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Harry Potter y el cáliz de la demagogia olímpica con la boxeadora argelina

El combate entre Angela Carini ha reabierto una polémica por la definición de género en el deporte en el que reina la demagogia.

Imane Khelif, en su combate contra Carini. /REUTERS
Imane Khelif, en su combate contra Carini. REUTERS
Sebastián Fest

Sebastián Fest

París.- Si los Juegos Olímpicos entregaran medallas a la demagogia, JK Rowling, la mujer que inventó a Harry Potter, se llevaría el oro y Elon Musk la plata. Para el bronce habría varios candidatos, como la madre de Andy Murray, Judy, incluso el presidente argentino, Javier Milei, pero también muchos defensores de la causa LGTBIQ+, espoleados todos por lo sucedido este jueves en los 46 segundos del no combate de boxeo entre la italiana Angela Carini y la argelina Imane Khelif.

Un asunto ideal para la cultura del blanco o negro, del todo o nada que domina el mundo hoy. Pero este asunto no es blanco o negro, es un tremendo gris, y por eso tan complejo. Y es pura ideología en casi todas las opiniones tajantes. A favor o en contra, pero ideología. Aquellos que dicen que Khleif es un hombre y aquellos que gritan "¡transfobia!".

Khelif, de 25 años, es una mujer. No es un transexual, como bien se ocupó de enfatizar el Comité Olímpico Internacional (COI) ante los disparates que inundaron las redes sociales. Y difícilmente podría representar a su país como transexual: en Argelia está prohibido por ley el cambio de sexo, y las consecuencias pueden ser bastante graves para aquel que la viole.

A esto se suma que el boxeo, junto con la halterofilia, es el deporte más complicado, un verdadero quebradero de cabeza para el COI, que advirtió por años a la Asociación Internacional de Boxeo (IBA) de que estaba haciendo demasiadas cosas mal. Tanto advirtió, que finalmente la expulsó del olimpismo. Así, el COI es el responsable directo de la organización del boxeo olímpico, toda una anomalía.

Lo que no quiere decir que la IBA haya dejado de existir. No, la IBA existe, está presidida por el ruso Umar Kremlev, muy cercano al presidente Vladimir Putin. Tan cercano, que en los mundiales que organiza permite la participación de boxeadores rusos y bielorrusos con representación plena de sus países, todo un desafío a la política del COI, que hace competir sin bandera a los deportistas de esos dos países.

Así, en sus campeonatos mundiales de 2023, la IBA impidió competir a Khelif y a la taiwanesa Lin Yu-ting por presuntamente haber hallado en controles de género cromosomas XY, que son los que tienen los hombres. Ahí descansa la afirmación de que Khelif es un caso de "intersexualidad".

El mismo día de la inauguración de los Juegos, Kremlev envió una carta a los miembros del COI llamando a la renuncia de Bach, acusando al organismo de ser un club de millonarios que no le paga nada a los deportistas y mentando los "Juegos de la Amistad", que irritan al COI y Rusia pretende impulsar en 2025.

La clave, de cara a Khelif, es que el COI no reconoce esos controles de la IBA, y recuerda que la argelina compitió en Tokio 2020 y fue eliminada en cuartos de final.

"No es que estas deportistas acaban de aparecer", argumentó el portavoz del COI, Mark Adams. "Estas boxeadoras son completamente elegibles para competir. Son mujeres en sus pasaportes, son mujeres que compitieron en los Juegos de Tokio 2020 y que compitieron por muchos años. Creo que tenemos que bajar el tono y no lanzar una caza de brujas".

Pero la caza de brujas está bien lanzada, y JK Rowling y Musk son dos de sus altavoces más potentes. "La sonrisa de un hombre que se sabe protegido por un establishment deportivo misógino disfrutando de la angustia de una mujer a la que acaba de golpear en la cabeza, y cuya ambición vital acaba de destrozar", escribió la autora de Harry Potter sobre una foto del brevísimo cruce entre la italiana y la argelina.

La escritora, quizás imbuida de los poderes mágicos de alguno de los personajes de su saga, hizo su propia investigación en tiempo récord y no tiene duda alguna: Khelif es un hombre. Similar al posteo respaldado por Musk: "Los hombres no pertenecen al deporte femenino".

Ni siquiera la IBA va tan lejos. "No debería sorprender que la inmensa mayoría de los críticos de Khelif sean manifiestamente transfobicos y estén profundamente arraigados en la actual guerra cultural de género", escribió el sitio especializado "Sports Politika".

"Rowling ha sido criticada durante mucho tiempo por sus opiniones sobre la identidad de género y por decir que a las mujeres trans no se les debería permitir entrar en espacios exclusivos para mujeres. En una ocasión, incluso desafió a la policía de Escocia a que la detuviera en virtud de una nueva ley sobre delitos de odio después de que describiera a varias mujeres trans como hombres. La autora se ha enfrentado a las críticas de estrellas de Harry Potter como Daniel Radcliffe y Emma Watson, que intentaron distanciar el querido mundo de su creadora".

Daniel Berezowsky, que se define como "estratega LGBTIQ+" y asesoró tiempo atrás al COI en "directores de inclusión para personas trans e intersexuales", marca en su cuenta de X lo que entiende como una contradicción.

"¿No se tratan los Juegos Olímpicos de celebrar cuerpos que pueden lograr cosas extraordinarias? ¿Por qué se celebraba a Michael Phelps, que tenía ciertas características físicas que le daban una ventaja natural, pero nunca se le cuestionó si era justo?".

Pau Gasol, gloria del baloncesto español y miembro del COI, dijo este sábado que una de las misiones de la comisión de atletas que integra es "velar porque todos los deportistas que tengan ventajas injustas no las puedan explotar".

Gasol mide 2,15 metros, ventaja importante para jugar al baloncesto. Por eso es que es tan fino, tan complejo, establecer qué es una "ventaja injusta". El larguísimo torso y los enormes pies de Phelps, así como la altura de Gasol significaron ventajas. Naturales, porque nacieron así. Al igual que Khelif, que nació con más testosterona que otras mujeres.

No es solo deporte, no es competición a secas: hay una cuestión de derechos humanos en vetar a alguien por ser como es. Y es lo que el COI busca evitar a toda costa.

"La mayor parte de la información difícilmente se obtenga por cuestiones de privacidad y confidencialidad", dijo a Relevo César Torres, especialista en historia del olimpismo. "Y más allá de sus particularidades, el caso, que está rodeado de dichos discriminatorios, invita a repensar un deporte más inclusivo y más justo".

Pero está claro que las imágenes de lo sucedido el jueves en París entre Carini y Khelif son perturbadoras. En eso, el acuerdo es casi general. "Es injusto", le dijo Carini al oído a su entrenador, Emanuela Renzini, mientras abandonaba el ring. "Nunca sentí un golpe como este", diría después.

En la visión de muchos, un hombre estaba golpeando a una mujer en los Juegos Olímpicos, y la mujer abandonó la pelea para proteger su vida.

El caso tampoco es exactamente comparable al de la atleta sudafricana Caster Semenya, entre otras razones porque Semenya corre, no reparte golpes, que es algo bastante más peligroso.

El periodista italiano Riccardo Romani, sin embargo, menciona algunos detalles muy importantes en un artículo para el sitio web de la AIPS, la Asociación Internacional de la Prensa Deportiva (AIPS).

"En los últimos días, una acalorada campaña en las redes sociales ha ejercido una enorme presión sobre la joven de 25 años, natural de Nápoles, a la que se ha animado a boicotear el combate en señal de protesta por la decisión de permitir a la argelina participar en los Juegos Olímpicos".

Es decir, Carini venía siendo instrumentalizada desde antes de la pelea y la posibilidad de abandonar estaba en su cabeza.

"La abrumadora presión podría haber desequilibrado el estado de ánimo de Angela", añade Romani antes de destacar un dato clave: "Khelif no era una desconocida para el equipo italiano. De hecho, la argelina pasó varias semanas entrenándose con Carini y algunas otras atletas y nadie planteó ninguna preocupación por su "masculinidad"".