REAL BETIS - ATHLETIC CLUB

Creció con Joaquín, brilló con Emery y fue el 'nuevo Villa' de Lopera: "Ahora puede sonar a risa, pero entonces se palpaba"

Tati Maldonado, que quedó en la memoria de los béticos por una genialidad en un Betis - Athletic, relata su trayectoria.

Tati Maldonado se abraza con Sobis en un derbi con el Betis./ABC
Tati Maldonado se abraza con Sobis en un derbi con el Betis. ABC
Samuel Silva

Samuel Silva

Un Betis - Athletic es uno de los clásicos del fútbol español. 117 partidos de LaLiga, que sólo en tiempos recientes dejó momentos estelares en el Benito Villamarín como el triplete de Joaquín en apenas 20 minutos, el estreno de Finidi George con la camiseta del Betis o la genialidad de Francisco José Maldonado Collantes (San Fernando, 1981), un canterano que nunca terminó de cuajar como bético, pero que dejó en la retina de los aficionados aquella acción de la segunda jornada de la temporada 06-07. "Todavía cuando estoy por Sevilla con mi mujer o si de vacaciones me encuentro a un hincha del Betis me reconocen y me recuerdan ese regate", cuenta a Relevo Tati Maldonado, de la generación de Joaquín o Toni Doblas, y que repasa esa trayectoria como futbolista.

Aunque tras su retirada, Maldonado no quiso saber nada del fútbol, la vida lo devolvió al césped. "Al que ha sido futbolista profesional, pronto le pica otra vez el gusanillo", dice el cañaílla, quien ahora ejerce de entrenador ayudante en el filial del San Fernando. "Mi sueño es dirigir algún día al primer equipo o volver al Betis y estar en la cantera", afirma Tati, que transmite sus experiencias como futbolista a esos jóvenes de los que ahora presume orgulloso. "¿Viste el partido de Copa del Rey entre el Betis y el Real Madrid? A Richarte, que marcó el último gol, lo tuvimos aquí", señala satisfecho, como también se ilusiona con esa nueva hornada de canteranos que vuelve a destacar en el club verdiblanco.

De Víctor Fernández, el entrenador que lo hizo debutar en Primera con el Betis, a un novel Unai Emery con el que brilló en el Lorca, a Jabo Irureta o Manolo Preciado, ese amigo que le dejó huella en su corazón. "Era un técnico que ponía a la persona por encima de todo", asegura del cántabro, que lo apoyó en esos malos momentos con las lesiones en Gijón pero que fue igual de claro cuando le comunicó que tenía que buscarse la vida en otro equipo. 53 partidos en Primera y 117 en Segunda, dos goles en la máxima categoría y 24 en la de plata. "Tengo que reconocerlo, yo fui un muy buen jugador de Segunda, pero en Primera no brillé", afirma ahora con ese poso que otorga el paso del tiempo.

¿Echas de menos el fútbol?

Siempre lo he visto de otra manera. Aunque se echa de menos, también satura. Son muchos años con esa responsabilidad que tiene el fútbol en sí., muchos viajes y mucha presión que se tiene por ese querer hacerlo bien siempre cuando se está en un club. Cuando lo dejas, a mí el cuerpo me pidió desconectar. Me dediqué a mis negocios, pero a los dos o tres años ya me di cuenta de que el que ha sido futbolista profesional le pica el gusanillo de nuevo. Quieres fútbol, quieres tocar otra vez el campo, así que empecé con los cursos de entrenador. Llevo tres años en el filial del San Fernando junto a Jaime Bugatto y hemos logrado un ascenso a Divisón de Honor. Para mí es tocar otra vez campo, sesiones de entrenamiento e incluso te metes a la más mínima cuando falta alguien.

¿Te imaginabas en un banquillo cuando eras futbolista?

Pues no, la verdad, a mí el fútbol me ha gustado muchísimo jugarlo, pero como te digo, nunca había tenido esa mira de ser entrenador, no me la había planteado en ningún momento. Cuando dejas el fútbol y te apartas, las posibilidades para volver a entrar se van limitando a otras cosas. Puedes ser director deportivo, puede abarcar la rama de representante y otra es la de entrenador, y en este caso para mí creo que era bonito formarme. De momento, estoy bastante contento con la faceta que estoy haciendo ahora mismo, de estar con un filial, me recuerda mucho a mi época en el Betis y trabajo más a gusto con los chavales. Tienen muy buen nivel, son bastante agradecidos y creo que ellos están aprendiendo mucho de mí y yo estoy aprendiendo mucho de cada día.

¿Eres de esos entrenadores de los que cuentan sus vivencias?

Sí, sí, totalmente. Siempre les comento que lo que les diga en ningún momento va a ser un reproche ni va a ser tampoco algo negativo, sino, desde mi experiencia, lo que creo que pueden mejorar ellos, lo que tienen que cambiar o deberían de cambiar, para que en un futuro tengan posibilidades de ser jugadores profesionales. Les cuento anécdotas mías, experiencias que he tenido con entrenadores. A la hora de estar a disgusto por no estar participando, pues muchas veces es mejor hablar con el entrenador, llamar a la puerta y hablar con él, preguntarle qué puedes mejorar o qué estás haciendo mal en vez de poner malas caras, hacer gestos o poner caritas.

¿Ves reflejado en ellos a ese chaval que salió del San Germán y el Esperanza hacia el Betis?

Sí, sí, o situaciones que nos suceden, de que el primer equipo se lleva a muchos de ellos a los entrenamientos, aunque luego para los partidos vuelven a bajar para competir. Les hablo de eso, y sé lo bonito o el caramelito que te pone el primer equipo y que luego bajar al filial cuesta. Les digo que tengan calma, que tienen que hacerlo muy bien con nosotros para que te den la oportunidad en el primer equipo. No recuerdo a ningún jugador que jugando mal en un filial tenga esa oportunidad. Que vean que no es un castigo volver a bajar, que también es una cosa bonita ayudar a los compañeros a conseguir el objetivo abajo. Después tengo un chaval de Lebrija, que hace el viaje al revés del que yo hacía cuando iba a Sevilla. También les digo eso, que no vayan a Sevilla cada dos por tres, que se tienen que quedar aquí, tenemos una residencia para eso. Se asemeja a lo que yo viví y es bonito recordarlo.

Llegaste al Betis con 16 años. ¿Cuándo te diste cuenta de que podías ser futbolista profesional?

En ese sentido yo he sido más incauto, más inocente. Quizá nunca lo vi tanto, sino que fueron viniendo las cosas. En el fútbol todo viene muy rápido. Llegué con 16 años al Liga Nacional y fui progresando, con 18 ya estaba en el Betis Deportivo y en Primera debuté con 21. No lo terminé de asimilar. Me acuerdo que Joaquín cuando pásabamos por el campo del Betis me decía: 'Tati, yo voy a jugar ahí, yo me veo ahí dentro de dos años'. Él tenía esa visión y yo me acuerdo que le bromeaba y le decía: 'Venga, Joaqui, que eso está muy lejos'. Y es verdad que el Betis siempre ha firmado lo mejor de la provincia y de Andalucía, que yo me iba sintiendo importante, que metía goles y que tuve la suerte de estar en una generación espectacular, que ganamos Copa del Rey de juveniles, Supercopa... Se veía que podíamos llegar muchos de los futbolistas que estábamos ahí. Me recuerda a los que están saliendo ahora, que vienen de hacerlo muy bien abajo. Los Jesús, Pablo y compañía, que ojalá puedan asentarse en el primer equipo.

Tati Maldonado sobre ser futbolista. RELEVO

Hablas de Joaquín, ¿cómo fueron esos inicios junto a él?

Siempre ha sido como lo vemos ahora, como lo conocí con 16 años. Veníamos en tren dos días a la semana, yo lo cogía en San Fernando y él se montaba en El Puerto. Recuerdo llevarnos la maleta con la tarea del colegio para hacerla allí. O cuando pasaban vendiendo mostachones de Utrera y nos comprábamos un paquetito para la vuelta. Luego ya en el segundo año, en División de Honor, que nos dieron un dinerito, nos fuimos a vivir junto a Bellavista, en un piso que cogimos varios compañeros. Nos pusieron el instituto para terminar la secundaria y acabamos en unos cursos de formación profesional. A Joaquín lo metieron en uno de carpintería en el que duró dos días. A mí en uno de soldadura. Muchas veces íbamos a las 9 de la mañana al instituto y a las 11 ya estábamos de vuelta. Me decía que a él no le gustaba la carpintería, yo me quemaba con la soldadura... Un desastre. Empezamos a centrarnos en el fútbol y dejamos un poco al lado los estudios. También nuestros padres hicieron muy buena relación de llevarnos los días de partidos. O su tío El Chino, que en paz descanse. Hicimos una amistad muy buena, él vino a mi boda, yo estuve en la suya, hemos coincidido de vacaciones... Siempre me he alegrado mucho por él. Tuvo la ocasión de debutar en Segunda, subió a Primera y siguió explotando, y luego mantener ese nivel todos los años le ha permitido ser uno de los grandes. Yo también tuve la suerte de debutar, pero no tuve esa explosión que sí tuvo él.

¿Te esperabas esa faceta de estrella televisiva?

Él tiene un don, le cae bien a todo el mundo creo yo, y al que no le caiga bien es porque no lo conoce realmente. Aparte del tema deportivo, es un tipo muy cercano a todos. Siempre ha sido como es, muy sencillo, aunque ahora con más millones y más famoso, pero realmente sigue siendo él y me da mucha alegría verlo ahí. A mí me llamaron para participar también en su documental, contando sus inicios y alguna anécdota de aquellos tiempos en el tren o cuando se sacó el carné de conducir. Me vino a recoger en el coche de su padre, un Mercedes grande que tenía, quería girar, no giraba y nos acabamos metiendo dentro de una plazoleta (risas).

Volviendo a ti... ¡Vaya debut en el Santiago Bernabéu!

Es de los momentos más bonitos de mi carrera. Uno fue llegar a la cantera del Betis y ganar las Copa del Rey; el siguiente es ese debut en Primera con el Betis, en el Bernabéu contra Los Galácticos: Ronaldo, Beckham, Zidane, Roberto Carlos... Recuerdo estar en el banquillo, salir a calentar... El fútbol es curioso, cuando sales a calentar es cuando más nervioso estás, lo ves todo... De ese partido recuerdo mucho más eso que luego en partido en sí. Estás concentrado, metido en el juego y no te da tiempo. Pero mientras calentaba se me vinieron muchas cosas a la cabeza, te ves en ese campo gigantesco, lleno de gente, con la camiseta del Betis al que llegué con 16 años... Cuando me llamó Víctor Fernández se me puso el corazón a 200.000, iba súper nervioso. Fue un honor debutar y estar rodeado de tantísimo nivel. Recuerdo que durante la semana sí me dijo que iba a ir, que entrenara bien y estuviese preparado. Luego ya allí fui uno más.

Pero tras ese debut no te asentaste y acabaste en el Ceuta. ¿Cómo llevaste ese cambio?

Debuté con 21 años, estoy un año más en el filial e incluso ese año y el siguiente juego algún partido más con el primer equipo. No llegué a cinco en un año, que entonces a un canterano lo tenían que hacer profesional. Quizá eso me frenó un poco. Cuando acabo la etapa de Sub-23 ya estaba el dilema de que o me hacían de la primera plantilla o me tenía que marchar. A alguien de 24-25 años era raro verlo en un filial. Desde el club no vieron que era el momento de que diera el salto definitivo, pero tampoco me sueltan del todo. Como no me salió nada de Segunda, acabé en el Ceuta, que era un club potente de Segunda B. Tampoco te voy a engañar y económicamente me daba un saltito. El Betis me vendió por 24.000 euros pero se guardó una recompra por el doble de esa cantidad.

Y en Ceuta te salieron bien las cosas...

Jugamos la liguilla de ascenso pero nos eliminó el Hércules, que acabó ascendiendo a Segunda. La curiosidad es que ese año el Lorca estaba en nuestro grupo y Unai Emery, que era jugador a mitad de temporada también se hizo entrenador. Ellos ascendieron en Irún y Emery que me había visto se interesa por mí para el siguiente año en Segunda. Y el Betis vuelve a hacer lo mismo, ejerce la recompra, me repesca y me vuelve a vender al Lorca. Como Lopera era tan empresario, me traía de vuelta, ganaba un dinero pero no me soltaba del todo. Ese año en Lorca hicimos un temporadón, casi subimos a Primera y yo hice una segunda vuelta espectacular, con 13-14 goles. Se empiezan a interesar equipos de Primera y el Betis vuelve a ejercer la recompra. Si me había vendido esa vez por 120.000 euros pues paga el doble. Y sí, es cierto que cuando te vas del Betis, piensas que no hay nada más después y que se acaba el mundo. Hay una primera parte en lo que lo pasas mal, yo creía que tenía nivel para seguir en el Betis. Pero me salieron dos años buenos y pude volver, aunque en un momento difícil. Se había ido Joaquín, otra gente importante y fue un año complicado.

Primero me quiero parar en ese Unai Emery. ¿Ya se le veía esa madera de entrenador?

Sí, ya hacía cosas que no eran habituales en esos tiempos. El vídeo que ahora está tan de moda, ya lo cogía él con dos cintas de VHS y nos dedicaba mucho tiempo a eso. Se le veía que era un obseso del fútbol, que quería ser entrenador. Era muy obsesivo con el trabajo táctico, con la estrategia. De Lorca se fue al Almería, a un proyecto más grande, y lo subió a Primera. Luego ya vino Valencia y todo. Pero ya era el Unai que conocemos ahora mismo y para mí era el entrenador más avanzado que había tenido. Hasta le empezaron los problemas con su mujer, que decía que no lo veía para nada del tiempo que le dedicaba al fútbol. En aquel año todos teníamos muy buena relación, quedábamos para cenar juntos muchas veces. Pero él era fútbol y fútbol 24 horas, pero mira la recompensa que ha tenido después.

De ese gran año en Lorca al Betis de nuevo, y aquella jugada en un Betis - Athletic que dio la vuelta a las televisiones...

Para mí tengo tres momentos en el primer equipo del Betis: el debut en el Bernabéu, el de la jugada contra el Athletic y también recuerdo eliminar al Madrid en la Copa del Rey, con un gol en el que participé. Esos son los tres momentos más bonitos en el Betis y que los béticos me recuerdan. Mis amistades de Cádiz y San Fernando me recuerdan el debut. Me dicen: 'Tati, estaba yo tranquilamente en mi casa cambiando la tele y de repente veo que sale Maldonado, y digo si ese es de aquí de San Fernando, si ese es mi amigo mío. La gente se puso loca, tenía 200 millones de mensajes después del partido. El día del Athletic, pues los recuerdan más los béticos. Cuando he viajado con mi mujer de vacaciones, o cuando hemos estado en Sevilla por cualquier cosa, todavía hay béticos que me siguen reconociendo, y es cierto que todos me sacan la jugada del Bilbao. 'Maldonado, la jugada del Bilbao, yo estaba en tribuna, yo estaba en preferencia, lo vi, me quedé alucinado'. Fue un momento especial, fue el inicio de ese año mío en Primera. Venía de jugar 30 minutos en Valencia, que lo hice bastante bien, y me dio la posibilidad de ser titular contra el Athletic. Les ganamos 3-0 con esa jugada mía tan bonita y luego fuimos al campo del Sevilla. Tuve la oportunidad de vivir ese derbi tan precioso, aunque allí nos robaron un poco. Palop me hizo un penalti clarísimo, pero pitó falta previa de Sobis que no había sido.

Tati Maldonado sobre la jugada en el Betis-Athletic. RELEVO

Ese año en el Betis casi se desciende...

No acompañaron los resultados y ya empezamos a ver que iba a ser un año duro. Irureta en enero dijo que no tenía fuerzas para seguir sin que lo esperáremos y vino Luis Fernández. Con él tuve la peor experiencia que he tenido con un entrenador. Sin conocernos, nos apartó a varios compañeros, nos hizo la cruz. Lo pasamos bastante mal. Lopera lo tuvo que echar y nos la jugamos en Santander con Paco Chaparro. En ese partido entré con 0-0 y al final conseguimos la salvación con los dos goles de Edu.

¿Qué te pasó con Luis Fernández?

Vino con mucha soberbia. Como nos apartó a unos cuantos, nos ponía a dar vueltas al campo cuando había partidillos. O no me dejaba jugar al fútbol-tenis cuando se hacía. Él se hizo su grupito y a los demás no les echaba cuenta. En mi carrera he aprendido de los buenos entrenadores que es más importante estar encima de los que no juegan y darles cariño.

Y al siguiente verano, otra vez fuera del Betis.

Había firmado tres años cuando volví, pero llegó él, hice la pretemporada en Montecastillo pero vio algo que no le gustaba y decide que debo salir, que no cuenta conmigo. Pero al menos fue de frente conmigo y hablando a la cara. Luego con Lopera eso era difícil y lo pasé mal. Te apartan y ya era un poco de juego sucio. Quiso complacer a Cúper y traerle otro jugador.

Lopera dijo de ti que eras el nuevo Villa. ¿Te pudieron perjudicar aquellas palabras por las expectativas que se generaron?

No, no, creo que a mí perjudicó por un lado que el equipo no arrancó bien. En un club con la presión que se tiene en el Betis, con la exigencia que tiene y que venía de años buenos, de jugar Champions y ganar una Copa del Rey, la exigencia era muy alta. Quizá no había esa paciencia. Y luego ser un canterano, que muchas veces en tu casa nunca te terminan de valoras y tienes que demostrar más que los de fuera. Yo tenía un contrato muy bajito y tenía que competir con gente como Odonkor o Marc González, que eran todo lo contrario. Siempre tienen más opciones de jugar que un chaval joven con un contrato inferior. Es la ley del fútbol. Con esos malos resultados, a la más mínima, dejaron de contar conmigo y pusieron a los más veteranos. No pude brillar, pero en esos primeros partidos di muestras del nivel que podía dar.

Tati Maldonado sobre Lopera. RELEVO

¿Sientes que te faltó confianza en tu fútbol?

Te pongo el ejemplo del derbi que hablamos antes. Contra el Sevilla cambiaron a David Castedo, que era el que me marcaba en la banda, porque yo estaba haciendo un partidazo. Al acabar el partido, los periodistas preguntándome si me había pasado algo, que Irureta me había cambiado cuando faltaban 15-20 minutos y estaba siendo de los mejores. No entendieron que me sustituyeran. No tuve esa continuidad, caes en el olvido y vas perdiendo confianza. Sales 15 minutos y quieres hacer de todo en ese tiempo. Yo pensaba que en el segundo año podía ir hacia arriba, pero llegó Cúper y se acabó. Ahí se acabó mi paso por el Betis.

El siguiente paso fue una cesión al Nàstic.

Hice un buen año, pese a que fue un difícil. Había descendido a Segunda y había mucha exigencia y un presupuesto alto. No dimos la talla y no volvimos a descender de milagro. Yo metí cinco o seis goles jugando en la banda derecha y, sobre todo, hice dos buenos partidos contra el Sporting. Como me pasó con Emery, me volvió a suceder con Manolo Preciado, que me vio y se interesó por mí. Yo tenía que volver al Betis, que me había cedido, pero estando de luna de miel en San Francisco me llama mi representante y me dice que el Sporting viene a por mí de verdad y con buen contrato.

¿Fuiste consciente de que ya sí era tu adiós definitivo al Betis?

No te voy a engañar, yo ahí estaba un poco cansado ya de ir y volver, ni confiaban ni me dejaban ir. Me sentía una moneda de cambio y ya había estado en varias operaciones. Perdí un poco la ilusión y veía que siendo un canterano nunca iban a creer en mí. De todas formas, el Betis se guardó una opción de compra por si terminaba de explotar. Y yo te digo también sinceramente que si en ese primer año en el Sporting me llega a salir un buen año y el Betis me dice que vuelva, lo hubiera hecho con los ojos cerrados, porque es el equipo de mi vida. Pero en Gijón, pese a la confianza de Manolo Preciado, no me salieron las cosas. Sufrí mucho con las lesiones, que yo achaco a los campos. En Andalucía nosotros teníamos campos más duros y allí eran muy blandos, tenía que entrenarme con mucha ropa por el frío...

Nombras a Manolo Preciado. ¿Qué tenía para que todos los futbolistas hablen bien de él?

Que en paz descanse también. Era una grandísima persona, de las mejores que conocí en el fútbol. Junto a Quini, que el pobre tampoco está con nosotros. El fútbol me dio la oportunidad de conocer a dos personas maravillosas, ya no solo futbolísticamente, sino personalmente. Con un trato cariñoso, casi como un hijo para ellos. Preciado te veía primero como persona y entonces tiene un trato muy, muy cercano con los jugadores. También fue así con Emery, pero quizá él fue por la juventud que tenía entonces. Para Preciado era una su ley de vida, vivía de esa manera, feliz y contento siempre. Él tuvo muchas desgracias en su vida, que fue muy dura, y quizá le pasó como ahora a Luis Enrique, que tiran hacia delante. Preciado era uno más del grupo con nosotros. Allí en Gijón nos disfrazábamos todos en carnavales, hacíamos cena con las mujeres y él venía siempre, era uno más. Debo tener fotos por ahí de él disfrazado de chino allí con nosotros. Luego tenía cositas... Por ejemplo, yo siempre jugaba contra el Sevilla, el Betis o contra los equipos andaluces. Buscaba ese aliciente o motivación para tenerte contento, sabía que venía mucha gente a verte de tu familia y amigos. Luego, los lunes, en el típico día de recuperación se acercaba mucho a los suplentes. Era listo en ese sentido y conmigo siempre fue muy sincero, tanto a la hora de exigirme como cuando me dijo que no contaba conmigo. Tras el primer año, me dijo que confiaba en mí, que creía podía triunfar allí, pero las circunstancias no se dieron y en el tercero me habló igual de claro para decirme que no contaba.

Tati Maldonado sobre Manolo Preciado. RELEVO

Y Quini...

(Interrumpe). El Brujo es también otra cosa aparte. Era un padre para nosotros, para que lo necesitáramos tenía el teléfono siempre abierto. Tengo una anécdota graciosa con él. Jugando con el Sporting en el campo del Betis, salí de titular en ese partido y cuando me cambiaron, me ovacionó todo el campo, que fue algo precioso. Yo saludé a Quini y me dirigí hacia el banquillo del Betis y él llamándome: 'Tati, Tati, ven acá, que es para el otro lado'. Recuerdo a Capi y otros haciéndome señales con las manos y Quini se partía de risa. Era un tío especial, tanto él como Preciado, y cuando te retiras y estás en casa tranquilamente, te acuerdas de ese tipo de personas.

Salir del Sporting fue el adiós a Primera. ¿Se te quedó corta esa experiencia?

Siempre se lo he dicho a mis amigos, a gente de mi entorno más cercano, que yo creo que he sido un grandísimo jugador de Segunda División, pero normalito-bajo de Primera. Quizá no he podido dar el nivel en Primera, lo reconozco, y bueno, así ha sido, que al final mis mejores años han sido en Segunda con el Lorca, con el Nàstic, con el Xerez... Me considero un grandísimo jugador de Segunda, que ha tenido la oportunidad de tocar la Primera durante tres temporadas. Tantos partidos, tampoco, fui titular indiscutible y no rompí en Primera, es verdad, pero sí que me he sentido importante también en momentos puntuales. Pude vivir una experiencia preciosa en la élite, son tres temporadas donde vives lo máximo que se puede vivir a nivel profesional, en cuanto a estructuras, desplazamientos, periodismo, que te paren los aficionados...

Con el paso del tiempo, ¿te queda la espinita de haber apretado más para haberte consolidado en Primera?

Sí. Yo te lo digo como lo siento, creo que podría haber hecho una carrera como la de Joaquín. Fuimos parejos en la cantera, subimos los dos con edades tempranas, él un poco antes que yo. Cuando Lopera me comparó con Villa, ahora puede sonar a risa, pero en ese momento era una sensación que se palpaba. Al hilo de esa comparación de Lopera hay otra anécdota, en un partido que vino Luis Aragonés, que era el seleccionador español, a vernos. En el descanso bajó un consejero de Lopera y me dijo: 'Maldonado, te vamos a mejorar el contrato. Aragonés ha estado todo el partido hablándome de ti, preguntando quién era ese jugador'. Pero luego pasó todo lo que pasó, el equipo no fue avanzando ni yo tampoco. Quien sabe si me hubiese llegado la oportunidad con la Selección. En ese momento creía que podría haber hecho una mejor carrera en Primera. Seguramente, yo también me pongo mi lunar, en poder haber hecho algo más, en la alimentación, en cuidarme en algún aspecto más o haberme centrado en mejorar en mi posición. Yo empecé de delantero y ahí ya jugaba en la banda.

De Gijón a Cartagena. ¿Fue tu peor experiencia?

Poco antes de que Preciado me dijera que me tengo que ir del Sporting, me lesioné de la rodilla en un entrenamiento. En principio, era sólo un edema óseo, pero tardó mucho en regenerarse. Me impedía sentarme o estar cuclillas. Cuando me propusieron fichar por el Cartagena comenté lo que tenía. Me daba un poco de miedo ir allí con una ficha importante y no quería engañar a nadie. Me vieron los doctores y entendieron que era una lesión menor, que en un mes o dos podía estar bien, y dieron el OK al fichaje. Pero la cosa se fue alargando, de un mes a dos, a tres, a cuatro, a cinco... Me pegué el año entero igual. Ya casi terminando la temporada, los doctores decidieron operarme y yo acepté porque no era normal. Me abrieron y no vieron nada. A partir de ahí empecé un tratamiento con factores de crecimiento y magnetoterapia. Hasta me compré una máquina que me costó un dinero, pero así la podía tener en casa. Yo tenía un año más de contrato, se me iba quitando el dolor pero ya no confiaban en mí. Siendo una de las fichas más altas, al terminar la primera vuelta del segundo año me dijeron que me iban a vender.

Y en Jerez otro subidón. ¡Si es que te gustaba el sur!

Eso es, me fui allí ese medio año. Las cosas del fútbol que son inexplicables, no terminaba de arrancar en el Cartagena y en el Xerez me salió todo bien. Estaba Vicente Moreno de entrenador, que había sido un estilo Unai Emery, había dejado de ser jugador y cogió el banquillo. Me dio esa confianza y empecé a salirme otra vez. Marqué siete goles en seis meses y me renovaron otro año. Se fue Vicente al Nástic, trajeron a Esteban Vigo, hicieron un equipazo con José Mari, Campano, Capi, Doblas... La idea era ascender y las cosas se dieron tan mal que descendimos, el único descenso de mi carrera.

De allí a la experiencia exótica en Grecia.

No me salieron cosas de Segunda, sí tenía el Amorebieta o el Cacereño en Segunda B, pero decido irme a Grecia, al Chania, donde me lleva un antiguo compañero que tuve en el Ceuta. Era en la isla de Creta, con un contratazo, todo muy bonito... Pero me salió rana y al poco tiempo nos dejaron de pagar. Yo estaba con un chaval de La Línea, Álex Quillo, y en diciembre decidimos volvernos. Estuve sin jugar hasta que me salió el San Fernando. Era cerrar el círculo. Acabar en mi casa, donde no había jugado nunca. Estuve dos años, ascendimos a Segunda B y allí lo dejé. Tenía 34-35 años y ya había hecho todo en el fútbol, sentía que no me daba más.