El ganador de MasterChef que fue un niño de Pep Guardiola: "Su manera de hablar era distinta para cada uno y me chocaba: "¿Pero qué hace este tío?""
Eneko jugó en el Barça B en el que Pep Guardiola debutó en los banquillos en la campaña 2007/08. "Estaba desbordado de ilusión".
"Eneko, ¿cómo estás? Qué alegría verte", pronunciaba hace unos días con una amplia sonrisa y mano agitada en alto Pep Guardiola en 'Fever Pitch Live' de DAZN. Al otro lado de la pantalla, Eneko Fernández, conocido como Eneko (Zaragoza, 1984), a quien el técnico del Manchester City dirigió en la temporada 2007-2008 en su primera experiencia en los banquillos, en el Barça B de Tercera División. "¿Qué tal, señor, cómo estás?" "Yo muy bien, muy bien, feliz. Y mira dónde estoy ahora también trabajando, en DAZN, recuperando el fútbol, que ya había colgado las botas. Cocina-fútbol, cocina-fútbol, disfrutando de la vida. Una alegría verte y saludarte después de tantos años", decía el exfutbolista, hoy convertido en comentarista y ganador de MasterChef 11, en 2023. "Ya me han dicho que ibas a estar, después de triunfar en MasterChef, que te has convertido en una celebrity. Qué alegría verte. Empezamos a triunfar juntos en Tercera y ya no nos para nadie", comentaba entre risas, besos al aire y un "te abrazo bien grande" el técnico catalán.
Diecisiete años han pasado desde que sus vidas se cruzaron por primera vez en Can Barça en aquella temporada en la que el Barça B ascendió a 2ªB tras superar el playoff en el estreno competitivo en los banquillos de Guardiola. Sergio Busquets, Thiago Alcántara o Pedro Rodríguez también formaban parte de aquel equipo. "Pep era un torbellino. Estaba absolutamente desbordado de ilusión, de fútbol, de ganas. Es algo que no voy a descubrir yo, pero Pep tiene algo. Tiene una energía que te contagia y te arrastra absolutamente. Es un gran seductor a la hora de sacar lo mejor de ti y de subirte a su barco. Es una persona líder absoluta, que tiene unas herramientas brutales para convencerte de lo que él quiere. Me encuentro a un Pep que va a entrenar por primera vez, con la ilusión de un niño. Es la primera vez que él coge a un equipo de fútbol y que lo quiere hacer suyo absolutamente, y viene con un decálogo de ideas súper marcado de 'vamos a hacer esto, esto, esto y esto y os voy a convencer a todos de que ésta es la manera'", rememora el exfutbolista, formado en la cantera de su Zaragoza natal.
"Un equipo que luchaba por jugar en Europa casi todos los años, que traía títulos a la ciudad en Copas del Rey, la Recopa que todos recordamos con ese golazo de Nayim... Tuve una formación muy bonita allí en Zaragoza. Era como la historia perfecta para mí", pero le llegó la oportunidad de salir al filial culé para afianzar el sueño de ser futbolista. Aunque tampoco se lo quitaba. Ya tenía 23 años y había empezado dos carreras universitarias, Magisterio en Educación Especial e Historia del Arte, "que me apasionaba. Estuve tres años matriculado, conseguí sacarme bastantes más asignaturas y la disfruté mucho".
"Yo era un marciano en el vestuario: no me saqué el carnet de coche hasta los 29 o 30 años, iba en bici por las ciudades, leía mucho en los viajes…"
Exfutbolista, ganador de MasterChef 11 y comentarista de DAZN"Yo era un poco un marciano en el vestuario. No me saqué el carnet de coche hasta que tenía 29 o 30 años, y porque mi mujer me obligó -exclama entre risas-. Pero yo iba mucho en bici por las ciudades, me gustaba mucho y cuando llegaba a un vestuario, a un equipo nuevo, y explicaba que no tenía carnet de coche me miraban como diciendo: '¿Pero este tío de dónde ha salido?' Porque los coches es uno de los temas estrella dentro de un vestuario de fútbol y yo no tenía", recuerda entre risas.
No era la única peculiaridad de este extremo izquierdo. "Era también un poco atípico en mi manera de jugar, porque yo era como el extremo antiguo, jugaba a pierna natural por la izquierda y solamente por fuera", analiza quien defendía en los vestuarios su otra "peculiar" afición. "Leía mucho en los viajes. Siempre iba leyendo libros y muchos compañeros se reían mucho de mí. Era un futbolista atípico, pero el fútbol en sí, lo que es el deporte, me volvía loco. Me encantaba, me parecía súper interesante, lo disfruté mucho, y el tema de la competición también. No tuve que esconderme, tengo una personalidad que siempre he explicado cómo era yo, y al final yo creo que me aceptaban así", reconoce Eneko, componente de aquel vestuario al que Pep regaló su libro de cabecera, 'Saber perder', de David Trueba.
"Pep como persona es tremendamente apasionado, en eso me recuerda mucho a mí, creo que somos iguales y de ahí vienen también algunos de nuestros defectos, porque esa pasión te hace a veces ser tan visceral y tan humano que ahí a veces vienen los errores. Es un tío muy feliz, muy de compartir. He aprendido mucho de él, no solamente en el fútbol o como liderazgo, sino también de compartir ciertas inquietudes culturales. Nos regaló el libro a toda la plantilla y a raíz de eso estuve hablando con él también mucho de la literatura que leía, de las películas que veíamos y tal. Es un tío culturalmente también muy inquieto. Es una persona muy, muy interesante, que te puede aportar muchas cosas. Luego, es muy divertido, es muy vacilón, te toca muchísimo las narices, se pasa de la raya siempre, riéndose de ti, es gente de compartir. El otro día hablábamos de esto en la entrevista de DAZN, de cuando nos llevaba a comer al equipo, nos quedábamos luego tomando un vino. Muy divertido, un tío muy divertido", recalca Eneko, que define nítidamente al entrenador catalán y también a sí mismo como "extremadamente sensible". Quizá por eso valora especialmente cómo Guardiola ejercía su liderazgo con cada uno de ellos.
"Hay muchas recetas para liderar. Cuando yo llegué a Barcelona me encontré con una cosa que nunca había vivido y es que a cada uno el entrenador nos trataba de una manera distinta. Yo venía de una formación y de una idea -pero no solamente en el fútbol, también en el colegio, en todos los sitios-, de que todos éramos iguales y que a todos nos iban a tratar igual, y ahí era todo diferente: el tono de voz y la manera de hablar y el lenguaje que utilizaba con cada uno era distinto, y me chocó muchísimo. Fue como: 'Ostras, ¿pero qué es esto?, ¿pero qué hace este tío?' Luego lo entiendes porque veía los resultados. Al final todos somos personas diferentes. Tiene una inteligencia emocional increíble, es tremendamente empático, entiende qué jugador necesita que le dé un abrazo para ayudarle, qué jugador necesita que le provoque y que le pinche y que le ponga la cara roja delante del grupo para sacarlo mejor de él. Este tipo de situaciones que él maneja tan bien consiguen sacar lo mejor de uno, del otro, del otro, del otro, y al final todo eso lo pone en común en el equipo", destaca Eneko, que confiesa que en su caso "me pinchó bastante al principio, porque a mí me costó sacar el nivel. Era la primera vez que salía de casa y me costó mucho, y él me fue tanteando un poco 'a ver que me funciona más con Eneko' y al final fue más de abrazo", aunque matiza sobre esta conducta de Guardiola.
"Muchas veces esto despierta celos o envidias en un vestuario, porque notas que te tratan diferente que a otro. Igual tú estás pidiendo el abrazo, pero es que a ti eso no es lo que te funciona. 'Joder, ¿por qué conmigo no hace eso?' Conmigo no hace eso porque a éste le está sacando lo mejor y yo lo que necesito igual es que venga y que hable conmigo y que esté tomándose un café conmigo", reconoce sincero Eneko, al tiempo que detalla las dificultades que se encontró en su llegada a Barcelona el mayor de cuatro hermanos que creció "con el Dream Team, con el Barça de Cruyff", porque su padre, Ignacio, fue jugador del Alavés, donde coincidió con Antoni Zubizarreta y "Zubi era amigo de mi padre, crecí con eso".
"Es muy duro enfrentarte a la metodología del Barça y entender el modelo de juego. Le pasa a los futbolistas de Primera e incluso a grandes estrellas internacionales. Vives muchas crisis como jugador y como equipo"
Exfutbolista, ganador de MasterChef 11 y comentarista de DAZN"Pep Guardiola es la prolongación de Johan Cruyff, de su idea de juego, y llegué y, ostras, me costó aterrizar allí por lo que supuso para mí emocionalmente el estar dentro como de un sueño, parece que estás en Eurodisney, pero me costó mucho encajarlo. Esto le pasa a los futbolistas de Primera División también cuando llegan al primer equipo del Barça, incluso a grandes estrellas internacionales: es muy duro enfrentarte a la metodología del Barça y entender el modelo de juego. No a entenderlo, a practicarlo o a hacerlo tuyo, porque es muy extremo, es muy llevado al límite en cuanto a la idea. Como cualquier proceso en el que te tienen que convencer de algo, no es fácil y vives muchas crisis, como jugador y como equipo, pero él consiguió convencernos a todos. Y cuando nosotros le llevábamos la contraria, él consiguió enseñarnos que era el camino. Es difícil cuando te explica cómo vas a jugar en el campo del Manlleu en Tercera División, que es muy pequeño, que te van a dar patadas por todos lados y que no hay sitio para nada, y tú estás diciendo: 'No, no, vamos a meter la pelota ahí porque así no nos presionan, porque…' 'No, no, no, que no, que no, que vamos a jugar a lo que estamos entrenando y lo vamos a hacer de esta manera'. Y al principio nos costó mucho. Al final le tuvimos que dar la razón porque salió todo bien", afirma Eneko, que recuerda esta anécdota sobre los espacios y los campos de fútbol de la Tercera División catalana.
"En los campos que nosotros jugábamos los equipos eran mucho más veteranos que nosotros, tenían más experiencia, eran más mayores y sabían lo que tenían que hacer para romper nuestro juego y para sacarnos del partido. Eran tremendamente duros, eran muy agresivos, venían a presionarnos a todo el campo, entonces nosotros teníamos la sensación de que no había espacio para jugar, porque nosotros entrenando teníamos unas dinámicas con un césped de maravilla en la ciudad deportiva del Barça, los balones perfectos, todo perfecto y ahí llegabas y era como 'qué difícil todo'. Y él decía: 'Estamos jugando en un campo de fútbol, con las medidas reglamentarias de un campo de fútbol, yo pongo los ejercicios para jugar entre semana muy reducidos y en mucha más inferioridad de lo que estáis jugando vosotros. Pensad que, cuando entrenamos, estamos jugando en el cuarto de baño y ahora hoy salimos a jugar a toda la casa, no os quejéis que tenéis mucho más espacio y somos más. Él entendía toda esta construcción del fútbol para darle al extremo, al delantero o a la persona que tuviera que jugarse ese uno contra uno o esa pared un segundo más de tiempo y un metro más de espacio. Era como 'vamos a construir todo esto para que los de arriba tengan un poco más de tiempo para pensar y un poco más de espacio para jugar, no me busquéis excusas'", dice entre risas.
Con 19 partidos y un gol selló su paso por el Barça, que sólo duró una temporada. El extremo aragonés se marchó a la Sociedad Deportiva Egea y a partir de ahí llegaron las mayores dificultades en su carrera futbolística. "Fue un momento súper traumático en mi vida porque tenía alguna oferta en algún equipo de Segunda B muy potente y tenía la posibilidad de jugar en el Girona, que justo acababa de ascender a Segunda. Estuve con ellos una semana a prueba y me pidieron una segunda semana, y tal y como terminaba esa segunda semana se cerraba el mercado. No acaban quedándose conmigo, hacen otro fichaje para la banda izquierda y me quedé muy deprimido porque salía de algo por lo que yo había apostado, por pensar en más grande al salir del Zaragoza e irme al Barça, y me quedé muy, muy, muy chafado. Sólo pensaba en volver a casa, porque estaba muy triste, y en estar con tu gente, estar con los tuyos y sentirte un poco más rodeado". Y así llegó al Egea de Tercera División, donde jugaba su hermano Imanol.
"Pasé un año un poco extraño porque volví a jugar en una categoría que tenía un nivel mucho más bajo, me costó mucho volver a adaptarme a eso. Salí al Barça con la ilusión de ser futbolista profesional, de tener una carrera bonita y me vi ahí y fue muy duro para mí", reconoce locuaz y sincero Eneko, que se reconoce entonces "deprimido absolutamente y no tenía nada de confianza en mí. Pensé que se acababa, que tendría que quedarme por ahí cerca jugando en casa en algún equipo de Segunda B, teniendo un sueldo que tampoco te permitiría dedicarte solamente a ello y estudiar. Y estaba deprimido por la oportunidad que había perdido como futbolista, no por el hecho de no serlo o de tener que dedicarme a otra cosa, que eso me parece lo más natural del mundo, pero sí que sentía que se me había escapado la oportunidad un poco entre los dedos".
La sonrisa que caracteriza a Eneko y que le acompaña en casi toda la charla se esconde cuando le pregunto por qué se le escapó esa oportunidad, por dónde. Sin verbalizarlo aún mientras le formulo la pregunta se lleva el dedo índice a la sien. "Por la cabeza. Yo siempre he sido alguien extremadamente sensible y me hago daño, me hacía daño a mí mismo: poca confianza, mucha inseguridad, y cuando estás así y no juegas bien yo pensaba: 'Vale, éste es mi nivel, soy un desastre, ya está, no hay más. Lo he intentado, me he ido al Barça, he estado con los mejores, ha acabado el año en el Barça en el que ya no he podido ser importante porque mi nivel no me lo da, porque soy malo, y ya está. Ya no me lo merezco el ser futbolista'", relata quien asegura vivió un año "en esa lucha".
El Alavés, recién descendido a Segunda B, le hace subirse rápido "a otro tren. Vuelvo a verme donde yo pensaba que podía rendir, volví a sentirme futbolista y fue lo que volvió a llenarme otra vez y a cargarme esas pilas de confianza y de seguridad en mí mismo, que las tenía por los suelos, de verdad. Salgo cedido al Sabadell a mitad de año y en el Sabadell soy feliz. Me encuentro un escenario súper propicio para mis características como futbolista, súper propicio a lo que había aprendido en el Barça, porque en Cataluña en Segunda B siempre se ha jugado un fútbol muy de posición, muy de dominio, muy de tocar la pelota, y llegué y fue como cuando caes en un sitio en el que ves que todo encaja y todo está bien. Volví a una ciudad que me vuelve loco y me enamora, que era Barcelona, con un clima excelente, en un equipo en el que yo me sentía súper valorado y que fui importante y me quedo ahí cuatro años teniendo un entrenador que también para mí fue muy importante, Lluís Carreras, muy de la escuela de Pep, muy del Barça, y con el que congeniamos mucho. Teníamos una relación un poco padre-hijo y fue todo perfecto. Conocí a mi mujer en esos años. Creo que es la época de mi vida en la que he dado mi mejor nivel de futbolista porque era absolutamente feliz", asegura Eneko, que vincula completamente emociones y éxito profesional.
"Yo no puedo brillar si no estoy bien", resume quien también reconoce que "admiro o siento envidia de esos futbolistas-futbolistas, que es como: '¿Pero esta gente no siente la presión?' Ese punto que tienen de locura o de inconsciencia a ellos les permite brillar donde a mí no me lo permitiría, porque a mí me sugestiona mucho todo lo de alrededor y a ellos no, a ellos les da igual. Es como siempre tienen la confianza por las nubes, siempre se sienten los reyes del mambo y para mí eso era imposible", detalla el exjugador, que le pone nombre a esa otra clase de futbolista.
"Admiro mucho la personalidad de Ramos. Cuando más cuestionado estaba, pedía tirar un penalti y lo tiraba a lo Panenka. '¿Este tío qué tiene en la cabeza? Está loco'"
Exfutbolista, ganador de MasterChef 11 y comentarista de DAZN"Siempre que pienso en alguien así pienso en Sergio Ramos. Admiro mucho la personalidad que tiene. Todos hemos visto a Ramos en momentos muy duros de su carrera, muy difíciles o muy críticos, en los que el tío, justo en el momento que más cuestionado estaba, pedía tirar el penalti y lo tiraba de Panenka y yo decía: 'Pero bueno, ¿este tío qué tiene en la cabeza? Está loco'. Y no, es que realmente saben gestionar toda su historia desde un punto de vista mucho más fácil, que para mí es mucho más complejo y olé, porque sacan el mejor resultado sin que eso les llegue a afectar. Para mí eso es imposible de manejar y admiro mucho a la gente que lo pueda hacer", reconoce Eneko, quien dice haber "sufrido mucho" en su siguiente etapa en Oviedo.
"Un proyecto muy grande de un equipo que lleva mucho tiempo en Segunda B sin volver al fútbol profesional, con una exigencia de subir ya al fútbol profesional, con todo el tema mexicano que tenía detrás, con una inyección de dinero muy alta que les hacía ser uno de los equipos muy poderosos de Segunda B, y llego a Oviedo con una presión increíble que yo no había sentido nunca en mí como futbolista. Había jugado en filiales hasta que ya era más mayor, y en los filiales estás tremendamente protegido, no te expones nada a lo que es el fútbol de verdad de adultos, de la prensa, de la afición, de vivir en la ciudad y que toda la gente te conozca y te paren y te increpen y te digan. Entre que no tuve este aprendizaje y que Oviedo es una ciudad muy, muy, muy futbolera, con toda la gente muy metida en el fútbol, sufrí mucho, lo pasé muy mal. No lo supe gestionar y no lo supe llevar bien y me hizo daño", reflexiona Eneko, que estuvo dos temporadas en el conjunto asturiano. En la segunda, el equipo logró el objetivo del ascenso "porque vino gente a ayudarnos mucho como Genérelo, Linares, Héctor Font, Jonathan Milla, gente con mucha experiencia en Primera División que nos dio un plus brutal".
Un plus que ya no le daban las rodillas de Eneko, porque al sufrimiento emocional había que sumar el sufrimiento físico, aunque en realidad iban en paralelo. "He tenido cinco operaciones de rodilla graves: con 18 o 19 años en el Zaragoza ya llevaba dos operaciones de cruzado de la rodilla izquierda y en el Sabadell me rompo el de la derecha; los meniscos los llevo tocados en las rodillas también, ligamento lateral… Tengo tres operaciones en la rodilla izquierda y dos en la derecha. Muchas operaciones, y en este momento en Oviedo yo estaba al límite de mis capacidades con el tema de la rodilla. Tuve otra operación y tenía unas sensaciones muy malas. Cada vez que te operan de la rodilla no tienes tanta confianza porque te da inestabilidad o te da miedo o tienes dolor. Cada operación te va restando un poquito. Cuando estás jugando tiene que salir todo natural y todo intuitivo, y cuando estás pensando ya en cómo estás apoyando, 'aquí puedo saltar o no, uy que me empujan por aquí, ahora voy a apoyar así', malo. Me lo llevaba a casa y en casa sufría", reflexiona el exjugador.
"Me tenía que medicar para entrenar todos los días y tenía que jugar infiltrado siempre para no notar el dolor, eso tampoco era salud y es algo que te lleva al extremo todo lo demás. Le pongo nombre a lo que tenía yo en ese momento, que era ansiedad, absolutamente. Sufría mentalmente pero también sufría físicamente, para mí cada día era dolor y era como 'por favor, quitadme este dolor para poder jugar', solamente ves un camino que es 'quiero estar disponible el domingo, tengo que decirle al entrenador que estoy bien, tengo que jugar de titular para luego poder jugar la semana siguiente y poder tener un contrato bueno el año que viene porque si no esto se acaba, se acaba, se acaba. Y es luchar, luchar, luchar, luchar, es una huida hacia adelante contra la ansiedad que puedes tener, contra los dolores, contra todo. Era una ansiedad física pero a mí me hacía más daño la mental. Tuve la suerte de que en ese momento yo estaba construyendo mi familia y tenía algo donde apoyarme: volvía a casa y con Cris hablaba y lloraba cada día de esto. Tenía la ilusión de que después de ese primer año en Oviedo me casaba con ella, y de que después de ese segundo año nacía Martina (su hija mayor). No era todo malo, pero en el momento que se acababa mi sonrisa con mi hija en brazos empezaba la tristeza de mi dolor en la rodilla y de mi ansiedad con el fútbol. Estaba ahí como navegando entre lo bueno y lo malo", comenta Eneko.
"Le pongo nombre a lo que tenía: ansiedad. Cuando se acababa mi sonrisa con mi hija en brazos empezaba la tristeza de mi dolor en la rodilla y de mi ansiedad con el fútbol"
Exfutbolista, ganador de MasterChef 11 y comentarista de DAZNEsa navegación y el ser "muy emocional y muy sensible" le llevaron a querer irse "cerca de casa y ya está". Así se marchó a jugar al Tudelano, a vivir a Zaragoza, "donde están mis padres, mis hermanos y acabábamos de ser padres nosotros". "Descubrí un club muy bonito, muy familiar. Tuvimos un año espectacular, nos metimos a jugar el ascenso a Segunda A. Pero sentía que mis rodillas ya no estaban para más y ese año se confirmó: me empezaron a hacer pruebas y los resultados eran malos como siempre pero esta vez ya los médicos me hablaban de no tener una prótesis temprana, y cuando con 29, 30, 31 años te hablan de prótesis, dices: 'Ostras', me pegué un susto increíble. Cuando estás en la camilla y te dicen que ya no vas a volver a jugar, sentí un vacío muy grande, porque sabía que el fútbol se acababa, pero sentí un alivio enorme de no tener que volver a exponerme al dolor y a todo lo que habían supuesto para mí las lesiones de rodilla. Yo ya sabía que al día siguiente no tenía que volver a medicarme o a pincharme para poder jugar al fútbol, y para mí eso fue un alivio muy, muy grande", afirma el exjugador sobre el momento en el que colgó las botas.
Iba a decir que "y las cambió por los utensilios de cocina", pero aún no. Fue después de una etapa en la que Eneko echó "en falta el haber acabado una formación, porque habría tenido la tranquilidad de decir: 'Éste es mi camino'. Yo no soy una persona que tuviera una vocación, a mí me gustan muchas cosas, yo no me siento que haya nacido para nada. En el momento en que el fútbol te deja, porque realmente es el fútbol el que te abandona en plan 'ya no vales para estar aquí conmigo, venga, búscate la vida', yo creo que siempre te atropella un poco la película, y a mí me atropelló y me corneó por todos los lados. Fue un momento de parar en mi vida, de respirar y decir: 'Venga, ¿a por qué voy? ¿Y ahora qué hago? ¿Hacia dónde tiro?'
Y tiró de agenda, de contactos. "Quería que mi futuro tuviera relación con el fútbol o con el deporte porque al final sentía que era de lo que yo igual más sabía, más controlaba o en el mundo en el que he vivido en los últimos años, pero luego se me plantea la opción de trabajar como manager en Nespresso, que al final es una marca de café y me resulta más apasionante porque me ofrecen un modelo también de formación y entiendo que voy a aprender más cosas sobre las que ni he estudiado ni he trabajado ni me he empapado', expresa el aragonés sobre su transición a la gastronomía.
Su afición a la cocina, la que le ha posicionado en el panorama audiovisual español y afianzado en una nueva vida profesional, "tiene mucho que ver con el fútbol", asegura. "Los años en que eres futbolista tienes la oportunidad de viajar, de vivir en diferentes ciudades, y yo, culturalmente, siempre he sido muy inquieto. Me encantaba comer bien. Fueron unos años donde fui cultivando toda mi curiosidad sobre la cocina desde el aspecto del comensal. En casa cocinaba normal, no de supervivencia, un poco más rico, pero normal, pero iba muchísimo a los restaurantes. De hecho, mi mujer me ponía límites con eso porque era como 'no podemos ir tantas veces a cenar fuera'. Y sí que hubo un 'clic' ahí, que es cuando fuimos padres por primera vez.
"Masterchef me ha cambiado la vida completamente, pero la televisión para mí era un peaje que tenía que pagar. Me daba miedo volver a exponerme públicamente después del fútbol"
Exfutbolista, ganador de MasterChef 11 y comentarista de DAZNUn paladar que ahora pone a prueba aún con más frecuencia tras su paso por Masterchef en 2023. "Masterchef me ha cambiado la vida completamente. Realmente era lo que estaba buscando, porque yo toqué esa puerta no pensando en televisión ni nada de eso, sino realmente en el cambio de mi vida. De hecho, la televisión para mí era un peaje que tenía que pagar, porque me daba miedo volver a exponerme públicamente después del fútbol. Porque hubo momentos en mi carrera en los que yo lo pasé mal (se refiere a Oviedo), y lo sufrí. Me daba mucho miedo y mucho respeto el volver a mostrarme delante de la gente o del público porque tenía mucho miedo a pasarlo mal y a sufrir", asegura Eneko, que fue empujado por su entorno para formar parte del programa.
"Nace de mi gente, de mi familia, de mis amigos. La broma más recurrente cuando venían a comer o a cenar a casa era 'ostras, qué rico está todo, qué guay, qué cocina, qué tal... tienes que ir a Masterchef, que ganarás', y yo me reía y decía: 'A ver, ¿estáis locos o qué?' El año pasado, cuando fui al casting, se apuntaron 80.000 personas y yo pensaba 'es que eso es imposible'. Y ahí entró Cris, que es la que me dijo: 'Ostras, Eneko, tienes un trabajo en el que eres feliz y ya está, pero no te llena. ¿Por qué no lo intentas en la cocina?' Yo tenía ya dos hijas y Cris estaba embarazada de la tercera, y no podía parar mi vida para ponerme a formarme. Es imposible, porque tienes la responsabilidad económica de la familia y tal detrás, y necesitaba ingresar dinero. No podía pararlo todo. Y Masterchef fue como justo esa ventana abierta a esto", recuerda Eneko, que reconoce que estuvo a punto de no aprovechar esa ventana. "Cuando me dicen que me cogen, me acuerdo de girarme a Cris y decirle: 'Cariño, que no puedo entrar, que no puedo haceros esto'. En ese momento fui consciente de que la dejaba a ella con las dos niñas en casa y un embarazo en marcha, y digo: 'Pero, ¿cómo va a ser esto?' Y ella me dijo: 'No, no, no, entiéndelo, míralo desde fuera y date cuenta de la oportunidad que tienes, que ahora es el momento'. Y ha salido redondo", reconoce Eneko, que asegura no sin modestia que en su cocina destaca "el producto y los guisos de aquí, pero dándoles una vuelta con toques sobre todo asiáticos" y que su plato estrella son las "kokotxas al pil pil".
"He entrado en la familia de DAZN de una manera como súper natural, súper fácil y me he encontrado dentro algo súper limpio, súper puro. Yo iba a comentar los partidos y la primera vez pensaba: '¿Qué me dirán que tengo que hacer? ¿Cómo será? ¿Me darán algunas directrices?' No, no, no, 'Eneko, sé tú mismo, habla de lo que quieras, da tu opinión cuando quieras, exprésala como quieras'. Y me he encontrado un grupo de personas jóvenes, con ilusión, que amáis absolutamente lo que hacéis y que me habéis empapado de esto y que me habéis ayudado un montón. Yo tenía la inseguridad de cuando llegas a hacer algo que haces por primera vez y me he encontrado un grupo de personas súper generosas, que han estado por mí todo lo que he necesitado y estoy disfrutándolo muchísimo. Además, he recuperado la adrenalina del fútbol, algo que cerré la puerta del fútbol y piensas que ya nunca vas a volver a sentir eso y resulta que en un directo retransmitiendo fútbol y viviéndolo de tan dentro como lo hacemos en DAZN he vuelto a sentir la adrenalina y el subidón ese de lo que era ser futbolista", dice entusiasmado Eneko, feliz y "con la suerte" de poder compaginar "las dos cosas clave en mi vida: la cocina y el fútbol".
"En directo, retransmitiendo fútbol y viviéndolo desde dentro en DAZN, he vuelto a sentir la adrenalina del fútbol y el subidón de lo que era ser futbolista"
Exfutbolista, ganador de MasterChef 11 y comentarista de DAZN"Espero seguir vinculado al mundo del fútbol, porque acabo de descubrir lo que es la comunicación en el deporte y me apasiona. Quiero aprender más, quiero estar con más gente, empaparme de ellos y saber manejar mejor un montón de situaciones que todavía para mí son desconocidas. Y en cuanto a cocina, toda la gente me dice lo de montar un restaurante, pero yo creo que para mí la cocina es muchas más cosas que un restaurante, y me gusta mucho, pero hay veces que pienso en una cosa que es muy representativa, y es que quiero cenar en casa con mi mujer y con mis hijas". Eso me da la felicidad, y si tuviera un restaurante no sé si podría hacerlo y creo que lo necesito para ser feliz, y sé que ellas también lo necesitan. , sentencia el exjugador.