Ceballos enseña lo que cuesta ser titular cuando eres suplente

Ni ha sido la primera vez, ni será la última. Cuando llega un partido como el del Reale y un entrenador tira de los denominados suplentes, lo normal es que la mayoría no aproveche desde el plano individual la oportunidad brindada y se pierda en el anonimato de la mediocridad. Es una ley no escrita. Es como si les pesara la responsabilidad de demostrar que son buenos y deberían tener más oportunidades. A Ancelotti jugar el viernes le dio lo mismo. Dio descanso a nueve titulares. Y jugó Carvajal porque no lo puede hacer en Múnich.
Victoria al margen, cómoda incluso, en el repaso individualizado del equipo madridista hubo de todo. Los que mantuvieron el tipo y demostraron intenciones y los que se perdieron entre el quiero y no puedo y no estaban tampoco por la labor. Entre los primeros apuntamos a Kepa, serio y con oficio y entre últimos llamó especialmente la atención el flojo rendimiento de Ceballos que hace tiempo que ha roto definitivamente su relación con ese duende que le acompañaba como futbolista, aunque jugara poco. Ahora no está y lo peor es que ni se le espera. Su futuro pasa por la salida del Real Madrid y tener la paciencia de elegir un destino que se ajuste a sus cualidades.
Y si a Ceballos se le señala con el dedo cuando más que a otros cuando es titular y pasa inadvertido es porque es de esos futbolistas a los que se le puede y se le debe exigir mucho más porque la calidad la trae de fábrica, pero se resiste a lucirla. Él representó mejor que nadie esa sensación extraña que ofrecen los jugadores menos habituales cuando tienen que salir a escena. También pasaron de puntillas por el partido los Fran García, Brahim, Joselu... Se dejó ver un poco más Güler con mucha hambre y un buen gol. Y si lo de Militao fue un examen final para saber si está preparado para jugar contra el Bayern, la conclusión es que le falta fútbol. Puede que físicamente esté al noventa por ciento, pero tiene que recuperar la colocación y, sobre todo, la decisión de demostrar que puede continuar siendo lo que era.
Escrito lo cual, la realidad es que esté Madrid de Ancelotti compite como bloque juegue quien juegue. Se agarra a los partidos. Los sabe tratar dependiendo de lo que interese en cada momento y en ocasiones, como en esta, parece que hace los justo para ganar y lleva 27 jornadas sin perder. Ni más ni menos. No puede decir lo mismo, desafortunadamente, una Real que se deshace como conjunto, individuales incluidas. La Champions se ha cobrado otra víctima. Jugar esa competición ilusiona tanto, se crean tantas expectativas que cuando desaparece del horizonte te deja marcado para el resto de la temporada.