y sigo estando flaquito, con energía. En bodyboard hay que tener un cuerpo atlético, no demasiado musculoso. Mantenerse bien, claro. Pero yo no me obsesiono.

¿Cómo ves el futuro del bodyboard y hacia dónde crees que se dirige este deporte?

Es un deporte que, cada vez, va a más. No creo que todo lo conseguido quede en vano. Espero que las nuevas generaciones se sigan motivando y lo practiquen mucho.

No hemos hablado de tus fortalezas y tus debilidades como profesional. ¿Te animas?

Sí, claro. Mi punto fuerte creo yo que son olas donde puedo realizar muchas maniobras en un corto espacio de tiempo, en el menor tiempo posible. Creo que no me vienen tan bien son las olas por el lado izquierdo, las más grandes. El hombro no lo controlo del todo y flojeo un poco. Pero en general, me considero un profesional completo.

Esta semana, la comunidad de bodyboard canaria, en colaboración con la “Fundación Alejandro Da Silva Canaria”, organiza un emotivo encuentro solidario en la Playa de la Cícer.

Sí, niños y niñas con leucemia se unirán a nosotros para disfrutar del mar y coger olas. Estoy seguro de que, por un momento, dejarán de lado sus preocupaciones y vivirán una experiencia única. Será un día especial para todos.

¿Y cuál es ese lugar especial donde siempre disfrutas y te sientes en tu mejor momento?

Fácil, porque es es básicamente donde entreno, que es precisamente en La Cícer y Gáldar. Son zonas que me relajan mucho y me ponen eufórico al mismo tiempo (se ríe), más aún si estoy una semana sin coger olas allí. En definitiva, me siento muy realizado cuando practico bodyboard. Ojalá aguante hasta los 40 años.