ALPINISMO

La odisea del 'alpinista' Julio Salinas: cuatro noches sin dormir y la suerte de no coger el avión estrellado

El exfutbolista relata su aventura nepalí con Alex Txikon en su ascenso al Manaslu. "No quiero más experiencias de frío".

Julio Salinas, junto con los seis sherpas/Instagram
Julio Salinas, junto con los seis sherpas Instagram
Cristina Bea

Cristina Bea

El alpinista vizcaíno Alex Txikon coronó la cumbre del Manaslu (8.163 metros sobre el nivel del mar) el pasado 6 de enero, un hito histórico al tratarse del primero en conseguirlo en invierno y sin oxígeno. En la expedición, Julio Salinas. Sí, el exdelantero del Barça y la Selección española formó parte del grupo de 15 personas que vivieron junto a Txikon la experiencia de su ascenso desde uno de los tres campos base instalados en la hazaña, a 3.700 metros.

"Fuimos sin saber a dónde íbamos ni lo que íbamos a hacer", confiesa Julio sobre su periplo nepalí, que también le llevó a presenciar un partido entre el Cacereño y la selección de Nepal, cuatro días antes de medirse al Real Madrid en Copa. Para asistir, voló de Katmandú a Pokhara en el mismo avión que, diecinueve días después, sufrió un accidente aéreo en el que perdieron la vida 72 personas. "Fuimos unos inconscientes. Mira que en estos países yo evito volar en helicópteros y avionetas".

Un desafío con la altura, el frío y el miedo a volar que empezó así : "¿Y tú quieres que yo vaya contigo a una expedición? ¡A ti se te va la pinza! ¿Estás loco?". "¡Que no te atreves..!" Digo: "Me cago en la hostia, ya has caído. Este refrán a uno de Bilbao…".

Bienvenidos a un relato tan trepidante como la propia aventura de Julio Salinas en Nepal.

Todavía estoy sorprendida por tus fotos y tu experiencia en Nepal, Julio. ¿Cómo un exfutbolista como tú se cuela en la expedición de Alex Txikon en su ascenso al Manaslu? Al ocho mil. Te leí en Instagram que todo surge en un txoko en Bakio, ¿no? 

Esto fue una cosa extraña. Yo estoy entre Bilbao y Barcelona, voy todos los meses, estoy yendo y viniendo, y fui a Bilbao. Me invitaron a una comida en Bakio, en la que había veinte personas, y en la que había dos de ellas que eran conocidas: uno que se llama Unai Basurto, que ha dado la vuelta al mundo en ocho meses en un velero, él solo, y Alex Txikon, que esto de los ocho mil, que tal… Estas cosas que ves en las noticias y no tienes ni idea de lo que es un ocho mil. Sabes que sí, que son las montañas, el Everest, tal, pero poca cosa más. Y entonces pues comentando: "Pues tiene que hacer un frío increíble. ¿A cuánto frío se puede estar?". Y él: "Pues nada, a menos veinte, arriba en la cumbre a menos sesenta puede llegar a estar". Y dices: "Tú estás pirao, tú estás loco". Y entonces me salta: "Yo hago expediciones. ¿Por qué no vienes a una? Porque ahora voy a intentar subir al Manaslu por cuarto año consecutivo. Los tres anteriores he fracaso y a ver si a la cuarta va la vencida". Y digo: "¿Y tú quieres que yo vaya contigo a una expedición? ¡A ti se te va la pinza! ¿Estás loco? ¿Qué me dices?". Y él: "Que no, Julio, no. El año pasado hicimos el campamento base a 5.200 y hubo mucha gente que tuvo que ir al hospital porque se encontraba mal y este año lo hemos bajado a 3.700". Y digo: "¿Y a 3.700 qué frío puede hacer?". Y me responde: "Pues joder, -8º, -12º, -17º, pero de -15º es complicado que baje en estas fechas". Entonces le pregunto: "¿Y ahí puedes dormir?". A lo que responde: "Sí, los sacos están preparados, aguantan -20º, -25º". Y digo: "Tú, chaval…". "Va, que no te atreves, que no te atreves…".

Julio Salinas explica a Relevo como convenció a su familia.

¿Por qué lo empezaste mal? 

Lo empecé muy mal. El avión salía a las 11.55h. Yo llegué allí a las 9h., al aeropuerto de Bilbao. Llamo a Eneko, mi enlace con la expedición y el cocinero del grupo, y me dice: "Tranquilo, Julio, que estoy esperando en la pescadería para recoger el pescado a las 9.30h". Digo: "Vamos a ver, vamos a ver, vamos a ver. El avión sale a las 12h., a las 9.30h. estás en la pescadería para coger el pescado. Tío, date prisa, que esto ya sabes cómo es, es un vuelo internacional". Diez y media… Y a las once menos cuarto ya me pongo nervioso. "Eneko, ¿dónde estás? Me cago en la madre que te parió, ¿dónde estás, macho?, que estamos aquí esperando, tío". "¡Tranquilo, tranquilo, que ya llego!". Once y el tío no llegaba. "¡Estoy entrando, estoy entrando!". Le indico: "Vete al final del aeropuerto, que estoy allí…". Sale mi mujer: "¡Julio, que nos cierran, que nos cierran, que nos cierran!". Allí voy yo, eran las 11.05h., es decir, lo normal es que nos cierren. La chica de los nervios: "Está cerrado, está cerrado". "Pero, por favor, ábrenos". Y ahí llega el tío con mil maletas de comida. La tía: "Está cerrado". Al final me hizo el favor la chica, porque me hizo el favor: "Venga, venga, rápido". Y lo ves ahí al tío con una maleta abierta con comida, era como de cartón, y quería meter incluso esas latas en los petates nuestros que ya estaban con veinte kilos pesados. La chica: "¡Ésa ya no entra, ya no entra!". Bueno, unos nervios... Le dije: "Eneko, última vez que me haces esto porque no he pasado tantos nervios en mi vida". Así que el viaje ya empezó un poco complicado.

¿Qué trayecto hicisteis?

Encima eran fechas complicadas por el Mundial de Catar. Casi siempre se vuela Bilbao-Doha, Doha-Katmandú, pero nosotros hicimos Bilbao-Estambul, Estambul-Katmandú.

Y todo esto porque a uno de Bilbao no se le puede decir que cómo no va a hacer algo, ¿no? No se le puede retar. 

Hombre, dice: "¡Que no te atreves!". Digo: "Me cago en la hostia, ya has caído. Este refrán a uno de Bilbao…". La gente me decía que estaba loco, porque encima metí a la familia en esto. Claro, porque cuando eres uno, pero cuando sois cuatro, el riesgo es el de cuatro de que te pueda pasar algo. Porque, al final, te pasan muchas cosas.

¿Qué te pasó?

Me pasaron tantas cosas… Después de este inicio que fue malo, cuando llego a Katmandú me dicen que hay un partido que juega el Cacereño contra la selección de Nepal en Pokhara. Y digo: "Yo lo siento, pero yo aquí no he venido para ver fútbol, chico". "Hombre, Julio, tienes que hacernos el favor este de ir a Pokhara". Digo: "Que a mí no se me ha perdido nada en Pokhara, que yo no quiero ir allí". Además, las líneas aéreas de Nepal no están permitidas en la Unión Europea, son muy peligrosas. A mí me da mucho miedo volar y, sobre todo, cuando tengo que volar en estas cosas. Ya iba con el riesgo de montar en helicóptero, que no me apetecía absolutamente nada y que por norma siempre he dicho que en este tipo de países, avionetas y helicópteros nunca cojo, pero me metieron el marrón éste. Según llego a Katmandú me dicen que tengo que ir casi obligado a Pokhara porque hay un partido importante del Cacereño contra la selección de Nepal y a la organización les interesaba mucho que yo fuera.

Y fuisteis. 

Ahí nos ves cogiendo el avión que hace una semana se ha caído y se ha estrellado con 72 o 75 personas a bordo muertas. El mismo avión que yo cogí el día 28 de diciembre, el Día de los Inocentes. Inocentada que me hicieron, a la misma hora. Aunque, como siempre, sale con un retraso de dos o tres horas porque siempre hay niebla, hay viento, las montañas, etc. Así que imagínate el viajecito para ir a ver un partido, que a mí lo que menos me apetecía era ver fútbol.

Cuando yo estoy en España, antes de ir, me llama Alex Txikon y me dice que hay un partido del Cacereño contra la selección de Nepal, a ver si quiero ir, y le digo que no, que no me apetece ir a ver el fútbol, que no. Que no me apetece, que yo voy de vacaciones y mi familia. Imagínate mi mujer, para ver fútbol. Cuando llego allí y me lo comentan le digo que no. Que iba Rubén de la Red, que iba Míchel... Pues será gente que le han contratado por la razón que sea. Pero a mi mujer y a mis hijos tampoco les apetecía. Salgo el 26 de Bilbao, llego allí el 27. Hay diferencia horaria, es un viaje cansado, estuvimos esperando seis horas en el aeropuerto de Estambul... Al final, llegamos allí, nos vamos a cenar y me dicen que al día siguiente tenemos que ir al partido. "Que no, Eneko, que a mí no se me ha perdido nada, que yo no quiero ir". "Sí, Julio, que es un favor, que es un partido especial para Nepal…", me dice. Y al final el día 28 te ves obligado a ir. Llegas a Katmandú y yo tenía pensado irnos en helicóptero a Samagaon, que es el pueblo más cercano al campo base. Pues al final me hacen perder un día, entre comillas, y marchar Katmandú-Pokhara, para al día siguiente regresar Pokhara-Katmandú y entonces coger el helicóptero para allí. Es verdad que es una ciudad bonita, el lago y tal, pero tampoco vimos grandes cosas y ahí estuvimos en el partido. Lo pasamos bien, vimos un partido del Cacereño, que cuatro días después jugó contra el Real Madrid en la Copa. Por lo menos conseguí dos camisetas, que mi hermano hace colección de camisetas, y conseguí una que me regaló el capitán de la selección de Nepal y otra del Cacereño, que agradezco, que llevaba mi nombre porque encima querían que jugara. Pero ya les dije que yo no estoy para jugar y menos después de este viaje... lo que faltaba, que juegue, que me pase algo y que se me fastidien las vacaciones.

¿Cómo de desarrollado o no está allí el fútbol? ¿Te dio tiempo a percibirlo? 

El Cacereño de 1ª RFEF ganó 0-2 con toda la facilidad, con Rubén de la Red y con Míchel, ganaron muy fácil. El fútbol allí está a años luz, como el país. Tienen que mejorar muchas cosas. Es un país que tiene mucha riqueza, pero la corrupción es lo que marca un poco siempre a estos países. Tiene todo el agua del mundo, imagínate lo que podría ser, en hidráulico. Lo que podrían generar de energía, en cultivos. Pero es difícil que levanten cabeza por la corrupción que hay.

Y al día siguiente, ya os encamináis al campamento base. 

Sí. Llego a Katmandú un poco asustado, porque es un viaje que no me apetece, y ahora venía el segundo viaje, en helicóptero. Complicado. Me empiezan a asustar porque empiezan a decir que llevamos mucho peso. Digo: "Vamos a ver. ¿Pero el helicóptero es pequeño o cómo es esto?". Y nos empiezan a pesar a todos en una báscula. "¿Cuánto pesas?". Lleváis mucho peso, no podemos viajar con todo este peso". Pregunto: "Vamos a ver, yo sin mi petate no voy. ¿Cómo voy a ir sin la ropa? ¡Estamos locos!". Un cacao por el tema del peaje… Lo que faltaba. Ya estoy asustado con el tema del helicóptero, para decir que no llevo el petate a ver si va a caer por el peso. Como era mucha altura, el helicóptero fue hasta un sitio más plano. Ahí dejamos a Eneko y todo su equipaje, y nosotros cuatro, la familia, fuimos a Saramaon, y luego fue otra vez a buscarle a él. El viaje en helicóptero tuvimos suerte que hacia muy buen tiempo y disfrutamos. Porque el helicóptero, cuando no pasa nada, disfrutas. Luego otro día ves que en Ucrania se cae también uno y dices: "Madre mía, cualquier pájaro, la hélice, no sé cuántos…". El paisaje es espectacular, lo que ves… Hemos hecho excursiones de tres horas caminando que no ves una persona ni un animal. Animal grande me refiero, no un pájaro.

"Te das cuenta de que en Nepal son muy pobres pero te lo dan todo"

Julio Salinas Exfutbolista

Llegamos a Sagamaon, un pueblo en el que muchas fundaciones han instalado allí placas solares para que el pueblo, por lo menos, tenga internet y tenga luz, pero es un pueblo budista que vive como vive. Yo creo que incluso se relacionan entre ellos y los parentescos… Porque allí nadie va a ir. Te das cuenta, como todo el país, que son muy pobres, pero que te lo dan todo. Es increíble, cuanto la gente más pobre es, más amable y más te da. Es un país súper sucio, la gente no tiene conciencia, lo tiran todo... Ves plásticos por todos lados, nadie los recoge. Pero lo que es la gente, increíble la amabilidad de todos ellos.

¿Cómo llegáis allí? ¿Cómo hacéis ese recorrido?

Caminando, caminando. Para subir al campo base, que era una hora y cuarto, ibas asfixiado. Incluso por mi mujer alguna vez tuvimos que hacer mil paradas para subir. Parece que el corazón te late y… tú vas sin carga porque la carga te la lleva un Sherpa. Es acojonante cómo un tío de estos carga los cuatro petates de toda la familia. Los cuatro se los lleva al hombro, ¡los cuatro! Hice unos cuantos vídeos del tío cargándolos. Encima, no se equivoca ni en un kilo de lo que pesa. Más o menos calcula y dice: "Lo puedo llevar, porque son 84 kilos". Y los pesaban y, efectivamente, 84 kilos. Los enreda, se lo pone aquí en la cabeza y la espalda y sube los casi 90 kilos de los cuatro y tú andando te cuesta. Y cuando llegas al campo base, que es una tienda grande donde se come y se cena, y luego hay tres tiendas para cuatro personas, y otras cuatro o cinco, de una y dos. Y allí tienes una esterilla y pones el saco encima. Mi mujer y mi hijo tuvieron algún dolor de cabeza, de lo que es la altura, yo no he tenido nada…

¿No tuvisteis ningún problema de aclimatación? Estabais a 3.700 metros de altura.

Llegamos al campo base el día 29 sin saber lo que hacer, porque no teníamos nada planificado. No sabíamos ni lo que era este tema. Yo no tuve ningún problema de aclimatación porque no tenía dolor de cabeza. Lo único que llevé fatal fue dormir. No puedo dormir en un saco. En el saco tienes calor, pero ¿qué problema tenía yo en el saco? Que yo duermo bocabajo, debo ser un tío raro. Nadie duerme bocabajo. Mi mujer y mis hijos como duermen boca arriba… En el saco puedes dormir desnudo si quieres, no hay problema. Si duermes boca arriba, como duerme mi mujer, te pones un gorro porque si no del frío que hace te sale escarcha en la cabeza. Pero al dormir bocabajo las manos no las puedes sacar. El móvil y la botella de agua, para que te hagas una idea, lo tienes que tener dentro porque si no, se congela todo. Si sacas la mano te congelas. Entonces tienes que dormir como los de salto de esquí y así es imposible. No pegaba ojo en toda la noche. Y yo pensaba "a ver si llegan las 6 y cuarto de la mañana", que era la hora de levantarse, y yo con un frío impresionante.

El peor problema de Julio Salinas fue la noche por su particular forma de dormir.

¿Qué temperatura teníais allí por la noche? 

Yo creo que -8º, -10º. El grifo de fuera se congelaba. Pero no pasabas frío dentro del saco. El problema es cuando salías. Claro, yo cuando salía del saco a las 6 y cuarto de la mañana -salía el primero porque todos dormían hasta las ocho, ocho y media- prefería estar despierto y estaba de aquí para allá en la tienda de campaña con un frío increíble hasta que llegaba el desayuno a las siete. Luego, allí, te montaban excursiones, a las que íbamos solos. Fuimos a un pueblo llamado Samdo que está a tres horas de camino. Nos dijeron: "Se tarda dos horas", pero claro, se tarda dos horas… si no paras. El problema es que nosotros salimos tarde, a las diez y media, pensando que eran dos horas y, joder, mi mujer nos retrasaba un poco porque tenía que ir parando cada vez que había una cuestecita. Era increíble. Parecía que no podías y tenías que ir parando. Tardamos tres horas, tuvimos que comer a toda marcha para volver porque se nos hacía de noche. Luego hicimos otra excursión a unas cuevas que estaban a 4.000 metros y es lo que hablamos, cada diez metros había que parar porque te asfixiabas. Pero yo no tuve problemas ni con esto ni con dolores de cabeza. Yo solo tuve problemas para dormir, porque no pegaba ojo. Estuve cuatro noches sin dormir. Y ¿qué pasa?, que al final se hacía muy pesado.

Pero habría también muy buenos momentos, ¿no?

La Nochevieja la pasamos increíble. Espectacular. Vinieron tres chicos de Bilbao que llegaron ese mismo día y querían subir al campamento base a 6.200 metros de altura, que son palabras mayores. Uno de los chicos había ganado 'El conquistador', que es un programa como 'Supervivientes', pero Supervivientes es blando, éste es de verdad. No el español, que es un poco ficticio con gente importante, famosos y con todo tipo de cuidados. 'El Conquistador' son pruebas bestias, es un programa súper duro al que va gente muy preparada como bomberos, etc. Vino con su novia y Mikel, un amigo. Con nosotros venía Eneko, un muy buen cocinero que venía para ayudar a Alex Txikon con la cocina, y nos preparó unos chuletones. Lo pasamos de cine. Éramos unos quince porque también había tres chicos de Córdoba y lo pasamos sensacional bailando, cantado. Yo no quería que se acabara nunca porque, sobre todo, estaba pensando en dormir y como yo no podía, no quería que se acabara nunca la fiesta. La gente abandonó a las dos y media y Eneko, Alex, un sherpa y yo nos quedamos jugando a las cartas. Yo decía: "Seguimos hasta las seis y media", pero hubo un apagón de luz, la estufa se acabó y a las tres y cuarto nos tuvimos que ir a dormir. Pero lo pasamos muy bien. Estuvimos allí cuatro noches pero, tras algunas excusiones, se nos hizo muy pesado. Era duro porque pensabas: "No tiene sentido. Ya hemos vivido la experiencia. ¿Aquí qué hacemos ya? Esto es muy duro".

"Vino un vendaval y se llevó todo. Volaron prácticamente. Alex me dijo que era una de las veces que había visto la muerte más cerca"

Si para vosotros era duro, para Alex… 

La gente no sabe lo que son los ochomil. Leemos "tal persona ha subido el Manaslu, el K2, el Everest… Ha subido un ochomil". Pero, ¿qué es un ochomil? Hay catorce ochomiles en el mundo, pero es diferente subirlos en primavera, en verano o en invierno. Por ejemplo, Alex Txikon tiene once ochomiles. Le faltan tres. Había una chica, con la que coincidimos al día siguiente, que ha conseguido doce ochomiles en cuatro meses. Le quedan dos, pero los chinos no le dejan hacerlos. Pero hacer los ochomil, dentro de la dificultad que es, en primavera, para esta gente, es fácil. Por ejemplo, los tres que le faltan a Alex los podría hacer en dos meses, poniendo dinero. Tú pones dinero, los sherpas te lo preparan todo y tú subes-bajas en primavera o verano. En invierno es otra historia, porque en invierno es donde está el riesgo. En primavera tú ves, incluso en verano, colas para subir el Everest. Pero en invierno corres riesgo. Y, cuando hablamos de riesgo, hablamos muchas veces de riesgo de vida en automovilistas, motociclistas, toreros... Olvídate. ¿Cuántos toreros o automovilistas mueren? Estos mueren cada día. Sin ir más lejos, la semana pasada han muerto dos alpinistas vascos en la Patagonia, creo. Corren mucho riesgo. Cuando nosotros estuvimos allí estuvieron a punto de morir los seis sherpas y él. Los siete. Porque nosotros estábamos en 3.700 pero ellos tenían un campamento base en los 5.000, otro en el de 6.200 y otro en el de 6.900 metros. Vino un vendaval y se llevó todo. Volaron prácticamente. Alex me dijo que era una de las veces que había visto la muerte más cerca. Con lo cual, tienen peligro real.

¿Qué campamento se voló de los tres? 

Creo que fue el de 5.000. Cuando estábamos en Nochevieja, Alex Txikon estaba muy preocupado, porque es un crack. Está, por un lado, pendiente de la gente de la expedición que vamos con él porque son gente, la mayoría amigos, y hace expediciones cada quince días. Y, por otro lado, concentrado en lo que tiene que hacer al día siguiente. Le llaman los sherpas y le dicen que hay que subir el día 1. Era el momento. El día 1 venía Simone, que era un italiano con el que Alex Txikon hacía la expedición. Y los sherpas dicen que si no suben el día 1, ellos se suben solos, porque si no era en ese momento, iba a hacer mucho viento y sería imposible. Como ahora te guías un poco por estas aplicaciones que sabes más menos el tiempo que va a hacer, Alex mira y dice que al día es imposible, que por temperatura y vientos no es el día correcto para subir. Les hace ver a los sherpas que él tiene la razón y lo dejan para un par de días más adelante. Nosotros nos marchamos del campo base el día 2 -estuvimos 29, 30, 31 y 1- primero, porque ya estábamos un poquitín cansados por lo duro que era y, segundo, porque era cuando ellos ya se iban a marchar a intentarlo.

¿Por qué, en ese tiempo, habíais convivido con él todo el tiempo?

Todo el rato. Entonces, el día 2 él nos dice: "Antes de marcharos tenéis que ver el campo base de los 5.000 para que os hagáis una idea de cómo es esto. Y, si queréis, dormís allí". Y le dije: "Dormir allí no, monstruo, que en el campo de 5.000 no duermo ni a tiros". Subimos y es una maravilla. Ahí ya estaba todo nevado, te cubre hasta por las rodillas. Allí sí que te tienes que morir por la noche. Nos invitaron a una comida fenomenal, porque los sherpas cocinan de cine, y les dijimos: "Buena suerte, muchachos, y a ver si lo conseguís". Porque, que lo consiguieran, para nosotros era una bicoca en el aspecto de que vendrían a Katmandú a celebrarlo y podríamos disfrutar de esas celebraciones.

¿Y cómo fue el ascenso de los 3.700 hasta el campo base a 5.000 metros?

De los 3.700 bajamos a Sagamaon y allí cogimos un helicóptero, porque el día anterior los amigos cordobeses nos dijeron que habían tardado siete horas. "Julio, es muy duro". Yo dije: "Ya no quiero más dureza" y, como ya bajábamos en helicóptero a Katmandú, nos hizo una parada arriba. Alex Txikon quería jugar una partida de cartas y, como el día de Nochevieja me ganó jugando, yo con mi hijo, que no había jugado nunca, le dije: "Alex, he hecho una labor benéfica dejándote ganar a las cartas para que tengas confianza y duermas bien esta noche. Pero, si tengo que subir al de 5.000 el día 2 para jugar, igual te quito la concentración y pierdes los nervios. Lo dejamos para cuando vuelvas a Bilbao". Entonces, nosotros bajamos a Katmandú. Al día siguiente nos fuimos a Chitwan, que es un parque natural. Katmandú tiene 50 km2 y este parque creo que tiene 980. Nosotros pensamos: "Nos vamos allí tres días, a ver si éste sube". Subieron el día 2, pero Simone, el italiano, se tuvo que bajar. No pudo aguantar. Se encontró mal y demuestra un poco el compañerismo, porque para él debió ser muy duro: llegó el día 1, subió el 2, no lo pudo conseguir y tuvo que abandonar. Pero fue generoso porque él abandonó y dejó a los otros que subieran. Si hubieran tenido que acompañarle hacia abajo, hubiesen perdido la expedición. Con lo cual, él se sacrificó, bajó solo, los demás tiraron para arriba y el día 6 lo consiguieron.

¿Y a 5.000 seguíais sin problemas de respiración, dolor de cabeza...?

Ninguno. Dicen que, cuando estás a 5000 metros, es diferente subir como subimos nosotros a estar allí un montón de horas. La noche hubiese sido insoportable. Un sacrificio enorme. A nivel de cabeza yo no tuve nunca ningún problema, pero la noche hubiese sido insoportable.

¿A qué juego de cartas jugabais?

A la brisca. Vamos, al juego que él conocía. Yo de pequeño era mucho de Monopoly y todas estas historias de juegos recreativos. Y me es igual un juego que otro. Ahora los juegos de moda son el póker. En Bilbao se juega mucho al tute o al mus. Los jugadores juegan mucho a la pocha. Él, a la brisca. Pero como había que darle confianza... pues a la brisca, a pesar de que mi hijo y mi acompañante no sabían jugar. Les enseñamos y, ahí hay que dejarle ganar para que estuviera contento y tuviera confianza. (Risas) 

Cuéntanos, por favor, cómo es el momento en el que os enteráis de su llegada a la cima. Debió ser muy emocionante.

El día dos dormimos en Katmandú y al día siguiente nos marchamos al parque natural de Chitwan donde, por cierto, tuve la suerte de que en la puerta del hotel me saliera un rinoceronte. ¡Imagínate! Yo no había visto nunca un rinoceronte y me sale uno.

¿Caminando solo?

Caminando solo, porque el parque está al lado del pueblo, lo cruza un río. Pero en la excursión por el parque vimos una pitón, cocodrilos, bambis, monos... Pero claro, ver cuando regresas al hotel, por la noche, un rinoceronte paseando por medio de la calle al lado tuyo te impresiona. Es el rinoceronte asiático, que lleva un armazón que parece una armadura. Increíble. Mis hijos me decían: "¡Estás loco, vete, no te hagas la foto! ¡Vete, vete, vete!". Claro, luego miras por internet que corren a 40km/h, mucho más que nosotros. Y yo dije: "Bueno, si viene a por mí haré una finta que, con lo grande que es, para doblarse, tiene que ser complicado". Estaba a 20 metros de distancia pero cuando ves animales... Por ejemplo, vimos elefantes pero en cautiverio, y es diferente, te da hasta pena. No quisimos ni fotografiarlos. No soy de zoos ni nada de esto. Si es para cuidar animales, curarlos y después soltarlos, sí, pero ver a un pedazo de elefante con las patas enganchadas no me gusta. Pero cuando ves un rinoceronte libre... Ver cocodrilos es más fácil. Vimos muchos. Pasabas por un río y decías: "Como el cocodrilo se lance, la gente se pone nerviosa y caes". El cocodrilo, porque está tomando el sol, pero como se lance y venga a por ti, dios no lo quiera, la gente del nerviosismo hace que caigan unos cuantos seguro. Pero ver animales en libertad es precioso y, cuando tienes la oportunidad de ver un rinoceronte, te impresiona.

¿Y la cima?

Eneko, que es el que estaba en el campo base de los 5.000, cada día nos iba informando. Y nos comunica que el día 4 lo van a intentar, porque ya no había más tiempo. Para que la gente lo entienda, y por eso nadie había conseguido subir el Manaslu en invierno, ellos habían fracasado tres años consecutivos. Tienes que hacerlo desde el 21 de diciembre hasta el 21 de febrero, pero antes del 21 de diciembre no puedes dejar las bases sentadas. Esa es la complicación. Hay mucha gente que ha subido al Manaslu, el propio Alex Txikon, en primavera. Y mucha gente lo ha subido en invierno, pero empezando mucho antes del 21 de diciembre, acabándolo luego en enero. Para que tú digas que lo has subido en invierno, tiene que ser entre esas fechas. Por eso nadie lo había conseguido. Entonces la climatología le indica que tiene que ser ese día 4 y lo van a intentar. Y lo van a intentar de golpe. Subieron desde los 6.900 sin hacer escalas y bajaron. Al bajar, un sherpa se cayó 500 metros para abajo. Tuvo que ir al hospital, pero gracias a Dios no fue gran cosa. Y, cuando ya nos comunica que lo ha conseguido, él lo cuelga en las redes sociales. Cómo baja, dice que baja destrozado, hecho polvo, con los pies casi congelados, que es normal. Yo regresaba de Chitwan el día 5 y, él, el día 6 bajaba también a Katmandú, aunque estaba destrozado, a celebrarlo todos juntos. Tuvimos tres días para poder celebrarlo, que nos pegamos unas fiestas increíbles. Él, como conoce Katmandú, nos hizo de anfitrión y nos llevó a casa del sherpa que, la verdad, es un fenómeno.

"El sherpa es el que verdaderamente tiene más mérito de todos y no se lleva la gloria"

Julio Salinas Exfutbolista
«Los sherpas son los que más mérito tienen».

"Alex Txikon nos contó que ha visto morir a más de veinte amigos suyos"

¿Cómo fue el encuentro con Alex? ¿Qué le dijiste?

Tiene mucho mérito. Lo primero es que Alex es una persona que tiene 41 años con un hijo pequeño, creo, de dos años. Cómo debe estar la mujer, más allá de que también le gusta mucho el alpinismo. Pero imagínate la dureza para la familia, ha estado un montón de meses allí. Pero es que nos contó que ha visto morir a más de veinte amigos suyos. Y que, hace algunos años, en una expedición al K2 con tres personas de otras nacionalidades para subir, él dice que tiene un sexto sentido que, muchas veces, cuando le dice que no, se tira para atrás. Y que el sexto sentido le dijo que no era el momento. Y abandonó. Los otros tres continuaron y murieron. Los cuerpos están allí, congelados e intactos. Hay dos familias que han decidido que se queden allí. Se cayeron por una grieta, un precipicio, y hay dos familias que dicen: "Era su destino, su hobby, su pasión, qué mejor que estar allí". Pero una de las tres familias quería rescatar el cadáver. Y él volvía ahora a Bilbao y en febrero se va al K2 a coger a su amigo. Yo le decía: "Alex, eres un tío único. Un crack. Un fenómeno". En los periódicos han puesto un poco en el Marca, un poco en El Correo de Bilbao… 'Alex Txikon, el primero en subir el Manaslu en invierno'. Cuando lees, por ejemplo, en el periódico de Bilbao que hay tres páginas para el entrenamiento del Athletic; en Madrid, pues cuatro para el Madrid; en Barcelona, cinco para el del Barça… Y a éste le han dedicado esto, ¡que la gente ni sabe que lo ha hecho! A nivel de espónsors ves como en el plumas tiene igual quince que, cada uno, le paga igual una miseria. Que la mayoría son incluso amigos que ponen dinero para echar un cable. Con lo cual, yo decía: "No lo entiendo. ¿Cómo no puede haber una empresa, como él es de Bilbao, vasca, que ponga 100 o 200.000 euros para hacer una expedición?". Porque la expedición cuesta, igual, 100.000 euros. Y no lo encuentran, es increíble, cuando cualquier otro deporte, sin hacer nada, tiene mucha más repercusión.

Tú has sido futbolista, eres comentarista, conoces muy bien la industrial del fútbol en todos los ámbitos.

Me parece increíble. Sale más lo del Cacereño en Nepal que lo de este chico que es una cosa histórica. Yo he tenido la suerte de vivir con él un momento histórico. Así lo siento.

¿Crees que se es injusto con otros deportes?

La vida es injusta en todos los aspectos. En el fútbol y en todo. Lo que pasa es que nos movemos en una sociedad en la que manda el dinero. Hay campeones de muchos más deportes que pasan desapercibidos y que tienen un sacrificio enorme. Lo que pasa es que yo a este lo veo como un deporte con mucho riesgo. Para mí es el de más riesgo, en el que más muere la gente. Constantemente ves montañeros muertos. Es cada día. Si tú juegas, no sé, a la petanca, puedes ser campeón del mundo y no ganas dinero, pero no te cuesta más que los viajes. Pero, aquí, montar una expedición de éstas te cuesta igual 100.000 euros. Tienes que contactar con los sherpas, llevar tiendas de campaña, permisos… Es un dineral. El mundo está así montado. No lo vas a poder cambiar y todo va en función de la repercusión.

"Somos un país de 47 millones de personas con grandes deportistas que están consiguiendo hazañas y no son reconocidas. Me parece injusto"

¿Crees comparable esta hazaña con el mayor éxito futbolístico posible? ¿Qué tiene más mérito?

La repercusión de ganar una Champions es a nivel mundial en el aspecto social. Como hito deportivo, si la ganara el Athletic, sí que sería un hito deportivo único en el mundo, pero que la gane el Madrid o el Barça… Si el Madrid ya ha ganado trece [catorce]. No sé cómo decirte. El Barça sería la sexta. Pero no es un hito histórico. Eso es cuando no lo ha hecho nadie y, sobre todo, con poco presupuesto. Porque, que la consiga el City o el PSG será un hito porque será la primera vez, pero está claro que, tarde o temprano, van a conseguir muchas más, no te quepa la menor duda. Pero esto sí que es una cosa histórica. Hablamos de un país de 47 millones de personas entre los que tenemos grandes deportistas que están consiguiendo hazañas y que, en este caso, no son reconocidas. Me parece un poco injusto en este tema y, sobre todo, porque no sé a qué es debido. Mi hija le decía lo del TikTok. Yo aquí me pierdo, pero le decía: "Estos videos que tú haces ahí arriba de la montaña, o los que podrías hacer, deben ser acojonantes para la gente joven". Yo es que no sé lo que es TikTok, pero bueno. Lo que sí tuve la suerte es que él regresó justo cuando nosotros volvíamos de Chitwan y nos hizo de anfitrión.

"El wáter es el que teníamos antiguamente nosotros de cagar a pulso, ¡el de agujero!"
Los baños, una de las cosas que más sorprendió a Julio Salinas.

¿Qué te ha enseñado esta experiencia?

En este mundo en el que vivimos las reflexiones te duran una semana. Se olvida todo. Lo que te das cuenta es que, cuando vas tres horas caminando sin escuchar nada más que el sonido del río, sin ver una persona, viendo el cielo limpio, y luego vuelves a la realidad de Katmandú con el ruido constante y todo el mundo pitando, es increíble. Es una ciudad sin normas. No hay semáforos. La gente conduce como quiere, tocando la bocina para que se aparten. Ruido, contaminación por los coches antiguos, no te imaginas la cantidad de motos que hay allí… Pasas de un sitio limpio, tranquilo, en el que vives una armonía total a allí. En Saagaon tuvimos la suerte, a través también de Alex y la unión que tiene con estos budistas, que hasta nos dejaron participar en un oficio religioso con ellos. Hora y media con cánticos. Espectacular. Es otro tipo de vida, durísima, pero una tranquilidad en la que no necesitas nada más que lo elemental. Y luego vuelves a la realidad de lo materialistas que somos, las prisas que tenemos todo el día, problemas… Llegas a España y te encuentras con un montón de mensajes: que se ha estropeado no sé qué, que tengo que arreglar no sé cuántos, que tengo a este (vuelve a levantar el teléfono)… Vuelta a la pura realidad. Que muchas veces digo: "Una retirada, no a un sitio tan frío, en Canarias o Andalucía, con el calorcito, a un pueblo de estos tranquilitos con el puertito, pasear con tu perro, tomarte tu pescadito…" y no estar todo el día con esto (el teléfono), que es la verdadera enfermedad. Todo el día pegado, todo el día con problemas y, al final, ves que pasan los años y la rueda no la puedes parar. Es muy difícil bajarse.

La ducha, debido al frío, una misión imposible, ¿cuántos días aguantaron sin ducharse?

No te duchaste. ¿Te dio para cambiarte de ropa interior o tampoco?

Ropa interior es que no llevaba. Yo llevaba el pantalón ese que es como de nieve y, por debajo, otro pantalón de malla fina. Canzolcillos no llevaba. Con la medias y las botas. Y aún así tenía frío. Cuando me levantaba a las 6 y media de la mañana hacía un frío increíble y estaba caminando una hora hasta que viniera la gente y el desayuno para entrar en calor. No te podías sentar, y llevaba dos guantes, el guante fino y el de esquí.

¿A qué temperatura llegasteis a estar?

No sé la temperatura, pero yo creo que allí estaríamos a -8º, -10º,-12º… Y tuvimos suerte de que cuando nos marchamos era cuando más frío venía.

¿Y qué pensaste cuando, cinco días después de vuestra vuelta a España, se produce el accidente áreo en Nepal? La misma ruta, la misma compañía que habías con la que habíais viajado vosotros.

Lo primero que se me pasó por la cabeza fue colgar en las redes sociales que estaba en España. Las redes tienen un peligro muchas veces porque la gente sabe si estás fuera o estás en casa. Por eso a mí me gusta poner cosas con días de retraso, porque si no, parece que no estás en casa con todos los robos que hay. No soy muy partidario de las redes, cada vez menos. Sólo tengo Instagram, las otras ya no las utilizo. Y había mucha gente que sabía que yo estaba en Nepal y enseguida se pensó que estaba allí. Yo ya no estaba en Nepal. Ya estaba en España (regresaron el 11 de enero). Por eso, lo primero que hice fue decir rápidamente que sentía mucho lo que había sucedido, que daba el pésame a las familias de los 72 fallecidos y comunicar que yo, ese avión, ya lo había cogido el día 28 y que estaba en España. Para que la gente se quedara tranquila. Porque a los amigos íntimos les llamas por teléfono o tienes contacto pero mucha gente que no conoces está preocupada por ti.

¿Te paraste a pensar que te podía haber pasado a ti?

Claro que lo piensas. Y ya me dijo mi hijo: "Somos unos inconscientes por montar en ese avión". Porque tienes riesgo. Te están avisando que es una compañía no segura. Porque cuando vuelas en el avión de Turkish es como volar en Iberia. Son compañías buenas. ¿Que se pueden caer? Pues sí. ¿Cuántos accidentes aéreos ha habido? En comparación con los coches es minúsculo. Hay mucho menos riesgo. El problema es cuando estas compañías ya te avisan que están prohibidas en Europa y se caen cada dos por tres. Es también un poco el currículum del Nepal. Hay mucho riesgo: primero, porque es un país con muchas montañas. Segundo, porque hace mucho viento y siempre están con niebla. Y, tercero, porque es un país que si eres un mecánico bueno seguramente no estás. Siempre digo lo mismo: "Si eres un mecánico bueno o un piloto bueno, ¿estás aquí por cuánto?". Y luego, los aviones, que imagino tampoco serán de primera mano. El riesgo se va acumulando. Ya dije un día que en avionetas y cosas así no monto.

¿Esta aventura en Nepal ha sido la experiencia más impactante de tu vida?

A mí el que más me gustó de los viajes que he hecho fue a Costa Rica. Pero en plan bestia, sí. No tiene nada que ver. Y es que no sabía a lo que iba. Porque, por ejemplo, cuando fui a Marruecos es otro tipo de historia: desierto, caluroso… Riesgo siempre tienes, porque vas con el quad, puedes volcar, las dunas y mil historias. Riesgo hay en cualquier sitio, en cualquier excursión. Te pica en Costa Rica un animal, una serpiente, pero esta situación es extrema. Por eso digo que tienen mucho mérito los alpinistas. A mí me parece para quitarse el sombrero. Y encima un hito histórico. Hemos tenido la suerte de compartirlo, de vivirlo allí 'in situ'. He estado en un sitio en el momento justo.