Los terrenos de Mendilibar... hasta con Sergio Ramos

Las dudas que se cernían sobre José Luis Mendilibar quedaron disipadas en diez minutos. El Sevilla fue ese vendaval que le gusta a su entrenador y que destrozó al Almería con intensidad, presión, llegadas por banda y remates. Todos esos atributos que el propio técnico echaba en falta y que salieron a relucir en el día apropiado. Con un primer acto para enmarcar, que sí recordó al campeón de la Europa League.
Fue el Sevilla más de Mendilibar desde la alineación. Ni la recuperación de Sergio Ramos -ahora tocará gestionar el ruido- alteró el plan del entrenador, que confió en ese triángulo de las alegrías que formaron Badé, Gudelj y Fernando hace unos meses y que ante el Almería ofrecieron su mejor nivel. Con el equipo plantado en esos terrenos que le gustan al de Zaldibar para que su Sevilla pueda cumplir con sus órdenes. Con un paso adelante de la zaga para juntar las líneas y permitir esa presión en campo rival que asfixió al Almería.
Mendilibar fue más Mendilibar que nunca en un día clave. Siete puntos de nueve posibles desde el regreso del parón otorgan oxígeno al entrenador, que empezaba a escuchar ese runrún propio de cuando no llegan los resultados. Realizando rotaciones para que todos los futbolistas se sientan partícipes y premiando a los que mejor cumplen con su ideario. Liberando a Suso o Lukebakio, dos fantasistas que se juntan para que el Sánchez-Pizjuán incluso echase de menos los pañuelos, sobre todo con el gol del belga. Y cerrando la goleada con un tanto de Kike Salas, ese canterano con quien ha tenido fe desde el primer momento.
A un entrenador se le conoce más en las malas que en las buenas y, de momento, Mendilibar escapa de esa primera tensión en Nervión. Si sus primeros meses fueron dulces, con ese Mendilovers que conquistó al sevillismo, el inicio de campaña había generado inquietud alrededor de su figura. Los malos resultados del arranque y esa pérdida de identidad habían empezado a erosionar la confianza del entorno. Con más de 24 años en los banquillos, y con ese "culo pelao" que diría el Sabio, Mendilibar confió más que nunca en su libreta para espantar la crisis, al menos de momento.
La visita a Montjuïc, que a algunos daba pavor hace apenas unos días, se vislumbra ahora con otro prisma. Sin esa excesiva presión del resultado, o esa obligación de ganar que verbalizó Mendilibar en la previa y que sirvió para liberar de presión a sus jugadores. Desde los resultados siempre resulta más sencillo manejar un vestuario. Pero sobre todo se consigue siendo fiel a una idea y para eso el Sevilla se desenvolvió en los terrenos marcados por la pizarra de su entrenador.