NORUEGA-ESPAÑA

Martin Odegaard: cuando ocho años fueron demasiados para tener paciencia

"Creo que irme del Madrid fue la mejor decisión", dijo el noruego este sábado, que ni gozó de la confianza de los técnicos, ni él supo esperar.

Odegaard, en un partido como capitán de Noruega. /GETTY
Odegaard, en un partido como capitán de Noruega. GETTY
Sergio Gómez

Sergio Gómez

"Disfruté mi tiempo en Madrid y entrené con los mejores, pero creo que irme fue la mejor decisión", soltó Martin Odegaard ( 17 de diciembre de 1998, Drammen, Noruega) antes de enfrentarse este domingo a España. La tranquilidad es la mitad del remedio y la paciencia es el comienzo de la cura. El primer remedio le faltó en su etapa en el Real Madrid, el segundo lo ha aplicado Mikel Arteta para acunar en el Arsenal su talento. En primer lugar en sus seis meses de cesión. Y definitivamente desde agosto de 2021, cuando el club inglés le fichó de pleno derecho. Le dio minutos, confianza y le entregó el brazalete de capitán. Odegaard se ha convertido en ese líder que presintió el Real Madrid cuando hace más de ocho años, el 22 de enero de 2015, le presentó ante los medios de comunicación, escoltado por Emilio Butragueño, como la gran promesa del fútbol europeo. No en vano, es el único jugador del Castilla que ha tenido presentación.

Por la falta de confianza en Chamartín y, además, por la ausencia de aguante del jugador ante lo que consideraba una suerte de techo de cristal en el primer equipo, Odegaard decidió echar raíces en Londres después de crecer en varias cesiones, sobre todo en la Real Sociedad. 

El punto de inflexión, sucede con frecuencia, fue una charla. El noruego tenía el ánimo subido después de un año magnífico en San Sebastián y una conversación con Ancelotti, a finales de julio de 2021, le bañó de realidad. El italiano le trasladó que iba a tener mucha competencia. El cerebro del futbolista tradujo que no iba a jugar. Eso motivó su marcha a la Premier, donde se ha instalado en la elite después de un proceso de adaptación, cocción y maduración largo, que comenzó en su infancia.

Odegaard, rodeado de rivales de Chipre en el último partido con Noruega.  AFP
Odegaard, rodeado de rivales de Chipre en el último partido con Noruega. AFP

Fue su padre, el exfutbolista Hans Erik Odegaard, el escultor que empezó a moldear a Martin desde muy niño. Consciente de que en casa guardaba una joya, el cabeza de familia pretendió educarle en la ética del stajanovismo. El talento sin constancia se diluye. Por eso, las órdenes eran claras: entrenar mucho, entrenar bien y entrenar por el camino correcto.

Él fue su entrenador personal en los inicios de su carrera y en su filosofía no había dudas: trabajo y balón. Construyó un campo de hierba artificial junto a su casa para que su hijo se ejercitara cuando y cuanto quisiera y con la pelota siempre presente con el fin de pulir el toque y las estrategias para salir de la presión.

Desde los ocho años, Han Erik comenzó a influir en la orientación y la visión de juego, de la que hoy Martin presume. Para desarrollar esa amplitud de vista, utilizaba a sus dos hijos. Él se ponía delante de la actual estrella del Arsenal y el hermano mayor, detrás. Este último se posicionaba a su derecha o su izquierda y le pasaba la pelota. Mientras, el primero tenía que cambiar de dirección y salir hacia el lado opuesto. Alimentó así su capacidad reactiva. Tampoco se libró de esa imagen de celuloide que tantos niños han protagonizado (y protagonizan) y tan pocos han sacado rédito de ella: durante horas se pasaba disparando contra una pared.

Del Drammen Strong... al cielo

Su relación con el fútbol, por tanto, le vino en el ADN. Sin embargo, su primer vínculo serio lo tuvo con el Drammen Strong, un equipo local. De ahí, en 2009, con 11 años, se incorporó a las categorías inferiores del modesto Strømsgodset. Su zurda ya comenzaba a maravillar y a llamar la atención de media Europa. Hans Erik Odegaard tuvo al chico de ronda por el Viejo Continente. Hizo pruebas en las canteras del Manchester United, del Liverpool, del propio Arsenal, del Bayern. También visitó La Masia... Pero se quedó en Valdebebas después de que el Madrid pagara 3,4 millones, incluyendo variables. Era una sensación, había debutado ya con la absoluta de Noruega y sólo tenía 16 años…

Odegaard se presenta en el Real Madrid, el 22 de enero de 2015.
Odegaard se presenta en el Real Madrid, el 22 de enero de 2015.

Con estos antecedentes se presentó Odegaard frente a las cámaras aquel 22 de enero de 2015. Era un niño, pero iba a recibir un salario galáctico. Fue el premio por elegir al club blanco y arma que decantó la balanza en el pulso con otros grandes de Europa. El Madrid le prometió 3,5 millones brutos por temporada (dos millones netos) y aquello causó algún recelo en el vestuario del Castilla. También le cargó con muchísima presión. Jugaba con el filial, pero se entrenaba con el primer equipo. Cuatro meses transcurrieron desde su puesta de largo mediática hasta su debut con el Real Madrid.

Fue el 23 de mayo de 2015, ante el Getafe, sustituyendo... a Cristiano. Disputó media hora. Fue el último partido de Ancelotti, que ya tenía el despido bajo el brazo después de acabar la temporada sin Liga, Champions y Copa. Un año y medio después, el italiano le puso voz a lo que rumió en silencio esa tarde: "Cuando Florentino compra a un futbolista noruego simplemente hay que aceptarlo. Además, el presidente decidió que jugaría tres partidos con el primer equipo como un golpe de relaciones públicas". Dos meses después, Benítez le hizo jugar en la gira de pretemporada 45 minutos contra la Roma, más por compromiso que por convicción, y sólo lo utilizó después en el amistoso en Oslo frente el Valerenga, organizado para hacer caja en Noruega con él como reclamo.

Tibio en el Castilla y tournée de cesiones

Sobre sus tiernas espaldas aguantó siempre la etiqueta de ser más un fichaje de márketing que de provecho futbolístico. Y le pesó. En el Castilla no acabó de imponerse, su juego era más bien tibio, combinado con algún destello. Para alcanzar vuelo, desde enero de 2017 comenzó a encadenar cesiones. Primero en el Heerenveen holandés, donde estuvo 18 meses y vivió una montaña rusa (tres goles y cinco asistencias en 43 partidos). Después, en el Vitesse, donde se comenzó a vislumbrar lo que podía dar: 11 goles, 12 asistencias en 39 partidos fue su balance. Más allá de los datos, allí adquirió una mayor madurez física y futbolística. Pero fue en la Real Sociedad donde pegó el estirón (2019-20). Un entorno propicio y un club ejemplar le hizo caer de pie. Siete goles, nueve asistencias y una regularidad que no había tenido antes (jugó en una temporada 36 partidos) le llevaron a sentirse ídolo por primera vez. Imanol, como Arteta, supo cuidarle.

Odegaard celebra un gol marcado con la Real Sociedad.
Odegaard celebra un gol marcado con la Real Sociedad.

Ese estallido le colocaba en una posición ideal para consolidarse, por fin, en un Real Madrid en el que el centro del campo (Casemiro, Kroos, Modric) comenzaba a cargarse de años. Pero ni Zidane terminó por confiar en él (233 minutos en los 16 partidos que estuvo disponible), ni Ancelotti le dio seguridad en el futuro, ni él supo asumir su condición de suplente. Así que en enero de 2021 se cerró primero la cesión al Arsenal y el préstamo acabó siendo relación duradera aquel verano después de que los ingleses pagasen 40 millones de euros.

Un loco del fútbol con una cabeza de hierro

"Cuando conseguimos su cesión me quedé muy sorprendido. En ese momento, era demasiado bueno para aquel equipo. El Real Madrid compró a Odegaard con 15 años, no tuvo la paciencia necesaria y el Arsenal se benefició de ello", llegó a asegurar Ian Wright, leyenda gunner. Su fortaleza mental ha sido una de las claves para no acabar engullido por la presión ni las expectativas, convertirse en referencia para los niños nórdicos y, junto con Haaland, ser el electroshock de Noruega. Por los dos pasan las (escasas) esperanzas de clasificación para la Eurocopa.

Quienes más le conocen aseguran a Relevo que su capacidad de manejar los contratiempos es enorme. Posee una fuerte disposición para que su autoestima no flaquee ante un error o un comentario. Además, es un loco del fútbol. Se cuida al extremo (ha llegado a concentrarse en el Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada para aprovechar la altitud y recuperar tono físico) y lo ve todo. Lo consume todo. Vive por y para este deporte. Otro motivo que ha hecho que Odegaard encaje como un guante con Arteta y ya sea, junto a Haaland, el líder de su selección.