Víctor Fernández y el valor de un 'boomer' en el banquillo: "Ve y plantea cosas que a otros ni se les pasarían por la cabeza"

"El estilo es el hombre", anotó Buffon. No el portero italiano, aunque también podría haber dicho algo así, dada su elegancia natural. En realidad la frase pertenece a George-Louis Leclercq de Buffon, quien no hablaba de fútbol sino de literatura. Pero sirve como síntesis para responder a esta pregunta: ¿De qué forma ha evolucionado Víctor Fernández como técnico en sus más de 30 años de carrera? ¿Cómo se transforma a lo largo del tiempo un entrenador? ¿Influye más el contexto en él o el propio entrenador es capaz de modificar el escenario con sus ideas? ¿Ha añadido Víctor matices a sus características fundamentales como técnico? ¿Ha modificado en algo su forma de dirigir en Segunda después de varias décadas con plantillas de gran nivel en Primera División?

Cinco exfutbolistas que han sido dirigidos a lo largo de su carrera por el preparador aragonés delinean para Relevo un perfil de Víctor a través del tiempo. Una suerte de libro de estilo del entrenador aragonés y, sobre todo, el análisis sobre el modo en que su ideario se ha adaptado a un paisaje tan abrupto como la Segunda División. A Nayim, José Aurelio Gay y José Luis Rodríguez Loreto los dirigió Víctor en el Real Zaragoza legendario de los 90; antes incluso estuvo a sus órdenes Moisés García León, quien entre 1990 y 1994 coincidió con el técnico en el filial y, después, ya al frente del primer equipo; Albert Celades, por su parte, jugó con Víctor en dos periodos y en equipos distintos: en el Celta en la temporada 1999/2000 y, después, en el primer regreso del entrenador al banquillo del Zaragoza en 2006.

Pese a haber cruzado sus caminos en pasajes distantes en el tiempo, todos concuerdan en que la esencia como técnico de Víctor no se ha alterado lo más mínimo; y la destilan en varias definiciones complementarias: "Le gustan los jugadores con buen pie, que traten bien la pelota", subraya Aurelio Gay. "Gente con calidad, vertical, que arriesgue y desborde", dice Nayim. "Futbolistas que le permitan mostrar el fútbol que a él le gusta", ratifica desde su experiencia Celades. "Siempre se ha fijado más en el aspecto técnico que en el físico del jugador, y ha formado equipos alegres a los que les gusta tener la pelota y mandar", resume Moisés García León. "Tiene siempre una idea de juego y va con ella hasta el final", remacha Loreto. Todo esto valía igual para definir a Víctor en 1991 y en 2024: más de tres décadas de banquillos después, los principios básicos del libro de estilo de Víctor no se han alterado.

Aparte de haber coincidido con el técnico en algún momento de su carrera (además de las cuatro etapas en el Zaragoza, Víctor pasó por el Tenerife, el Celta, el Betis en dos ocasiones, el Oporto, el Gante belga y el Deportivo), estos cinco ex jugadores se hicieron después entrenadores: una condición que afila su mirada y les permite discernir aún más matices. Y varios de ellos han pertenecido en algún momento a la estructura técnica del Real Zaragoza. Gay y Nayim formaron tándem al frente del primer equipo en un periodo muy complejo: entre 2009 y 2011, en los días más sombríos del periodo de Agapito Iglesias al frente del club. Moisés ejerció como director deportivo del club entre 2013 y 2014, en otro momento complicado tras la última caída a Segunda, tras el cambio de propiedad y con García Pitarch como director general. Y Loreto fue su segundo en la anterior estancia del entrenador en La Romareda, entre 2018 y 2020.

Esa circunstancia hace muy significativa su opinión sobre el trabajo de Víctor, dado que lo ha vivido desde dentro como ayudante: "¿En qué aspectos percibo yo una evolución en Víctor en comparación con mi época de futbolista? Antes el entrenador lo manejaba prácticamente todo -apunta Loreto-, mientras que ahora en el vestuario hay un equipo de trabajo y es muy importante integrar la aportación de cada miembro de ese grupo: analistas, especialistas, preparadores físicos, estadísticas... Antes el técnico era más pasional, ahora manda más el método".

Esa es una evolución general a la que, por supuesto, no se sustrae Víctor Fernández. Moisés también la considera muy relevante a la hora de explicar su trabajo en el actual Zaragoza: "El entrenador de hoy se aproxima más a aquella idea que siempre hemos tenido del manager inglés, que más allá de dirigir personalmente el entrenamiento hace una labor de supervisión e integración de un equipo de trabajo", explica. "Víctor se ha rodeado de profesionales como David Navarro y Javi Suárez, que están en el día a día y aportan su conocimiento. Eso complementa el buen paladar y el liderazgo de Víctor: él sabe asumir el protagonismo y quitarles presión a los demás".

Si se le pide una característica definitoria del entrenador aragonés, un valor que se haya mantenido inalterado a lo largo de estas más de tres décadas, Loreto no lo duda: "Lo más distintivo de Víctor Fernández es la confianza en sí mismo, eso no ha cambiado en nada. Y la capacidad de transmitir esa confianza a los jugadores: en un vestuario, los futbolistas lo perciben todo, y en Víctor Fernández ven a un entrenador muy firme en sus creencias".

José Aurelio Gay destaca el valor que una trayectoria tan extensa aporta a un equipo con una obligación implacable: volver a Primera División: "Ahora está de modo jugársela con entrenadores muy jóvenes y, ojo, me parece bien. Pero a veces se está desechando al entrenador maduro, y en esos puestos la experiencia que te da alguien como Víctor se convierte en un factor decisivo", subraya Gay, quien apoya su opinión con ejemplos como el de Gian Piero Gasperini en el Atalanta, Manuel Pellegrini en el Betis o, desde luego, Carlo Ancelotti en el Real Madrid. "Un entrenador veterano, activo y actualizado como Víctor, tiene un valor incalculable, porque los años te dan poso y la capacidad para manejar con calma y conocimiento situaciones muy complejas. Con plantillas jóvenes como la del Zaragoza, un entrenador experimentado tranquiliza al futbolista si la cosa va mal, manda un mensaje positivo y hace que el jugador crea en eso", razona Gay.

La sospecha de desactualización persigue a menudo a entrenadores de las generaciones más veteranas. Víctor tiene 63 años y es, en los términos en que se definen estas cosas ahora, un boomer en los banquillos. Se trata de un prejuicio que no es exclusivo del fútbol y hay cierto edadismo filtrado de una sociedad acostumbrada a otorgar a la juventud un prestigio superior al de la experiencia. "Conforme han pasado los años, Víctor ha mantenido sus principales características, pero se ha dado cuenta de la evolución del fútbol y adapta sus soluciones -explica Moisés-. Por ejemplo, el perfil de sus jugadores de banda ha evolucionado: ahora busca futbolistas más explosivos, más fuertes y potentes, porque el fútbol de hoy requiere de ellos más ida y vuelta. También creo que el Zaragoza está trabajando cada vez más el balón parado, valorando lo que supone tener a jugadores como Aketxe: porque en el fútbol actual a veces con la pelota no te basta para ganar, y más en Segunda".

En sus dos últimas etapas en el Real Zaragoza, Víctor ha contado con muchos apoyos: su sentido de pertenencia y el reconocimiento general le ofrecen un enorme crédito de partida entre la inmensa mayoría del zaragocismo. Pero nunca falta quien duda de la adaptación de un técnico de élite a la hora de gestionar la singularidad de la Segunda División: "Víctor tiene una carrera extensísima, con equipos y futbolistas de mucha calidad, de otro nivel. La Segunda División es un entorno diferente -explica Albert Celades-: sin embargo, ésta no es su primera vez, ha regresado a un contexto que ya conoció en su anterior etapa", dice el ex seleccionador sub-21. "Más allá de la evolución como profesional de un entrenador, lo más importante a la hora de dirigir un equipo es optimizar los recursos: y Víctor lo está haciendo en el Zaragoza. No tiene un equipo de súper estrellas, pero ha conformado un bloque sólido, con muy buenas individualidades, y en el que además se reconoce su estilo", remarca Celades.

Loreto deja una frase rotunda para sintetizar todas estas consideraciones: "Víctor es un entrenador que ve y plantea cosas que normalmente a muchos otros técnicos ni se les ocurrirían... pero es que además en el campo le dan resultado", valora, antes de resumir su ideario de forma concisa: "A Víctor sólo le interesa el control del juego a través de la pelota". La viabilidad de esa idea depende en gran medida, por supuesto, de la capacidad de los futbolistas para asumirla. Y por ahí se explica el marcado paralelismo en sus dos últimas estancias en el banquillo de La Romareda: llega a mitad de temporada con el único objetivo de salvar al equipo de la amenaza del descenso; y en la campaña siguiente, tras rehacer el plantel, orienta sus aspiraciones al objetivo contrario: el ascenso a Primera División.

En la temporada 2019/20, tras darle la vuelta a la plantilla, el Zaragoza arrancó con cuatro victorias, un empate y una derrota en las primeras seis jornadas. Exactamente el mismo balance actual, en su segunda campaña después de llegar el pasado mes de marzo al Zaragoza... Durante la transición entre un año y otro, Víctor insistió en la necesidad de hacer una "reconstrucción masiva" del plantel. Al final llegaron trece fichajes, pero la idea de fondo era muy clara: ampliar el fondo de armario, tener amplitud de alternativas en la plantilla. "Creo que su trato con el futbolista ha evolucionado a lo largo de los años -indica Moisés García-, porque en el fútbol de hoy la gestión de los grupos es muy diferente y necesitas tener muchos futbolistas implicados. Con los cinco cambios la cosa ha cambiado mucho. Y en el Zaragoza ves a jugadores como Azón, Francho, Toni Moya... que, aunque no jueguen como titulares y estén deseando hacerlo, cuando salen aportan mucho al equipo".

El hundimiento del Real Zaragoza en la parte final de la temporada 2019/20, cuando se reanudó la Liga tras el confinamiento y la normativa pasó de tres a cinco sustituciones, marcó aquella amarga experiencia de Víctor Fernández. El equipo perdió en el playoff un ascenso que parecía hecho. "Se dice que en Segunda no se puede jugar al fútbol, pero no es cierto: se puede, pero hay que hacerlo de otra manera. Y creo que en esta nueva etapa Víctor ha buscado un equipo muy del estilo del que construyó en 2019", opina Moisés.

Algunas constantes se mantienen, como identifica Nayim: "Víctor siempre quiere que su equipo haga daño con la pelota. Esa es la condición principal: futbolistas que se atrevan y desborden -señala el autor del gol decisivo en la Recopa de 1995-. Ahí están los dos extremos, aunque Ares aún no haya arrancado del todo. Y cuando quiere algo más por dentro tiene a Bermejo o a Aketxe que también le dan eso. Sobre todo ha conformado una buena plantilla, con jugadores jóvenes, con energía, que le permiten mantener el ritmo de fútbol alto que a él le gusta". José Aurelio Gay también ve a un Zaragoza reconocible, un Zaragoza muy de Víctor Fernández, pese a que el escenario de la Segunda División sea tan particular: "La Segunda División tiene poco que ver con lo que Víctor ha conocido la mayor parte de su carrera: el ritmo es otro, los jugadores son otros, la pelota y el juego corren de una manera diferente. Pero esté en Primera o en Segunda, Víctor siempre busca lo mismo de sus futbolistas: todo el mundo debe querer la pelota, estar siempre bien situado y darle buen trato al balón".

Entre un periodo y otro con Víctor al frente, La Romareda ha vivido cuatro años de coqueteo suicida con el descenso. Ahora, el estadio mira al horizonte de la temporada con un optimismo mucho más justificado que el de hace un año: entonces el equipo de Fran Escribá sumó cinco victorias en las cinco primeras jornadas; después se desplomó sin remedio: "Yo veo un cambio radical -asegura José Aurelio Gay-. Este año el comienzo es diferente, más maduro. El Zaragoza tiene menos puntos que el año pasado a estas alturas (13 puntos por los 16 de la anterior campaña), pero el equipo está mejor construido, mejor dispuesto en el campo".

La participación directa de Víctor a la hora de conformar la nueva plantilla, de la mano del director deportivo Juan Carlos Cordero, ha impregnado la elección de jugadores del perfil preferido por Víctor. "Para jugar como él quiere hay un factor determinante: el tipo de jugadores de los que dispone -apunta Loreto-. Y está claro que, dentro de la coherencia, Víctor siempre va a intentar adaptar a esos jugadores a la idea". Moisés observa una evolución clara con respecto a la última campaña: "El año pasado intentaba un juego más directo, ahora las transiciones son más lentas, los centrales tienen más el balón y el equipo aguarda a que sus extremos y el delantero centro se sitúen en posiciones fijas para, desde ahí, poder generar situaciones de uno contra uno por fuera. Y por dentro, que el nueve fije a sus centrales y que Soberón dé opciones de pase a los del medio campo. Todo eso lo puede hacer porque ahora dispone de jugadores con mejor toque".

Ese equilibrio que ahora muestra el conjunto de Víctor Fernández en el campo tiene su reflejo en los números. El Real Zaragoza es el conjunto más anotador de Segunda División (11 tantos), tiene al futbolista con más goles (Mario Soberón ha marcado cinco dianas, como el racinguista Andrés Martín) y es el segundo que menos goles encaja (3), sólo superado por el Mirandés (2). ¿Cómo se explica que un entrenador de marcado carácter ofensivo como Víctor Fernández haya conseguido un Zaragoza tan eficiente en las tareas defensivas? Albert Celades ofrece una clave: "En el fútbol hay una cosa básica: tal y como ataca un equipo, así va a defender". El que fuera técnico del Valencia desarrolla la idea de forma sencilla: "Si eres capaz de atacar en bloque, a través de combinaciones, con jugadores que comparten la pelota... cuando pierdas el balón tus futbolistas van a estar más cohesionados, más próximos uno a otro y más cerca del rival. Y eso te permite defender de manera más compacta, robar más rápido y evitar que el contrario te llegue mucho".

La explicación encaja en el comportamiento del actual Zaragoza: un equipo que genera mucho volumen ofensivo, a través del movimiento de la pelota, y que, a menudo, recupera más allá de la línea del medio campo: "Jugar en horizontal es muy fácil -defiende Nayim-, pero donde se hacen los desequilibrios es cuando llegas por dentro, con pases y un ritmo alto: el Zaragoza lo está haciendo. Y otra cosa importante: los cambios están entrando muy bien al campo, todos aportan. Eso le permite a Víctor mantener hasta el final esa agresividad con el balón y sin él", explica el ceutí.

En una categoría imprevisible, con muchos equipos de nivel muy parejo y en lucha directa por el mismo objetivo del ascenso, el Zaragoza soporta unos niveles de urgencia cuya gestión resulta vital. Víctor tiene tan asimilado ese panorama, connatural al club, que su mensaje a los jugadores lleva implícita la exigencia desde el mismo vestuario: "No sé si con los años su mensaje o su forma de dirigirse a los futbolistas habrá cambiado porque no estoy dentro -considera Gay-, pero desde luego Víctor tiene un estilo muy propio y no lo va a cambiar por más que el Zaragoza esté en Segunda: eso no le va a hacer echar atrás a su equipo ni va permitir en el Zaragoza comportamientos que sí tienen otros equipos de Segunda División".

La exigencia representa, para Moisés, un factor básico si el Zaragoza quiere regresar a Primera. Y Víctor sabe cómo transmitirlo: "Se exige a sí mismo y exige a los demás, en el vestuario y en la entidad: y me parece que eso es muy importante para un equipo como el Real Zaragoza porque marca el camino: les dice a sus futbolistas que, en este club, no vale con pasearse por la categoría".

La conclusión, entonces, viene a ser la máxima defendida al inicio: en Primera, en Segunda o en cualquier contexto, y siempre sin perder de vista la coherencia entre recursos y necesidades, el principio se mantiene: el estilo es el hombre. Y, en este caso, cualquier evolución que haya impreso en Víctor Fernández su larga experiencia en los banquillos no modifica lo esencial. Lo distintivo. "Por eso es el mejor entrenador que puede tener el Zaragoza en Segunda", remarca Gay. También Albert Celades martilla en esa idea: "Me alegro un montón de que Víctor esté en el Zaragoza, porque es la persona ideal y la más adecuada para devolver al club al lugar que le corresponde", defiende. "Los que conocemos el Zaragoza sabemos lo que supone jugar en La Romareda... y si alguien conoce todo eso es Víctor". Si hace falta un corolario, lo deja Loreto con una frase definitiva: "El currículum no lo regalan".