GOLF

"Eduardo, yo voy a ser número 1": El comentario premonitorio de Jon Rahm a su entrenador cuando solo tenía 14 años

Eduardo Celles, el descubridor del nuevo líder del ranking mundial, analiza en Relevo a su alumno más aventajado.

Jon Rahm es el nuevo número 1 del mundo del golf./REUTERS
Jon Rahm es el nuevo número 1 del mundo del golf. REUTERS
José M. Amorós

José M. Amorós

Era una tarde de 2008 y un joven Jon Rahm, de 14 años, baja de la casa de Eduardo Celles, su entrenador de golf y descubridor. Ambos, una tarde más, se montan en el coche y se encaminan a la reconocida Escuela Celles, con sede en Derio, a 25 kilómetros de Barrika. Ángela, la madre de Jon, habitualmente le dejaba en casa del entrenador después del instituto y juntos iban al entrenamiento. "Hablábamos un poco de los proyectos y objetivos, porque siempre con los alumnos intentas marcar ese camino", recuerda el gran formador del juego del nuevo número 1 del mundo en conversación con Relevo. Lo que sucedería a continuación, retumba hoy todavía en su cabeza: "Eduardo, yo voy a ser número 1 del mundo".

Un comentario que puede ser el típico sueño de un chaval que entra en la adolescencia y que veía que aquello del golf se le daba bien. Pero, Celles vio algo diferente en aquella voz de niño, pero con una seguridad aplastante: "Me lo dijo de tal forma que siempre lo cuento. Se lo dije a mi mujer al volver a casa por la noche porque me dejó un poco... Hay chavales que te dicen 'me gustaría, tal vez, quizás…', pero él me dijo: "Eduardo, yo voy a ser número uno del mundo. Son frases que se te quedan clavadas para siempre". Jon había ganado torneos juveniles en el País Vasco y en los círculos del golf veían al hijo de Edorta y Ángela como un posible candidato para vivir del deporte de los palos y la bola. Eso generaba expectación e incluso atraía a los medios de comunicación: Unas semanas después, en la entrevista de una sección de promesas del deporte local también sorprendió con un rotundo "Sueño con ser profesional", que evidentemente fue utilizado como titular (Deia, 12 de marzo de 2009).

La anécdota de un niño 'número 1'

Jon Rahm ha sido reconocido en los últimos años en la élite del PGA Tour como uno de los jugadores que más claro dan sus opiniones, con franqueza y seguridad. Aquel niño que ya afirmaba sin contemplaciones que llegaría al número 1 del ranking mundial del golf, continúa fiel a aquella personalidad que le ha hecho grande: "Es muy seguro de sí mismo y de lo que dice. A veces, puede parecer arrogante, pero yo creo que lo tiene tan claro, y con la seguridad con la que transmite, que traslada esa imagen".

Esta seguridad y firmeza le hacía incluso hacer la contra a los consejos de su entrenador cuando creía que no tenía razón. De ahí surge una de las grandes anécdotas que recuerda Celles de aquellos tiempos de formación: "Le hice de caddy (asistente del jugador durante los torneos) en un campeonato en 'mi' campo de golf, el Neguri en la Galea. Era el campo donde yo me había criado, conocía muy bien las caídas en el green", destaca Eduardo. "Llegamos a un hoyo, yo le dije que buscara un sitio, él decía que había que lanzar o apuntar a otro. Yo me confundí y él tenía razón. Ahí me di cuenta que Jon era un fuera de serie leyendo los campos, en esas caídas (del terreno) y en un segmento tan importante del golf como el putt".

Aquella anécdota se ha convertido en una realidad en la actualidad. "Su caddy no le da las caídas, las mira él. Hay otros jugadores que no tienen esa perfección y necesitan del caddy. Él no es un jugador que lo necesite para leer los grips", desvela a Relevo y confiesa que Jon se ha convertido en un jugador autosuficiente: "Me necesita muy poco, la verdad. Solo a veces me hace algunas consultas. Es una misión cumplida que sea autosuficiente, que él se entienda y entienda el juego perfectamente. Para mí, esa es la misión con él y con todos mis alumnos. Si algún día tú eres mi alumno, me gustaría que seas autosuficiente. Que te haya dado el contenido para entender bien tus golpes y seas dueño de él. Una de las cosas más difíciles del golf es conseguir eso. Porque es un deporte que es muy fácil que el cuerpo no se adapte. Un día estés muy bien, otro día peor… y quieras buscar cambios. Hay jugadores que están todo el día cambiando y buscándose". El propio Jon ratificaba, hace unos días, esta autosuficiencia cuando afirmaba que había aprendido a hacer acciones solo en el golf, cuando un periodista le comentaba que era el único gran jugador del circuito que no iba acompañado de un gran séquito y equipo.

Ser la gran promesa nacional, le abrió las puertas de marcharse a la Arizona State University en Estados Unidos, tras terminar sus estudios de secundaria en 2012. De Barrika a una de las grandes fábricas del golf internacional y cantera de grandes nombres como Phil Mickelson y Paul Casey. Allí, podría compenetrar su proyección deportiva con estudios de Comunicación. Nada más llegar, sorprendió a los mejores jugadores estadounidenses haciéndose con la victoria del Bill Cullum Invitational, torneo integrado dentro de la máxima categoría en la NCAA, consiguiendo su primer triunfo en la liga universitaria.

A parte de seguridad y calidad, parece que Rahm también tiene palabra. Después de tres años de éxitos, en abril de 2015, llegó a lo más alto del golf amateur convirtiéndose en el número 1 del ranking mundial de la categoría. Los cantos de sirena del profesionalismo -y los grandes contratos- comenzaban a llegar en plena época universitaria. Fue entonces cuando una llamada de Rahm mandó tranquilidad a la casa familiar. "Le dijo a sus padres que hasta que no terminase la carrera universitaria no iba a ser profesional y lo cumplió", recuerda Celles. Una decisión para muchos incomprensible, ya que podía jugar torneos del PGA Tour contra los mejores del mundo, pero el tiempo le ha dado la razón. "En el deporte, vemos casos de gente que abandona toda su carrera académica y luego la vida de un deportista puede truncarse por cualquier situación. Esa gente se queda fuera de todo".

"La cabeza es su mejor palo"

Eduardo Celles Entrenador de Jon Rahm

Supo controlar las prisas, como ahora sabe darle la vuelta a las competiciones por su carácter. En su primer título de este 2023, el Sentry Tournament a principios de enero, remontó siete golpes en la última jornada al norteamericano Morikawa para levantar el título cuando nadie lo esperaba. Una vuelta a la tortilla que vino de la mano de la raza, carácter y autoexigencia de Rahm. "La cabeza es su mejor palo", afirma Celles. Un golf a flor de piel que no termina de gustar a la televisión estadounidense, que sigue 'vetando' al vasco en sus retransmisiones por los gestos de enfado consigo mismo (nunca con sus rivales) en un mundo de frialdad y de la caballerosidad más estirada. Por ello, mejor quedarse con la definición de su entrenador, una de las personas que mejor le conoce: "Es un jugador que respeta mucho al contrario, que respeta mucho el trabajo. Tiene unos valores que, de verdad, son un ejemplo a seguir".

Un ejemplo a seguir fuera, pero aún más dentro del campo. Desde este lunes y tras su victoria en el Genesis Invitational del PGA Tour, Jon Rahm es nuevo número 1 del mundo del golf. Vuelve a lo más alto menos de un año después de la última vez y ya asegura 43 semanas como líder del ranking. Está a solo cuatro semanas de entrar en el TOP10 histórico de jugadores con más semanas en el puesto y a 18 semanas de igualar a Severiano Ballesteros como el español más alto de esta estadística.

Un 'Seve' que fue pieza fundamental para que Rahm empezara a jugar al golf. Aquella inolvidable Ryder Cup de Valderrama 1997 con el cántabro como gran ídolo de masas, pilló a sus padres junto a unos amigos de vacaciones por tierras malagueñas y se animaron a probar. Los padres de Jon eran más bien aventureros, llegando a escalar el Mont Blanc, pero su nacimiento les hizo buscar otro tipo de emociones en la fina hierba de los campos de golf. Después de probar con el fútbol y su sueño frustrado de jugar en el Athletic, el piragüismo y hasta el kung fu, el joven de Barrika se fijó en aquel deporte que practicaba su padre y terminó jugando, y muy bien, al golf. Tanto como para saber, con solo 14 años, que llegaría a ser el mejor del mundo.