Cómo no nos íbamos a ilusionar, muchachos

Cómo no nos íbamos a ilusionar si sufrimos las lágrimas de Diego en el Olímpico de Roma. Cómo no nos íbamos a ilusionar si todo un país tiene en la memoria a la enfermera de Estados Unidos 1994 que le cortó las piernas al '10'. Cómo no nos íbamos a ilusionar si en Francia 98' un gol de otro planeta nos privó de volver a pelear entre los mejores. Cómo no nos íbamos a ilusionar si nunca se había ilusionado tanto un país como con la selección de Bielsa camino a Corea y Japón.
Cómo no nos íbamos a ilusionar si en el 2006 el equipo jugó el mejor fútbol de todo el campeonato y Lehmann en los penales nos mandó para casa sin escalas. Cómo no nos íbamos a ilusionar en Sudáfrica si teníamos dos '10', uno en el banco de suplentes y otro sobre el campo. Cómo no nos íbamos a ilusionar si el profesor Sabella se bancó todas las críticas y llevó con admiración a un equipo a otra final, la que Gotze nos 'robó'.
Cómo no nos íbamos a ilusionar si a 2018 entramos por la ventana e, ilusos nosotros, nos ilusionamos igual. Cómo no nos íbamos a ilusionar en el último Mundial de Lionel Messi con la celeste y blanca, con miles de argentinos dejando trabajo, parejas y ahorros atrás para estar en Catar. Muchachos, nos volvimos a ilusionar y ustedes nos regalaron lo más lindo que se puede sentir en el fútbol. Gracias, muchachos. Ustedes quedaron en la historia y a partir de ahora recordaremos este Mundial como el de la ilusión.