ITALIA

Nos colamos con Totti en el vestuario de su equipo de fútbol 8: "A mí me importa que corran..."

El italiano es líder y capitán de un equipo de fútbol 8 en Roma: "He convencido para jugar a Pizarro, Mancini...".

Nos colamos con Totti en el vestuario de su equipo de fútbol 8: "A mí me importa que corran..."
Julio Ocampo

Julio Ocampo

Relevo pasa unas horas con el equipo de fútbol 8 que lidera el excapitán de la Roma, quien aún rezuma ese aire popular, irónico y canalla propio de los que conciben este deporte como algo más importante que la propia vida. Su fútbol -un simple juego de niños- es potente y existencialista, porque irradia calle, diversión, melancolía y espontaneidad.

Marconi es un barrio periférico romano ubicado en dirección al mar de Ostia. A esa altura, la Basílica de San Paolo custodia el Tíber y deja una estampa en blanco y negro: en la orilla hay campamentos gitanos, ranchos con caballos y pesca de anguilas de río. No lejos se encuentran la perrera más importante de Roma y el mítico excanódromo, donde juegan los 'All Reds', un equipo de rugby de la capital. Crecen zarzas y juncos por doquier. También alcaparras y hierbabuena sin pedir la vez.

Son las ocho de la tarde de un lunes cualquiera, y en el 'Circolo Stella Azzurra' (un centro deportivo popular) varias mujeres se toman el aperitivo tras un partido de pádel mientras que un grupo de chicos calienta antes del partido de fútbol sala entre amigos, entre colegas. En medio de una profusa y fértil vegetación, con una humedad enorme, con mosquitos y cabras rondando por allí a su libre albedrío, un vestuario minúsculo y poco sofisticado (uno de tantos) acoge a un equipo de fútbol 8 que comienza a cambiarse para el partido de las nueve.

"Lo más importante es estar con los amigos, pasar tiempo con ellos jugando al fútbol. Divertirnos, porque los que hemos sido jugadores nunca queremos dejar de jugar. No sólo es para estar en forma, bien de salud, sino para estar en contacto con nuestros amigos y nuestro aliado: el balón". Las palabras son de Francesco Totti, quien lidera dentro y fuera del terreno de juego el 'TottiSoccer Weese', un equipo de fútbol 8 que fundó en 2018, meses después de retirarse de la Roma.

"Lo más importante es estar con los amigos, pasar tiempo con ellos jugando al fútbol"

Francesco Totti

"He convencido para jugar a Pizarro, Aquilani, Roberto Mancini y alguno más. No me importan los nombres, me importa que corran y que tengan ganas e ilusión por seguir jugando al fútbol. Yo jamás la perdí. Ni aquí ni con mi querida Roma, a la que le deseo siempre lo mejor y que esté lo más arriba posible. Sé que se habla de un posible retorno como directivo, pero a mí nadie me dijo nada, son cosas de periódicos, rumores sin fundamento. Eso sí, si me la regalan igual me la quedo, porque para comprarla… No tengo ochocientos millones. Una cosa te digo, si se marcha Mourinho que fichen a Carlo Cancellieri", comenta en exclusiva, mientras termina de mandar un par de mensajes por el móvil, firma camisetas a sus propios compañeros y se dispone a cambiarse. Siempre con esa ironía que tiende al sarcasmo.

Totti firmando una camiseta de la Roma.  Julio Ocampo
Totti firmando una camiseta de la Roma. Julio Ocampo

Cancellieri es el entrenador, la cabeza pensante de este grupo que milita en la Serie A de fútbol 8, formada por 22 equipos que corresponden a barrios romanos. Fue colaborador de Roberto Mancini tanto en el Manchester City como en la Nazionale. Hoy en día es, quizás, el míster más prestigioso del campeonato. Le avalan sus títulos: hasta siete trofeos en los últimos años entre ligas y copas. 

"Llevo muchos años en este mundo. Cuando se retiró Totti, traté de convencerlo para crear esto. Desde entonces, salvo cuando está lesionado, no ha faltado a un partido. Es todo un ejemplo a seguir. Es un ejemplo para todos. Es un crack, pero no por lo que hizo sino porque hoy día sigue poniéndose a prueba con chicos jóvenes que vienen de categorías inferiores y que no pudieron cumplir su sueño de llegar a Serie A o B", explica. "Totti dice, y tiene razón, que en el campo todos son iguales. Es un grande, porque acepta cualquier decisión mía, si le tengo que cambiar o no. Se cabrea, discutimos, pero lo acata", apunta.

Cancellieri y Totti antes del partido.  Julio Ocampo
Cancellieri y Totti antes del partido. Julio Ocampo

Sabe llamar la atención de los grandes Cancellieri. Le sucedió algo similar con Roberto Mancini cuando, jugando a fútbol ocho años atrás, apreció de él la lectura de los partidos, y se lo llevó para Manchester. "También estuve en el Inter. Siempre me gustaron los 'diez', el famoso 'trequartista' talentoso y desposeído de cualquier cadena: Totti, Mancini y Tévez, a quien me gustaría traerlo para Italia y jugar aquí. Es un deporte que está creciendo mucho, cada vez más. Por cierto, tenemos un español muy bueno. Es medio. Se llama Nico Cocuz. Su destino puede ser la Serie B", aclara mientras se dispone a dar las últimas instrucciones y confirmar los titulares. Totti juega a lo Iniesta en un centro del campo a tres. Partiendo a pierna cambiada; con libertad total de movimiento. Talento virgen hasta la eternidad.

Estrellas humildes

Son muchos los exjugadores que han pasado por aquí. Algunos de ellos campeones del mundo como Luca Toni o Vincent Candelá. Además, Floro Flores, Vucinic, Alessio Cerci, Simone Inzaghi (técnico del Inter y flamante finalista de Champions) o Giuseppe Giannini, ídolo eterno de Totti en su infancia.

De hecho, hoy -lesionado- forma parte de las doscientas personas aproximadamente que ven estos partidos, especialmente cuando juega Il Capitano. El acceso es libre, y aunque hay periodistas acreditados, se respira un aroma cercano de barrio. Huele a césped y a café (en el sur de Italia se toma café de noche); a fútbol, a infancia… A esa esencia de la que tanto hablaba el escritor y cineasta Pasolini, otro gran futbolista: el pecado es divino; no requiere el perdón, sino que lo trasciende. El fútbol es la última representación sacra de la vida".

Totti calienta antes de iniciar el partido.  Julio Ocampo
Totti calienta antes de iniciar el partido. Julio Ocampo

Aunque la atmósfera es poética, la realidad es dura. Casi ningún equipo, salvo los cinco o seis que cada año tienen opciones de ganar, vive de esto. Los favoritos pueden generar, individualmente, hasta cien mil euros anuales en cuanto a sponsors se refiere; el resto puede presumir de enfrentarse cada lunes a Totti y los suyos.

"Me gusta y me divierto. Es cierto que somos un valor añadido que puede arrastrar a más gente hasta aquí. La calidad aumenta cada año, y el espectáculo es mayor. Necesitamos esta competitividad para seguir dando de comer a la adrenalina. No es fácil para un futbolista colgar las botas. En mi caso fue durante la pandemia, sin gente, fue duro, pero la familia ha sido clave en mantener el equilibrio", sentencia Davide Moscardelli, el auténtico bomber de la escuadra.

Se retiró con 40 años en el Pisa. Antes militó en varios equipos de Serie A como Chievo o Bolonia, dirigido por Stefano Pioli, actual entrenador del Milan. Con una barba prominente, de él llegó a decir Costacurta que "sus goles imaginativos eran dignos de los más grandes del fútbol".

Tiene tatuado el Coliseo y las iniciales de Daniele De Rossi como buen romanista que es. Es precisamente él -genio inacabado- quien abre el marcador esa noche húmeda. En un barrio encajonado entre el río y el mar, con cabras, caballos y restos de mártires enterrados. Prosiguen los aperitivos en el bar, y los partidos entre amigos de fútbol sala próximos al campo de fútbol 8 donde algo está sucediendo. Algo tan sumamente complejo como comprender la agresiva cotidianidad romana, donde sacro y profano se mezclan.