RAYO VALLECANO - REAL MADRID

El racismo que Wilfred Agbonavbare vivió... pero no contó: "Le habían tirado plátanos en varios campos, por dentro lo llevaría mal"

Compañeros y amigos de Wilfred Agbonavbare explican el mito y reviven la figura de un portero tímido, risueño y cariñoso que dejó un legado imborrable en España.

Wilfred Agbonavbare, en un partido con el Rayo Vallecano. /ARCHIVO
Wilfred Agbonavbare, en un partido con el Rayo Vallecano. ARCHIVO
Jonathan Ramos

Jonathan Ramos

"Parece que cuando una persona fallece todo el mundo hablamos bien, pero todo lo que se diga de Willy es quedarse corto". No hay mejor carta de presentación para Wilfred Agbonavbare que esta. Sus amigos y compañeros de profesión lo siguen teniendo presente en sus vidas, pese a haberles dejado hace casi una década (el 27 de enero de 2025 se cumplen 10 años desde su fallecimiento). Nacido en 1966 en Lagos, Nigeria, dejó un legado imborrable en el Rayo Vallecano, pese a haber vestido La Franja tan solo seis temporadas.

Cada partido que se juega en Vallecas hace que su memoria siga muy viva por diversos motivos. La puerta número uno del estadio lleva su nombre y luce su cara. Por ella entran los Bukaneros, el colectivo de animación del Rayo, ellos mismos se acuerdan de Wilfred a cada partido con el cántico '¡Willy, Willy!'. Seis años le bastaron a Wilfred para convertirse en una institución en Vallecas, donde vivió gran parte de su vida en Madrid, hasta que se mudó a Meco. Además, fue uno de tantos futbolistas que sufrió una sociedad racista que se creía con derecho para convertir los estadios de fútbol en el escenario perfecto para insultar por su color de piel a un jugador.

En mayo de 1993 se vivió un absoluto bochorno en el Santiago Bernabéu. El Rayo Vallecano empató a uno contra el Real Madrid, Wilfred paró un penalti a Míchel y fue el gran muro que los madridistas no consiguieron sortear. Parte del fondo del estadio gritó: "Negro, cabrón, recoge el algodón". En los aledaños varios aficionados continuaron con la vergüenza: "La culpa ha sido del negro de los cojones". Y gritaron: "Ku Klux Klan". Wilfred siempre le quitó hierro. "Es normal porque soy moreno, porque he parado como hoy y esperaba que la gente me chillase. Pero soy un futbolista y no pasa nada, estoy muy concentrado con mi partido. ¿La gente chillando? No pasa nada", dijo.

En vísperas de un Rayo Vallecano - Real Madrid, aquellos que compartieron momentos con Wilfred reviven el mito y ensalzan su figura. "Es muy difícil encontrar personas como él. Era el típico jugador que cuando entras al vestuario y le ves con esa sonrisa en la cara… Era un tipo inigualable", describe Paco Jémez, quien compartió con él una temporada en el Rayo. Para el actual técnico del UD Ibiza, hablar de Wilfred es hablar de un icono, tanto en Vallecas como el fútbol español.

El aterrizaje del Gato de Vallecas

Willy, como le recuerdan sus amigos, comenzó a despuntar en la primera división de Nigeria muy joven, pero sus mejores años los disfrutaron en La Franja. "Willy vino al Rayo a través de un representante [Andreu Idu], porque tenía complicado salir de Nigeria. Después de un tiempo lo consiguió sacar del país y así llegó al Rayo. Desde el primer día noto un feeling total en los entrenamientos", explica Jesús Diego Cota, prácticamente un hermano para Wilfred.

"No dominaba el español y tenía unos chascarrillos graciosísimos. Él me contó que cuando llega al Rayo estaba de entrenador Felines. Entre Cota y esta gente le dijeron: 'Cuando venga el entrenador y diga algo le dices qué pasa cabrón'. Él se lo dijo y no tenía ni idea de lo que significaba"

Mariano Martínez Compartió cuerpo técnico con Wilfred en el CD Coslada

"En muy poco tiempo nos conocimos mucho. No tenía más cojones que llevarle a los entrenamientos, porque no tenía forma de ir", añade Cota entre carcajadas. Aquellos tiempos los rememora con una sonrisa en la cara. Todavía se acuerda cuando tenía que pedir prestada la furgoneta de la familia (sus padres tenían varias fruterías) para llevar a Wilfred y Callejo. "'Cota, quiero un poquito de fruta', me decía. Mi madre le daba una manzana y una pera".

La relación entre Cota y Wilfred se construyó a base de anécdotas, una de ellas la cuenta Mariano Martínez, entrenador del CD Coslada, que tuvo a Willy como entrenador de porteros. "No dominaba el español y tenía unos chascarrillos graciosísimos. Él me contó que cuando llega al Rayo estaba de entrenador Felines. Entre Cota y esta gente le dijeron: 'Cuando venga el entrenador y diga algo le dices qué pasa cabrón'. Él se lo dijo y no tenía ni idea de lo que significaba", revela. Por alusiones, Cota recoge el guante: "Le costaba un poquito hablar en castellano, pero se ganó rápido el vestuario. Empezamos con las bromas muy rápido, pero Wilfred se aprendía primero los insultos. 'Cota, cabrón', me decía siempre", amplía.

Wilfred colocado para un saque de esquina.  ARCHIVO
Wilfred colocado para un saque de esquina. ARCHIVO

Paco Jémez no olvida el tono de voz de Wilfred y sus problemas con el idioma. "Le costaba un poquito hablar en castellano. Es un tío que tenía un acento muy especial. Era un tipo gracioso, cuando hablaba, entre el acento y que era muy ocurrente, era muy gracioso", revive el entrenador. Solo compartieron una temporada juntos, pero Jémez se quedó prendado por la personalidad del portero. "Siempre que nos enfrentamos al Rayo, lo primero que hacía era ir directamente a darle un abrazo a Wilfred", apostilla.

Un icono antirracismo que nunca se abrió en el vestuario

Es imposible hablar de la figura de Wilfred sin hacer un alto en el racismo de aquella época. Lo ocurrido en el Santiago Bernabéu era la punta del iceberg, pese a ello, Willy nunca alzó la voz, interna ni externamente. "No llegó a hablar de ese tema", dice Jémez. El entrenador detalla que lo vivido en ese encuentro estaba demasiado extendido en aquella época: "A nadie le gusta que le digan ese tipo de cosas. Los tiempos de antes no son los de ahora. Lo mismo que te encontrabas en un estadio, te lo encontrabas en otro, incluso por la calle".

"Alguna vez nos comentaba las cosas que había vivido en algún campo. Nos explicó que le habían tirado cáscaras de plátano. Él siempre se lo tomó con un sentido del humor, le restaba importancia. Seguramente por dentro él lo llevaría mal"

Mariano Martínez Sobre los incidentes racistas que vivió Wilfred.

Wilfred rara vez habló de lo ocurrido con los suyos. "Él le quitaba hierro al asunto, no le daba importancia. ¡Pero si negro le llamábamos en los entrenamientos y nunca se ha tomado nada mal¡", incide Cota. A lo que añade Paco Jémez: "Yo no creo que eso a él le afectase. Era un tipo tan alegre que no creo que eso le pudiese afectar". Con el tiempo actitudes como las vividas en ese encuentro de Liga se han convertido en rara avis, aunque todavía queda mucho trabajo por hacer.

Pocas veces lo hacía, pero después de colgar las botas, Willy se abrió: "La primera impresión fue mala, pero luego se reía", explica Mariano Martínez, quien compartió varias temporadas con Wilfred en el CD Coslada, sobre lo que el portero nigeriano vivió en el Bernabéu. "Alguna vez nos comentaba las cosas que había vivido en algún campo. Nos explicó que le habían tirado cáscaras de plátano", desvela el entrenador.

Y zanja el tema: "Él siempre se lo tomó con un sentido del humor, le restaba importancia. Seguramente por dentro él lo llevaría mal. 'Por qué me dicen esto', pensaría. A él le duraba el enfado muy poco tiempo".

La vida de Willy explicada en las anécdotas con su 'padre' Cota

Los seis años que Wilfred pasó en el Rayo Vallecano han dado para mucho. El portero se instaló en el centro neurálgico del barrio, cuando necesitaba irse a entrenar dejaba a sus hijos con los vecinos y hasta acompañaba a Michel, ahora entrenador de Champions con el Girona, a la ciudad deportiva. No había un día en el que Cota no se guardase varias anécdotas de su amigo Wilfred. "'Cota, tú eres mi mejor amigo', me decía. Yo le respondía: 'No, no. Tu amigo no, yo ya soy tu padre. Te llevo a entrenar y te doy de comer fruta. Se descojonaba el cabrón", rememora.

Wilfred, en un partido con el Écija Balompié.  ARCHIVO
Wilfred, en un partido con el Écija Balompié. ARCHIVO

Si hay alguien que le hizo la vida más fácil a Wilfred en Vallecas, ese fue Cota. El central madrileño adaptó a la sociedad española a un portero que no había salido de su Nigeria natal. Uno de los mayores dolores de cabeza en su afán por echar una mano a su amigo fue el tema de los impuestos. "Le asesoraba en todo lo que podía, había muchas cosas que él no sabía. Poquita cosa le quedó al pobre entre lo que tenía que pagar a su representante y lo que paga a Hacienda", hace memoria Cota.

"Le decía: 'pide nueve millones y medio, mejor que 10 millones de pesetas. Con 10 millones hay una tabla en la que te quitan 56% de lo que ganes. Es mejor pedir nueve y medio para que te quiten un 36%", rememora el exjugador del Rayo. A Willy le costó mucho entender el sistema de impuestos. "Qué poquito le quedó a la criatura. Solo consiguió comprase un piso en Meco y no sé si lo tenía pagado del todo", se explaya Cota.

"Le tenía perdida la pista. Yo creo que a raíz de la enfermedad él se aísla bastante. Yo hablaba con Cota: '¿Sabes algo de Wilfred?'. 'No sé nada, no hay manera de localizarlo', me respondía"

Paco Jémez Sobre la poca información que tenía sobre Wilfred

Una de las cosas que sí le quedó a Wilfred, y que le apasionaba, era su coche. Cota nunca olvidará el día que le enseño el primer coche que compró con su sueldo en el Rayo Vallecano. "Vino a enseñármelo con toda ilusión del mundo. Era un Mercedes 190 de los antiguos. Se lo compró en Nigeria. No sé quién coño le engañaría", describe. La respuesta de Cota todavía le hace reír: "Willy, está muy bien el coche, pero tiene más kilómetros que el baúl de la Piquer". Nada le quitó la ilusión a Wilfred. "Es un coche muy bueno. Es un Mercedes", zanjó el tema con Cota mientras señalaba a la estrella del logo.

El dinero, pese a lo poco que pudo acumular, nunca fue lo primordial para el nigeriano. Todo lo que tenía lo destinaba a la formación de sus hijos en Lagos. "Fíjate qué calidad humana tenía que una vez me invitó a tomar algo, pero no tenía dinero. Con las manos hacía gestos detrás para que no me cobrara el camarero, con la mano hizo el gesto para que lo apuntase a su cuenta", añade la leyenda del Rayo Vallecano.

Las noches en el aeropuerto terminaron por hacer desaparecer a Willy

Las personas que compartieron vestuario con él coinciden en que podría haber jugado muchísimos más años en Primera División. Jémez y Cota son algunos de los todavía se cuestionan la salida de Wilfred del Rayo Vallecano. En 1996 puso rumbo al Écija Balompié, que por aquel entonces militaba en Segunda División. Solo disputó una única temporada antes de colgar los guantes forzado por una lesión en la mano. El siguiente paso fue volver a Madrid para intentar seguir ligado al fútbol.

Wilfred encontró en el CD Coslada la posibilidad de seguir ejerciendo su profesión, pero desde la perspectiva de un formador. En el club madrileño se convirtió en entrenador de porteros. "Cuando ficho por el Coslada (2006) ya estaba Willy allí. Me recibió con los brazo abiertos", recapitula Mariano Martínez, entrenador del primer equipo que tuvo a Wilfred en su cuerpo técnico dos temporadas.

Wilfred vestido de 'chulapo'.  CEDIDA
Wilfred vestido de 'chulapo'. CEDIDA

"Al final de los entrenamientos los chicos le tiraban penaltis y no había manera de marcarle. Tenía la mano rota, que se la rompió en Écija, pero era imposible marcarle, no veías portería", revive como anécdota. En aquella época Wilfred no podía vivir del fútbol. Lo que ganaba en el CD Coslada no era suficiente para sobrevivir en Madrid y enviar dinero a sus hijos en Nigeria. Por este motivo tuvo que convivir con dos trabajos, de día entrenaba a los porteros del equipo y de noche se iba al aeropuerto de Madrid a trabajar como mozo de almacén en MRW (empresa de paquetería).

"Fíjate si es humilde que entrenaba con nosotros y luego se iba a trabajar al aeropuerto de Barajas. Con esos horarios no podía ir a las cenas de equipo porque tenía que trabajar", añade Martínez. Durante este tiempo, Wilfred se aisló. Su día a día se basaba en ir a entrenar a la mañana y trabajar de noche. Dejó de lado sus amistades, todo por conseguir sobrevivir al día a día y financiar los estudios de su familia en Nigeria. Además, en esta etapa tuvo que sobrellevar un cáncer de mamá que terminó arrebatando la vida a su mujer y un cáncer óseo que finalmente propició su propio fallecimiento el 27 de enero de 2015.

"Le tenía perdida la pista. Yo creo que a raíz de la enfermedad él se aísla bastante. Yo hablaba con Cota: '¿Sabes algo de Wilfred?'. 'No sé nada, no hay manera de localizarlo', me respondía", recuerda ahora Paco Jémez. "En cuanto deja el fútbol y se va a vivir a Meco, ahí es cuando desaparece. Ya no se dejaba ver, tenías que estar llamándole para saber de él", añade Cota.

"Tenía un poco de resquemor, porque siempre estaba detrás de él. Le conseguí traer a los veteranos, pero nunca se convirtió en algo habitual. Iba a por él a Meco y lo notaba algo avergonzado. No sé si era que le daba vergüenza ser mozo de almacén. Se empezó a cerrar y no le iban bien las cosas"

Jesús Diego Cota Sobre el aislamiento que pasó Wilfred.

Quizás fue su carácter tímido ("Joder, Willy, eres el único negro que he visto que se pone colorado de la vergüenza", le decía Cota) o su nueva vida lo que hizo que desapareciese del mapa. "Tenía un poco de resquemor, porque siempre estaba detrás de él. Le conseguí traer a los veteranos, pero nunca se convirtió en algo habitual. Iba a por él a Meco y lo notaba algo avergonzado. No sé si era que le daba vergüenza ser mozo de almacén. Se empezó a cerrar y no le iban bien las cosas. Su mujer falleció de cáncer de mama y los hijos los tenía en Nigeria con su abuela", se explaya Cota sobre la 'desaparición' de Wilfred.

El último adiós de Vallecas a su ídolo

El momento en el que todo el mundo volvió a situar a Wilfred vino motivado por su enfermedad. Sus compañeros de oficio no dudaron en acudir a una llamada de auxilio proferida por los que todavía estaban en su día a día. El portero nigeriano estaba ingresado en un hospital de Alcalá de Henares con un pronóstico poco esperanzador. Mientras Wilfred recibía cuidados paliativos, sus excompañeros movían cielo y tierra para que sus tres hijos pudiesen despedirse de su padre.

"Lo de Wilfred era una necesidad, porque queríamos que en sus últimos días de vida estuviese con gente de su familia y ellos no tenían recursos para venir desde África. Se consiguieron recursos para que viniese su hermano y sus hijos", rememora Paco Jémez. Una de las personas que más apoyo la iniciativa, junto al propio Rayo Vallecano, fue Cota. "Lo más importante que hay en la vida de una persona que tiene una familia es que estén a tu lado cuando vas a fallecer. Había un problema con el tema de los visados, porque fue todo muy precipitado y los países tenían la sospecha de que si venían podían quedarse aquí", explica Cota. Él, junto a Luis Yánez, exdirector general del Rayo Vallecano, hicieron todo lo posible, pero los hijos de Wilfred no consiguieron despedirse de él en vida.

Foto de la ficha de Wilfred en el Rayo Vallecano.
Foto de la ficha de Wilfred en el Rayo Vallecano.

Al hospital sí que se pudieron acercar Cota, Jémez o Mariano Martínez. "Willy era un tío de 1,90 metros y de unos 100 kilos, y me lo encuentro en una cama pesando poco más de 30 kilos. Yo creo que ni se enteró de que estuve allí porque estaba muy sedado", revive quien compartió cuerpo técnico con él. Paco Jémez se llevó la misma impresión: "La imagen que tenía de Wilfred, de un tío que era fuerte como una columna, cuando yo lo vi en la cama me impactó. Esa imagen no se me olvidará en la vida, el cáncer lo consumió".

La visita de su gran amigo y chofer personal para acudir a los entrenamientos, fue muy distinta. "Nunca se me olvidará el momento en el que entro en el hospital y le veo hecho polvo, consumido. No parecía ni él. Me vio, abrió los ojos como platos y pronunció mi nombre: '¡Cota¡'. Se quería levantar y todo para abrazarme, esa imagen se me quedó grabada. Me cuestan mucho vivir esos momentos, pero mereció la pena", explica a Relevo, un Cota muy emocionado.

Su adiós definitivo se celebró en "una mañana fría, friísima" para Paco Jémez, Cota, Mariano Martínez y decenas de aficionados del Rayo Vallecano. La familia de Wilfred pudo estar presente en su entierro, al igual que más de 200 Bukaneros. "El coche fúnebre tenía una bandera de los Bukarenos, conseguir eso en seis años es muy difícil", apostilla Cota. Lo que vino ya lo conocen todos. La puerta número uno del Estadio de Vallecas adoptó el nombre y el rostro de Wilfred Agbonavbare. Su memoria, casi una década después de su último suspiro, sigue más viva que nunca. Cada partido del Rayo, Vallecas canta el "¡Willy, Willy¡" y contra el Real Madrid no será excepción. Con razón los muros del estadio tienen escrito eso de "eterno Willy".