El movimiento que ha ayudado a Raphinha a cambiar el relato en el Barça
El atacante azulgrana está jugando el mejor fútbol de siempre.
Las opiniones se construyen en la inmediatez. En el ahora. Solo así se entiende la ingente voluptuosidad opinativa alrededor de cada jugador, capaz de configurar y destrozar su figura tras cada día. Los partidos sirven para emitir sentencia y nunca se da tiempo para la evolución o el cambio, a eso nos negamos de forma catedralicia para poder sentenciar y prejuzgar. Raphinha, el jugador de fondo centroeuropeo que nació en Brasil, arrastra su punto de partido como una penitencia. Mientras la gente espera de él magia y desborde, él se encarga de alejar los tópicos con un fútbol nacido en la cuna del gegenpressing que ahora, bajo el manto de Hansi Flick, obtiene un reconocimiento justo. Raphinha ha nacido.
Vale decir que fue Xavi Hernández quien empezó con la reconversión de Raphinha. El primer día fue ante el Inter, en uno de los partidos que condenó al Barça a Europa League (1-0), con Dembélé como extremo diestro y Raphinha, enjaulado, en el otro perfil. Allí, recibiendo al pie y sin margen para poder correr, el brasileño se ahogó. ¿Debía alejarse de esa banda? Como siempre, el fútbol no es una cuestión de posiciones, sino de relaciones. No tanto de puntos de partida, sino de qué puntos pisas en tu viaje. Más adelante, ya con Lamine Yamal inamovible en ese perfil diestro, a Xavi no le quedó otra que resituarlo allí, pero perfilándolo más a un juego profundo, de amenaza al espacio y no al pie. Flick, en un juego de ideas, se la tomó prestada a Xavi.
Una nueva vida
De inicio, Flick ya ha leído que Raphinha es un jugador más dañino en zonas centrales que en zonas exteriores. En las tres primeras jornadas, todavía sin Olmo como titular, Raphinha fue el interior diestro del FC Barcelona, una especie de mediapunta o segundo delantero, sobre todo útil desde el apoyo y la ruptura. Lo que sucede es que el brasileño coincidía, en tiempo y espacio, en la misma zona que Lamine Yamal, y la mezcla, lejos de ser perfecta, añadía un punto de excitación al juego que no ayudaba al Barça, alejando el juego interior y dejando sin apoyos cercanos a Lamine ante la urgencia de Raphinha a la hora de correr. El aterrizaje de Dani Olmo lo templó y ordenó todo en Vallecas, y ya ante el Valladolid se vio por qué Raphinha debe ser el jugador más alejado de Lamine, aunque a la vez este sea el que más conecta con él.
Los casi 135 minutos con Dani Olmo en el campo son los mejores del FC Barcelona por dos motivos. El primero es por el simple hecho de juntar a Olmo con Pedri en zonas interiores, cambiando a un extremo sin tanta sensibilidad técnica por un jugador muy liviano, inteligente y hábil en zonas de estrés: hay más juego interior, todo es más impredecible y las jugadas suceden más rápido. El segundo es porque Raphinha se transforma en un compensador gigantesco, una válvula de escape que ofrece oxigeno a cada posesión, dinamiza secuencias y estira al equipo. Con pasadores excepcionales como Cubarsí, Pedri, Olmo y, sobre todo, Lamine Yamal, lo lógico es alejarse cuando estos reciben. Y Flick ha encontrado la fórmula.
Así explicó Hansi Flick el rendimiento de Raphinha: "Está dando un gran rendimiento, se siente libre sobre el césped. Para nosotros es importante que se mueva y abra espacios para sus compañeros. Hace muchas cosas y todas bien". Clave lo que cita el técnico alemán a la hora de referirse a la "libertad" que tiene el brasileño, y que se aprecia en el mapa de arriba. Apenas recibe en su teórica zona de extremo izquierdo, y la mayoría de pases se dan por zonas interiores, en profundidad. Ningún jugador del equipo ha recibido más pases que superan una línea (49), señal de la cantidad de movimientos que realiza para ser receptor. Su movilidad está regalando muchas ocasiones de gol al Barça.
La mejoría es palpable, numérica y anímica. Hansi Flick ha traído consigo mismo una libreta de principios que Raphinha cumple a rajatabla: agresividad como motor de juego, voracidad para ocupar espacios que se abren y abrirlos para que el compañero los ocupe, un cambio de chip inmediato cuando se pierde la pelota, esfuerzos sostenidos a alta intensidad y el hambre de quien, a los 27 años, siente que su momento ha llegado.
Si algo ha sufrido el Barça los últimos años es una pasividad imponente, un déficit energético que Gavi solucionó en parte con su debut en la zona central. De ahí que Raphinha haya supuesto una bocanada de aire fresco en este rol, teniendo a Cubarsí, Pedri y Lamine como motores creativos desde el pase, marcando dónde y a qué velocidad se juega, el brasileño dicta qué espacios son susceptibles de atacar. Su movimiento marca el camino, y el Barça disfruta de toda aquella energía que durante años se le negó. El brasileño se encuentra con el entrenador que buscó toda una vida, con el fútbol que abrazó sin saberlo.