Trashorras recuerda el día que se equivocó al pedir piedad a Cristiano: "Cuando huele la sangre estás jodido"
El ex jugador y ahora entrenador gallego, charla profundamente sobre su carrera y su forma de ver el fútbol.
Durante un tiempo, el Rayo Vallecano no solo se diferenció por su forma de entender el fútbol desde fuera, con un sentido total de comunidad y arraigo en el espacio en el que crecen, sino que lo hicieron también desde el césped. Bajo Paco Jémez, los de Vallecas lograron jugar durante cuatro temporadas seguidas en el máximo nivel con un fútbol eléctrico con la pelota como eje. Le quitaron el cuero al Barça en 2013 después de más de cinco años sin que nadie lo lograse y fueron al Bernabéu a tener el balón jugando con 9 futbolistas. Roberto Trashorras fue el capitán y el pelotero que articulaba una de las propuestas más valientes del fútbol español. "Nunca disfruté tanto como allí. Salíamos a dar espectáculo". En Relevo, Trashorras charla sobre su nuevo camino como entrenador en Lugo, rememora al Rayo de Jémez y habla sobre fútbol.
Han sido dos años entrenando en Lugo, primero en el juvenil y después en el filial. ¿Qué ha aprendido?
Han sido dos años muy distintos. El primero lo disfruté mucho y es bonito ver la evolución de todos los jugadores, su crecimiento en el día a día está ahí y ese trabajo es el que más me ha gustado. El año pasado fue mucho más complicado, porque el equipo estaba ya en una categoría semiprofesional y quizás no estábamos del todo preparados para competir a ese nivel, puede que el club no estuviese a la altura en algunos aspectos y fue muy difícil. Tuvimos muchos problemas deportivos para poder competir en una categoría así, aunque creo que el principal objetivo era que muchos de los jugadores estuvieran en el primer equipo. Fue el año que más jugadores debutaron en Segunda División, unos 10 u 11. Así que ese objetivo sí lo cumplimos, pero el de mantenernos en la categoría quizás era demasiado ambicioso. Ahora me gustaría entrenar a un equipo más experimentado, aunque si sale la opción de una cantera de nivel la valoraré.
¿Fue difícil pasar de jugador a entrenador? ¿De solo competir por ganar a empezar a formar?
Sí, ha costado porque al final lo que uno quiere es ganar, independientemente de la categoría o de los otros objetivos. Pero teníamos problemas porque éramos un equipo anexo al Lugo, por lo que no podíamos tirar de juveniles para entrenar o hacer una convocatoria, y eso nos dejaba en situaciones complicadas. Sabíamos que no estábamos en las mismas condiciones que otros equipos como el Zamora o el Guijuelo, por lo que nos centrábamos más en el apartado formador, y nos fue muy bien y hay que estar orgullosos.
Estuvo en la cantera del Barça y en la del Real Madrid. ¿Le da eso perspectiva para entrar en un vestuario de jugadores jóvenes?
Creo que es algo positivo, una ventaja con la que contamos los que hemos sido jugadores, el poder llegar más al futbolista, el poder entenderle. Sobre todo recalcarles que no importa la primera experiencia para llegar a la élite, porque yo estuve en el Barça y no tuve continuidad. El tener que irte y volver a empezar de cero me ayudó mucho, y es algo que intento transmitirles. En Madrid o Barcelona tienes muchas más facilidades para centrarte solo en esto, y aquí los chavales quizás no lo ven como una prioridad. Yo trato de recalcar la profesionalidad, los pequeños detalles... que esto es una oportunidad.
Compartió litera con Andrés Iniesta.
Andrés era más joven e intenté ayudarlo porque lo ves más débil, pero también pasé por momentos de dificultad, tuve que madurar mucho antes porque yo también tenía 14 años y, muchas veces, estas situaciones que antes te ayudaban a resolverlas, me encontré que tenía que resolverlas yo, muy lejos de mi casa, de mi familia.
Explotó a los 30 años, ¿cree que los centrocampistas tienen su propia edad a la hora de sacar su mejor fútbol?
Creo que son momentos, no que sea algo que sea generalizado porque hay casos como Pedri, como Gavi o Bellingham que han surgido antes. He tenido altibajos a lo largo de mi carrera, sí que es verdad que depende mucho de la confianza, del contexto... Pero antes de ir al Rayo estuve a buen nivel en Las Palmas. Allí se juntaba todo, el cómo es el jugador canario y la gente que vive, porque les gusta mucho el fútbol asociativo y caí muy bien. En el Celta llegué a un club que estaba poco estabilizado y luego llegó el Rayo, que había subido a Primera, se había asentado un poquito a nivel económico, parecía que la cosa empezaba a funcionar y me salió todo de cara. Paco y yo veíamos el fútbol de la misma forma y ahí saqué mi mejor nivel.
Hace más de 10 años del inicio de aquel Rayo, uno de los equipos que más huella dejó en el fútbol español y al que hoy se sigue recordando. ¿Qué le viene a la cabeza?
Yo disfrutaba muchísimo cada vez que jugaba. Primero porque salíamos de una manera independientemente del rival, y eso nos generaba una autoestima brutal. El ser un equipo pequeño, pero salir a competir como un equipo grande me llenaba de orgullo. Íbamos a campos como el del Villarreal, Valencia, Betis, Barça, Atlético de Madrid y nos daba un poco igual el rival o el jugador que tenías enfrente. Íbamos a muerte con nuestra idea. Es respetable, pero veo a muchos entrenadores que da la sensación de que si el rival es mejor se van a proteger, y nuestra idea no era esa. Pensábamos: 'ellos son muy buenos pero nosotros también, así que vamos a ir a por ellos'.
¿Esa autoestima les daba para competir ante cualquier rival?
Esa forma de jugar quizás no nos daba para ganar al Barça, Real Madrid o al Atlético, pero sí al resto de equipos. Así que independientemente del rival que sea, nosotros teníamos una ruta, una forma de hacer las cosas y eso es lo que nos permitió estar tantos años en Primera. Hubo muy pocos campos de los que no saliéramos entre aplausos, independientemente del resultado. Me acuerdo de Ancelotti, que nos aplaudió, y comentarios de Modric o de Mascherano, que alababan nuestra salida de balón o nuestra forma de competir, y quizás habíamos perdido 5-2 mientras que otros rivales se iban solo con el 1-0. Ellos valoraban cómo afrontábamos los partidos o cómo les intentábamos quitar el balón, eso lo reconocían los propios rivales. Al final, lo lógico era perder.
¿Cómo os convenció Paco Jémez al llegar? Es una idea que, si todo el mundo no la compra, es imposible que salga.
Lo que hacía él era hablar mucho contigo, explicándote las cosas. Luego, viéndolo en vídeo en las sesiones post partido. Creo que la manera de convencer al futbolista es que cuando tú sales a jugar un partido y la semana que viene te pone el análisis y te demuestra con imágenes el porqué se hacen así las cosas, al final lo acabas convenciendo. Además de que nosotros teníamos un perfil de jugador que veíamos que necesitábamos ese tipo de propuesta. Lógicamente, si nosotros hubiésemos sabido que metiéndonos atrás y jugando a la contra hubiésemos sacado otros resultados, lo habríamos hecho. Pero tanto Paco como la gran mayoría de jugadores pensamos que no era así. Él pensaba que el hecho de jugar de una forma en el Camp Nou y después otra ante el Granada no iba a venir bien al equipo.
Elegir la forma de perder.
Al final es ser uno mismo independientemente de lo que tengas enfrente. Sabíamos que al ir al campo del Barça, lógicamente tenías muy pocas posibilidades de ganar, y Paco siempre nos decía algo que para mí era muy importante: "Ya que no puedo ganar porque de 10 partidos voy a perder 9, déjame escoger mi forma de perder". Y a mí me gustaría perder siendo yo mismo, haciendo las cosas que hago siempre. Ya que no puedo ganar, escojo mi forma de perder, que es intentar ir a por ti teniendo la pelota.
Ese Rayo acumulaba jugadores de mucho talento.
Ha habido épocas de mucho talento. Teníamos al Chory Domínguez, a Iago Falqué, a Rochina, Piti, Alberto Bueno, a Leo Baptistao... Jugadores de mucho nivel, y Paco también entendía que teníamos que potenciar todo eso, porque no éramos un equipo fuerte en nuestra área, sino que teníamos que defender hacia la portería rival, porque ahí sí que lo podíamos hacer bien. Creía que tenía jugadores de mucho potencial y tener a Alberto Bueno, Pablo Hernández o Kakuta corriendo mucho detrás del balón no iba a ayudarles. Piti era muy bueno recibiendo en tres cuartos, marcó muchos goles, y trabajábamos para que en vez de 15 pases recibiese 35, para que tuviese más opciones.
Los cambios de Jémez antes del descanso eran una de sus señas de identidad. ¿Cómo se gestionaba como futbolista? Imagino que no sería sencillo de llevar en algunos casos
Él no lo hacía por señalar al jugador. Paco tenía un plan de partido muy marcado y si te cambiaba en el 42' era porque creía que era lo mejor para el colectivo, porque el futbolista no estaba sabiendo interpretar lo que buscaba. ¿Por qué hay que esperar al minuto 60 si un jugador no está bien y no está interpretando lo que yo quiero? Es verdad que soy partidario de esperar a hacer los cambios al descanso antes que hacerlos en el 43', porque no va a variar el resultado por dos minutos, de ahí que sea partidario de esperar, por gestionar el vestuario.
¿Cómo lo llevaba el jugador?
Casi siempre los jugadores que cambiaba antes del descanso eran titulares la semana siguiente. Jugadores como Arbilla, que lo cambió en el 42' en el Camp Nou, o Rochina, que le pasó lo mismo en el Bernabéu, eran piezas importantes. Había cabreos, claro, pero durante la semana se hablaba con naturalidad. El entrenador está para eso, porque muchas veces veo a técnicos que no ayudan a sus equipos, prefieren esperar a hacer los cambios o los hacen jugador por jugador sin cambiar nada. A mí eso no me gusta. Si estoy viendo que algo está mal, trato de corregirlo. Me tengo que equivocar muchas veces, pero no quiero ser un entrenador que espera al 70 para sacudir el árbol, sino que quiero tomar decisiones antes, y si se tiene que cambiar en el minuto 30, se hace.
¿Qué partidos recuerda con más cariño?
Hay muchos. En San Mamés me acuerdo que ganamos 0-1 haciendo un partidazo, pero también recuerdo derrotas, como el 2-3 ante el Real Madrid de Zidane el año del descenso. Hicimos 60 minutos espectaculares, ganando 2-0, y nos marcó Gareth Bale hacia el tramo final por querer sacar la pelota jugada en una acción que quizás pedía otra cosa. Muchos partidos en el Camp Nou en los que aguantamos y competimos de tú a tú, aguantando muchos minutos, aunque al final quedábamos expuestos. En el Benito Villamarín ganamos 1-3 haciendo un gran partido. Hay muchos.
La importancia del cómo para disfrutar incluso perdiendo.
La sensación que me queda de aquella época es de disfrutar muchísimo independientemente del resultado. Salíamos con nuestra idea y teníamos la percepción de que la gente disfrutaba con nuestro juego. Paco decía que teníamos que volver a la época en la que el fútbol era un espectáculo y que la gente paga por eso. Aunque el hincha quiere que gane su equipo lo que quiere es disfrutar; prefieres que tu equipo gane y juegue bien y que si vas al campo y quedan 4-2, mejor que 1-0. Están pagando una entrada, vamos a hacerles disfrutar nos decía siempre. Esta era nuestra idea y yo soy muy partidario de ver el fútbol de esta forma.
¿Tiene la sensación de que se caricaturizó la propuesta del Rayo para criticarlo? Como si el equipo no tuviese variantes y su fútbol fuese siempre el mismo
Siempre ha sido un poco así. Al que hace algo diferente parece que hay que criticarlo, solo vale lo que hacen unos pocos y cuando llega alguien e intenta hacer otra cosa da la sensación de que como eres un equipo pequeño no puedes jugar como los más grandes. Me parece feo e injusto. Nosotros teníamos muchísimas variantes, no siempre era esa manera de sacar el balón, de hecho muchas veces si el equipo rival te apretaba arriba, sobre todo cuando teníamos a Larrivey, jugábamos con él para descargar y jugar de cara. También hacíamos muchas transiciones. Se minimiza mucho el éxito del rival o del que está haciendo algo diferente y no sé por qué,
¿Se identifica con el Girona de Michel?
Da gusto ver al Girona. Independientemente de si eres o no aficionado suyo, te sientas a ver sus partidos por su propuesta y cómo la ejecutan. A mí me gustan los partidos abiertos, divertidos, en los que pasan cosas y hay ocasiones. Al final el fútbol es eso, un espectáculo. Ir a un partido y ver a dos equipos que no atacan, que solo se preocupan de defender, no me llena. Es respetable y cada uno puede hacer el fútbol que le dé la gana, porque al final buscas el resultado, pero si puedes buscarlo de esta manera yo creo que es mejor.
¿Sería posible una irrupción parecida a la de aquel Rayo a nivel de propuesta?
Ojalá pase, pero cada vez vemos cómo el fútbol se está robotizando y volviendo más espeso. Pocas veces hay irrupciones como la del Girona, que intenta proponer cosas distintas. Es algo estructural, porque veo partidos de las canteras y parece que los chavales tienen que hacer lo que les dice el entrenador, que solo les falta ir con el pinganillo. Estamos perdiendo la esencia del juego. El jugador tiene que regatear, tirar un sombrero, un caño, lo que haga falta. Cada vez salen menos encaradores que tengan la capacidad de cambiar el partido y el juego se vuelve cada vez más táctico, esperando a ver si alguien frota la lámpara y lo cambia. Parece que en vez de jugar, dirijan a los jugadores y tengo la sensación de que el jugador necesita soltarse.
¿Le aburre el fútbol actual?
Para mí es muy importante el cómo, el camino recorrido y ese proceso del día a día. Todo el mundo quiere llegar a Primera División, pero nos estamos perdiendo el proceso. Deja a los niños que disfruten, deja al jugador que disfrute, déjalo porque al final si no lo estamos volviendo muy robotizado, y el espectáculo acaba perdiéndose. Nosotros con Paco nos quitábamos esos corsés, había un momento en el que ya no le hacíamos caso. Teníamos la idea, pero de tres cuartos para adelante, Paco nos decía que extremo que no encarase o no intentase cosas, extremo que no jugaba. Hay que hacer cosas, sacar todo el talento, y da la sensación de que ahora llega el balón al extremo y tiene que centrar o esperar. ¿Dónde queda que el jugador tome sus propias decisiones?
El año que descendéis, Paco Jémez comentó que no podíais jugar con Lass y Bebé en el mismo once porque eran demasiado rápidos.
Recuerdo mantener una conversación con Paco, porque yo se lo había comentado después de un partido en Getafe. Él me vino a preguntar y le dije que creía que uno de nuestros problemas era que el tener a dos extremos tan rápidos, muy del mismo perfil, cada vez que recibían tiraban hacia delante y la jugada se precipitaba y no nos daba tiempo a llegar al resto del equipo, por lo que muchas pérdidas suyas nos hacían mucho daño. Necesitábamos un perfil más extremo y otro perfil más centrocampista, y luego se modificó y estuvimos mejor.
Mucha gente quiso relacionar el estilo ofensivo y valiente del Rayo con el hecho de descender en 2016. ¿Fue por detalles?
Creo que fueron pequeños detalles, porque el descenso se consumó el último partido, aunque hubo encuentros donde realmente nos dejamos puntos que terminaron siendo los importantes. Me acuerdo que en el campo del Málaga nos empatan en el 95' o el partido que comenté ante el Real Madrid que lo ganó Bale en el tramo final en un momento que en vez de estar satisfechos con el empate tuvimos ese ímpetu para ir a ganarlo. No fue por nuestra forma de jugar, porque precisamente por ello llegamos con opciones a la última jornada de Liga.
¿Le sigue doliendo que se acusase al Rayo de un posible amaño en la derrota en Anoeta en la penúltima jornada?
Sí. Se ensuciaba nuestro camino en la Liga y siempre digo lo mismo: cada uno puede pensar lo que quiera, pero acusar a alguien es muy grave, hay que andar con cuidado. Cuando tengas pruebas, cuando realmente puedas demostrar que hubo algo, acusa, denuncia y vete hasta el final. Mientras no sea así, al final haces daño al jugador, a la institución y a sus familias. Se genera una sospecha que ya no se va, y al final si lo piensas... ¿en qué ha quedado? Nadie ha podido denunciar ni demostrar nada. Yo estuve ahí dentro y no vi nada sospechoso nunca, ningún comportamiento o comentario que me haya hecho sospechar. La mancha quedará ahí para siempre, y eso duele. No puedes salir en público, soltar eso y no ir hasta el final.
¿En qué jugadores se fijaba?
Cuando era pequeño me gustaba mucho Guardiola por cómo jugaba, ya veías que tácticamente era un elegido porque veía cosas que los otros no. Te fijas en los mejores, los Xavi, Iniesta, Busquets, Kroos o Modric. En la posición en la que jugaba intentaba variar mucho las zonas de acción. Me gustaba abrirme, colocarme entre centrales, tirarme más hacia mi izquierda... Quizás en Kroos era el que más me fijaba de todo por cómo se perfila y se orienta.
Jugó contra Messi, Suárez y Neymar y contra Bale, Benzema y Cristiano. MSN y BBC. ¿Qué delantera era mejor?
Los dos eran increíbles. Quizás la sensación que teníamos cuando jugábamos ante el Real Madrid es que si estos tres tenían espacios, te aniquilaban. Me acuerdo del día del 10-2 en el Bernabéu que nos quedamos con 9 y ellos se pusieron las botas. Si hay un partido que realmente les gustase a estos bichos, era este, porque nosotros estábamos atacando con dos jugadores menos y con cada robo tenían 60 metros para correr con Bale, y Cristiano. Imparables. En cambio, Messi, Neymar y Suárez, eran mucho más complicados. Jugadores que en espacios reducidos son muy buenos, en espacios largos son letales... Lo dominaban todo. Además, su presión tras pérdida era buenísima, era muy, muy difícil jugar contra ellos. Los del Real Madrid diría que eran más velocistas.
El día del 10-2 en el Santiago Bernabéu os quedasteis con 9 y tratasteis de atacar igual. ¿Cómo recuerda aquello?
Recuerdo que cuando íbamos 5-2, cada vez que metía un gol Cristiano iba a buscar el balón a la portería. Le decía, "oye, ¡para! hazlo el partido siguiente o el anterior contra el Barça. Estamos con dos menos, nos estás matando y estás corriendo a por el balón ¡Cabrón! " Y son gente que te huele la sangre y cuando la huele que estás jodido, porque no te perdonan.
¿Qué delantero le sorprendió más?
Neymar. Era un jugador que no te dejaba descansar. Messi es el mejor jugador del mundo y llevaba el partido como quería, pero se autogestionaba más, regulaba sus esfuerzos, pero Neymar cada vez que recibía te encaraba y forzaba muchas ayudas. Recuerda un poco al Vinicius de ahora, porque cada vez que Neymar recibía te ponía en tensión, iba a por ti. El nivel de estrés que producía al rival era muy alto, una pena lo que le ha pasado después.
Coincidió con Xavi Hernández en La Masia, después como rivales y ahora ambos sois entrenadores.
Fui a probar en cadetes al Barça y Xavi ya estaba ahí. Recuerdo que yo jugaba de delantero, era la época en la que estaba Cruyff, y en un partido me echaron para atrás para ser el mediocentro y que tenía que marcar al rival, que era Xavi. Iba muy fuerte. Lógicamente me estaba jugando quedarme en el Barça. Él ya estaba allí. Tú ves a ese tipo de jugadores con los que te das cuenta de que con los años van a poder ser entrenadores. Porque Pep veía el fútbol muy por delante de los demás. Tácticamente era un privilegiado. Él veía las cosas antes que los entrenadores. Y Xavi un poquito lo mismo. Como entrenador, no ha llegado en el mejor momento del FC Barcelona. Xavi intenta llevar un modelo, intenta volver un poquito a lo que él vivió jugando. Pero, lógicamente, el Barça no espera. Necesita resultados, necesita hacerlo ya. Le veo capacitado, pero se necesita paciencia. Acordémonos de lo que se decía de Pep cuando llegó al FC Barcelona como entrenador.