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El resurgir de Gelabert, el mirlo que se rompió las dos rodillas

Llegó a entrenar con Cristiano, Modric o Benzema. Sin embargo, la rodilla derecha le jugó una mala pasada. Fichó hace un par de temporadas por el Mirandés y, superado un nuevo contratiempo, quiere recuperar su mejor versión.

César Gelabert, en un partido con el Mirandés/
César Gelabert, en un partido con el Mirandés
Sergio Sánchez

Sergio Sánchez

La piel de César Gelabert (Palencia, 2000) muestra que el fútbol ha marcado su vida. "Llevo un tatuaje de mi abuelo con un balón, otro de la celebración del último gol antes de romperme el primer cruzado, el fútbol es parte importante de mí", comenta el joven centrocampista jabato, quien tampoco descarta hacerse otro más dedicado a los suyos, cuando llegue a Primera.

Para el '10' del Mirandés ese núcleo cercano es muy importante. Lo forman, por supuesto, familia o amigos, pero también el entrenador Joseba Etxeberría y los compañeros: "El míster es un crack, me ha ayudado a todo con el cruzado, y el vestuario del Mirandés es genial".

La historia de Gelabert es la de esa realidad que no sigue un camino recto hacia el éxito, si no que tiene picos y valles. Considerado el mejor de su generación cuando desembarcó en el conjunto merengue, su recorrido es el de muchas grandes promesas que van lanzadas hasta que escuchan crack. Al palentino le ha sucedido en dos ocasiones y para superarlas contó con un apoyo fundamental.

"Me ha dado muchos y buenos consejos para superar estas situaciones", agradece al citar a su padre Juan Miguel Gelabert, central y lateral izquierdo entre otros de Sevilla, Sporting, Elche o Hércules. Fue precisamente en las categorías inferiores del conjunto del Rico Pérez, donde el Gelabert chico pasó de jugar a la pelota a hacerse futbolista. A los tres años de militar en la cantera blanquiazul, se inició un sueño.

"No te lo crees; es alucinante el día que te llama el Madrid y te lo dice tu padre". Además, añade, "me pilló en un momento en el que estaba un poco tocado, tuve un problema en la cadera y llevaba dos o tres meses sin poder jugar. Volví justo quedando cinco o seis jornadas y, faltando tres, me llamaron". Un instante inolvidable que aún recuerda ilusionado: "Vas a ver Valdebebas y es como ver otro mundo... eres un chaval y piensas, ¡madre mía, dónde he venido!".

Cuando te lesionas, se aprende de la importancia de la alimentación o del trabajo de gimnasio, que antes te podía parecer una tontería. Si te quieres dedicar a esto, tienes que hacerlo"

César Gelabert Jugador del Mirandés

Llegó al Cadete A, pero subió escalones de forma meteórica. Prácticamente se saltó el Juvenil C, llegó al B, enseguida al A y tras media temporada, al Castilla. Fue preparando la final de la Copa del Rey Juvenil de 2018, que iba a disputar contra el Atlético de Madrid, cuando comenzó la pesadilla: "Me rompí el cruzado de la rodilla derecha. Era el primer año en el que empezaba a debutar con el Castilla. No sabía a qué me enfrentaba. Para mí era todo nuevo, nunca había tenido una lesión tan grave".

A sus 17 años y después del shock, trató de sacar lecciones positivas. "Se aprende de la alimentación, de los fisios, de la importancia del trabajo de gimnasio, que antes te podía parecer una tontería, de calentar bien la rodilla, que antes nunca lo hacía y ahora lo hago todos los días, porque lo necesito". Son gajes del oficio, proclama echando la vista atrás con una serenidad abrumadora: "Maduras, sabes que si te quieres dedicar a este deporte tienes que hacer eso".

Ya recuperado, volvió para ser parte del Castilla durante tres temporadas y entrenar a menudo con el primer equipo. Gelabert no quiere dar vueltas a si hubiera formado parte de esa plantilla, en el caso de que la lesión no le hubiera cortado su progresión. Prefiere quedarse con los buenos momentos: "Entrené bastantes veces con ellos y era increíble el talento de Cristiano Ronaldo, Hazard, Modric, Isco o Benzema. Nunca se sabe si hubiera llegado o no a jugar con el primer equipo. Depende mucho, por ejemplo, de los jugadores que haya en tu posición".

Su llegada al Mirandés

Sergio Camello o Rodrigo Riquelme son ejemplos recientes de cómo los jóvenes pueden encontrar en Anduva un entorno ideal para crecer. Raúl García de Haro, goleador cedido por el Betis, es en la actualidad otra buena muestra. "Viene mucha gente nueva, que sale y entra; hasta que conseguimos conocernos al cien por cien, cuesta. El Mirandés es cada año un equipo totalmente nuevo, recomendaría a cualquier jugador venir para seguir creciendo", explica antes de comentar por qué eligió este nuevo destino para continuar su carrera.

En los casos anteriores se produjeron cesiones, en el suyo llegó en propiedad y firmó por un par de temporadas. Tuvo en cuenta dos aspectos clave. En el personal, que se trata de "un paso bastante fácil para un jugador que viene de divisiones inferiores para poder dar un buen salto, porque aquí te dan mucha confianza y eso para un jugador es fundamental", y en el competitivo, "que se trata de un equipo que en los últimos años viene haciéndolo muy bien tanto en Segunda División como en Copa del Rey".

"Dediqué mi gol al volver a Simón Moreno porque he estado con él toda la recuperación. Quería transmitirle mi ánimo. Ese gol era para los dos"

César Gelabert Jugador del Mirandés

Precisamente en Copa, llegó el segundo gran susto de su carrera. Se produjo en enero de 2022 ante el Rayo. "En el momento que tiro la pared en el centro del campo y la rodilla se me va un poco, más o menos me hago una idea de que puede ser cruzado o menisco", relata con frialdad. Fue el cruzado, pero de la otra rodilla, la izquierda. "La primera semana lo pasas muy mal, pero a mí lo que me hace feliz es jugar al fútbol y tienes que pensar que hay que recuperarse cuanto antes para ayudar al equipo".

Por eso, prefiere quedarse con su reaparición frente al Lugo diez meses después y la celebración del gol al Tenerife en el reencuentro con Anduva: "Los primeros treinta minutos en Lugo estás pensando en lo feliz que eres porque vuelves a jugar después de tanto tiempo, pero no puedo negar que tienes miedo. Lo del gol fue una sensación brutal. En el partido del Anxo Carro, en una jugada me fui de dos y desde fuera del área tenía que haber chutado a puerta, el día del Tenerife no me lo pensé. Encima en casa, con mi gente, fue tremendo. Se lo dediqué a Simón Moreno porque he estado con él toda la recuperación. Él se rompió un poco antes que yo y quería transmitirle todo mi ánimo. Ese gol era para los dos".

Con la vista puesta en el futuro, su objetivo inmediato es salvar al Mirandés y devolver el cariño que siente de "una ciudad muy acogedora". César Gelabert, aquel niño que llegó a ser internacional en categorías inferiores de la Selección Española, ha recorrido mucho camino, pero solo tiene 22 años y unas ganas enormes de seguir persiguiendo su sueño.