Un voluntariado en la iglesia y una mansión de refugio: la nueva vida de Oscar Pistorius, el caso más doloroso del deporte paralímpico
El velocista sudafricano fue el referente de los atletas paralímpicos y llegó a participar en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Todo cambió cuando asesinó a su novia
Ocurrió un 14 de febrero de 2013. Las televisiones del mundo anunciaban la tragedia de aquel San Valentín: la modelo Reeva Steenkamp había sido asesinada en su casa de Pretoria (Sudáfrica). Su novio, el famoso atleta Oscar Pistorius, la había disparado hasta en cuatro ocasiones a través de la puerta del baño. El atleta alegó que la había confundido con un ladrón.
Al plusmarquista mundial paralímpico en los 100, 200 y 400 metros lisos le cayeron 15 años de prisión. Había sido un orgullo para el deporte paralímpico y se convirtió en su mayor decepción. Nada podrá borrar aquel asesinato, ni siquiera su participación en los 400 metros de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Aquello supuso un hito para las personas discapacitadas, pues nunca antes un atleta con doble amputación había logrado estar en una cita olímpica.
Aquella poderosa imagen que dio la vuelta al mundo de un hombre cuyas alas eran unas prótesis de fibra de carbono y que superaba la primera ronda por delante de atletas que sí tenían las piernas completas apenas se celebró unos meses.
Medallas paralímpicos y un anuncio de zapatillas
Oscar Pistorius (Sandton, 1986) nació con las piernas torcidas, sin algunos huesos en sus rodillas, y a los 11 meses tuvo que ser amputado. Su discapacidad no le frenó para cumplir sus sueños. Primero, en los Juegos Paralímpicos de Atenas 2004, donde se alzó con el oro en los 200 metros y el bronce en los 100. En Pekín 2008 sumó un triplete dorado en los 100, 200 y 400 metros. Pese a sus triunfos, sentía que había una meta más importante que cruzar: la de los Juegos Olímpicos.
El sudafricano se convirtió en un activista de la igualdad en su intento de ser olímpico. Luchó ante la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, que le negó su participación en Parkín asegurando que sus prótesis le daban ventaja. El Tribunal de Arbitraje Deportivo escuchó las plegarias del atleta y Pistorius lo refrendó alcanzando una marca para participar en Londres 2012.
El atleta al que todos conocían como Blade Runner (el título de la famosa película significa corredor de cuchillas) iba a participar en el mayor evento deportivo del mundo, en uno de los Juegos más mediáticos que se recuerdan. Se convirtió en un símbolo para los paralímpicos y en una estrella para todos.
A ojos de la generación milenial, Pistorius igualó a los atletas con y sin discapacidad y normalizó las prótesis deportivas. Tanto es así que fue uno de los protagonistas de un famoso anuncio que incluía a deportistas de leyenda como Michael Jordan, John McEnroe o Mary Lou Retton o estrellas del momento como María Sharápova, LeBron James y Cristiano Ronaldo. El broche final, el que además suponía el mayor tiempo de exposición en todo el anuncio, lo ponía aquel cíborg que rompía marcas con dos prótesis de carbono por pies.
En aquel anuncio sonaba 'I've gotsoul' de The Killers. Pero nada más lejos de la realidad, porque aquel plusmarquista que había cambiado la percepción de la discapacidad resultó no tener alma.
El pasado mes de abril, el periódico New York Post reveló el paradero del atleta, que había sido puesto en libertad condicional el 5 de enero tras casi nueve años en la cárcel.
El que fuera una de las celebridades deportivas de inicios del 2.000, se esconde ahora tras una barba y un pelo largo que le hacen irreconocible… y en la lujosa mansión de uno de sus tíos en Pretoria. Eso sí, tiene que estar siempre disponible para las visitas sorpresa de un agente de condicional.
El diario desveló que el excampeón paralímpico habría pedido trabajo a algunos miembros del Comité Paralímpico Internacional. Ante la negativa ("es demasiado tóxico", decían las fuentes al Post), es voluntario en una iglesia cristiana, NG Kerk Waterkloof, donde realiza labores de mantenimiento.
En su sentencia, el juez le prohibió publicar en redes sociales, dar entrevistas o publicar sus memorias. Tampoco puede ponerse en contacto con la familia de su novia. Sus amigos y los organismos paralímpicos le han dado la espada y poco a poco se va apagando de la memoria colectiva aquella imagen tan poderosa de Pistorius compitiendo de tú a tú con los mejores velocistas del planeta.
En aquellos Juegos Olímpicos de 2012, Kirani James, que ganó la semifinal en la que el sudafricano fue eliminado y posteriormente el oro en la final, le pidió intercambiar dorsales, consciente del valor que tenía su participación.
Pistorius se despidió de su sueño olímpico con una séptima plaza en el 4x400 metros, pero todavía quedaban los Juegos Paralímpicos londinenses. En ellos se proclamó campeón en los 400, plata en los 100 y también compartió el oro en los relevos con su selección. Esa última medalla la logró el 8 de septiembre. Cinco meses después asesinó a su novia y con ello también el recuerdo que todo el mundo tenía de aquel atleta biónico que rompió las barreras de la igualdad.