OPINIÓN

'A Pelayo Novo': ni te conozco ni te olvidaré

Pelayo Novo, ex jugador, entre otros, del Elche, Oviedo, Albacete./LAS PROVINCIAS
Pelayo Novo, ex jugador, entre otros, del Elche, Oviedo, Albacete. LAS PROVINCIAS

Aquí no esperen un texto sesudo de alguien que conocía cada paso que había dado Pelayo Novo en su corta vida. Ni mucho menos un obituario clásico, con pelos y señales de su trayectoria deportiva y con algún secreto que arroje algo de luz a su angustia vital. No me van los impostores. Y el dolor que ahora mismo nos desgarra, nos obliga como prioridad innegociable, a darnos aliento y poco más. Yo sólo sé hacerlo a través de la escritura. Igual porque ahora mismo las palabras se atropellan y se hacen un nudo en la garganta.

No conocía a Pelayo Novo de absolutamente nada. Que conste. Y sólo he hablado una vez en mi vida con él durante cinco minutos. Aquí no hay más protagonista que la desazón. Lo vi jugar un puñado de veces sin más. Pero hay relaciones que van mucho más allá de lo cuantitativo y que trascienden a las reglas habituales de la comunicación. Por su simbología, por la emoción, por la empatía, por las huellas y, sobre todo, por el corazón. Es muy sanador compartirlo. De ahí que me haya atrevido a revivir nuestra escueta pero intensa conexión. Mi sentido homenaje hacia él comenzó hace ya tres años y su agradecimiento sincero me acompañará para los restos.

En 2018, más o menos, los atrevidos editores de Libros del KO me animaron a desarrollar un Hooligan Ilustrado que tenía en la cabeza sobre el Albacete Balompié. Justo en el ecuador de la escritura, Pelayo cayó al vacío desde un tercer piso en el hotel de concentración en el que estaba con su equipo en Huesca. Salvó su vida de milagro y agitó la mía decisivamente. Fue en ese momento, en el que empecé a pulir el texto con la ayuda de Sergio Cortina, un oviedista de cuna como él, cuando tomé la decisión de dedicarle la pequeña obra. Era mi debut literario más allá de periódicos y webs. Y ni por esas pensé un segundo en elevar a un altar a alguno de los míos. Tuve claro desde el principio que el elegido debía ser él.

Dedicatoria en 'Por si acaso' de Libros del KO.
Dedicatoria en 'Por si acaso' de Libros del KO.

Desde el día de la publicación de Por si acaso en 2020, en cualquiera de las entrevistas en las que colaboré me preguntaron lo mismo. Y fueron mil. No porque yo sea Delibes ni el libro, El Quijote; sino porque la pandemia puso de moda los encuentros online y debido a que los medios estaban tiesos de contenido en pleno confinamiento. "¿Por qué se lo has dedicado a alguien que ni conoces?", repetían. La verdad, que me hubiera gustado más contestar preguntas sobre literatura, para huir de sensacionalismos, de procesos de escritura, de mi relación con el Alba como canterano suyo que fui o de las cuantiosas anécdotas relatadas del Queso Mecánico. Pero la duda a resolver siempre era la misma.

Si hubiera puesto en la dedicatoria 'A mi tocayo Di Stéfano' no habría preguntas al respecto. Pese a que mi padre me llamó Alfredo por él. Todo el mundo daría por hecho que simplemente compartía mi admiración a un grande que fue un precursor. Pero 'A Pelayo Novo' les parecía poco, frío, nada pomposo y no encontraban la justificación. Como si no pudiéramos adorar a un obrero anónimo, como tantos que nos rodean, que acababa de caer y luchaba por levantarse. Lo hice porque me resultaba frívolo hacer algún pareado como tributo a mi chica, a mis padres o alguno de esos filósofos que tantas veces saltan directamente y sin masticar de la Wikipedia a los libros para dar más empaque al documento. Durante esos meses, cualquier seguidor del Alba como yo sólo tenía única y exclusivamente a Pelayo en su cabeza. Era de justicia darle otro empujón que le acercara más a la vida y le rescatara de la tormenta.

Fue entonces cuando Pelayo apareció en el salón de casa por sorpresa. El Alba, tras presentar la obra en el Belmonte entre mascarillas y con las restricciones de la nueva normalidad, organizó una charla telemática para darle difusión. Jesús Hernández, uno de los responsables de comunicación del club y amigo íntimo del centrocampista -hasta el punto de haber ido este verano a su boda-, dirigió el encuentro. Arrancó con unas preguntas protocolarias, me presentó luego a uno de los protagonistas de la historia, Tomeu Nadal, y de repente hizo aparecer en pantalla a Pelayo, ya recuperado tras pasar por el hospital de Toledo y regresar a Oviedo junto a Iciar, su chica. Aquella velada, que ahora reviso compungido en bucle, nunca la olvidaré. Si algo odié en aquella etapa gris fue no haber podido abrazarle.

Charla entre el autor de 'Por si acaso' y Pelayo Novo en 2020.

Se mostró encantado con el detalle de la dedicatoria, agradecido por el tratamiento en el texto de su situación y emocionado porque yo había escrito en la página 61 una sentencia que valía para entonces, que sirve para hoy y que lo llevaré presente mañana: "Pelayo, al que sin conocer personalmente siento cerca, siempre será uno de los nuestros".

Que mi vida, más allá del Periodismo, gire desde entonces profesionalmente en torno a la Psicología Deportiva no es una casualidad. Es el granito de arena que aporto a esta puta vida con devoción.