Era un partido para que el Real Madrid marcara más goles

La conclusión que un servidor se llevó del partido fue que al Madrid le faltaron no solo goles, sino también remates y momentos de arreones de esos en los que se lleva por delante a todo lo que tenga enfrente. Era un duelo para pasar de los 14 disparos y, sobre todo, de la media docena entre los tres palos. Muy pocos. Eso sí, la puntería fue casi extrema. Seis tiros a puerta, cinco goles, más el remate final de Brahim que sacó el portero. En el ambiente quedó la sensación de que el equipo no se exprimió al máximo en busca de una goleada que le pudiera colocar en una mejor situación con todos aquellos rivales que lleguen a los 15 puntos en la última jornada, que son los máximos que puede llegar.
Dio la sensación, también, de que el rival era muy flojo en su línea defensiva, a pesar de su animosa presión alta. Era el enemigo propicio para marcar cinco, seis o los más posibles en busca de la carambola cada vez más imposible que pudiera meter al equipo entre los ochos primeros. No pareció lógico que en los últimos cinco minutos los blancos eligieran hacer un rondo en su campo para no perder el balón, en lugar de hacerlo en el área rival buscando un nuevo tanto.
Va a ser verdad que Ancelotti, como dijo hace dos semanas, estaba convencido de que tendría que pasar por la repesca para meterse en el pelotón de los que lucharán por el título y por eso encaminó todos los cambios a conceder minutos de descanso a sus jugadores de arriba, los más duchos en el arte de golear: Bellingham, Mbappé, Rodrygo. Solo se quedó con Vinicius en el campo, que no puede jugar ni contra el Valladolid, ni contra el Brest.
Sin embargo, la puesta en escena del once titular, con los hombres a disposición, no podía ser más ofensiva. Valverde en el lateral derecho; los dos centrocampistas más jugones, Modric-Ceballos, en el medio y los cuatro fantásticos arriba. Los goles fueron cayendo por inercia. Siempre a la carrera, en acciones rápidas de contra. Le costaba al equipo salir en ataques posiciónales. Solo con dos volantes es difícil. Mejoraba cuando Valverde se adelantaba o Bellingham se retrasaba. Por el contrario, sus transiciones ofensivas fueron siempre muy combinativas. El balón pasaba por cuatro o cinco futbolistas antes del remate final. El Madrid se asocia siempre en la profundidad. Pasa de su zona de creación a su zona de finalización. Como el Barça de Messi, Luis Suárez y Neymar en sus buenos tiempos del Barça.