Nayim explica el gol que nadie podrá comprender nunca: "Lo había intentado otras veces, pero salió en la final porque estaba predestinado, era nuestro día"
El ex futbolista, homenajeado con sus compañeros por el 30º aniversario de la Recopa, evoca una carrera que comenzó en el Barça de Maradona y se hizo inmortal un 10 de mayo en París.

Estos días, Nayim revive el ciclo interminable de recordatorios de su gol el 10 de mayo de 1995 en París: el tanto que le dio la Recopa al Real Zaragoza y lo convirtió en un mito en vida del zaragocismo. Han pasado 30 años y tanto el nombre del jugador ceutí como su gol perviven en calles de Zaragoza y localidades como Trasmoz y Alagón; en el polideportivo de la localidad turolense de Escucha; en alguna monografía y hasta en una banda de pop zaragozana. Este sábado, el equipo será homenajeado en medio del dilema que provoca el contraste entre el recuerdo y la precaria actualidad del Zaragoza, que se juega el descenso en Segunda.
La efemérides sirve para recordar la carrera de Nayim —nombre de origen egipcio que significa afortunado—, nacido Mohamed Ali Amar. El chico de Ceuta, fichado siendo apenas adolescente por el Barça, que creció y se hizo amigo de juegos y malabarismos de Maradona en el vestuario del Barça. Para después convertirse en pionero español en el Tottenham, adonde llegó de la mano de su mentor Terry Venables, y compañero admirado del inefable Paul Gascoigne. Pero sería en Zaragoza donde Yiyi se hizo inmortal, enrolado en una generación formidable y con la culminación de una inexplicable maravilla en forma de gol.
30 años de la Recopa, Yiyi.
Buf, es increíble, macho.
El Zaragoza ha ganado más títulos, incluso en Europa ya había ganado la Copa de Ferias de 1964, pero ninguno tiene la vigencia distintiva de la Recopa en el imaginario zaragocista.
La Recopa va a estar vigente para siempre, por el modo en que se ganó y por la forma de jugar del equipo, con un talento extraordinario en lo defensivo y lo ofensivo. Fue una final ganada de una manera inusual. Ganar una final europea en el último segundo con un gol casi desde el medio campo no es algo habitual. Pero hubo mucho más que eso. Disfruté muchísimo jugando con aquel equipo. Cuando tienes aquel nivel de jugadores ganas partidos, ganas finales, ganas títulos...
Es el momento culminante de un bloque construido pieza a pieza durante varios años, buscando jugadores de un gusto muy definido y en un momento álgido de sus carreras.
Desde Murcia se construyó ese equipo (se refiere a la eliminatoria de promoción contra el Real Murcia en 1991, momento que siempre se ha señalado como el punto de arranque hacia la gloria de aquel Zaragoza). Y has señalado algo para mí muy importante: estábamos muchos jugadores en nuestra época de madurez y en la edad ideal, que para mí está entre los 25 y 30 o 32 años, según dure el cuerpo. Tienes la experiencia, el saber estar, leer el juego... Llegamos todos en el mejor momento: ninguno estuvimos en ningún otro sitio mejor que aquí. Esnáider es un caso muy claro, Gustavo Poyet, al que no se quiso renovar y se marchó con mucho fútbol aún. A ese equipo le quedaba algún año más, pero bueno: lo disfrutamos muchísimo, veíamos los bufandeos de la afición y decíamos: no podemos perder, es que perder aquí es imposible. El que quiera ganarnos tenía que jugar y correr más que nosotros, y eso era muy complicado.
Antes de ir a la gloria, ya has nombrado uno de los dos puntos amargos en la historia de aquel equipo: se deshizo muy pronto y hubo varias salidas casi por la puerta de atrás.
Miguel y Paquete se fueron a México, Gustavo al Chelsea, Andoni y yo al Logroñés... Nos fuimos todos, nos fuimos todos. No sé la razón. Los que mandaban en ese momento pensaban que el equipo necesitaba una renovación, pero vamos... ese equipo tenía todavía dos o tres años para competir a ese nivel. Se entendió que había que renovar, que nos íbamos a hacer mayores. Hay que decir que trajeron muy buenos jugadores, pero en ese momento no mostraron el nivel que habíamos tenido antes. Después sí, el Kily González, Gustavo López, Morientes... Pero cuando vinieron les costó, porque el equipo estaba hecho.
El otro aspecto fue que en aquel momento sentimos que el Zaragoza podía dar un salto... y nunca se produjo.
Era el momento de que el club tuviera otro nivel, que compitiera todos los años con los mejores, quisieran venir los mejores jugadores... Ganar siempre es la oportunidad de que todo mejor: vienen inversores, todo el mundo quiere estar a tu lado. Era el momento de dar el paso para no estar en la situación en la que está el Zaragoza ahora. Pero no se hizo.
¿Te parece que la decadencia del Zaragoza, de alguna forma y aunque aún ganó copas en 2001 y 2004, empezó entonces?
Cuando haces las cosas mal año tras año, acumulas deuda y tal, al final pasa lo que pasa. Esto es así en el fútbol y en cualquier ámbito. Y es lo que se hizo en el Zaragoza en su momento: acumular deuda, perder, sufrir, los jugadores dejaron de ser del nivel de antes. Y estabas en Primera División a ver si no bajabas. Y al final, bajas. Y después, cuando ya estás abajo, sigue lo mismo. Tienes deuda, sólo puedes traer a jugadores normalitos para la categoría... y así estamos. Menos mal que ahora ha venido una nueva propiedad, el dinero no es problema. Ahora el problema es acertar con el entrenador y con los jugadores.
"La Recopa estará vigente siempre, porque ganar una final así no es algo habitual. La pena es que aquel equipo se deshizo muy pronto, teníamos aún un par de años para jugar a buen nivel, pero decidieron que nos íbamos a hacer mayores"
Ex futbolistaTú conociste, como segundo de Aurelio Gay, el periodo de Agapito que es cuando la estabilidad del Zaragoza de Alfonso Soláns se quiebra y entra en la deriva que lleva hasta hoy. Aquello empezó intentando construir un equipo con grandes futbolistas en un solo año.
Las historias se repiten. Si analizamos quién estaba detrás del equipo que se formó en nuestros años, vemos los nombres: estaba Pedro Herrera, estaba Víctor Muñoz, estaba Avelino Chaves... Gente que de esto sabe muchísimo. ¿Quién estaba detrás de los equipos que se formaron en la época de Agapito? Pues personas que, sin menospreciarlas, no tenían el nivel de Pedro, de Víctor ni de Chaves. Además del criterio de Víctor Fernández. Es que aquí hay que tener en cuenta qué jugadores han pasado por el Zaragoza. ¿Tú qué idea tienes? ¿Hacer un equipo mediocre y salir adelante? Ostras, que aquí ha habido jugadores y equipos que en fin, han estado Los Magníficos, Los Zaraguayos, el equipo de la Recopa, el de la Copa de Montjuïc con Villa, Milito, Savio, Galletti... Gente de calidad, una forma de jugar al fútbol que marca una idiosincrasia. Y de eso, en estos años, cada vez ha habido menos.
Retrocedamos a la historia de uno de aquellos jugadores: el niño Mohamed que, desde Ceuta, llega a La Masía. ¿Cómo fue?
Nosotros ganamos la liga en Ceuta, siendo infantiles, con el Unión África Ceutí. Y nos tocó jugar contra el Betis en la Copa. Fuimos a jugar a Sevilla. Y allí, lógicamente había muchos ojeadores viendo los partidos. Nos metieron 7-0 o 7-1, algo así. Había dos trofeos al Mejor Jugador para cada uno de los dos equipos, a mí me dieron el mejor del mío. Y había ahí un ojeador del Barcelona, llamó al club y dijo: "Oye, que aquí hay un morito que no lo hace mal". "Pues tráetelo a prueba". Y ahí empezó todo. Fui, estuve una semana allí probando, volví a casa y al mes me llamaron. Estuve en La Masía cuatro años y allí conocí a mucha gente: Guillermo Amor, Pep Guardiola, Tito Vilanova que en paz descanse, Fradera. Jordi Roura y alguno que se me olvida. Muchos jugadores. Disfruté muchísimo, La Masía se la recomiendo a cualquier porque no sólo te forman como futbolista, también exigen mucho en los estudios, el comportamiento. Te educan para la vida, aparte de obviamente entrenar y jugar al fútbol.
¿A qué edad llegaste al Barcelona?
Con 14 años, en 1982. Empecé jugando con el juvenil B, el mismo año me subieron al A. Al año siguiente empecé con el A y me subieron al Tercera División: y así sucesivamente hasta que llegué a los primeros equipos.
Se cuenta mucho tu coincidencia, aún muy joven, con Maradona en los entrenamientos del primer equipo cuando te subían. Y el espectáculo que dabais los dos jugando con cualquier cosa en el vestuario.
A los jóvenes en los que creían como promesas nos subían a entrenar con el primer equipo los miércoles, con el Flaco Menotti. Te vestías ahí en una esquinita. Y no sé por qué, a Diego le gustó mi forma de jugar, de tocar el balón, y nos juntábamos ahí a jugar. Él, con cualquier cosa redonda hacía lo que quería. La controlaba con una facilidad pasmosa. Yo, no tanto, obviamente no al nivel de Diego, pero también me gustaban esas cosas y nos dedicábamos a hacerlas con calcetines, con monedas... y echábamos unas risas.
¿Y en el campo? ¿Cómo era entrenar a su lado?
En el campo era donde más disfrutábamos. Después de los entrenamientos nos quedábamos a tirar faltas. Ya sabes que Diego siempre entrenaba sin atarse las botas. Yo le preguntaba: "Diego, ¿por qué no te atas las botas?". A mí me llamaba El turquito: "Mirá, Turquito, no me ato las botas porque yo no le pego al balón. Sólo lo acaricio, no necesito pegarle al balón". Y era verdad: nunca le pegaba fuerte al balón. Tenía una seguridad, una precisión en los golpeos y en los pases: no fallaba ninguno, ni uno. Era una maravilla. Aparte era muy buen compañero dentro del vestuario. Aquello a mí, imagínate, un chaval de 17 años, para mí supuso una experiencia increíble. Además Diego se portó siempre muy bien conmigo, me regaló alguna bota que otra.
¿Las guardas?
No sé dónde están. Hace tantos años que... Ojalá las hubiera guardado porque ahora serían una reliquia, pero no sé. Eran unas Puma Kick. Pero no las tengo. No tengo nada, eh. No sé ni dónde metí la camiseta de la final de París. No sé si se la regalé a alguien o si estará en algún cajón por ahí. Pero sí que hubiera estado bien tener las botas de Maradona. Jodo... lo que valdría ahora.
"Cruyff intentó justificar que yo no estuviera en el Barcelona mintiendo. Dijo que me gustaba mucho la vida, como si yo fuera un fiestero: le contesté que claro que me gustaba la vida, no la muerte. O estabas con él o contra él... y yo me tuve que ir"
Ex futbolista¿En algún momento viste la posibilidad de que se te abriera una puerta en el Barcelona para haber hecho carrera ahí?
Cuando me fui cedido un año al Tottenham, a la vuelta tenía contrato aún, un año, y le pedí a Johan entrenar con el primer equipo. Porque la liga en Inglaterra acababa un mes antes. Johan me dijo que sí: "Queremos que te quedes, te hemos seguido este año, mejor jugador extranjero de la liga inglesa y bla bla bla...". Lógicamente, yo estaba dolido con él. No me quiso, me apartó hasta de entrenar. Casi se carga mi carrera: no me dejó ni entrenar y me quiso mandar cedido al Cádiz. Le dije que no y me apartó del equipo. Pero Terry Venables, que había estado en el Barcelona, me llevó al Tottenham, me salió muy buen año la temporada de la cesión y, cuando volví, Cruyff me dijo que me quedara. Le dije que bien, pero que teníamos que hablar: "Pero si tú ya tienes contrato". Y le contesté que no, que mi contrato tenía que ser otro. Porque él negociaba los contratos, quería controlar todo. Y no llegamos a un acuerdo. Yo pedía quizás demasiado, pero lo pedía porque estaba herido, tenía orgullo y quería ganar con los mejores. Había hecho un año bueno nada más, pero hablaba así porque el Tottenham me había asegurado que iban a ir a por mí para comprarme. Entonces, cuando la prensa le preguntó por qué no estaba en el Barcelona el jugador más talentoso de La Masía, con aquel estilo de juego suyo y tal, dijo que a mí me gustaba mucho la vida. Como queriendo decir que yo era fiestero y tal.
Enfrentarse a Johan Cruyff en ese momento en el Barcelona era firmar una sentencia de salida, ¿no?
Intentó justificar, mintiendo, por qué no estaba yo en el primer equipo. Al día siguiente yo también monté una rueda de prensa, le dije que claro que me gustaba la vida, no me gusta la muerte... Estaba herido y le contesté. Como entrenador, todos sabemos lo que ha sido Johan para el Barça y para el mundo del fútbol. Pero en mi caso y en otros que he conocido todos decíamos lo mismo: con este hombre o estás con él o mejor que te vayas. Y yo me tuve que ir. En el fútbol necesitas tener ese padrino al que le gustes y confíe en ti, y eso fue Terry Venables para mí. Firmé cuatro años con el Tottenham y ahí cambió mi vida.
Venables había entrenado al Barcelona y te conocía de entonces.
Él me subió al primer equipo. Hice una pretemporada con él en Andorra, pero en el primer entrenamiento después de bajar de Andorra me rompí el cruzado. En ese momento ya estaba integrado en el primer equipo, pero un cruzado entonces ya sabes: te abrían la rodilla y pasabas nueve meses parado. Cuando volví ya no estaba Terry, estaba Luis Aragonés. Ganamos una Copa del Rey con él, jugué algún partido que otro, pero pasó lo que pasó con el Motín del Hesperia, Luis se tuvo que marchar y vino Cruyff. Esa es la historia.
En Inglaterra, en White Hart Lane, ¿sentiste que habías encontrado tu primer lugar en el mundo por así decirlo?
Sin duda, estuve genial, ganamos una FA Cup en 1991, la última que ha ganado el Tottenham. Fueron años futbolísticamente maravillosos. Pero tenía clavada la espina del fútbol español. Y decidí volver. Un poco a regañadientes porque me querían renovar tres años más allí, yo estaba súper contento con Terry, que era uno de los dueños del Tottenham. Pero vino Víctor a buscarme, un amigo mío, también el clima de allí me echó un poco para atrás: en Londres ya sabes... y le pedí por favor a Venables que me dejara venirme a Zaragoza y mira, salió todo de maravilla.
Fuiste pionero en el fútbol inglés, cuando aquello era fútbol inglés clásico y los españoles ni lo pisaban.
Fui el primer español en llegar a la liga inglesa. Eso yo no lo sabía, pero vamos. Entonces sólo podían jugar tres extranjeros y los tres que teníamos éramos yo, que tampoco era un chico conocido ni nada, estaba empezando mi carrera. Había un portero, internacional noruego, Eric Thorstvedt; y Gudni Bergsson, un defensa central islandés que ni siquiera jugaba de titular. Aquello era fútbol británico de toda la vida, con los campos embarrados cuando llovía, fútbol duro, con el típico delantero alto, yo como centrocampista había muchos partidos que no veías la pelota... Pero tuve la suerte de ir a un equipo que históricamente siempre había jugado bien al fútbol. Llegué nada más salir Ardiles, que me empezaron a comparar con él y yo dije: os estáis equivocando... Ahora es presidente de Honor, imagínate en esos años dos argentinos, él y Ricardo Villa, en Inglaterra: ganaron una UEFA y los adoran.
"Paul Gascoigne es el mejor futbolista con el que he jugado nunca. En aquellos años en el Tottenham era de los mejores del mundo. Se juntó con gente que no le hizo bien y tenía problemas con la bebida. Era un tipo que siempre nos hacía reír, pero tomó decisiones que le hicieron mucho daño"
Ex futbolistaHabía jugadores muy finos ahí: Gascoigne, Waddle... futbolistas ingleses con una calidad entonces inhabitual en ellos.
Tuve la suerte de juntarme con Paul Gascoigne, con Chris Waddle, con Vinny Samways, muchos jugadores técnicamente buenos y un entrenador como Terry Venables, con buen gusto con el fútbol. Waddle tenía una zurda impresionante. Y Paul Gascoigne estaba considerado si no el mejor, uno de los mejores jugadores del mundo en ese momento. Es el jugador más completo que he visto jamás. El mejor con el que he jugado, sin duda alguna. Era extraordinario, ganaba partidos él solo. En el 91 nos llevó a la final, pero ahí tuvo la mala suerte de romperse.
Es una tentación ineludible preguntar cómo era Paul Gascoigne en la distancia corta: un futbolista y un personaje 'bigger than life', como dicen en Inglaterra.
Era un chico con un corazón increíble pero muy poca cabeza. Se rodeó de gente que no le hizo bien. Le reían todas las gracias. Era un tío que siempre estaba intentando hacer reír a los demás. La bebida también influyó, tenía problemas: vivíamos en un hotel y él por las noches solía tomarse sus copas. Yo a veces le decía: "¿Pero cómo puedes entrenar mañana si estás tieso?". Al día siguiente era el mejor. Pero claro, con 21 años. Cuando tuvo 25, 26 o 27... al final pasó lo que pasó con Paul. Lo pasábamos muy bien con él, nos reíamos mucho. Era un tipo físicamente muy fuerte, grande. Pero decidió juntarse con gente que no le hizo bien.
Y en medio de todo eso Víctor Muñoz, que entonces era director deportivo del Zaragoza, te fue a buscar.
Mi amigo Víctor, claro. Estuvimos juntos en el Barça. Me preguntó si quería volver a España y le dije: "Mañana". Quería triunfar en España pero además estaba la vida, el clima, etc. Negoció con Terry Venables, que también eran amigos, y me vine para aquí.
El fichaje incluyó un amistoso Real Zaragoza-Tottenham en La Romareda, unos meses antes. ¿Qué impresión tenías del Real Zaragoza en ese momento, en 1993?
Siempre la de un equipo que jugaba bien al fútbol. Y al final tienes que irte a equipos que... Yo no me fui al Cádiz porque en aquella época era un equipo que siempre estaba abajo, jugaba poco al fútbol, y yo sabía que me iba a ir mal. Si tengo correr detrás del balón pero no lo tengo en los pies, no voy a pasarlo bien ni a aportar mucho. Necesitaba un equipo con buen trato de balón. Me fui a uno así en Inglaterra y otro a España como el Zaragoza. Pero el caso es que, cuando vine y entrené por primera vez, me quedé aún más convencido. Porque te metías en el rondo y a veces no salías: te quedabas ahí dentro asfixiado, corriendo detrás del balón, de la calidad de los jugadores que había ahí moviendo la pelota. Aragón, Paquete, Miguel, Belsué, Santi Aragón, Esnáider... Me impresionó la calidad técnica. Y cuando los tratas como personas, pues mejor aún.
La calidad era el factor clave de aquel equipo pero ¿cuál más identificas con la perspectiva del tiempo?
Es que para los rivales era muy difícil pararnos porque tenían que parar muchos aspectos diferentes: había un lateral derecho que subía mucho, tenían que parar a un mediapunta que buscaba las espaldas, a otro que era regateador y goleador; tenían que parar a un delantero que te hacía gol por sí solo y encima era un competidor feroz; teníamos a un llegador que como le pusieras un balón con precisión era medio gol. Luego en el medio estaba yo, estaba Santi, etc. que a ver quién nos quitaba el balón cuando lo teníamos. Quiero decir: teníamos tantos recursos que si nos paraban uno, aprovechábamos el otro. Había mucha individualidad que si le llegaba la pelota, sabías que iba a hacer cositas. Pero además, mucho juego colectivo.
¿Era la expresión de vuestra conexión personal en el vestuario?
El grupo humano era extraordinario. Una de las claves. El vestuario hace mucho. Ganar te ayuda, está claro. Y nosotros empezamos a ganar desde el primer momento. Recuerdo que cuando llegué no iba a jugar mucho, me puso Víctor un día porque estábamos cortos de efectivos y metidos abajo. En mi primer partido contra el Valencia ganamos 2-1, fuimos al Calderón y ganamos 0-4. Y a partir de ahí el equipo fue para arriba. Estábamos con los mejores, en La Romareda no nos ganaba nadie. Y esas dinámicas hicieron que el grupo estuviera más unido. Nos juntábamos en las casas de uno o de otros, los argentinos hacían muchos asados. La convivencia ayuda mucho.
Hasta vuestras mujeres se llevaban bien entre ellas, habéis dicho siempre.
Es que eso es importantísimo, aunque la gente no se lo crea. Que se lleven bien entre ellas y creen un ambiente en el que puedas estar tranquilo, relajado, como si fuese tu familia. Fueron clave.
Y otra cosa: mucho carácter en los jugadores.
Todos, cada uno a su manera, unos lo expresaban más, otros menos. Se notaba en los entrenamientos y en los partidos. Un día Ander Garitano me decía: "Qué desagradable era jugar contra vosotros. Sabíamos que si íbamos a morder, iba a salir uno o el otro". O salía Cáceres o Poyet, Esnáider, Paquete, Xavi Aguado, Chucho, cualquiera, es que era cualquiera. Ese carácter se refleja en el campo, nos daba igual que nos metieran un gol, que nos dieran patadas. Salíamos a competir y no nos importaba nada, no cambiábamos nuestra forma de jugar. Confiábamos tanto en nuestro fútbol que salían las cosas.
¿En qué momento de las eliminatorias de la Recopa os disteis cuenta de que aquello podía ir muy lejos?
En los partidos contra el Feyenoord. Porque habíamos tenido las dos primeras eliminatorias contra el Gloria Bistrita y el Tatran Presov en campos que eran como de Segunda B o de Tercera aquí, no había un ambiente europeo. Pero cuando nos tocó jugar contra el Feyenoord allí primero, con un ambientazo increíble en Holanda, y allí hicimos el mejor partido de las eliminatorias. En ese momento nos dimos cuenta y dijimos: "Chicos, aquí podemos llegar lejos, esto es muy corto y podemos competir contra los mejores, da igual quién venga". Le ganamos en la final al que era vigente campeón.
Al Chelsea en la ida en La Romareda lo derrotasteis 3-0. Aunque en la vuelta se sufrió un poco...
Pero sólo al final y estábamos tranquilos: sabíamos que era muy difícil que nos metieran cinco. Aquí les pasamos por encima. Vale, no era el Chelsea de ahora, está claro, pero era un equipo duro, rascaban, fútbol inglés. Pero a nuestro equipo le daba igual: teníamos tanta personalidad que, luego podíamos ganar, perder o empatar, pero el que quisiera ganarnos sabía que lo tenía que hacer muy bien.
"Con Juan siempre lo comentamos: 'De mi gol no se acuerda nadie', me dice él. Metió una volea extraordinaria con su pierna mala pero, además, Esnáider nos llevó a la final: marcó en todos los partidos excepto en la vuelta contra el Chelsea"
Ex futbolista¿Tienes algún recuerdo concreto de losa la final?
Algunos compañeros han contado que cambiaron un tanto su forma de vivirlo, pero yo me limité a mantenerme en mi rutina, hacer las mismas cosas, entrenar bien... Salimos a pasear por París, nos hicimos fotos. Todo normal. Empecé a vivirlo de verdad cuando íbamos llegando en el autocar hacia el campo y sólo veíamos a zaragocistas por la ciudad. No había ingleses. Ahí sí que empezamos a sentir el cosquilleo del estómago y nos dijimos: chicos, hay que morir por esta gente.
¿Has vuelto a ver el partido entero alguna vez?
Entero no, he visto partes. La final es muy larga. La primera parte recuerdo que fue durísima: ellos eran un equipazo y nos costó. Pero a partir del descanso ya... Tendríamos que haber ganado el partido antes: por oportunidades, por juego, por fútbol. Ellos apenas llegaron y nosotros fallamos unas cuantas. Pero bueno: estaba predestinado que la final fuese única, inolvidable, y que todo ocurriera como ocurrió. Una final que recuerda el mundo entero, no sólo los zaragocistas.
Le robaste todos los focos a Juan Eduardo Esnáider después de que hiciera un gol espectacular.
Siempre lo comentamos: "De mi gol no se acuerda nadie". Juan nos llevó a la final. Marcó en todas las eliminatorias. Sus goles nos llevaron en volandas hasta París, fue en la faceta goleadora el tío fundamental. Salvo en la vuelta con el Chelsea, marcó en todos los partidos. Y el de la final es un gol extraordinario. Luego pasó lo que pasó, pero bueno: los que sabemos de esto somos conscientes de que metió un gol extraordinario, con la izquierda que era la pierna mala, de volea por la escuadra. Seaman sólo pudo mirarla.
Conocías a Seaman y su costumbre de adelantarse en muchos momentos de los partidos.
Sí, había jugado contra ellos muchas veces y, como tenía una defensa lenta, jugaba muy adelantado para hacer de hombre libre, de escoba. Lo hacía muy bien, evitaba muchas jugadas de peligro. Yo se lo comenté a Santi Aragón y a Gustavo Poyet, que eran los medios conmigo. Que muchas veces estaría fuera de la portería y que lo buscáramos si había oportunidad. Eso no se entrena ni se ensaya. Santi lo intentó en un momento del partido pero es un golpeo difícil y no le salió. A mí me salió en el último segundo y él se equivocó: tampoco estaba tan adelantado, pero no pensaba que desde ese lado y desde un lateral un jugador iba a intentar sorprenderle por arriba.
El momento de intentar un gol así es un instante de iluminación, pero no espontáneo.
Son esas cosas que te salen sin explicación lógica. Sólo surgen. ¿Por qué? No lo sé, pero me surgen. Ignoro si eso se llama talento u otra cosa. No era la primera vez que me salía ese golpeo. Lo intenté contra el Atlético de Madrid una vez y Molina me lo sacó de una forma increíble. Intenté contra el Ajax en la Supercopa y casi les hice gol. Son cosas que te salen de manera instintiva y me salió en ese momento, a falta de diez segundos del final. Contra el vigente campeón, máximo rival del Tottenham, ese día era la Fiesta del Sacrificio de los musulmanes, todo el mundo pidiendo por ti, la Virgen del Pilar.... Quiero decir: lo analizas fríamente y dices, si es que todo el mundo estaba pidiendo por nosotros, musulmanes, cristianos. Bueno, era nuestro día y lo aprovechamos.
Nunca te había oído esas consideraciones más trascendentales y relacionadas con esa parte de vida religiosa que siempre has llevado de manera muy íntima, sin las exhibiciones que ahora se ven tanto.
No hace falta, en la religión no hay que exhibir nada. En ninguna. Se trata de algo personal: tú vas con tu fe y respetas las demás. Así de simple es. Lo demás es complicarlo.
Minuto 114, Final de la Recopa de 1995 🔄👇
— Luis Vallejo (@Lvallejocolom) May 10, 2020
Nayim se va al banquillo según la retransmisión... pero no, Víctor Fernández le dice de que se cambie a la banda derecha.
Minuto 120 ⚽️👇
Nayim marca EL GOL desde la banda derecha. Eternos. pic.twitter.com/OIEfTVFEio
¿Lo viste adelantado?
Sí, sin duda. Yo es que no he despejado un balón en mi vida, y si lo he hecho he procurado orientarlo para que fuera un pase a un compañero. Cuando levanté la cabeza para ver a Juan y a Miguel, intuí que podían estar en fuera de juego. No estaba seguro, pero lo intuí. Y ahí vi también que el portero estaba adelantado. Y como la pelota me quedó como me quedó, botando en perfectas condiciones, dije: ésta es la mía. Te lo voy a explicar en un minuto o en dos y lo pensé en décimas de segundo. Esa es la capacidad mental de los seres humanos para tomar decisiones.
¿Qué hay técnicamente detrás de una parábola tan acusada como para que ese balón tal alto caiga a plomo de esa manera y tan veloz?
Golpeé con el empeine exterior para que el balón subiera mucho y bajara rápido. El balón iba dando vueltas. Subió alto pero, cuando bajó, como iba girando lo hizo con más velocidad de lo normal. Si le pegas con el empeine total, sube y luego baja más despacio. Es un golpeo que sale de manera instintiva, no era la primera vez.
"Golpeé con el empeine exterior para que el balón subiera mucho y bajara rápido: como la pelota iba dando vueltas, al bajar lo hizo a más velocidad de lo normal. Es un golpeo instintivo, pero no era la primera vez que lo hacía"
Ex futbolista¿Has hablado alguna vez más con Seaman?
Nunca. Nos han intentado reunir algunas veces, tanto aquí como en Inglaterra, pero él siempre ha rechazado la invitación. Hay que hablar de fútbol y con todo el respeto del mundo. Es una jugada muy concreta. Lo que pasó es que él tuvo la mala fortuna de que después Ronaldinho lo remató, con aquel gol de falta en el Mundial. Son cosas desagradables de recordar, pero es la vida de un futbolista y más de un portero: cometes errores y los de ellos no tienen solución. Comete uno y parece que es el peor portero del mundo, cuando antes ha parado 30 balones.
¿Cómo se vive siendo un mito para tanta gente en esta ciudad?
Es increíble lo que supuso una jugada. Cambió mi vida, cambió la de mis compañeros. Llegué a esa situación gracias a ellos. Todo lo demás trato de llevarlo de manera natural, agradecido por supuesto porque son momentos bonitos de recordar. Luego, el reconocimiento te lo dan los demás, pero tú tienes que tener los pies en el suelo. Lo más importante es que en esa época hicimos feliz a mucha gente.