SERIE A

Juventus - Como: La Masia, con Cesc y Motta, en un terreno salvaje y misterioso

Los ex azulgranas se ven las caras en un inédito duelo con ADN Barça en la primera jornada de la Serie A. Confirmado el lleno absoluto en el Allianz Stadium.

Cesc da órdenes a sus jugadores en un partido de pretemporada. /Getty
Cesc da órdenes a sus jugadores en un partido de pretemporada. Getty
Julio Ocampo

Julio Ocampo

En una entrevista concedida a la Gazzetta dello Sport, Arrigo Sacchi manifestaba serias dudas respecto a la Juventus de Thiago Motta. "Espero que aumenten los entrenadores estrategas, esos que no piensan solo a la defensa y al contragolpe. Él es uno de ellos, pero será difícil emular lo que hizo en Bolonia". Puede que no le falte razón, porque la Vecchia Signora, pese a gozar a lo largo de su historia con talentos cosidos en seda (Sivori, Platini, Zidane, Boniperti, Baggio o Nedved), para el banquillo siempre optó por las cadenas tácticas repletas de disciplina militar, idóneas para enjaular y proteger con músculo la quintaesencia. Ahí, como últimos intérpretes del sexo futbolístico sin amor, aparecen Conte, Lippi, Trapattoni o el propio Allegri, quien le llevó a jugar dos finales de Champions y obtener un buen puñado de scudetti.

Motta, de gran personalidad, muy innovador y con dotes importantes en la psicología con el futbolista, llega a una Juventus que se busca a sí misma tras tres años, literalmente, en blanco y negro. Con un fútbol tribal y desnortado. Así pues, tras varios intentos fallidos -Sarri o Pirlo- por imponer un fútbol preciosista y menos pragmático, el técnico italo-brasileño es visto con ilusión, aunque con ciertas reservas. Especialmente tras la el fracaso italiano en la Eurocopa, que propició un debate iracundo en el país sobre el mal trabajo que se está haciendo con las canteras y cómo se pretende, más por moda que por convicción, usar, imponer la posesión sólo para no sentirse huérfana de un todo futbolístico homologado. ¿El precio a pagar? Dejar de ser uno mismo.

Motta no lo tendrá fácil, pero parte con algunas certezas. Aunque el mercado está aún en ebullición (podrían salir Chiesa y llegar Koopmeiners o Nico González para acompañar a Vlahovic), no parece -sin embargo- que haya muchas dudas en torno a los esquemas desde los cuales comenzará a construir los nuevos cimientos juventinos. Un probable 4-1-4-1 variable al 4-2-3-1 o incluso el 4-3-3, donde emergen varios pilares: la agresividad de Thuram, la geometría de Douglas Luiz y la poesía de Yildiz, quien a sus 19 años acaba de renovar el contrato hasta 2029 y tendrá el dorsal 10 de su ídolo Alessandro Del Piero.

Habrá que ver, sin embargo, cómo hacer cohabitar ahí los italianos Fagioli, Cambiaso o Locatelli, y si el capitán Danilo consigue, junto a Gatti e Bremer, que los riesgos atrás sean mínimos para que el jovencísimo Motta pueda extrapolar su fútbol preciosista y versátil del Bolonia a una plaza mucho más exigente y obligada a ganar. No pudo traerse dos de sus fetiches del curso pasado (Zirkzee y Calafiori, inventos suyos, han recalado en la Premier), pero en su mano está volver a transformar en oro toda la materia prima a disposición.

El lago de Cesc

Si la Juventus está obligada a pelear por todo convirtiendo en dogma un nuevo estilo, el Como de Cesc es una idea, casi ya una realidad, que sueña en grande. A sus 37 años, el técnico catalán -con ayuda de Roberts- ha conseguido sacarlo de las mazmorras de la Serie B y colocarlo en la élite 21 años después.

Los ricos propietarios indonesios, al apostar por gente como él o Henry (sólo accionista), en realidad estaban proyectando un modelo de fútbol -ganar a través del balón- que en Italia, aparentemente, puede encontrar minas y muchos agravantes en el caso de que el tema pinte en bastos.

Para cincelar su obra, le han traído a Varane (lesionado en Coppa Italia), Belotti, Pepe Reina, Audero, Engelhardt y Alberto Moreno. También dispone del dribbling y el gol de Da Cunha y Strefezza, que ya cuajó buenas temporadas en un Lecce de Primera. Además, Dossena en defensa, Mazzitelli en la medular y Cutrone (catorce goles la temporada pasada) por detrás de Il Gallo, son algunos de los pilares en los que se sostendrá este Como que parte con el objetivo de no bajar. A partir de ahí, claro, el lago se podrá llenar de cisnes. Uno detrás de otro.

El 4-4-2 parece innegociable para el técnico catalán, que debuta esta noche en Serie A en un templo futbolístico. Con un acervo bagaje en los banquillos (el más joven del campeonato) que sin embargo no usa como atenuante, el tejido corporal del club lombardo quiere emular más al Cesc futbolista: carácter, calidad, llegada y gol, pero siempre como consecuencia final de la jugada. Hay una estadística curiosa que define la escuadra lariana: según datos de Fbref, el año pasado fue el equipo con la media de pases largos más baja de la categoría.

La ecuación, ambiciosa, está clara. A fuego lento, con cuadrados tácticos muy definidos y dando mucha libertad de interpretación a sus futbolistas, especialmente al genio inacabado Simone Verdi (un Onésimo a la italiana), quien este año puede ser usado más como revulsivo. Esa libreta se completa con posesión desde atrás (Reina en la Copa ejercerá de vértice bajo), trufadas con grandes aceleraciones cuando consiga saltar la primera línea de pressing. Así es como quiere Fábregas morder el polvo de la siempre exigente y asfixiante intensidad de la Serie A. Con sus centrocampistas convertidos en trequartisti móviles… Como era él.

Todo está listo para la función. Motta y un Allianz a rebosar le esperan questa sera. La Masia pide la vez para imponer su idea sin que resulte una amenaza capaz de suplantar, alterar o neutralizar una competición que, tras lo de Italia en la Euro, vuelve a ser materia de estudio por su enésima crisis existencial. Sacchi, el controvertido oráculo eterno del país, deja las migas de pan para marcar el camino. El problema es que media Italia, o incluso más, ya no le cree.