Modelo, millonario y esgrimista en París: "No digo a los demás lo que estoy haciendo para no parecer engreído"
El estadounidense Miles Chamley-Watson, bronce en Tokio, compite hoy por el oro mientras compagina la espada con los flashes y las alfombras rojas.
La careta muchas veces no deja ver al personaje que empuña la espada. Es una especie de escudo. De disfraz de superhéroe, que pasa de Clark Kent a Superman sólo con ponérsela en la cara. En el caso de Miles Chamley-Watson ocurre al contrario. El superhéroe es el anónimo y el personaje al descubierto es el que lidia con los flashes y la fama. Porque a pesar de su bronce en los Juegos de Tokio y ser uno de los favoritos al oro en París, el esgrima es su cara menos conocida.
Modelo y habitual en las pasarelas y alfombras rojas de medio mundo, este neoyorquino afincado en Londres, comenzó en el mundo de la esgrima por casualidad. Bueno, más bien como solución tal y como reconoce en una charla con Relevo en la casa que tiene Nike en París, previa a su participación en el tablón final del florete por equipos, donde buscará su segundo metal olímpico.
"Yo no elegí la esgrima, ella me escogió a mí. Cuando era un niño no paraba de meterme en problemas y al principio me impusieron la esgrima como un castigo. Pero enseguida me enamoré de este deporte. Ya no me metía en problemas Así que creo que fue una buena elección", reconoce Chamley-Watson, un esgrimista que se dio cuenta de que podía ser profesional siendo un niño: "Sabía que iba a hacer algo, pero no que era tan bueno. No pensaba que podía ser tan grande. Con 15 años gané los Juegos de la Juventud tras dos años de entrenamiento. Fue entonces cuando me di cuenta de que era bueno en esto. Y cuando después gané el Mundial de florete en 2013 pensé 'ok, ahora puedo hacer dinero con esto'".
Sin embargo, la esgrima no da suficiente como para vivir de ella. Al menos no en Estados Unidos. "Si estás en Europa o Asia el gobierno sí te ayuda para que luego puedas hacer más dinero. Entiéndeme, el dinero de los premios está bien. Pero yo quiero vivir bien. Es un poco como el tenis. Hay más dinero fuera que en los premios". Por eso Chamley-Watson empezó a buscarse la vida fuera del tablón.
Con una espada en la mano, además de escapar de los problemas de la infancia ("Nunca la he usado para meterme en líos", confiesa), encontró una de sus dos pasiones. La otra llegó años después, cuando comenzó a posar para diferentes medios y encontró acomodo en el mundo de la moda y de las alfombras rojas. "Aún estoy aprendiendo a vivir en los dos mundos que amo. Mi vida ahora mismo es una locura. Es decir, por ejemplo un día estoy en París para una fiesta del mundo de la moda y al día siguiente en Perú compitiendo".
El esgrimista estadounidense ha confesado que a veces incluso no quiere decirles a sus compañeros de equipo de dónde viene. "Es cierto. Yo amo a mis compañeros de equipo, pero a veces es difícil explicármelo a mi mismo. Un día estás en la Fashion Week y al día siguiente compitiendo en Perú. Es un mundo muy loco. No quiero sonar engreído sobre lo que estoy haciendo. Preferiría no saberlo si estuviera al otro lado. A veces es difícil ir de mi mano".
Una vida de pasarelas, fotos y fama -uno de sus mejores amigos es Lewis Hamilton- que, sin embargo, nunca le ha distraído de su verdadero objetivo: triunfar en la esgrima. "Nunca me he perdido un entrenamiento. Si tengo trabajo por hacer lo que hago es madrugar más, pero de momento estoy intentando adaptarme a esta locura de vida. Es un orgullo ser la cara de mi deporte y poder desarrollarlo, pero este mundo que vivo ahora mismo es muy loco".
Chamley-Watson, de hecho, considera que esa doble vida bien entendida puede ser una ayuda en el deporte. "Sí, el mundo de la moda me puede distraer de la esgrima, pero si lo entiendes, puede ser una distracción saludable. Puede ser algo bueno para ti, porque estar todo el día pensando en esgrima puede hacerme perder la cabeza y aburrirme de eso. Si puedes encontrar algo que te guste fuera del deporte, creo que te pueda ayudar. Por lo menos a mí. Estoy aprendiendo que hacer esas otras cosas fuera de la esgrima que me ayuda a ser uno de los mejores".
A pesar de las cámaras, las campañas de publicidad y ser imagen de marcas como la multinacional de Oregón, Chamley-Watson no olvida sus raíces y quiere ser una de las caras de la esgrima con la comunidad negra. "Yo he sufrido racismo cuando era más joven. Definitivamente. No sé por qué pero el deporte sigue estando en la parte antigua, como hace 300-400 años con una buena parte de la audiencia que quiere que todo siga siendo lo mismo. Pero también tengo niños encantados con lo que estoy haciendo. Creo que ambos lados conviven en el deporte y creo que esto está cambiando y me encanta. Ahora si lo hacen habrá consecuencias, pero entonces, con 13-14 años, no pasaba nada y sufrí mucho".
Hoy, durante unas horas, dejará de lado todas esas aristas de su personalidad. No será un referente, tampoco un modelo. 'Sólo' será un esgrimista que intentará aislarse de la atmósfera del Grand Palais, donde puede que esté su "hermano" Lewis Hamilton, para intentar conquistar el oro. "Solo tengo una cosa en mente. Es una medalla de oro brillante en mi cuello. El objetivo es hacer historia".