Víctor Muñoz se viste de Miguel Palanca al no marcar un gol que puede cambiar una vida entera
El canterano tuvo una ocasión magnífica para empatar el partido, algo que ya le ocurrió al otro joven catalán en 2008
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Corre Víctor Muñoz en dirección a la portería del Barcelona. Es muy rápido, uno de los mejores jugadores del filial. Se planta delante de Szczęsny y tiene en su bota la opción de marcar un gol que puede dar a su equipo un poco de vida para el título liguero. El chico, impaciente, manda el balón muy fuera y en la cabeza de cientos de madridistas aparece un nombre como un trueno: Miguel Palanca.
La situación era parecida, la resolución casi idéntica. Era el año 2008 y el Real Madrid andaba lleno de bajas y de dudas. En el banquillo estaba Juande Ramos, pero llevaba poco tiempo por allí, había sustituido unos días antes a Schuster. El alemán había dejado su puesto diciendo poco más o menos que era imposible competir contra el Barcelona. Y ese era el plan para aquella tarde, competir al menos, porque la idea de fondo marcaba que el Barça de Guardiola iba a arrasar al Madrid.
Palanca salió en el minuto 35, porque las desgracias se fueron acumulando y Sneijder también se rompió, como ya le había pasado a Robben en el calentamiento. Mal augurio, especialmente en una noche grande.
El partido iba empatado a cero y se plantó delante de Víctor Valdés. Había llegado hasta ahí como consecuencia de las muchas bajas y las dudas. El caso es que se quedó en un mano a mano, como le pasó a Muñoz, y no pudo más que fallar ante la presencia del guardameta. El Barça terminó ganando 2-0.
Años después, cuando reflexionaba en Relevo sobre aquel partido y aquel fallo, Palanca llegó a la conclusión de que su error tuvo consecuencias fatales para su historia: "Tengo la sensación de que quizá hubiera tenido alguna oportunidad más en el Madrid. Si hubiera metido un gol aquella noche, a lo mejor no hubieran fichado a Faubert y yo hubiera tenido más chance".
Los paralelismos con Muñoz son evidentes, fallaron una suerte que podía haberles cambiado la vida, ambos eran catalanes en el Real Madrid, buscando el sueño de llegar al primer equipo y asentarse. Ambos encontraron la oportunidad en un equipo de entreguerras, algo derrengado, con una sensación de inferioridad con respecto al Barcelona. Los dos hacían su debut en el primer equipo contra el máximo rival.
La moneda salió cruz en los dos casos. Pudo la presión, o el talento, o lo que quiera que lleva a un jugador a errar en los momentos decisivos. Palanca sigue pensando en aquello, muchos le recuerdan solo por eso, por aquel clásico en el que pudo reinar pero no lo logró.
Víctor Muñoz, 21 años, debutante, tiene toda una vida por delante para que en el futuro, cuando alguien le pare por la calle, no sea para recordar aquella vez que pudo ser y no fue. Él escribirá su propia historia.