EUROCOPA | ALBANIA - ESPAÑA

La angustia de Kempes cuando fue a entrenar a Albania: "Salí en el último avión a punto de estallar la guerra civil"

El campeón del mundo del 78, a punto de cumplir los 70 años, fue el primer técnico extranjero en entrenar en el campeonato albano.

Mario Alberto Kempes posa delante del estadio que lleva su nombre, en Córdoba. /SEBASTIÁN SALGUERO
Mario Alberto Kempes posa delante del estadio que lleva su nombre, en Córdoba. SEBASTIÁN SALGUERO
Enrique Ortego

Enrique Ortego

Las aventuras y desventuras del fútbol albanés, contra cuya selección se enfrenta hoy España en el tercer partido de la Eurocopa, podrían perfectamente convertirse en argumentos de un best-seller literario a nivel nacional y más ahora que el país ha enloquecido con la presencia de su equipo nacional en Alemania 2024. Hasta el punto de que se han suspendido las sesiones del Kuvendi, que así se denomina su Parlamento. ¿Razones? La mayor parte de sus 140 diputados han confirmado su desplazamiento a tierras germanas para estar presentes en los partidos de su selección. Si Albania diera la sorpresa, ganara a España y se clasificara para octavos de final, el país estaría dos semanas prácticamente paralizado a efectos políticos.

Hurgando en la historia del fútbol albanés, cuya federación fue fundada en 1930 e inscrita en la FIFA dos años más tarde, se tiene constancia de que su presente siempre fue unido de la mano de las situaciones política, económica y social del propio país. No disputó su primer partido hasta el 7 de agosto de 1946 contra Yugoslavia en la Copa de los Balcanes. El semi profesionalismo no llegó a los clubes albaneses hasta que en 1991 dejó de estar bajo el régimen comunista y en 1992 su federación se inscribió en la UEFA, lo que posibilitaba a los clubes y a la selección a participar en las competiciones continentales.

Su caminar fue lento, a paso de tortuga, como el del país, en todos los torneos que disputaba, pero de vez en cuando llegaban noticias de hechos significativos acaecidos para intentar dar pasos de gigante, como el ocurrido en diciembre del 96, cuando se anunció, con el consiguiente revuelo internacional, que Mario Alberto Kempes, campeón del mundo con Argentina en 1978, se iba a convertir en el primer técnico extranjero de reconocido prestigio que iba a dirigir a un club albanés. Todo ocurrió pocos meses después de unas elecciones legislativas en las que resultó ganador el Partido Democrático de Sali Berisha y que llevó al país a un colapso financiero provocado por los sistemas piramidales defendidos por el Gobierno.

Ajeno a todo ello, porque no hablaba nada más que español y unas palabras de italiano para hablar con su chófer, Kempes aterrizó en Tirana como lo que era y continua siendo un ídolo futbolístico de tamaño universal. El argentino llevaba una década inmerso en una aventura futbolística sin fronteras. Después de su última experiencia como jugador en España, en el Hércules, (85-86), tiró de carretera y manta. Casi seis años en Austria (First Vienna FC, Saint Polten, Kremser FC) para volver a su país y, en teoría, colgar las botas. Se las volvió a poner para hacer un favor a un amigo y ayudar a salvar del descenso al Arturo Fernández Vial, club de la segunda división chilena. Marcó cinco goles en 11 partidos. Tenía 42 años y vivía a caballo entre Mendoza y Concepción, la ciudad chilena del club.

Nada que ver con su siguiente destino: Indonesia. Entrenador-jugador del Pelita Jaya (1996), último paso antes de su aterrizaje en Tirana. El club que había seleccionado a Kempes entre un centenar de técnicos europeos y suramericanos no era de la capital, era el KS Lushnja, propiedad de la familia Xhaferri. Rrapush, el padre y Pellunmb, el hijo, que fue quien contactó con Marito por medio de un intermediario. Los Xhaferri eran una de las empresas más fuertes del país, cercanos al presidente del Gobierno recién elegido y que buscaban una imagen deportiva internacional para asociar a su compañía líder en el sistema piramidal de préstamos. La oferta económica era buena. Dos años de contrato a razón de 250.000 dólares por temporada. Llegó acompañado de su hermano Sergio, a quien ofrecieron 50.000.

Llegada con honores y huida exprés

Nada hacía presagiar lo que sucedido casi inmediatamente después. El traslado de Tirana a Lushnje fue en un Mercedes de último modelo, con un conductor que hablaba, como ellos, cuatro palabras de italiano. Ni una más. Ni inglés, ni alemán. Tampoco lo había aprendido en sus casi seis en Austria. El día de la presentación, el estadio Abdurrahman Roza Haxid estaba lleno. A reventar. Más cinco mil aficionados. A continuación, se organizó una fiesta en su honor a la que acudieron todas las fuerzas vivas de la ciudad y hasta de la capital.

"Su pasión por el fútbol era palpable. Lo notamos en las pocas semanas que estuvimos allí. Jugamos un partido de Liga, que ganamos, ante el Librazhd, y una eliminatoria de Copa de Albania ante el Teuta. Suspendieron el campeonato por la situación política y económica en la que había caído el país. Me había llamado también la atención que, a pesar de ser un país con problemas, en Tirana, la capital, no se veía miseria en la calles y había mucha gente. Cuando pregunté si eran desocupados, me contestaron que no, que todos ellos tenían puesto su dinero a un interés increíble, que en algunos casos les rentaba el triple de lo que habían puesto. ¡Quién iba a pensar entonces en trabajar! Todo ese bienestar se perdió con la quiebra de las financieras, una de ellas era propiedad del padre del presidente del club que dirigía. Ellos fueron presos y estalló un movimiento popular en las calles que parecía una guerra civil".

Así describió Kempes su situación cuando llegó a Argentina. Albania había quebrado. La situación se denominó internacionalmente como el Levantamiento de la lotería. El pueblo había depositado en esas financieras todo su dinero, que ofrecían mejores condiciones que los bancos oficiales, y se quedaron sin nada. Como Mario. De la noche a la mañana se encontró sin trabajo, habiendo cobrado una mínima cantidad de su contrato, su hermano nada. Además el aviso del secretario del club fue tajante: "Váyanse del país ahora que pueden. Cada vez van a salir menos aviones para Europa". Los Kempes hicieron las 'valijas' en un abrir y cerrar de ojos y se fueron para el aeropuerto, ya tomado por el Ejército. "Nos dijeron que ya solo había un vuelo de Alitalia para Roma y en ese nos metimos. El control de pasaporte se nos hizo eterno. Revisaban todo. ¡Qué se yo! No había otra forma de salir. Muchos habían decidido salir en barcas, algunas de plástico, y se hundieron cerca de la costa. Después de horas, pudimos salir hacia Roma y de ahí a Buenos Aires. Huíamos de una guerra civil".

Tal cual. El pueblo albanés se echó a la calle. El Gobierno no pudo compensar todo el dinero ingresado en las financieras con el consiguiente derrocamiento. Se calculan en dos millares los albaneses fallecidos en los enfrentamientos en las calles. El nuevo Gobierno pidió ayuda internacional para intentar reestablecer el orden en el país y el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el envío de 7.000 soldados para mantener el orden público y vigilar la distribución de la ayuda humanitaria. La economía nacional tardó años en ver la luz... y el fútbol albanés continuó con su lento caminar. Hasta 2016 no llegó su primera gran participación en una fase final de una gran competición, la Eurocopa. Ocho años después, ha repetido con todo un pueblo volcado con un combinado absolutamente profesional seleccionado desde una base de datos en la que se buscaron futbolistas que pudieran haber nacido en el país o pudieran tener antecedentes familiares.

Mario Kempes también continuó su camino. De Albania a Venezuela, escala de su salto posterior al fútbol boliviano, donde ganó un campeonato clausura con el Strongest. Nueva etapa en Costa Rica; vuelta a Bolivia; paso por el San Fernando de la Segunda B española (2002) y triple experiencia en la tercera y cuarta categoría del fútbol italiano... Pero como lo de Albania, nada incomparable.