FC BARCELONA

La rúa del 'Viva la Vida': el Barça ha vuelto

Centenares de miles de aficionados siguieron al equipo masculino y femenino por las calles de la ciudad.

La rúa de celebración de campeones de Liga./REUTERS
La rúa de celebración de campeones de Liga. REUTERS
Jordi Cardero

Jordi Cardero

Era 2009 y olía a verano. Las preocupaciones se limitaban a elegir tu equipo a la hora del recreo, salir a jugar cuando sonaba la campana, el partido del fin de semana y a jugar al PES con tus amigos. Ya habías descubierto tus primeros referentes. A Castolo, Adriano o Gerrard les rodeaba un aura especial. Aterrizaban en tu casa por Youtube o por el realismo mágico de la consola. De fondo sonaba Viva la Vida. Tu equipo, el Barcelona, lo acababa de ganar todo.

Hay toda una generación de culés que nació en la burbuja de la victoria. La época de Guardiola fue como un cuento antes de ir a la cama. Y sobre aquel sueño del que muchos solo recuerdan vagas imágenes se ha edificado el barcelonismo de miles de niños y adolescentes.

La rúa del Viva la vida la disfrutaron aquellos que nacieron y crecieron ganando, pero que luego aprendieron a perder. No les quedó otra. Roma marcó el inicio con la Champions de 2009 y empezó a cerrar el círculo con la primera gran herida europea. Luego llegó Liverpool, Lisboa y el adiós de Messi. Cicatrices. El Barça no salió a las calles en 2019, cuando ganó Liga y Copa, porque perdió unas semifinales de Champions contra el Liverpool. Ese era el listón. Sólo valía ganar.

"La Lliga és nostra, el futur també" [La Liga es nuestra, el futuro también] se leía en las camisetas de los y las futbolistas. La rúa de este año estaba llena de niños y también de niñas que por primera vez veían de cerca a los jugadores. Fue su primer Viva la Vida, de los que quedan tatuados en la memoria.

Dentro de poco comenzarán a ordenar sus calendarios por temporadas y no por años. Y a entender que sus referentes no serán los protagonistas de los buses, sino los que les acompañan al estadio. O los que miran los partidos en sofás que sienten como palcos. Las calles hablan y la rúa también explica a los protagonistas de la fiesta que nunca juegan únicamente para sus compañeros.

El fútbol sigue enganchando a la gente porque hace sentir sensaciones incapaces de alcanzar en la rutina, en el día a día. Niñas a hombros de sus padres, abuelas desde los balcones, chavales al esprint persiguiendo los buses. Todos ellos herederos de un sentimiento irrechazable, miran a los buses con los mismos ojos. No hay motor más potente que la ilusión. El Barça ha vuelto.