La denuncia de Giovanni Branchini al problema del que nadie habla: "No se permite pagar 200.000€ a un chaval por representarle, pero…"
El histórico agente italiano repasa en Relevo el estado del negocio: "Cuando empecé tenías que ganarte la confianza de los jugadores; hoy, la compras. Nunca he visto a un doctor pagar al enfermo".

Hablar de Giovanni Branchini (67 años) es hacerlo de una institución en el mundo de la representación. Baste un ejemplo para ilustrarlo: en 2013, a petición del Bayern, fue el hombre encargado de personarse en un loft de Manhattan para ejercer de intermediario y convencer a Guardiola de que fichase por los alemanes. Después de visitar a Pep y Txiki Begiristain en Mánchester hace unos días y participar en un evento de la EFAA en Madrid (ocupa el cargo de vicepresidente en la Asociación Europea de Agentes), el exrepresentante de Ronaldo, Romario, Cafú, Suker o Rui Costa y actual hombre de confianza de Allegri pasa revista en Relevo al estado del negocio: la nueva normativa de la FIFA, la fanfarronería de los jóvenes, los pagos cada vez más normalizados de los agentes a talentos precoces para 'reclutarles' a sus empresas… La crítica está presente desde el inicio de la conversación.
Hay mucha gente que se acuerda de usted por operaciones del pasado, también con Seedorf (fue su representante), Lucas Hernández, James Rodríguez o incluso Ancelotti (los llevó al Bayern). ¿En qué momento de su vida se encuentra ahora Giovanni Branchini?
En un momento de igual pasión, pero muy difícil para el fútbol. La gente no se está dando cuenta. Aquí lo único imprescindible es la calidad de los jugadores. Cuando se llega a un punto en el que se afecta al talento de los futbolistas y cada vez salen menos de primerísimo nivel, hay que empezar a pensar en el porqué. A lo mejor algunos aspectos que se consideran menores y que involucran a intereses privados están influyendo en la parte sagrada del fútbol: los deportistas. Es uno de los problemas a los que, en mi opinión, no se atiende. Y estamos pagando un precio alto por ello.
¿A qué problemas se refiere, exactamente?
El nivel de la competición ha caído mucho. Estamos cerrando los ojos porque no queremos ver la verdad. No existe la cantidad de jugadores de primera línea que había antes, y hay muchas señales que lo demuestran. Hace 15 o 20 años parecía imposible que jugadores de entre 38 y 40 fueran titulares en equipos importantes, porque había un recambio natural, un joven que subía y le sacaba la camiseta. Ahora esto ocurre mucho menos: un futbolista muy bueno de 38 años no tiene un rival mejor que él y sigue siendo titular. No es normal, como no es normal que cada vez haya menos partidos divertidos y de buen fútbol. El problema es que a quien maneja nuestro mundo no le interesan los aspectos deportivos. Les interesa lo político, lo económico y lo comercial, y todos los esfuerzos van en esa dirección.
¿Qué opinión tiene de la FIFA y, en particular, de la nueva normativa para los agentes que trata de impulsar desde hace más de un año?
La FIFA no es la entidad que gobierna el fútbol: es una entidad comercial que produce espectáculos deportivos y que, con lo que gana económicamente con los grandes eventos, puede manejar una campaña política para reafirmar la posición de los líderes y seguir mandando. Es un proceso diabólico. Todo el interés reside en organizar eventos, aumentar el número de partidos y pagar más dinero a los clubes. No se piensa en los aspectos que no funcionan y que tendrían que ser mejorados, porque son aspectos que no te traen una gran popularidad política y los votos que necesitas para ser electo. Ese es el gran problema del fútbol. Como quien manda y distribuye la riqueza a las federaciones son ellos, se forma una cadena, un efecto dominó. Quien gobierna condiciona a los que están abajo. Si quieres estar ahí, en una posición de prestigio y tener algunos privilegios, debes acompañar una filosofía y no ponerte en contra de algunas cosas. Hay varios ejemplos. En el congreso de la EFAA en Madrid se trató lo de los calendarios de las competiciones, un aspecto muy importante. No me quise meter, pero se habló de que hay que aumentar las plantillas… y no se piensa en que aumentar una plantilla significa aumentar costes, y que los entrenadores no quieren entrenar plantillas de 30 jugadores. No se puede. El problema de los calendarios actuales es que no se puede pensar que los jugadores pueden disputar más de 60 partidos, a veces 70, en un año de 48 semanas hábiles. Es una locura, e implica que no se puede entrenar bien a un equipo, porque siempre están en un avión o jugando. Un equipo que no se entrena bien no puede jugar bien al fútbol. Los calendarios están hechos sin tener en cuenta lo que piden los jugadores, los entrenadores, los doctores, los preparadores físicos y los fisioterapeutas. Todo el mundo solicita que se reduzca el número de partidos. ¿Y qué hacen ellos? Aumentarlo.
¿Ha tenido la oportunidad de hablar con Infantino o Ceferin alguna vez sobre estos temas?
Hablé con Infantino en 2017 de la necesidad de poner reglas más actuales en el mercado para los agentes, y de problemas que estaban surgiendo dentro de nuestro ambiente y del mercado. Aparentemente, todo esto le hizo considerar la necesidad de crear la famosa task force (grupo de trabajo) de 2018, pero infelizmente la task force se reveló vacía de cualquier buena intención. La FIFA tenía un compromiso con algunos de sus stakeholders (público de interés) para intentar reducir el coste de los agentes. Y lo entiendo. Todo es discutible. Pero cuando esto acaba en un acto de circo, donde se vende que ha habido una consulta y que las decisiones se tomaron conjuntamente… Hemos necesitado tribunales, terceros, para demostrar que las cosas se habían hecho muy mal (la justicia ha parado el nuevo reglamento FIFA para los agentes en varios países). Hemos tirado a la basura cinco años y mucho dinero para lograr nada, un reglamento que no sirve para nada, que no resuelve los problemas que tenemos y que no mejora el mundo del fútbol. ¿Por qué? Porque la política gana sobre todo.
¿Qué puntos son los que menos le gustan del nuevo reglamento de la FIFA, que pretende eliminar a los intermediarios y que todos los fichajes se los lleven agentes con licencia única?
A mí lo que no me gusta es que no hemos intentado sentarnos y hablar de lo que afecta al fútbol. Ha sido una película de ficción. No hubo ningún intento de hablar con los agentes de los problemas que existen y que tendremos que mejorar. Siempre se analiza si la normativa es legal o ilegal, pero ese no es el punto: el punto es hablar de una norma que tenga sentido, que produzca algo positivo. No tenemos que llegar a analizar si es legal. ¿Qué necesita el fútbol? Mejoras las cosas y, sobre todo, que las reglas existentes se respeten. Tenemos varios problemas gordos que ya estarían cubiertos por las reglas, pero estas entidades no gastan ni un gramo de energía en estar encima de los problemas. Todo está hecho para organizar eventos, ganar dinero con ellos y producir nuevos eventos que producen pérdidas y que son totalmente cubiertos por FIFA o UEFA. Se llevan un torneo a Nicaragua, Filipinas o las Islas Salomón porque te ganas el voto de esta gente por 10 años. Y el voto de Andorra vale como el de España. Este es el gran problema. A esta gente no le interesa que el fútbol funcione y sea mejor; no se dan cuenta de que salen muchos menos jugadores que antes. Ahora los futbolistas sólo son una atención económica por parte de los agentes, los clubes y las redes sociales, que les hacen ricos y muy populares antes de ser buenos jugadores. Eso no ayuda al proceso de maduración de un chaval que es un joven talento, pero que tiene que pasar una fase para mejorar, crecer y lograr ser un campeón. Para un chavalito de 15 o 16 años que tenga calidad no está garantizado ser un crack con 20 si no es humilde, trabaja duro y tiene ambición. Si le llenas el bolsillo de dinero, es difícil explicarle que no es buenísimo. Él te mira y te contesta: '¿Pero cómo? Si tengo un coche de 150.000 euros, una novia maravillosa…'. 30 años atrás, los jugadores de aquella época sólo podían mirarlas en Playboy, porque no existían. Ahora tienen dinero para ellos, para sus familias… Los grandes controladores del fútbol mundial no han hecho nada para evitar la mala costumbre de que las familias cobren dinero a los clubes. La familia es parte del jugador; si el futbolista gana, la familia debería ganar con él. Un club no puede asumir el coste de un futbolista, del agente y de la familia. Hoy esto sucede con normalidad. Y no está permitido, como tampoco ir a un jugador de 16 años y poner 200.000 euros encima de su mesa para comprar su representación. Está vetado por todos los reglamentos, pero nadie mueve un dedo para que esto no pase. Esto no afecta a los agentes; afecta a los jugadores y sus familias. Por 200.000 euros tiran a la basura la carrera de un chaval que podría ganar 40 o 50 millones a lo largo de su carrera. Pero nadie hace nada.
Porque no interesa, entiendo…
Porque no interesa. Es un esfuerzo que no trae votos, que no trae popularidad. Lo que los trae es vender al mundo que la culpa es de los agentes, que ganan demasiado dinero. Nadie dice la verdad: hay siete u ocho agentes en el mundo que ganan millones, y hay millones de agentes que ganan 50.000 o 100.000 euros al año. Te venden esa película y la gente se lo cree. En 2015, para sacarse de encima el trabajo que conlleva cuidar de la actividad de los agentes, se inventaron la mentira de que la mayoría de las operaciones pasaba por agentes que no estaban licenciados. Se olvidaron de que, si eso hubiese sido verdad, hubiese sido una obligación para ellos descalificar a los clubes y a los jugadores que se habían servido de agentes no licenciados. Eso decían las reglas. Se lo pregunté en un congreso en Zúrich: '¿A cuántos agentes y cuántos clubes habéis descalificado por haber incumplido esta regla?'. Nunca han perseguido nada. Esa es la realidad. Y como son unos sinvergüenzas, porque les da igual y se han hecho dueños del fútbol… Pero FIFA y UEFA no compraron el fútbol, ¿eh? El fútbol es de todos.
Con todos estos cambios de los que hablamos… ¿ahora es más fácil o más difícil ser agente que cuando usted empezó en el oficio?
Cuando yo empecé, tú tenías que ganarte la confianza y el respeto de los jugadores. Hoy, se compra. Si vas a un agente que ha entrado en esta profesión en los últimos cuatro o cinco años y le preguntas que cómo ha conseguido la representación de jugadores, te dirá que la ha comprado. Olvídate de que esto no esté permitido. Sólo son fieles los antiguos, los viejitos. Todos los demás lo hacen. Ahora han venido compañías de Estados Unidos con muchísimos recursos económicos, agencias con 200 representantes y un poder adquisitivo impresionante… y van por ahí 200 agentes comprando jugadores. No hay una determinación de FIFA o UEFA que te diga si esto está permitido. Yo no quiero decir que haya que vetarlo; pero no es un detalle, es algo macroscópico, y quien se ha ganado el derecho de decir que manda en el fútbol no puede esconderse. Hasta hoy, tampoco tenemos una pronunciación de UEFA o FIFA que diga que un Estado puede ser propietario de un club. Y tenemos varios ejemplos. Nadie ha dicho si es legítimo. Escapan de las responsabilidades. De todo lo que no les conviene, olvídate. Yo vivo en un país, Italia, que hace 30 años que no saca a un jugador de primerísima línea. Esto no había pasado nunca, no es normal. Tiene mucho que ver con lo que hemos hablado. Cuando un chaval tiene algo bueno, ya es rico y popular sin haber jugador un minuto en Primera. Ahí es muy difícil tener la humildad, las ganas y el hambre suficientes como para lograr una carrera sobresaliente.
Habla de respeto. ¿Cómo se ganaba Branchini el respeto de sus futbolistas?
Empezaba trabajando con uno y, si le gustaba, este le hablaba de mí al otro… El mercado sabe perfectamente quién es serio y quién no es serio. Hay agentes buenos y malos, como en todas las profesiones. Pero yo nunca he visto a un doctor que paga al enfermo, ni a un abogado que pague al acusado para defenderle. Esa es la locura que está pasando ahora en nuestra profesión.
¿Cómo combatiría usted este tipo de prácticas?
Yo siempre he luchado contra esta forma de trabajar. Estoy muy harto de las federaciones y de la FIFA, sobre todo, que se ha metido en las reglas de los representantes pero no ha hecho nada para perseguir esta fórmula. Esto es como un código de circulación: puede estar muy bien hecho, pero si no hubiera policías y cámaras… ¿quién respetaría no pasar los semáforos en rojo? Si no hay nadie que te controle… Esta gente (FIFA y UEFA) sólo habla de sus derechos, quieren reglamentar hasta lo que no les compete, pero no hacen ni el menor esfuerzo para ensuciarse las manos dentro de lo que realmente afecta al mundo del fútbol.
¿Saca estos temas a la mesa cuando se sienta con entrenadores como Guardiola o Allegri?
Sí, claro. Estamos hablando de muchas cosas negativas, pero hay tantas positivas… Todavía existe gente superdecente, limpia y honesta, y familias que rechazan las propuestas económicas y que eligen a su representante con criterios diferentes. Me da rabia que quien tiene todos los medios y recursos para ayudar a la gente buena y protegerla no haga nada. Los técnicos sufren mucho por este factor. Cuando les sale un jugador de la cantera, a menudo son soberbios, se creen lo que no son y les falta actitud, aunque tengan calidad.
Habla de soberbia, de falta de actitud… Usted ha gestionado la carrera de cracks como Ronaldo o Romario que, reconocido por ellos mismos, no seguían a rajatabla las normas de conducta o los tiempos de descanso. ¿Aún así eran diferentes, más humildes?
Ahí entramos en otro aspecto de la profesión: nosotros trabajamos con seres humanos. No puedes pretender que todos sean iguales. La calidad de un representante está en buscar la forma de ayudar a sus futbolistas. Cuando entra alguien a mi despacho que quiere firmar con nosotros, la actitud siempre es la misma, sea un jugador de nivel y posibilidades de Balón de Oro o uno de Segunda que tenga la ambición de jugar unos años en Primera. Nuestra profesión tiene que prescindir de la calidad, el prestigio y el nivel de un jugador. Tienes que pensar que trabajas con una persona que pone en tus manos la cosa más importante que tiene: su carrera. Y debes ayudarle a lograr el máximo. El objetivo es que llegue al final de su carrera, mire hacia atrás y diga: 'Estoy contento, hemos hecho todo lo que podíamos hacer'. Hay jugadores a los que les gusta que llegue un agente y les diga: 'Te voy a llevar al Real Madrid, eres buenísimo, un fenómeno'. Les gusta oír la mentira, otra forma de actuar. Cada uno tiene su manera de proceder. Antes, cuando no existía el factor económico, los futbolistas buscaban un representante que tuviese su misma línea, su misma idea, la misma filosofía. Por eso yo he tenido jugadores que son personas sensacionales. Romario ejerce como senador de la República en Brasil, Albertini ha sido presidente de la federación italiana, Suker lo es de la federación croata, Rui Costa del Benfica... Son gente de altísimo nivel y que coincidía con mi forma de pensar. A Romario le gustaba salir todas las noches, pero no ha bebido una cerveza en su vida, nunca ha fumado un cigarro, siempre ha comido solomillo y ensalada... Tenía una vida perfecta… pero le gustaba salir. Era un jugador con don. Antes de llegar al Barça, me dijo: 'Este año el Barça va a ganar la Liga, y la va a ganar por mis goles'. Y el Barça ganó la Liga, empatado a puntos con el Dépor y decidiéndose por diferencia de goles con Romario como Pichichi. Ese mismo año (Estados Unidos 1994) fue al Mundial y me dijo que ese iba a ser el suyo. Lo ganó y salió elegido mejor jugador. Eran futbolistas fenomenales, pero eran chicos que con 19 años no tenían dinero en el bolsillo ni la popularidad que lograron con 22.
¿Qué opina de la intención de FIFA de eliminar a los intermediarios?
Hoy, por absurdo que pueda parecer, al intermediario lo tratan mejor que al agente. El intermediario puede llevarse el 10% de una operación, y un agente sólo puede ganar el 3% del jugador y el 3% del club. Es como la tontería de permitir a un agente representar a su jugador y al club comprador, pero no representar a su jugador y al club vendedor. Es un absurdo, no tiene ninguna lógica, nadie puede explicar el porqué, y va en perjuicio de los intereses de los clubes y de los jugadores. Cuando un futbolista tiene clubes que lo quieren fichar, está en alza y goza de mercado, su situación es fácil; el problema de los clubes es cuando un jugador tiene un contrato muy pesado, no funciona y necesita que salga. Ahí sí necesitas la ayuda del futbolista y de su representante. Y FIFA no te lo permite. Es otra de las cosas ridículas que hicieron.
Siempre ha dado de qué hablar, a menudo como intermediario, su vínculo con el Bayern. En 2013, por ejemplo, viajó a Nueva York para hablar con Guardiola. Deben confiar mucho en usted...
Si en esta profesión la gente no confía en ti, no puedes trabajar. Hoy, infelizmente, hay muchos intereses comunes, y eso ya no es tan imprescindible. Llevo 30 años trabajando con el Bayern… y nunca quise fichar a un jugador del Bayern, a pesar de haber tenido muchísimas oportunidades. Siempre he pensado que la posición de prestigio y confianza que me daba el club, dentro de su estructura interna, tenía que ser respetada. No podía aprovecharme de ella para molestar a los futbolistas del Bayern porque yo fuese influyente, famoso y popular y sacarle jugadores a colegas. Estos son los principios de ética y respeto que te permiten tener una relación diferente con un club.
Usted siempre ha defendido mucho la transparencia en el fútbol. Ya que participó en las operaciones que llevaron a James o Lucas Hernández al Bayern... ¿cómo explicaría cuál es el papel de un intermediario en esas operaciones?
A veces hay situaciones en las que un club no quiere aparecer y quiere estudiar la posibilidad de una operación, y piensa que un determinado agente le puede ayudar a averiguar la factibilidad de una operación sin molestar al otro club y sin poner en una situación de dificultad a nadie. A veces también te piden una opinión sobre el jugador, sobre una operación, sobre el valor de una transferencia… Ten una cosa en cuenta: si existe una profesión, es porque el mercado disfruta de ella.