OPINIÓN

Xavi acaba con los 'memes'

Xavi, en un momento del partido ante el Sevilla./GETTY
Xavi, en un momento del partido ante el Sevilla. GETTY

El fútbol es tan cambiante que el próximo domingo, a mediados de febrero, el Barça que hace nada cayó de la Champions a la Europa League podría sacar 11 puntos de ventaja en LaLiga al Real Madrid. Un roto en toda regla. Después de tumbar al Sevilla con el hambre como gasolina, se escapará del pelotón cual Pantani si es capaz de complicar de nuevo la vida a Setién, un viejo amigo, en La Cerámica. Quién te ha visto y quién te ve.

La disputa del Mundial de Clubes puede dar otro premio a los de Ancelotti que reanime su moral ese fin de semana al mismo tiempo que, psicológicamente, pueda deprimirse al ver que su persecución al líder -pese a dejarse un partido pendiente- sea ya una cuesta demasiado empinada. El Madrid ha vuelto a las andadas por la mala planificación y los viejos achaques, como tantas otras veces a estas alturas de temporada, pero ello conlleva una sentencia que nadie puede discutir: cuanto peor le van las cosas en España más de cerca ve la Decimoquinta. Que levante la mano quién le dé una vez más por muerto.

El Barça, que ha resurgido a base de orden y rodeado de centrocampistas, bien haría en seguir a lo suyo sin mirar mucho más lejos. Lleva un 2023 de ensueño. Todo le sale. Todo le cuadra. Hasta Kounde ha recuperado la figura y Raphinha y Kessie, bultos sospechosos hasta ahora, suman y hacen lo que deben. Sólo las lesiones, esta vez la de Busquets, y los careos extradeportivos con Tebas le mantienen preocupado.

A Xavi le ha costado encontrar la solidez y el equilibrio y, más que nada, entender que el estilo por sí solo no da de comer. Una contra no es pecado. Su Barça puede que a ratos no enamore, como en el primer tiempo, pero no sonroja ni un segundo, que después de varios años de disgustos como meme se ha convertido en la mayor de las prioridades. Sampaoli propuso un partido al Barça que atragantó a Xavi por momentos. Y ni por esas ya se agobia. La filosofía antes le exigía a brillar para fidelizar y ahora todo el mundo, en el césped y en la grada, entiende que es más importante no encajar que hacer media docena.

El fútbol fluctúa a tal velocidad que si alguien hiciera hoy una macroencuesta a las puertas de cualquier estadio del mundo daría al Barça como favorito para LaLiga, como favorito en su eliminatoria de Copa ante el Madrid y como favorito en su duelo al sol contra el Manchester United. Vamos, que donde antes se veía un socavón ahora se atisban cuatro títulos. Para que luego digan que las Supercopas son torneíllos que ensucian el calendario y no valen para nada. Algunas, como la última disputada (y ganada) en Arabia, le ha cambiado la vida a Xavi, ha transformado por completo la cara al Barça y ha minado el ánimo a un Madrid que ha heredado la tensión culé con la que antes gozaba.