De Montecarlo siempre nos quedará aquella servilleta voladora de Florentino a Zidane...
Evidentemente el fútbol viaja a tan alta velocidad que es casi imposible subirse en marcha. Y como ejemplo, aquí tienen el nuevo formato de competición de la Champions que Relevo les explica con todo lujo de detalle en el texto adjunto. En este, sin embargo, tiro más por la nostalgia, por estos sorteos de grupos de la competición por excelencia del fútbol europeo que nos llegaban a finales de agosto y nos indicaban, inequívocamente, que comenzaba lo molar. Incluso, en sus buenos tiempos, de 1998 al 2012, estos sorteos, que también pasaron por diferentes modelos, tenían como postre la final de la Supercopa de Europa que se disputaba al día siguiente en el coqueto estadio Louis II, que nunca perdió su aspecto de caja de cerillas.
En ese ataque de nostalgia y de recuerdos monegascos que me dio mientras veía sacar bolas y más bolas sin saber nunca se destino, por aquello de lo teledirigido que está el sorteo, me vino a la memoria una noche de agosto de 2000. Concretamente la del día 24, Santa Emilia. Al día siguiente, el Real Madrid disputaba la final de la Supercopa contra el Galatasaray. La perdió, por cierto, contra todo pronóstico por un gol de Jardel en la prórroga.
En aquellos tiempos, recién llegado al cargo, Florentino Pérez todavía se dejaba ver por estas galas-cenas-entregas de premios y en aquella en concreto, celebrada en el Sporting de Monte-Carlo, tenía un objetivo determinado: tirar los tejos a un tal Zidane Zidane que ya había ganado un Mundial, el Balón de Oro, y que también se encontraba allí para recibir el premio a mejor jugador de la Eurocopa de 2000, título también ganado por la selección francesa. Florentino Pérez y Zidane, casualidades (o no) de la vida, fueron colocados por el protocolo en la misma mesa. Bastante grande por cierto. Estaban todavía en los minutos de tanteo cuando el presidente blanco cogió una servilleta (hay quien dice que era la carta con el menú) y, en francés, escribió: '¿Quieres venir a jugar en el Real Madrid?'. Como levantarse para dársela en persona hubiera dado un poco el cante, la misiva pasó por tres o cuatro manos, no más, antes de llegar a su destinario. Florentino no perdió de vista en ningún momento aquel papel blanco que llegó a un Zidane sorprendido.
Lectura inmediata y respuesta afirmativa. Por cierto, que el bolígrafo con el que escribió su 'Yes' era prestado, no suyo. La paloma mensajera volvió por donde vino y Florentino sonrió para sus adentros. Al día siguiente la operación para sacar a Zizou de la Juventus comenzó a ponerse en marcha. Por supuesto, no dio tiempo para esa temporada, pero el 9 de julio de 2001, once meses después de la servilleta voladora, estaba presentándose en el Santiago Bernabéu. "Por cierto, nunca me he podido explicar a mi mismo por qué contesté en inglés y no en frances, 'oui', que el presidente lo habla perfectamente, o, simplemente con un 'sí' en castellano, que yo también lo hablaba ya bien entonces porque mi mujer es española", confesó el interesado.
Aunque los sorteos seguirán celebrándose y, posiblemente, también en Mónaco, me jugaría la mitad de medio euro a que ya nunca serán como los de antes, como el que hemos vivido este mismo jueves o como aquel de hace 23 años en los que Florentino Pérez pescó al mejor futbolista del momento. Los que vayan a los sorteos venideros echarán mano de la inteligencia artificial para destripar quién juega contra quien. Mientras, apostillar que la última tómbola con el formato habitual no se portó mal con los clubes españoles. Nada mal. ¡Qué bien nos vendría un pleno! Cinco de cinco para quitarnos la empanada de pesimismo que tenemos encima.
Con los rivales patrios se dan casos curiosos. Al Real Madrid le han tocado dos clubes con los que nunca se ha enfrentado, Braga y Unión Berlín, que ya es difícil. Al Atlético y a la Real Sociedad le esperan dos campeones de Europa a cada uno. A los rojiblancos, el Celtic, el primer club británico en ganar la competición (1967) y el Feyenoord (1970) que ganó la Orejona antes que la trilogía del Ajax. Los donostiarras bucearán en la historia de la mano del Benfica, campeón de Europa en 1961 y 1962 y del Inter de Milán, que suma tres, 1964, 65 y 2010. Nostalgia pura.