Este Real Madrid es finalista... pero no gana para sustos

El Real Madrid entró frío en este Mundial de Clubes cuya concepción le convierte en una suerte de guerra entre dos mundos. Por la plaga de bajas (Courtois, Benzema, Militao, Asensio, Carvajal...) o por un problema de fútbol estructural más que coyuntural, los blancos siguen pálidos. Aun así, superó al Al Ahly por un marcador (1-4) que no refleja ni los sustos ni los dos paradones de Lunin.

Los egipcios, amables en defensa, apretaron arriba con un El Shahat que complicó la vida a Camavinga. Él forzó el penalti que redujo la distancia con los goles de Vinicius y Valverde y subió el ánimo del Al Ahly, que puso en muchos aprietos a los de Ancelotti. Ya en el descuento, y después de fallar un penalti Modric, Rodrygo (tras genialidad de Ceballos) y Arribas (a los pocos segundos de entrar) certificaron el sufrido triunfo. El Madrid, por tanto, se enfrentará el sábado en la final del Mundial de Clubes ante el Al-Hilal. Sin presumir lo más mínimo.

La jugada fue en el minuto 92 y la trenzaron entre Rodrygo y Ceballos, el más certero y el que tiene más duende. Una pared entre los dos, acabó con asistencia de tacón del utrerano al brasileño para marcar el 1-3 y dar la tranquilidad al equipo después de momentos de agobio. El día que Rodrygo encuentre de verdad su posición ideal va a explotar. Juega por la derecha, por la izquierda, por dentro... Contra el Al Ahly fue nueve, puesto que no es el suyo. pero Ancelotti insiste en él para cubrir las ausencias de Benzema dejando más en evidencia el solar que tiene el equipo en esa demarcación. Pese a ello, siempre deja jugadas de categoría. Por su parte, Ceballos sigue en estado de gracia. Su juego va más allá del dato. Por fin encontró su lugar en el Madrid. Y ha replicado en el foro adecuado: el césped.

Lunin salvó por momentos al Real Madrid ante el Al Ahly. Esto habla bien del ucraniano, muy bien del conjunto egipcio y señala al equipo blanco en defensa. Ante un rival inferior en talento y calidad, el portero utilizó bien el escaparate para mostrarse al mundo cuando más lo necesita y se vistió de Courtois. Dos paradones evitaron el sonrojo. No es sencillo salir en frío, como en Mallorca, reemplazar a un portero que roza la santidad como el belga y mostrar la seguridad que otorga esa regularidad de la que él carece. No obstante, el ucraniano está salvando la papeleta e imponiéndose a cierta desazón que le acompaña, desde aquel partido de Copa ante el Villarreal en el que se enteró de su suplencia por la prensa. Los dos paradones en el Mundial de Clubes le hacen justicia.

El Al Ahly se midió en duelo al Madrid con intención pero sin pistolas. Los egipcios se enfrentaron sin admiración hacia el campeón de Europa y sí con muchísima intención. En el primer tiempo llegó a dar tres avisos a los blancos, jugando con entusiasmo y, en momentos, con buen gusto. En este sentido, sacó la cabeza El Shahat, un velocista que le exigió lo indecible a Camavinga. En una de las ocasiones en las que logró irse del francés, sorprendió con un zapatazo que sólo un paradón de Lunin evitó el gol. El egipcio hizo sufrir mucho al '3' postizo del Madrid. Incluso le sacó el penalti que convirtió Maloul en el 1-2. El Al Ahly nunca le perdió la cara al partido y ese tanto le subió tanto los decibelios que la apretó la corbata a los blancos: El Shenawy le paró un penalti a Modric y el subcampeón de África incluso estuvo a un paso de empatar. Al final, cayó por la ley de la gravedad. Una derrota que le dignifica a ojos del mundo.

Muchas veces poner distancia es el remedio para salir del ojo del huracán, reencontrarse con uno mismo e identificar de nuevo el propósito de vida. El de Vinicius no es otro que encarar, endiablarse en la carrera y ser determinante de cara a puerta. Después de la Operación Acoso y Derribo que sufrió en Mallorca, con patadas, insultos racistas y actitudes poco ejemplarizantes, había interés por verle en Marruecos, en un campo con otra atmósfera y ante un rival con menos ojeriza. Vinicius encontró consuelo fuera de España, lejos del ruido y frente a un rival bastante amable en la marca. Su gol fue un ejemplo de la falta de precisión del contrincante. Aprovechó un error clamoroso en el despeje de Metwally para marcar un buen gol, picándole la pelota con clase a El Shenawy. Además, forzó un penalti. El partido de Vini valdrá más para la estadística (suma ya 14 tantos) que para el recuerdo. Y también para la calma.

Después de varios partidos saboreando la gloria del puesto, Camavinga conoció contra el Al Ahly la noche. Comenzó entonado, como en él ha sido habitual desde que Ancelotti decidió su destierro al lateral izquierdo: contribuyendo en la salida de balón y aportando en ataque. Sin embargo, tuvo enfrente a un jugador que le llevó por la calle de la amargura. El Shahat fue una gota malaya que acabó con la confianza del francés hasta hacer de la banda izquierda un auténtico agujero. Por primera vez en las últimas semanas, se le vio despistado en defensa y, en ocasiones, superado. Uno de sus muchos errores atrás provocó el penalti que metió al Al Ahly en el partido y le puso el agobio en el cuerpo del Madrid. Eso sí, en ataque volvió a aportar con su potencia de piernas y su criterio para sacar la pelota jugada. Camavinga no quiere ser lateral, el suyo es un movimiento de urgencia que se ha convertido en solución y, obviamente, tiene lagunas propias de un recién llegado. Pero los fallos en Marruecos no borran que lo suyo ha sido una serendipia.

La irrupción de un canterano siempre ilusiona. Inyecta para encarar el futuro un optimismo que no es el mismo que el que te da un fichaje. Es otro. Más cálido y confortable, orgullo de padre al ver que la casa funciona. Y no hay canterano que ahora mismo haga soñar más al madridismo que Sergio Arribas. El mediapunta demostró ante el Al Ahly que es un tipo con ángel. Y gol. Entró en el campo en el descuento y a los 28 segundos recogió un rechace en el área egipcia y abrochó el encuentro con el cuarto. Su primer tanto con el Real Madrid supuso el más rápido de un suplente en toda la historia del Mundial de Clubes. Superó al de Bale (47 segundos) contra Al-Jazira en 2017. Señales como las de Arribas son para tenerlas en cuenta. Hay que mirar más a La Fábrica.

Y Valverde, en Marruecos, por fin gritó de liberación. No estaba (está) pasando un buen momento el uruguayo y el primer paso para superar el bache es reconocerlo. El martes, lo admitió en conferencia de prensa: "Después del Mundial no soy el mismo". Contra el Al Ahly comenzó a serlo. Tuvo mucha más pujanza e influencia en el juego, presionando y con más intención en ataque. Nada más comenzar la segunda parte, se encontró un gol que no es un gol cualquiera. Recibió el rechace de El Shenawy y definió con mucha sangre fría. Un tanto, el noveno de la temporada, que refuerza su confianza y que le coloca a uno solo de batir su apuesta con Ancelotti. Los abrazos de sus compañeros pusieron de manifiesto que el uruguayo no lo estaba pasando bien.