Silva y Kubo tiran de excelencia el día que el Barça se olvida de ella

La segunda jornada post-Mundial se apunta a las victorias a domicilio. Nada menos que cinco triunfos visitantes con la igualdad como denominador común. Solo la Real Sociedad fue capaz de ganar por más de un gol. El campeonato se aprieta en todas sus zonas, pero llama especialmente la atención la supuesta lucha por no descender. Muy hundido el Elche con cuatro puntos, entre el penúltimo, el Espanyol, 14 puntos y el undécimo, el Valencia, 19, solo cinco de diferencia, con siete clubes en tan solo tres, es decir un único partido les separa.

La lucha por el título se encontró con un golpe en la mesa, según palabras textuales de Xavi Hernández, del Barcelona. El Barça se olvido de la tan cacareada excelencia y tiró de pragmatismo. Su técnico ya sabe que con conceptos del 'otro' fútbol que no le gusta (repliegue, contraataque...) también se llega a la victoria. Por el contrario, el Real Madrid, reacción en la segunda parte incluida, se pegó un buen tortazo en Villareal en un partido que será recordado por la historia por ser el primero en el que los blancos saltaron al campo con once jugadores no nacidos en España. Tampoco pasa nada. Consecuencia lógica del fútbol global.

La Real se aposenta en el tercer puesto de la clasificación al ritmo que marcan Silva y Kubo. Dos gotas de agua que vienen y van; entran y salen, sin dejar en ningún momento de dar sentido al juego ofensivo de su equipo. Dos 'locos bajitos' que buscan las rendijas del contrario hasta taladrar un túnel de ida y vuelta por el que transportan hasta el área contraria todo lo que también generan sus compañeros de viaje en el centro del campo.

Esta sociedad ilimitada que comienza a jugar de memoria, tiró en Almería de la excelencia futbolística. Uno por 'longevo', el canario de ascendencia japonesa cumplió el domingo los 37 y el otro por 'imberbe', nacido en Kawasaki, parece tener también alguna raíz crecida cerca del viejo Atotxa. En una Real coral que gana en Pamplona sin Merino y en Almería sin Brais y que domina varios registros tácticos desde un mismo concepto de juego, Silva y Kubo ponen la calidad individual no exenta de eficacia. Se mueven y rinden por igual en el patrón del 1-4-3-3 que en el del 1-4-4-2 en rombo y sus compañeros son conscientes de que darles el balón a ellos son el mejor recurso al que pueden recurrir en caso de necesidad.

Parecía que el Barça no podía tirar de los otros muchos recursos que ofrece el fútbol y tenía que ser siempre fiel a su 1-4-3-3, a sus extremos, a la ocupación del campo contrario, al alto porcentaje de posesión, a la presión alta... pero resulta que, aprovechando que te falta Lewandowski, llega el momento de añadir nuevos elementos a la pizarra y sin la excelencia siempre buscada también se suman tres puntos. El del Metropolitano fue un Barça complejo tácticamente, pero con las ideas más o menos claras. Sobre todo cuando se puso por delante en el marcador.

Sin '9' específico, pleno de centrocampistas. Jugadores más acostumbrados al repliegue y a defender juntitos por detrás del balón. Ansu y Dembelé incluidos. A falta del sancionado Jordi Alba, una defensa compacta y solida en la que Christensen expuso todo el repertorio que se le debe pedir al zaguero experimentado y que juega con muchos metros a su espalda. En la faceta defensiva, Balde ya no tiene nada que envidiar a Alba. En velocidad es difícil superarle y si no que se lo pregunten a Llorente y en el uno contra uno se revuelve rápido.

El Villarreal de Setién, si era suyo cuando no ganaba, también será suyo cuando gana y con brillantez, escala posiciones y ya está a tiro de los puestos que conducen a las competiciones europeas. Para el técnico cántabro el Mundial ha sido una bendición a pesar de que le pudieran faltar jugadores. Sin esas semanas de trabajo a lo peor no hubiera podido conseguir lo que parece haber conseguido, que el Villarreal continúe siendo un equipo competitivo y que además juega bien al fútbol.

Sin la confirmación de los interesados que, por otra parte, nunca lo reconocerían oficialmente, cabe sospechar que esta etapa post-Emery es fruto del diálogo entre Setién y sus jugadores. Me imagino al técnico sentado con Albiol, Parejo, Capoué, Gerard Moreno... e intercambiando conceptos. Consenso. "Damos menos pases en horizontal y buscamos la profundidad, pero es innegociable intentar llevar el peso de los partidos y jugar más en el campo contrario que en el propio".

El resultado está siendo un equipo que se planta en los 500 pases, pero es protagonista con el balón y es capaz de achicar los espacios para que el Real Madrid no corra y además realizar una buena presión. Lo de Parejo de mediocentro se antoja una buena idea: menos desgaste físico y más juego posicional y lo de Gerard como genio libre por todo el frente del ataque también está bien tirado. Ahora solo falta mantener el paso. Lo más difícil para Setién ya parece hecho. Llegó a estar en la calle y ahora le guiñan el ojo hasta los del Barça... porque ganó al Madrid.

El Betis de Pellegrini no deja de crecer. Cuando juega bien, gana y cuando sufre como un bellaco durante 45 minutos, también gana. En Vallecas no es fácil salir indemne de este Rayo que te busca hasta que te encuentra. La primera parte de los béticos fue un ejercicio de supervivencia, pero ni en ese escenario que no le gusta nada porque no tiene el balón, ni lleva la iniciativa, cayó a la lona. Una muestra de ser un conjunto cada vez más maduro. Pellegrini, conocedor de la presión que ejercía el rival, intentó salir de al cueva con Guardado metido entre los dos centrales y dar rienda suelta a los laterales. No le salió.

Rectificó en el segundo tiempo y con la entrada de Guido volvió a su idea de siempre del doble mediocentro. Con un poco más de balón, tampoco mucho, comenzó a respirar y Luiz Henrique puso la guinda con un gol que muestra todo lo que lleva dentro y que tiene que comenzar a sacar un partido sí y otro también. Si el brasileño, solo 22 años, se junta con Fekir y Canales en el mismo sitio y a la misma hora, el caudal ofensivo de su equipo debe calmar de sed goleadora a Borja Iglesias y a William José, cuando le toque.

Con su poblado bigote tiene pinta de galán de cine, pero se gana la vida marcando goles decisivos en los pocos minutos que está sobre el terreno de juego. Ese es Abdon Prats el autor del tanto que dio la victoria al Mallorca contra el Valladolid a cinco minutos del final. En su sexta temporada consecutiva en el club de sus amores, nació en Artá a 70 kilómetros de Palma, el delantero, ya en la treintena, es la demostración viva del jugador que nunca se rinde. Juega poco, muy poco. Muriqui le cierra la puerta de la titularidad en un equipo que juega con un solo punta.

Solo ha sido titular una vez en la Liga, contra el Sevilla y fue sustituido en el minuto 57. Luego ha jugado diez partidos más, pero nunca ha salido antes del 75. Eso sí, ha aprovechado la Copa del Rey para no perder su buena costumbre de marcar: tres dianas en dos encuentros. Abdon es el ídolo de una afición que no olvida sus tantos decisivos en los ascensos a Segunda y a Primera. Hombre de área, sabe cuál es su misión cuando está en el campo y sabe buscarse los rincones. En el juego aéreo hace bueno su olfato y su zurda no necesita muchos espacios para salir a pasear. El fútbol necesita de estos profesionales que lloran cuando se sienten importantes aunque sea durante cinco minutos.