REAL MADRID

Brasil no es un retiro dorado y Ancelotti tiene que saberlo: "Aquí una Copa América no se celebra"

Periodistas deportivos brasileños reflexionan sobre la llegada del técnico del Real Madrid al país más laureado del mundo.

Ancelotti abre los brazos en un partido del Real Madrid. /REUTERS
Ancelotti abre los brazos en un partido del Real Madrid. REUTERS
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

Es el momento de decir adiós y, a pesar de los sinsabores recientes, todo el mundo tiene un recuerdo, un momento o una historia que contar. Carlo Ancelotti enfila sus últimas horas como técnico del Real Madrid y cuando ya no sea nadie en el Bernabéu quedará como una leyenda, un gran campeón y una persona afable, que quizá es lo más difícil en este mundo en el que la seriedad se confunde con el compromiso y vivir enfadado es una marca de prestigio.

Ancelotti nunca fue así, la noche en la que el Real Madrid ganó su décima Copa de Europa en Lisboa, mientras atendía la rueda de prensa, aparecieron en la sala unos cuantos jugadores liderados por Marcelo para cantar, bailar y remojar un poco al míster. Él se lo tomó con esa media sonrisa disfrutona, los jugadores allí presentes, en realidad todos los que se congregaban en la sala, sabían ya perfectamente que aquel señor sabía bromear y aceptar una broma, que no es poca cosa en su posición.

Esa manera de ver el mundo viajará ahora a Brasil, y aunque en Madrid suena a jubilación dorada, no es difícil entender que llega a un lugar en el que la exigencia es máxima y la presión desorbitada. "Lo que necesita para que sea un éxito es ganar el Mundial, no hay otra. Solo si gana el Mundial. Es lo que se pide, es lo que se espera, Brasil es el único país con cinco títulos mundiales y esta historia se conquistó con títulos", cuenta Leonardo Bertozzi, reputado comentarista del país.

César o nada, una dicotomía algo alocada que tampoco le va a sonar demasiado rara a Carletto, porque llega de un lugar en el que el espíritu es parecido, haber ganado tanto antes, más que todos los demás, no es más que una espada de Damocles que obliga a seguir y seguir venciendo.

"La exigencia de la gente es similar, pero cada uno en su universo, el de clubes y el de selecciones. En el Real Madrid juega dos veces a la semana, está todo el día trabajando con los jugadores y la presión se siente a diario, pero cuando se pierde un día tienes una oportunidad tres o cuatro días más tarde para cambiar las cosas. En la selección brasileña no hay una presión diaria, pero toda la presión se concentrará en el Mundial. El mes anterior y el del Mundial, toda la presión de una vez. La intensidad es mayor por un periodo corto", reflexiona Ubiratan Leal, de ESPN Brasil.

Amores distintos, pero amores al fin y al cabo. Los periodistas brasileños le advierten a su llegada: no hay un plan B al Mundial, la gloria no existe más allá del torneo de la FIFA. "En Brasil la Copa América no sirve, aquí no se celebra ese título. Si le ganas a Argentina en la final sí, porque es ganarle a Argentina, pero aquí la Copa América es como una Copa del Rey, el Mundial lo es todo", cuenta leal.

No hay otra ambición y eso puede ser un problema, porque Ancelotti llega a un equipo deprimido y desnortado, que acumula malos resultados y, por si eso fuese poco, la sensación de que el rival vive un momento de gloria. Eso es en sí mismo una oportunidad. "Brasil está en una crisis, después del Mundial de 2022 han pasado tres entrenadores diferentes, en parte porque ya querían a Ancelotti antes pero no estaba disponible. Está acostumbrado a trabajar con jugadores de jerarquía, jugadores importantes, estrellas que lo respetan. Entiende de fútbol como pocos y se hará escuchar muy bien en el vestuario", predice Bertozzi.

Las palabras del periodista dejan vislumbrar un respeto que es común en Brasil. Llega un entrenador de élite, nadie lo duda, y hace tiempo que no perciben que nadie así haya ocupado ese cargo. "Hay una percepción aquí de que los entrenadores brasileños no son tan buenos como los de fuera, se entiende que se necesita técnicos de un nivel más alto para que Brasil pueda ganar un Mundial. Ya no son los 90 o los 2000 cuando eran capaces de llevar al equipo, creo que Tite fue el último que la gente veía como un entrenador de ese nivel", explica Leal, que un poco más tarde en su discurso hace una curiosa reflexión más en beneficio de Ancelotti: ser italiano supone tener cierto respeto, si llegase de otro país más periférico en el fútbol, menos ganador, las reacciones hubiesen sido otras.

Ahora le tocará adaptarse, pero hay otro detalle que los periodistas brasileños valoran de Ancelotti: su ilustre pasado. "Lo ha ganado todo, y lo ha ganado en las cinco ligas principales de Europa. Lo único que le falta es ganar en selecciones y para eso Brasil le puede sentar muy bien", comenta Bertozzi.

Leal aporta otro dato más: "Es un entrenador muy victorioso, no es una apuesta, y siempre ha trabajado muy bien con brasileños, en el Milan, en el Madrid... es un extranjero que comprende bien la cabeza de un jugador brasileño".

El periodista considera que quizá no es la mejor Brasil de la historia, pero que el material del que dispondrá Ancelotti es mejor de lo que parece: "Es verdad que no tiene los jugadores del 2002 o del 94, o el 82, no hay ese tipo de jugadores transcendentes, pero está Vinicius que ha sido el mejor del mundo para FIFA, ningún entrenador le entiende mejor que Ancelotti, aquí no ha sido ni el 50% que en el Real Madrid. Él es capaz de hacer que Vinicius, que Rodrygo... puedan jugar más como en su club. Es un entrenador que hizo a Casemiro jugar muy bien. No es un problema de talento, hay buenos jugadores como Raphinha, lo que hace falta es un liderazgo que sepa afrontar la presión, porque aquí hay muchísima presión, sobre todo porque Argentina ha ganado y los jugadores han tenido dificultades para lidiarla".

Hay un sambenito que acompaña a Ancelotti como una letanía, ese que dice que es más un motivador que un estratega, pero al otro lado del Atlántico lo ven como una percepción exagerada, no es posible ganar tanto si no se tienen las ideas claras. "Creo que no le hace justicia, ningún entrenador llega a donde ha llegado solo motivando, por más que sea una virtud. Ha sabido adaptarse a sus jugadores a diferentes estilos, aprendió a no ser rehén de un estilo solo como era al principio de su carrera con el 4-4-2. Ha sabido ganar con formaciones distintas y lo va a saber hacer en Brasil también", remarca Bertozzi.

Además, el hecho de no ser un técnico ultra minucioso en lo táctico puede ser hasta una ventaja, como cuenta Leal. "Ser entrenador de un club es distinto al de una selección, porque en el club hay que hacer un trabajo mucho más elaborado, refinado, táctico y técnico. En la selección tienes que hacer un trabajo táctico, claro, pero también manejar la plantilla, los jugadores, poner a cada uno en su sitio para tener un equipo que esté organizado y sea competitivo, no necesitas hacer un equipo como el Barcelona de Flick con las líneas adelantadas o el gegenpressing de Klopp, eso en una selección es muy diferente. Mira Deschamps, no es un entrenador histórico en clubes, pero ha ganado todo en Francia".

El reto es mayúsculo, más todavía si se tiene en cuenta que la Confederación Brasileña de fútbol también vive un momento de zozobra y problemas institucionales. Ancelotti va a ser la cara y el espíritu de un país enorme y que vive por y para esto. No se espera de él nada de lo que ya se conoce: mano izquierda, una sonrisa y ponerlos a competir.