Cuando el fútbol te salva en prisión: "Ha sido la mejor experiencia de mi vida"
Massiel cumple condena en la cárcel de Pontevedra y afronta lo que le queda con la pasión del fútbol, que ha mejorado su vida privada de libertad.

Con las emociones a flor de piel, Massiel atiende a Relevo. Lo primero que hace es disculparse por si olvida algún dato. "Me han pasado tantas cosas, que tengo la memoria un poquito…", dice. Viene de jugar la final del Torneo Intercentros que organiza la RFEF con los equipos de varias prisiones del país. Es curioso que en ningún momento de la conversación Massiel menciona que son los campeones. Eso ha pasado a segundo plano.
"Ha sido increíble porque, aparte, dormimos allí donde duermen los jugadores de la Selección, en Las Rozas. No tengo palabras, solo quiero decir que ha sido la mejor experiencia de mi vida, de verdad". asegura emocionada.
A sus 27 años Massiel ya sabe lo que es estar en prisión. Una mala decisión que marcó su futuro de forma determinante. Fue condenada por un delito leve con una pena inferior a cinco años, por lo que pudo cumplirla en un Centro de Inserción Social, en régimen de tercer grado.
Meses después Massiel volvió a equivocarse y, como ella misma asegura, tuvo "una regresión de grado" que la llevó a la prisión de A Lama, en Pontevedra. Fue la propia reclusa quien, el pasado mes de octubre, confesó lo ocurrido y decidió, después de todo, tratar de reparar su infracción.
En total, Massiel lleva año y medio privada de libertad, primero en régimen de tercer grado, y desde hace ocho meses, encarcelada las 24 horas del día. Pero un día de noviembre, volvió a cambiar su destino: "Empecé a jugar en el equipo de la prisión".
El fútbol siempre había sido su pasión, tanto que estuvo a un paso de que fuera algo más que una afición. "Cuando era más jovencita, jugué al fútbol. Estuve jugando al fútbol en Venezuela, llegué a entrenar con la selección Sub-17, pero me lesioné de gravedad y no pude seguir compitiendo", afirma Massiel.
En 2013, a sus 17 años, dejó de jugar. Un año después, vino a España. "Mi idea era seguir jugando. Operarme del ligamento y menisco, que tenía rotos, y retomarlo". Pero la vida en Venezuela no era sencilla. "Mi familia no pudo costear los gastos de la operación". En España, con un nuevo proyecto de vida, su padre consiguió que se operara de la rodilla. "No volví inmediatamente porque llevaba cinco años sin jugar y en mi mente ya no estaba la posibilidad de volver".
"Fue en la prisión donde volví a jugar al fútbol". Según reconoce Massiel, "fue un golpe durísimo" su entrada en la cárcel. "Una regresión de grado es algo muy grave, sabía lo que me venía encima", insiste, pero le comentaron que había un equipo de fútbol y no se lo pensó. "Empecé a entrenar y Don Iñaki (el entrenador del equipo), me dio la oportunidad".
"Ha sido la mejor experiencia de mi vida", reconoce. "Me he dado cuenta de que el deporte siempre ha sido lo mío. Volví a creer. Y me he demostrado que soy capaz de volver a jugar al fútbol", dice tras participar en la final del Torneo Intercentros Penitenciarios, organizado por la RFEF.
🤝🏻 Descubre los valores que hay detrás del Torneo Intercentros Penitenciarios, fruto de la colaboración entre la RFEF y la @IIPPGob
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🎥 Objetivo: estimular la solidaridad, el trabajo en equipo y el respeto entre personas privadas de libertad
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Su conducta en la prisión, con la ayuda del fútbol, le ha llevado a disfrutar de su primer permiso. Una prueba de fuego que Massiel afronta como un "bonus". Tras la lesión, perdió mucha condición física que ahora ha vuelto a recuperar. "Volver a estar ahí y que gracias a eso pueda volver a salir, pueda volver a estar con mi familia… Es que no es sólo que esté jugando al fútbol, es que son muchísimas cosas, esto me ha salvado mucho".
Massiel pretende olvidar el pasado y se muestra tremendamente agradecida "con todo, con el entrenador, con la directiva del centro…" y, por encima de todo, "con los compañeros". Es la única mujer del equipo y también de la final que los reclusos disputaron en la Ciudad de Las Rozas hace unos días. "Mis compañeros son un ejemplo. A pesar de las circunstancias, de cómo estamos, son un ejemplo. Me han tratado como una más, me han respetado, me han querido, me han apoyado y todo esto ha sido muy bonito", asegura.

Las salidas a los partidos "ayudan muchísimo". Tanto es así que, según reconoce Massiel, "por eso se hace el campeonato. Para la reinserción. Son salidas terapéuticas y te ayudan en el comportamiento. A la hora de salir de permiso, eso cuenta mucho".
Si echa la vista atrás, Massiel recuerda el primer mes que pasó en prisión sin fútbol como algo "horrible". "Diría que ahora soy otra persona, porque yo cuando entré… estaba hundidísima. Sólo pensaba "a prisión", eso es lo peor, es feo, es horrible". Pero se muestra positiva: "Con el tiempo, pues la verdad que esto del fútbol ha sido la mejor experiencia de mi vida".
"Ha sido mi salida. Cuando haces lo que te gusta, estás libre, eres feliz. Imagínate, estás privada de libertad y de repente haces lo que te gusta. Es algo impensable, algo grandísimo", dice. Una nueva forma de afrontar lo que queda de condena: "Ahora ya cambia todo, totalmente".
Y lo más importante, para Massiel se ha abierto, a través de su experiencia en el equipo de la prisión, una nueva opción de futuro: "Lo tengo clarísimo, aunque yo no siga en el fútbol, sé que voy a hacer algo que tenga que ver con el deporte, porque es lo que me gusta. Voy a tomar ese camino".
Para Massiel la experiencia ha sido un punto y a parte. "Me siento bien, me siento feliz, me siento completa, empoderadísima, y esto es gracias al entrenador, a Carlos (Carlos Vilas, coordinador del programa instituciones penitenciarias de la RFGF), a Andrea, a todo el equipo que estuvo, porque no solo somos nosotros los 13 que jugamos, sino que hay más gente detrás", explica.
"A veces necesitas tocar fondo y es una pena que tengamos que tocar fondo para aprender y hacernos más fuertes. Si la vida tuviese una instrucción de decir por aquí no vayas porque por ahí te va a pasar esto, pues sería genial. Pero no, a veces tienes que tocar fondo y darte cuenta de que lo estás haciendo está mal, pero bueno, lo importante es aprender y seguir para adelante", dice una Massiel diferente, convencida de que la vida, pese a su error, le debe otra oportunidad.