Las dos versiones de la bronca de Floro que retumbó en el vestuario del Real Madrid: "¿Que fue casualidad? Sí, claro..."
Se cumplen tres décadas del rapapolvo del técnico del Real Madrid que grabó y emitió 'El Día Después' en Canal+. Relevo habla con varios protagonistas de uno de los capítulos más recordados del fútbol de los 90.

Aquel no era un domingo cualquiera, pero tampoco se presentía inmortal. A veces ocurre con los días que comparecen rutinarios y acaban convirtiéndose en acontecimientos. El que nos ocupa, imborrable, sucedió anteayer, hace 30 años. El 6 de marzo de 1994, en la jornada 27, los Camp d'Esports de Lleida recibían a un Real Madrid herido, desorientado y roto por dentro. El equipo entrenado por Benito Floro deambulaba tercero en la Liga después de empatar con el Tenerife de Valdano, una bestia que ya era negra -también les había eliminado de la Copa-, y se desangraba en Europa tras el primer zarpazo del PSG (0-1), que acabó echándole de la Recopa. El rival de esa tarde, el Lleida ideado por José Manuel Esnal Mané, antepenúltimo y recién ascendido a Primera, ya dio muestras de rebeldía ganando al Barça en el Camp Nou (0-1). Ese aviso, en cambio, no alertó a los blancos, que en la primera vuelta se impusieron 5-0 y confiaban más en una cita amable que en la detonación que vendría después.
El Real Madrid entró al partido con el ímpetu de quien quiere solucionar rápido errores pasados. Pronto vio cómo el asunto se torcía. En el minuto 19, Parés adelantó a los catalanes con un golazo desde fuera del área. Dos minutos después, Fernando Hierro, que ya había gozado de dos ocasiones, empató con un derechazo lejano. Al cabo, en el 29', una falta espectacular de Matosas pegó en el larguero tras tocar Buyo y Andersen, rápido, recogió el rechace para esculpir el 2-1. "Éramos un equipo muy cohesionado con un técnico top, Mané. La idea fue salir con una presión alta, que estuvieran incómodos. Yo era extremo, de los que jugaba por fuera. Tuve la suerte de que en una de esas me fui para dentro, chuté, el balón tocó en el larguero y entró. Aunque Andersen metió la pelota en la portería, ya había entrado. El árbitro me lo apuntó a mí gracias al periodista Xavi Andreu, que se lo dijo al colegiado. El mejor hito deportivo en mi etapa como jugador", asegura el goleador Parés.
Fue tanta la energía que imprimió el Lleida que algún madridista tiró de persuasión: "Nos decían 'tranquilos, ¿eh?'. Íbamos con mucha intensidad. Para nosotros eran ídolos. En mi caso Míchel, con el que me emparejaba a la hora de defender, o Chendo, que me las veía con él cuando yo atacaba. Referentes. Pusimos un partido muy feo. En la segunda parte sufrimos, pero sufrimos juntos", apunta el ahora director deportivo del Nàstic.

El marcador ya no cambió, pero fue en el descanso donde prendió el incendio que acabó arrasando con todo. Benito Floro entró en la caseta y abroncó a sus jugadores en términos durísimos, alejados de esa imagen cientificista que irradiaba. Algo usual, la reprimenda de un técnico en territorio sagrado, que se transformó en extraordinario, en lo nunca oído. Sus palabras fueron grabadas por un equipo de 'El Día Después', de Canal +, y difundidas la tarde siguiente. Era la primera vez que se televisaba algo así y supuso tal terremoto que anticipó la destitución del entrenador.
"Yo estaba rezando para que nadie abriera la puerta porque si lo hacían nos habrían pillado al cámara y a mí. Yo con la oreja puesta y el cámara con el micrófono. Entonces se oye llegar a los jugadores. Se sientan. Hay un momento de respirar. Y Floro empieza a dar esa bronca. Cuando la está soltando le digo al cámara: '¿Estás grabando?', '¿está grabando el audio?'. Me dice que OK. Me puse a temblar", evoca el periodista Nico Abad, entonces reportero de El Día Después y responsable del siguiente documento sonoro. Un minuto y cuarenta y dos segundos que aún retumban.
"¿Dónde están esos cojones y la calidad y las ganas de jugar? ¡He dicho maricón el que la pierda! Poniéndolos, poniéndolos, y nada más, y lo demás son tonterías. Un día uno, un día otro, un día el equipo, pero estoy viendo... ¡Qué lamentable! ¿Dónde está el equipo? A tomar por culo el balón, y las cagaditas, el pelele y lo otro y lo otro y quiero hacer mucho, total... ¡Joder, que sois el Real Madrid, hijos! Un montón de almas, un montón de cariño, un montón de déficit en el club. Está en vosotros, ¡qué cojones! ¡Sufrir, me cago en Dios! ¡Ganad el partido sin excusas! Haced lo que os salga de la polla ahí, ¡pero ganad, coño! ¡Me cago en la hostia! ¿Cómo puede ser uno jugador y no llegar al remate sufriendo? ¿Cómo puede ser uno jugador y quitarse de encima? ¿Cómo puede ser uno jugador y no anticiparse porque le han metido un gol o porque le han hecho a otro...? ¡Me cago en Dios! ¿Cómo puede hacer un jugador del Real Madrid eso? Un equipo que el año pasado estaba en Segunda B, Segunda A, ¡Con el pito nos los follamos, con el pito! ¡Dios! ¿No os da vergüenza? ¡Me cago en Dios!".
"No diré qué pienso de quien grabó aquello... Me callo. Y no sé ni quién es pero fue una violación total y absoluta de la intimidad. Una alteración y una falta de respeto a un profesional que está haciendo su trabajo. Una putada", reconoce Pepe Carcelén, presente en el lugar de los hechos en su condición de ayudante de Floro.
Relevo habla con ellos sobre uno de los capítulos más recordados del fútbol de los 90. Como en esos juegos visuales donde unos ven una imagen y el resto otra distinta, esta es una historia de sospechas y suerte, de desconfianza y hambre por una noticia, de muerte anunciada y entresijos periodísticos.
La táctica para 'cazar' la noticia
Nico Abad rebobina la cinta de su historia 30 años y asegura que fue la casualidad la que le mostró el camino de la exclusiva. El madrileño formaba parte de aquel primer Canal+ que revolucionó las transmisiones y de ese 'El Día Después' que rompió el viejo dogma de que el deporte únicamente tenía éxito cuando se ofrecía en directo. El programa, joya de la corona de la cadena, mostraba cada jornada imágenes que se escapaban del ojo del espectador durante un partido, un pequeño cosmos en la grada o en el banquillo que enganchó a la audiencia. Para captar ese otro lado era necesario que durante el propio encuentro el reportero afinara la mirada y agudizara el ingenio. Pese a su juventud, Abad ya era perro viejo y sabueso. Condiciones idóneas para cazar buenas piezas, como la de Lleida.
"Cuando Floro está soltando la bronca le digo al cámara: '¿Estás grabando?', '¿está grabando el audio?'. Me dice que OK. Me puse a temblar"
Periodista"Los reporteros de El Día Después siempre llegábamos muy pronto, cuando se abrían las puertas. Dos horas antes. Para montar, para elegir bien el sitio... Como no había ido nunca a los Camp d'Esports, le dije al cámara que se fuera al césped a ver qué zona era buena para grabar y yo me di una vuelta por el recinto, porque además el estadio estaba en obras. Fui paseando por dentro y metiéndome por unos pasillos hasta que llegué a una zona de precalentamiento. Había una puerta. Y me dije: 'Esto no será un vestuario, ¿no?'. Me quedé un rato y llegó el equipo. Ahí me di cuenta de que ese era el vestuario del Madrid. Me fui corriendo y ya tracé la estrategia para estar allí en el descanso", detalla el periodista. La táctica fue cambiar de ubicación para esquivar cualquier control. Y mantener la boca cerrada. Ni su compañero sospechaba lo que tramaba.
"Fui a hablar con el cámara y en vez de colocarnos en el césped, que es donde solíamos grabar, nos fuimos a la grada para evitar que el guardia de seguridad no nos dejase pasar por el túnel de vestuarios. Así, con el Madrid perdiendo y cuando quedaba poco para el final de la primera parte, me fui a la zona de los espectadores. Y de repente le digo al cámara: 'Vámonos'. El cámara no sabía nada. Bajamos, fui siguiendo el camino que yo recordaba y llegamos al sitio. Entonces se lo confesé: 'Mira, esta puerta da al vestuario del Real Madrid. Tenemos que ponernos aquí y grabar con el micro de tu cámara'. En esa época, el micrófono era muy básico y grabamos con el de ambiente. Le dije: 'Pégalo a la puerta y cuando entre el equipo grabamos el audio, lo que se oiga desde aquí'. Y así lo hicimos", relata.
Al poco de que Rubio Valdivieso pitara el final del primer tiempo, el corazón de los dos periodistas, mudos y agazapados en un pasillo, comenzó a bombear al galope. El ruido de los tacos sobre el suelo era cada vez más nítido. Tac, tac. La plantilla blanca comenzó a acceder al vestuario. Un tabique de escasos centímetros separaba la oreja de Nico Abad de las espaldas de Chendo y Martín Vázquez. Ahí, junto a los dos jugadores, se ubicaba el portón. "Les oía hablar de manera muy clara", recuerda. Entró Floro y se desencadenó el tsunami. "¿Dónde están esos cojones y la calidad y las ganas de jugar? ¡He dicho maricón el que la pierda! Poniéndolos, poniéndolos, y nada más, y lo demás son tonterías…".

"Yo ahí rezando para que no abrieran la puerta y rezando porque… A ver, nosotros grabábamos en cintas Betacam, similar a una cinta de casete pero hecha para vídeo. ¿Sabes lo que pasaba con aquel formato? Que era una cinta física que se podía trastabillar, o se podía enganchar, o se podía doblar. Podía pasar cualquier cosa que estropeara la grabación. Estaba oyendo la bronca, a Chendo y Martín Vázquez decir 'tranquilo, míster', que creo que eso le azuzaba aún más… Yo cruzando los dedos. En cuanto acabó todo y vi que los jugadores se iban, pedí al cámara la cinta y me la guardé. Ahí ni se grabó ni se hizo nada más en la vida. Esa cinta la tuve guardada en mi cajón de la redacción muchísimo tiempo. Menuda aventura y menuda bronca", señala.
"No diré qué pienso de quien grabó aquello... Me callo. Y no sé ni quién es pero fue una violación total y absoluta de la intimidad"
Ayudante de Benito Floro"Nosotros no escuchamos nada porque los vestuarios estaban separados por un pasillo largo. Además estábamos a lo nuestro", declara Parés, que además de jugador y director deportivo también tiene formación en Psicología Deportiva. El conocimiento le permite ver este acontecimiento con ojos más analíticos: "Floro fue un entrenador adelantado a su tiempo, uno de los primeros que creyó en la psicología. Creo que todo esto trascendió porque en esa ocasión apeló al amor propio de los jugadores con un mensaje que no es muy académico. Quiso tocar la fibra, porque si ellos igualaban nuestra intensidad, con su calidad podían ganarnos. Intentó con un discurso fuerte que tiraran de casta. Pero nuestras ganas de competir hicieron que escribiéramos esa página histórica para el Lleida", se enorgullece Parés antes de apenarse: "Al final bajamos, se nos quedó corta la Primera. Si hubiera durado dos o tres jornadas más... nos salvábamos".
No fue la primera bronca de Floro
No obstante, el de Lleida no fue el primer rapapolvo del entrenador gijonés a un equipo descabellado desde la segunda Liga perdida en Tenerife, en evidente decadencia y desconexión. El anterior fue precisamente ante el conjunto tinerfeño de Jorge Valdano, en la ida de los cuartos de final de la Copa, el 25 de enero de 1994. Después de una malísima primera parte, de la que el Madrid se marchó perdiendo 2-0 (goles de Latorre y Dertycia), el técnico alzó la voz en el descanso. En el segundo acto se mejoró la imagen. Iván Zamorano recortó el marcador y dio aire al equipo para encarar la vuelta. El tanto del chileno alivió al vestuario pero no a Floro, que acabó abandonando la caseta dando un portazo. Fuentes presentes en aquel capítulo aseguran que el asturiano les llegó a llamar "miserables" y aseguró "sentir vergüenza". El choque del Bernabéu confirmó la deriva: el Tenerife pasó por encima de los blancos con un 0-3 que fue humillación (otra) y presagio.
Pepe Carcelén barre la pátina de formalidad universitaria que envolvía a Floro para corroborar lo que el vídeo de El Día Después destapó. El asturiano es un tipo con mucho carácter. Lo de Lleida no fue un ataque de nervios aislado, dice la que fue su mano derecha: "Yo he vivido charlas en el descanso o durante la semana, no solamente en el Madrid, en el Albacete, que… Por ejemplo, en el año que subimos a Primera con el Alba. Hubo algunos partidos en los que mostró su temperamento. No es ni la primera ni la última vez que se dirá eso en un vestuario. ¿Por qué? Pues porque el entrenador, en un momento determinado, se calienta y le dice a los jugadores... No sé si cuatro verdades, que a lo mejor no son verdades, pero es lo que piensa. Aquello lógicamente tuvo mucha trascendencia porque es el Madrid. Le hablaba a la gente, a veces para intentar motivar y a veces para intentar sacar lo mejor del futbolista. Lo que pasa es que en el Madrid todo tiene una dimensión mayor. Esa misma bronca, en el Albacete, hubiera salido solo en La Tribuna".
Un tirón de orejas... ¿y una mano negra?
Los futbolistas del Real Madrid regresaron al césped tras las banderillas de fuego de Floro para afrontar una segunda mitad que fue estéril y a la que Nico Abad no prestó la más mínima atención. Tenía entre manos una bomba que le quemaba. Por lo tanto, mientras los blancos se enredaban en el verde, el reportero pergeñaba cuál sería su siguiente paso. No comunicó a ningún superior el hallazgo del botín sino que quiso cocinar aún más el plato: "Ahí viene la otra parte de toda esta movida. Yo ya sabía que todo se oía correctamente. Entonces me dije que, para completar lo que tenía, debía preguntarle a Floro al finalizar el partido qué había dicho a sus jugadores al descanso. Directamente. En esa época no había ruedas de prensa después del encuentro, los cogías saliendo al autobús. Así que nos arremolinamos en torno al entrenador los cuatro o cinco periodistas que estábamos allí. Y le lancé: 'Míster, ¿qué les ha dicho a los chavales en el descanso?'. Floro me miró de una manera que dijo 'este cabrón lo sabe'. Al finalizar, Jesús Gallego, periodista de la Cadena SER y que era colega de batalla, me preguntó: '¿Qué pasa, Nico? ¿Sabes algo?'. Yo le confesé que tenía grabada la charla del descanso. '¡No jodas! ¡Déjame escuchar!', me soltó. Ni de broma se lo iba a dejar. Le dije que no y para quitármelo de encima me excusé alegando que la cinta se podía romper. Pero él lo que hizo fue llamar a la SER…".
"Le confesé a Gallego que tenía grabada la charla del descanso. '¡No jodas! ¡Déjame escuchar!', me soltó. Ni de broma se lo iba a dejar. Pero lo que hizo fue llamar a la SER…"
Periodista
En su plan dejó ese cabo suelto. Ese domingo, José Ramón de la Morena adelantó en El Larguero que El Día Después tenía el sonido de los gritos de Floro a sus jugadores. Alfredo Relaño, entonces director de Deportes de Canal+ y jefe de Nico Abad, se enteró en ese instante. Quien primero debía conocer la exclusiva, lo hizo al mismo tiempo que cualquier oyente. El magma de Relaño comenzó a aumentar de temperatura, a vibrar en su interior, ocasionando una erupción volcánica. "Cuando llego a la Redacción, lo que hace Relaño es pegarme una bronca... Porque dice: '¿Por qué se entera antes la Cadena SER que yo? Yo tengo la capacidad de saber si lo emitimos o no. Porque ahora ya estamos obligados a editar eso'. 'Pues tío, no sé, yo he grabado esto', acerté a responder. Yo llegaba de viaje como un héroe y encima me pegan una bronca tremenda (risas). Pero bueno, las cosas del periodismo", cierra Abad, que insiste en que todo fue fruto de la casualidad. Aunque en el otro bando, el del staff técnico, más de uno ve manos negras.
Lo deslizó el propio Floro en una entrevista publicada en Jot Down: "Que yo no siguiera, no tiene misterio. El presidente era consciente de las carencias del equipo, de que no había el dinero necesario para contratar dos o tres buenos jugadores y que, a pesar de todo, faltando diez jornadas para el final estábamos únicamente a dos puntos del Barcelona, que además debía venir a nuestro estadio. Por lo tanto, cabía la posibilidad de que conquistásemos el campeonato y él tuviese que pasar por el mismo lance que dos años atrás, cuando ya tenía contratado a un entrenador para la temporada siguiente y luego tuvo que seguir con el que acabó el campeonato. Por eso, lo de la bronca le vino bien a quien la perseguía desde unas semanas antes con lo ocurrido en Tenerife y consideraron, no solo no eliminar ese audio ilegal, sino que lo transcribieron por si alguien no lo entendía, sabiendo las consecuencias de hacerlo público".

Una indirecta de la que participa Pepe Carcelén, que no cree en azares pero sí en luchas: "Fue una falta de respeto a un profesional que está haciendo su trabajo. Y Benito Floro precisamente no es una persona ni un entrenador al cual se le pueda reprochar nada porque a sus jugadores siempre les ha tenido un gran respeto. Fue una violación de la intimidad y en la que nadie se preocupó en ese momento de quién había grabado y por qué. Es decir, ¿dentro de mi casa van a pasar a grabarme? En mi casa no pueden entrar porque los denuncias. Entonces, ¿por qué aquí no pasa nada? No tiene sentido. ¿Que fue casualidad? Sí, claro. En fin, pero es la vida del entrenador". Nico Abad, al trasladarle las sombras que alguno sigue viendo en aquel episodio, es firme: "Nada más lejos de la realidad. Eso fue el trabajo de un reportero que caza un scoop, una noticia".
Destitución... entre aplausos
El lunes 7 de marzo de 1994 fue un día agitadísimo en Chamartín. Amaneció con el runrún de la bronca robada y el temblor fue en aumento con el paso de las horas. Ramón Mendoza había convocado una Junta Directiva de urgencia a las 20:00. A esa misma hora, se emitía El Día Después. Pero antes de que el audio de los gritos viera la luz, el presidente del Real Madrid ya había firmado el acta de defunción. Según dijo off the récord a la Prensa, en el cónclave hubo unanimidad en cuanto a la destitución del entrenador. Algo que Floro, en la misma entrevista en Jot Down, niega escudándose en la confesión de un directivo: "En un cara a cara conmigo, Mariano Jaquotot me dijo que la Junta votó no destituirme, pero Mendoza me comunicó que el despido era consecuencia de aquella frase. Y con ello, todo resuelto". El martes 8 de marzo de 1994 se hizo oficial el despido de Floro y la llegada de Vicente del Bosque en su puesto.

Carcelén, con el toro a tres décadas de distancia, hace balance: "En el Madrid es imprescindible competir en todas las competiciones. Así lo dice su historia. Si el club no compite, se buscan soluciones. Y estas no pasan por echar a 23 jugadores. No fue una buena temporada, claro. Pero si se hubiera hecho lo que teóricamente, o prácticamente, toda la dirección deportiva pensábamos que el equipo necesitaba, pues seguramente el resultado hubiera sido otro. No era una cuestión ni de un delantero ni de dos delanteros, era una cuestión de que el equipo había que reforzarlo. En las tres líneas. Y además había una serie de nombres que se aportaron para intentar que el equipo mejorase o diese un salto de calidad y pudiera ser lo que es el Madrid. Pero nada". Los elegidos eran David Ginola, Roberto Carlos y Cafú. En cambio, se fichó a Dubovsky y Vitor. El equipo estaba marchito y Floro y su grupo de trabajo, tocados de muerte: "Si no hubiera sido la grabación, el resultado hubiera sido el mismo".
"Mi conclusión personal es que si el audio sale el día anterior, u otro día, no lo hubieran echado. Porque Floro era un entrenador que tenía un aura de que iba con el libro y ahí lo que se ve es que es un entrenador que tiene alma, que es capaz de abroncar. De hecho, yo fui al entrenamiento del Madrid el día que se hizo oficial su salida y sale de la Ciudad Deportiva entre aplausos de aficionados", cuenta Nico Abad, que permaneció en El Día Después hasta 2000 para convertirse en uno de los rostros televisivos más populares. Su mochila rebosa experiencias, pero el tono de su voz delata su amor por aquellos maravillosos años y la satisfacción que se siente cuando uno altera la agenda informativa con su trabajo: "Cuando tú grabas una cosa de ese calado, es que es incontestable. Nadie te puede decir nada, ¿sabes? Es un bienestar que lo llevas contigo toda la vida. Imborrable".