Las notas del Marruecos - España: Suspenso general con dos excepciones: Nico y Rodri

No pudo ser. España cayó ante Marruecos en un encuentro de muy pocas emociones salvo el tramo final, anestesiado por una posesión que parecía no saber cómo abrir al rival. Hubo poca profundidad y valentía y salvo Nico y un enorme Rodri, el resto se quedaron cortos para la relevancia de la cita.

Una parada suya en la prórroga emuló a la de Casillas en 2010. Un pie milagroso que hizo pensar que la gesta era posible. Paró un penalti en la tanda pero no hubo lugar para la heroicidad. Se irá del Mundial sin mucho ruido y con su juego de pies cuestionado.

Primeros minutos del futbolista del Atleti en este Mundial que han sabido a muy poco. De lateral y ante el jugador más entonado de Marruecos; Boufal. Su primer tiempo ha sido muy flojo, perdiendo balones y quedando retratado en distintas acciones defensivas. Ajustó su posición Lucho y mejoró ante un cansado Boufal, pero en general es un partido que se queda a medias.

Transmite mucha solidez y seguridad. Jugando con tanta distancia a tu espalda, Aymeric da la sensación de medir siempre los tiempos. Salvador en un par de acciones a campo abierto, su Mundial es impoluto. Una pena que se vaya así, porque Laporte estuvo a la altura.

El mejor de España. 8/9 en duelos aéreos, dos entradas buenas y no ha sido regateado. Tiene mérito que haya sabido adaptarse y dar ese nivel jugando fuera de posición en todo un Mundial después de ser uno de los mejores pivotes del mundo. Inteligencia personificada.

El partido estaba tan cerrado que Alba tuvo más valor como pasador que como llegador. Dejó una gran asistencia sin gol para Asensio y sus desmarques tenían todo el veneno del mundo… pero no se activaron. Se fue apagando.

Marruecos le tapó, juntando tanto las líneas que ni un papel cabía en ese espacio. Busi sabe sobrevivir en situaciones parecidas, pero la circulación de España apenas le encontró en zonas en las que su primer toque pudiese ser dañino. Se va del Mundial siendo menos importante de lo que a Luis Enrique le hubiese gustado.

El canario es el interruptor de la Selección y Luis Enrique trata de encontrarlo constantemente. Empezó arriba y en izquierda, después bajó, se cambió de perfil y desde una posición muy retrasada trató de encontrar el pase que moviese a Marruecos. Le falta ser más agresivo en último tercio, probando el disparo y arriesgando más. El esfuerzo, eso sí, es innegociable en él.

Así acabó su camiseta. Llena de barro. Gavi juega siempre como si fuese su último partido, con el ímpetu propio del niño que todavía ve el fútbol como un juego en el que siempre quiere ganar. Mete la cabeza donde otros ni pensarían en meter el pie. Su movilidad le dio sentido a la circulación, pero fue el primer (y mal) cambio. España empeoró sin él.

Su gran fase de grupos no pudo tener continuidad ante Marruecos. Se le vio cansado y menos preciso en espacios reducidos que de costumbre. No fue su día y aún así Luis Enrique le cambió en la prórroga.

Jugando a pierna natural y ante un equipo que concede tan pocos espacios se le vieron las costuras: poco regate, controles poco limpios y demasiado alejado de la zona que le sienta mejor; la portería. Casi nunca regateó y apenas pudo entrar en contacto en zonas que le favoreciesen.

Jugando de 9 en un partido en el que sus zonas preferidas estaban inhabilitadas. El partido pedía mucha agresividad para atacar la última línea y precisión en los toques. Tuvo una ocasión muy clara tras un buen desmarque pero falló. No estuvo fino en sus intervenciones.

Entró por Gavi para dar más amenaza en último tercio con su golpeo y no salió bien. Estuvo mal en situaciones en las que podía haber sido decisivo y falló el penalti, una de sus grandes especialidades.

Hoy sí dejó patente su sello personal. Ese cambio de ritmo de 0 a 100 en pocos metros que le permite ganar a su par con facilidad. Fue entrar Nico y España empezó a inclinar el campo. Rápido, valiente y atinado.

Hoy fue uno de los cambios. Dejó buenas jugadas con sus apoyos y desmarques, unos que hicieron daño a una cansada Marruecos. Pero volvió a florecer el problema que siempre le persigue: el gesto final.

Todo el mundo le pide y sus minutos fueron un triste testimonio de su momento de forma. Lento, como si llevara muchos minutos encima. No tuvo opciones desde el disparo y su regate no marcó ninguna diferencia.

El partido pedía un extra en el costado de Ziyech, que estaba fatigado. Balde no encaró como es normal en él y su desborde quedó atado en corto. Se limitó a no fallar… pero no acertó.