Jon Rahm encuentra su mejor versión y se deja buenas opciones de ganar otro grande
El español logró -4 en un día ventoso y se encuentra entre los favoritos para lograr el título.

El golf es una lucha constante por sobrevivir, por dejarte las mejores opciones en el golpe siguiente, que será de nuevo un microinfarto, una opción más de dar al traste todo el trabajo anterior. La complejidad es máxima, y todavía más cuando sopla el viento y la lectura de la calle se convierte en un infierno, porque desviarte un poco de la perfección puede hacer que la bola se desplace a lugares en los que no queda más que cerrar los ojos y rezar, si eres de esos.
El sábado en el Quail Hollow el viento hizo su presencia y las tarjetas de los jugadores se resistieron. Lo que en los días anteriores eran birdies se convirtieron en pares y bogeys, los golpes se complicaron al mismo ritmo que las perneras de los pantalones se movían ostensiblemente y los lagos del recorrido se encrespaban con cientos de olas remarcando la hostilidad para aquel que quiera ser campeón.
En ese contexto, algunos de los mejores jugadores de la tierra encontraron la manera de sufrir e imponerse mientras que algunos de los nombres que habían sorprendido las tardes anteriores empezaron a derrumbarse. También es normal, cuando incorporas un factor más a la ecuación todo se complica y son los que tienen más capacidad los que se acaban imponiendo. Parece que se necesita más suerte, que el viento es impredecible, pero en realidad los mejores también tienen lecturas más claras.
En ese grupo de los mejores, aunque lleve un tiempo en el que las cosas suben y bajan, está Jon Rahm, y en Carolina del Norte así lo demostró. Salió de los primeros y pronto entendió cuáles eran las condiciones del día y que le iba a exigir el campo para llegar a la última jornada con opciones.
Dos birdies tempraneros le fueron acercando a la zona noble de la clasificación. Por el camino fue sacando pares y también se dejó algún que otro bogey, pero lo importante en estos días hostiles es entender que no todo irá rodado, que es importante saber levantarse cuando algún hoyo no ha estado del todo fino. Falló en el seis, recuperó el golpe perdido en el siete. Falló en el 11, pero venía de un birdie en el 10.
Consciente de que estaba siendo el mejor de la jornada, encaró la parte final del recorrido pleno de moral. Y eso, en su caso, significa mucho.
En el hoyo 14 logró recortarle otro golpe al campo, pero incluso pudieron ser dos, porque tuvo la opción de eagle y se la dejó por unos centímetros. No importó demasiado, porque en el hoyo siguiente la progresión se elevó un poco más con otro birdie, el sexto de la jornada. Y el siguiente, ya en el 16, fue un par cuatro que cerró con tres golpes. Tres birdies seguidos que en ese momento le ponían líder de la competición, un liderato eventual que perdió en el 17 con un bogey. Aun así, no se le puede pedir mucho más a un golfista. 67 golpes en un día muy poco propicio para hacer solo 67 golpes.
El vasco encontraba más respuestas que dudas, algo que en los últimos grandes no se había dado. El domingo peleará por el título, que es el lugar en el que tiene que estar un jugador de su calibre. El año pasado no hizo el corte en el PGA, se perdió por un corte el US Open y solo en el British fue competitivo. Esta, en el Masters, ni fu ni fa. Todo esto llegó después de la cicatriz de irse la LIV, del drama que vive el golf en general y él perfectamente.
Competir por el título es estar en la posición en la que le corresponde, porque Jon Rahm es jugador de ese nivel, dos veces campeón de grande y uno de los mayores talentos del golf, unión de potencia y precisión como muy pocos más en el mundillo. Es posible que este último año la concentración haya sido esquiva, pero llegó el viento a Carolina del Norte y con él el domador de Barrika para estar justo donde tiene que estar.
Junto a él estarán otros golfistas que también supieron domar las condiciones difíciles del campo. Algunos de máximo nivel, como Bryson DeChambeau, que también tuvo una fantástica jornada y supo meterse entre los mejores. O Scottie Scheffler, que está ahí con opciones porque es el jugador más estable del circuito. Estable dentro de la excelencia, por supuesto. Toso ellos y otros como Vegas, Fitzpatrick o Riley dormirán pensando que, quizá pueden ser ellos. Y Rahm, si repite el juego del sábado, será tan favorito como el que más.