"Decile a tu hijo, Ángel, que a Rosario no vuelva más": las amenazas a Di María desnudan al fútbol argentino
Primero fue la fragilidad, ahora es la vergüenza: las amenazas a Di María desnudan al fútbol argentino

Un mensaje tan amenazante como tosco puso a Ángel Di María ante la realidad, pero también al propio fútbol argentino: a la fragilidad de siempre se le suma ahora la vergüenza. El mensaje decía lo siguiente: "Decile a tu hijo Ángel que a Rosario no vuelva más porque sino le cagamos matando un familiar. Ni Pullaro te va a salvar. Nosotros no tiramos papelitos. Plomo y muertos tiramos".
Pullaro es Maximiliano Pullaro, gobernador de la provincia de Santa Fe, que incluye a la vapuleada ciudad de Rosario. Pullaro es la cabeza visible del recrudecimiento de la lucha contra el narco en la provincia, y por eso él también está amenazado y decidió enviar a su familia a un lugar más seguro.
Un año atrás, en 2023, los amenazados fueron los Messi. Esta vez le tocó a Di María, y la combinación de nombres tan importantes permitió, casi de un momento para el otro, que se viera una realidad que no se terminaba de advertir. Históricamente, el fútbol argentino se quedaba sin estrellas, o las disfrutaba por poco tiempo, porque su fragilidad económica no le permitía sostener su coste. Pero ahora el mayor obstáculo es otro.
¿Volver a un país en el que bandas narco te amenazan de muerte?
Messi y Di María lo saben desde hace tiempo, el sueño de niños de cerrar sus carreras en los clubes que aman -Newell 's Old Boys y Rosario Central- es cada vez más complejo y menos atractivo.
Cuando en los recesos invernales y veraniegos del fútbol europeo -ahora también estadounidense- se dice que Mesi y Di María regresan a Rosario a pasar unos días de vacaciones, en realidad no regresan a Rosario. Como tantos y tantos millonarios, se instalan en barrios cerrados, "countries" a las afueras de la ciudad, con controles de seguridad y accesos restringidos. Están en Rosario, pero no están.
😢 Ángel Di María se despide de la selección argentina.
— Relevo (@relevo) November 23, 2023
El jugador lo ha anunciado con un emotivo mensaje en sus redes.
💬 "La Copa América será la última vez que vista la camiseta de Argentina, con todo el dolor del alma y sintiendo un nudo en la garganta me despido". pic.twitter.com/T8RFDt0wi0
Fue ante una de esas fortalezas, "Funes Hills", frente a "Kentucky Club de Campo", el refugio seguro de Messi, donde en la madrugada de este lunes se arrojó el mensaje amenazante contra Di María. Amenazas de madrugada, muy similar a lo que vivieron los Messi en marzo de 2023, cuando el padre de Antonela Roccuzzo, la esposa del campeón del mundo, recibió un mensaje inequívoco: uno de sus supermercados amaneció con 14 balazos en la persiana y un mensaje en un papel que decía "Messi, te estamos esperando. Javkin es narco, no te va a cuidar".
Javkin es el alcalde de Rosario, Pablo Javkin, que está sideralmente lejos de ser un narco. Pero la amenaza, dirigida al jugador que acababa de consagrarse campeón del mundo en Qatar, tuvo una resonancia extraordinaria.
Di María, de 36 años y exjugador del Real Madrid y del Paris Saint Germain, entre otros clubes, sabía dónde se metía cuando pensaba en la posibilidad de volver a Rosario y dejar la apacible Lisboa, donde hoy juega para el Benfica. "Últimamente estuve viendo lo que pasó en Rosario, eso te influye mucho en la familia. Tengo a mis viejos y a mis hermanas ahí, lo que estuvo pasando me afecta, me choca un montón".
Ahora ya lo sabe: tiene razones para que le choque. Ya no es solo el dato de que Rosario quintuplique la tasa de homicidios del promedio del país, que en Argentina está en 4,8 asesinatos por cada 100.000 habitantes, ni el hecho de que el gobierno de Javier Milei decidiera recientemente el envío de fuerzas federales a la provincia y darle participación al Ejército en el operativo de seguridad y de lucha contra las bandas narco.
No, Di María ya sabe que ni siquiera la estratégica ubicación de "Funes Hills" y de "Kentucky Club de Campo", a apenas 14 minutos del aeropuerto de Rosario, alcanza para blindarse ante la realidad de la que es su ciudad, pero ya no es su ciudad.