Una española pionera en la prueba más insólita de los Juegos: el surf se celebrará a 15.700km de París
Nadia Erostarbe será la primera española olímpica en este deporte, que se disputará en Teahupo'o, una región con un solo bar y que acogerá a los olímpicos en sus propias casas.

Cosas de los Juegos Olímpicos. La prueba de surf se celebrará por primera vez fuera de las fronteras del país organizador y contará, por primera vez, con una española entre sus aspirantes a las ansiadas medallas. Nadia Erostarbe se ha convertido este jueves en pionera en la prueba olímpica para España, que nunca había conseguido un participante en la disciplina. Lo ha conseguido tras lograr el pase a la Ronda 5 del Mundial de surf que se disputa esta semana en Puerto Rico. Pero la vasca vivirá la competición de una forma bien diferente a la de otros muchos deportistas de la delegación española.
La prueba de surf se celebrará en Teahupo'o, en la Polinesia Francesa, en Tahití. Estará, de hecho, ¡a 15.706 kilómetros de París! Hasta ahí se tendrá que desplazarse Nadia Erostarbe, la primera española, tanto en hombre como en mujeres, que logra representar a España gracias a su desempeño en los World Surfing Games.
Erostarbe se ha asegurado entrar en las rondas finales de la competición entre las que ya quedan menos de ocho surfistas sin plaza lograda anteriormente y, por lo tanto, recaerá seguro en la representante española. Esta alegría puede que no sea la última en Puerto Rico: En los próximos días, hasta otros cinco españoles podrían unirse a Nadia vía repesca. Ahora el equipo español, que cuenta con Janire González y Lucía Machado en la pelea por la repesca en el cuadro femenino y a Kai Odriozola, Yago Domínguez y Andy Criere luchando por lo mismo en el masculino.
El surf lleva tan solo unos Juegos Olímpicos como disciplina, los de Tokio 2020 (se disputaron en 2021 por la pandemia). En ellos, España no logró ningún representante y Nadia Erostarbe fue la que más cerca estuvo de conseguir la plaza.
La sede de la polémica
Lo que no cabe ninguna duda es que la experiencia olímpica del surf en los próximos Juegos será la más extraña posible por la distancia y por el extraño seguimiento que hará toda la estructura mediática de la prueba [prevista del 27 de julio al 4 de agosto]. De momento, ya la decisión ha estado marcada por la polémica.
La isla es considerada un territorio de ultramar donde su comunidad busca proteger su modo de vida y ahora pelea porque la cita olímpica no lo estropee. La idea inicial tenía prevista la construcción de carreteras y viviendas e incluso unas instalaciones que requerían la perforación del arrecife. El 98% de los alojamientos olímpicos estarán ahora dentro de las propias casas de los habitantes y en un crucero que quedará anclado en las inmediaciones de la isla.
Las protestas de los habitantes locales finalmente forzaron a la organización a reducir el tamaño de la torre de arbitraje, mientras se sigue trabajando para imponer el mínimo de construcciones posibles que no atente contra el estilo de vida de su gente.
El temor por las olas y su alimentación
Los cambios geográficos impuestos sobre la isla han puesto en jaque una forma de vivir que puede que no vuelva a ser lo que era. La perforación del arrecife de coral puede atraer a la ciguatera, un alga que infecta a los peces. Cabe señalar que la pesca es una de las principales actividades económicas de la región y de ella dependen cientos de habitantes, que se alimentan diariamente de los suministros que proporcionan los especialistas.
También temen que el deterioro del arrecife cambie la dinámica de las olas, que forman parte del día a día de cada uno de sus lugareños. Euronews recoge una de las principales costumbres de allí: los niños pasan la tarde surfeando mientras sus familias les observan en sus paradisiacas playas de arena negra... en un pueblo donde solo hay un bar, que abre exclusivamente para la hora de la comida, donde consumen el pescado capturado ese mismo día.
Un patrimonio único, un rincón del planeta digno de visitar al menos una vez y que Nuria Erostarbe tendrá la posibilidad de hacerlo el próximo mes de julio. Para entonces, Teahupo'o ya se habrá hecho a la idea de que su región nunca será como antes. Por un lado, el enorme prestigio de albergar unos Juegos Olímpicos y, por otro, las consecuencias inevitables sobre un entorno natural al que cuidan como un tesoro celestial.